El Reino de las cabras
![[Img #12371]](upload/img/periodico/img_12371.jpg)
En el transcurso de la última semana, la prensa del Principado de Asturias, mi región natal, sacó a la luz las declaraciones de una historiadora catalana, a quien no nombraré para no darle inmerecida publicidad. En ellas afirmaba sin rubor que los musulmanes no habían conquistado Asturias porque "allí no había más que cabras".
Según sostenía dicha señora, la figura de don Pelayo y, por extensión, la de los Reyes Caudillos (o reyes asturianos) era un "mito", mito que habría sido propalado por la Iglesia Católica, por Franco, y, en general, por todos aquellos que en ciertos ambientes se consideran parte de las fuerzas de la oscuridad, la reacción y la maldad absolutas. Tal género de historiadores "desmitificadores" ha crecido exponencialmente después de la Transición y por obra de las transferencias autonómicas en materia de Educación.
Tirando por el mismo retrete la obra de historiadores eximios, en las diecisiete taifas autonómicas, y a la espera de que venga el Moro de verdad, estos "historiadores" llevan treinta años realizando una verdadera campaña de revisión de la Historia favorable al islamismo, contraria a la verdad sobre España, haciendo burla de su proyecto unificador, cristiano y civilizador durante siglos. "Revisión" que ha sido hecha en el más crudo sentido estalinista, esto es, totalitario y pseudocientífico. Para ellos, para los revisionistas de Taifa, da lo mismo cuanto haya escrito don Claudio Sánchez-Albornoz (por cierto, nada franquista) o, entre los actuales, don Armando Besga Marroquín, por citar una autoridad actual.
Las Crónicas asturianas, igual que las árabes, no existen, no importan, son mentira a los ojos de los revisionistas. A los rebaños "desmitificadores" se les echa, como alfalfa, la especie de que don Pelayo no existió, que la Reconquista no fue… Y aquí no pasa nada. Se les dice que el Reino de los Astures (Asturorum Regnum), como continuación del Reino Hispano-Godo, fue un cuento, o que los moros fueron buenos y que nos trajeron paz y civilización… a esos rebaños se les sueltan estas series de sandeces y ¡aquí no pasa nada! Esto, además de ser fraude científico, equivale a borrar nuestro nombre, eliminar nuestra identidad, negar nuestras gestas, arrancarnos el orgullo.
De vez en cuando me encuentro con estas noticias. Por supuesto, al menos en Asturias las redes sociales arden de indignación, comparando el antiguo Reino con un rebaño de cabras, pero en el resto de España tales manipulaciones pasan más desapercibidas, o se encuentran con una fría indiferencia. Si uno no está intoxicado por el nacionalismo y la maurofilia (es decir, el amor a todo lo que tenga que ver con los mauros, o sea, musulmanes) y lee –por el contrario- a Sánchez-Albornoz, a Besga, a José Javier Esparza… si uno no forma parte de las manadas revisionistas, no puede por menos de emocionarse ante aquel ímpetu guerrero, cristiano, restaurador, libérrimo. Godos, astures, cántabros, y tras ellos, mozárabes emigrados, vascones, galaicos, todos lucharon y repoblaron España para recuperarla.
Efectivamente, ellos murieron y pelearon por recuperar el Orden Godo, su Ejército y su Iglesia, caídos desde 711 en manos de un poder extranjero. ¿Por qué triunfan hoy estos "revisionistas" que nos quieren arrancar de raíz nuestra épica, nos quieren robar nuestros héroes, nos quieren dejar sin pasado? Me lo pregunto cien veces al día. O quizá más, quinientas veces al día, desde que cayó la tormenta golpista sobre Cataluña. Ha sucedido una catástrofe en toda España, y esa ruina fue muy anterior al 1-O. Fue la ruina en todas las aulas, en todas las cátedras y plazas de historiadores regaladas en una tómbola caciquil. Esa catástrofe se llamó "autonomismo". Gran parte de la hispanofobia irracional que agita Cataluña se ha debido incubar en esas aulas y con esos profesores "desmitificadores", a quienes les da lo mismo la evidencia, las Crónicas, las pruebas, la labor hercúlea de legiones de historiadores serios.
A la susodicha señora catalana (supuesta historiadora), le han contestado suficientemente a través de las redes, y yo no voy a hacer más sangre con ello. Ella nada debe saber de las joyas arquitectónicas ramirenses, de la extensión de Las Asturias hasta el Duero, por el sur, y hasta Guipúzcoa, por el Este. Ella nada debe saber de la epopeya de la repoblación de Castilla y León con cristianos refugiados desde el sur y norteños que bajaban desde el Cantábrico, forjando así España, rescatándola para Europa, para la Cruz, para Occidente.
"Cabras"… Ese Reino asturiano de Cabras, que dio origen a España, es el que nos ha permitido, con el correr de los siglos, escapar de la intolerancia mahometana y de su inclusión en un mundo afroárabe que hoy, por fortuna, nos resulta tan ajeno. Algo muy grave ha tenido que suceder en la historia de nuestra democracia como para que la Enseñanza haya dado lugar a estas aberraciones. Algo debe corregirse muy pronto, desde ya, para que el Estado impida diecisiete Historias de España a la carta, diecisiete semilleros de maurofilia, de separatismo, de error y de manipulación. Centralizar en un Ministerio de Educación toda la Enseñanza del país es tan urgente, como hacerlo con la sanidad y la policía.
Pues la verdad es que desde cada rincón caciquil y soberanista se está enseñando una Historia-ficción, arbitraria y tendenciosa. No faltan profesores andaluces que dicen "que venimos de los moros", ni andamos escasos de intelectuales galleguistas que, reivindicando sus orígenes suevos (como contradistintos de los astur-godos), niegan la existencia de Pelayo, o por el contrario consideran a Asturias inexistente y a todas sus prolongaciones leonesas y montañesas, como parte de un enorme y fantástico "Reino de Galicia".
En toda España se enseña el mito de los vascones eternamente irredentos, o la existencia de una entidad política catalana independiente que se perdería en la noche de los tiempos… Todo, todo este horror pseudohistórico está pasando, y nadie hace nada. El Estado ha abandonado prácticamente la Enseñanza y la dirección de los programas de investigación. El Estado debe recuperar sus poderes en materia pedagógica a todos los niveles y evitar esta intoxicación cuyas consecuencias gravísimas son los independentismos. El Estado debería vetar la creación de nuevas asignaturas de Ideología de Género y, a cambio, contratar o invitar a historiadores serios y a militares de carrera que, por medio de charlas y seminarios, refuercen la conciencia de pertenencia a una Patria común libre, orgullosa, digna. En lugar de toda esa basura acerca de las diferencias entre "género" y "sexo" y otras formas de adoctrinamiento sobre la conducta íntima de niños y jóvenes ¿no sería mejor difundir las glorias de don Pelayo, Blas de Lezo, los héroes de Cuba, etc.? ¿No sería mejor introducir, al menos de forma voluntaria, pero en todos los currícula una formación preparatoria para la milicia así como un recorrido por las batallas y personajes que hicieron del nuestro un país grande, unido y soberano? Para eso habría que poner en marcha una congelación de competencias autonómicas y una devolución de las mismas al Ministerio.
O se renacionaliza la Enseñanza o habrá muchos más días de vergüenza además de éstos 1-O. Y no sólo en Cataluña.
En el transcurso de la última semana, la prensa del Principado de Asturias, mi región natal, sacó a la luz las declaraciones de una historiadora catalana, a quien no nombraré para no darle inmerecida publicidad. En ellas afirmaba sin rubor que los musulmanes no habían conquistado Asturias porque "allí no había más que cabras".
Según sostenía dicha señora, la figura de don Pelayo y, por extensión, la de los Reyes Caudillos (o reyes asturianos) era un "mito", mito que habría sido propalado por la Iglesia Católica, por Franco, y, en general, por todos aquellos que en ciertos ambientes se consideran parte de las fuerzas de la oscuridad, la reacción y la maldad absolutas. Tal género de historiadores "desmitificadores" ha crecido exponencialmente después de la Transición y por obra de las transferencias autonómicas en materia de Educación.
Tirando por el mismo retrete la obra de historiadores eximios, en las diecisiete taifas autonómicas, y a la espera de que venga el Moro de verdad, estos "historiadores" llevan treinta años realizando una verdadera campaña de revisión de la Historia favorable al islamismo, contraria a la verdad sobre España, haciendo burla de su proyecto unificador, cristiano y civilizador durante siglos. "Revisión" que ha sido hecha en el más crudo sentido estalinista, esto es, totalitario y pseudocientífico. Para ellos, para los revisionistas de Taifa, da lo mismo cuanto haya escrito don Claudio Sánchez-Albornoz (por cierto, nada franquista) o, entre los actuales, don Armando Besga Marroquín, por citar una autoridad actual.
Las Crónicas asturianas, igual que las árabes, no existen, no importan, son mentira a los ojos de los revisionistas. A los rebaños "desmitificadores" se les echa, como alfalfa, la especie de que don Pelayo no existió, que la Reconquista no fue… Y aquí no pasa nada. Se les dice que el Reino de los Astures (Asturorum Regnum), como continuación del Reino Hispano-Godo, fue un cuento, o que los moros fueron buenos y que nos trajeron paz y civilización… a esos rebaños se les sueltan estas series de sandeces y ¡aquí no pasa nada! Esto, además de ser fraude científico, equivale a borrar nuestro nombre, eliminar nuestra identidad, negar nuestras gestas, arrancarnos el orgullo.
De vez en cuando me encuentro con estas noticias. Por supuesto, al menos en Asturias las redes sociales arden de indignación, comparando el antiguo Reino con un rebaño de cabras, pero en el resto de España tales manipulaciones pasan más desapercibidas, o se encuentran con una fría indiferencia. Si uno no está intoxicado por el nacionalismo y la maurofilia (es decir, el amor a todo lo que tenga que ver con los mauros, o sea, musulmanes) y lee –por el contrario- a Sánchez-Albornoz, a Besga, a José Javier Esparza… si uno no forma parte de las manadas revisionistas, no puede por menos de emocionarse ante aquel ímpetu guerrero, cristiano, restaurador, libérrimo. Godos, astures, cántabros, y tras ellos, mozárabes emigrados, vascones, galaicos, todos lucharon y repoblaron España para recuperarla.
Efectivamente, ellos murieron y pelearon por recuperar el Orden Godo, su Ejército y su Iglesia, caídos desde 711 en manos de un poder extranjero. ¿Por qué triunfan hoy estos "revisionistas" que nos quieren arrancar de raíz nuestra épica, nos quieren robar nuestros héroes, nos quieren dejar sin pasado? Me lo pregunto cien veces al día. O quizá más, quinientas veces al día, desde que cayó la tormenta golpista sobre Cataluña. Ha sucedido una catástrofe en toda España, y esa ruina fue muy anterior al 1-O. Fue la ruina en todas las aulas, en todas las cátedras y plazas de historiadores regaladas en una tómbola caciquil. Esa catástrofe se llamó "autonomismo". Gran parte de la hispanofobia irracional que agita Cataluña se ha debido incubar en esas aulas y con esos profesores "desmitificadores", a quienes les da lo mismo la evidencia, las Crónicas, las pruebas, la labor hercúlea de legiones de historiadores serios.
A la susodicha señora catalana (supuesta historiadora), le han contestado suficientemente a través de las redes, y yo no voy a hacer más sangre con ello. Ella nada debe saber de las joyas arquitectónicas ramirenses, de la extensión de Las Asturias hasta el Duero, por el sur, y hasta Guipúzcoa, por el Este. Ella nada debe saber de la epopeya de la repoblación de Castilla y León con cristianos refugiados desde el sur y norteños que bajaban desde el Cantábrico, forjando así España, rescatándola para Europa, para la Cruz, para Occidente.
"Cabras"… Ese Reino asturiano de Cabras, que dio origen a España, es el que nos ha permitido, con el correr de los siglos, escapar de la intolerancia mahometana y de su inclusión en un mundo afroárabe que hoy, por fortuna, nos resulta tan ajeno. Algo muy grave ha tenido que suceder en la historia de nuestra democracia como para que la Enseñanza haya dado lugar a estas aberraciones. Algo debe corregirse muy pronto, desde ya, para que el Estado impida diecisiete Historias de España a la carta, diecisiete semilleros de maurofilia, de separatismo, de error y de manipulación. Centralizar en un Ministerio de Educación toda la Enseñanza del país es tan urgente, como hacerlo con la sanidad y la policía.
Pues la verdad es que desde cada rincón caciquil y soberanista se está enseñando una Historia-ficción, arbitraria y tendenciosa. No faltan profesores andaluces que dicen "que venimos de los moros", ni andamos escasos de intelectuales galleguistas que, reivindicando sus orígenes suevos (como contradistintos de los astur-godos), niegan la existencia de Pelayo, o por el contrario consideran a Asturias inexistente y a todas sus prolongaciones leonesas y montañesas, como parte de un enorme y fantástico "Reino de Galicia".
En toda España se enseña el mito de los vascones eternamente irredentos, o la existencia de una entidad política catalana independiente que se perdería en la noche de los tiempos… Todo, todo este horror pseudohistórico está pasando, y nadie hace nada. El Estado ha abandonado prácticamente la Enseñanza y la dirección de los programas de investigación. El Estado debe recuperar sus poderes en materia pedagógica a todos los niveles y evitar esta intoxicación cuyas consecuencias gravísimas son los independentismos. El Estado debería vetar la creación de nuevas asignaturas de Ideología de Género y, a cambio, contratar o invitar a historiadores serios y a militares de carrera que, por medio de charlas y seminarios, refuercen la conciencia de pertenencia a una Patria común libre, orgullosa, digna. En lugar de toda esa basura acerca de las diferencias entre "género" y "sexo" y otras formas de adoctrinamiento sobre la conducta íntima de niños y jóvenes ¿no sería mejor difundir las glorias de don Pelayo, Blas de Lezo, los héroes de Cuba, etc.? ¿No sería mejor introducir, al menos de forma voluntaria, pero en todos los currícula una formación preparatoria para la milicia así como un recorrido por las batallas y personajes que hicieron del nuestro un país grande, unido y soberano? Para eso habría que poner en marcha una congelación de competencias autonómicas y una devolución de las mismas al Ministerio.
O se renacionaliza la Enseñanza o habrá muchos más días de vergüenza además de éstos 1-O. Y no sólo en Cataluña.