Extremita derechita
Mientras en el resto del viejo continente lo que se conoce vulgar y erróneamente como “extrema derecha” consigue llegar a la superficie, tomar oxígeno e incluso dar brazadas, al sur de los Pirineos la cosa no pasa de ser un patético microcosmos preñado de microcapillas dedicadas, en el mejor de los casos, a jugar con muñecas.
Lo que allá arriba son alternativas reales frente a la necrosis de un continente que se desploma, acá abajo son balbuceos pueriles y parrilladas de manteca.
No hace falta que el Sistema nos compre o nos enchirone, no, somos así de boniatos.
Mientras en el resto del viejo continente lo que se conoce vulgar y erróneamente como “extrema derecha” consigue llegar a la superficie, tomar oxígeno e incluso dar brazadas, al sur de los Pirineos la cosa no pasa de ser un patético microcosmos preñado de microcapillas dedicadas, en el mejor de los casos, a jugar con muñecas.
Lo que allá arriba son alternativas reales frente a la necrosis de un continente que se desploma, acá abajo son balbuceos pueriles y parrilladas de manteca.
No hace falta que el Sistema nos compre o nos enchirone, no, somos así de boniatos.