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Viernes, 13 de Octubre de 2017 Tiempo de lectura:

No solo Rusia: Ucrania y Letonia también apoyan los separatismos en Europa Occidental

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La prensa española ha publicado diversas noticias sobre las distintas acciones llevadas a cabo desde territorio ruso o por personas vinculadas al Kremlin, en mayor o menor medida, dirigidas a provocar tensiones en el seno de los países que forman parte de la Unión Europea.

 

Si bien es evidente que Rusia y lo que fuera el concepto geopolítico de Occidente mantienen las tensiones heredadas de la Guerra Fría y aun de la época de la Gran Partida anglo-rusa – de modo que, las acciones subversivas promovidas o amparadas por Moscú no suponen, apenas, ninguna novedad -, la Unión Europea bien podría estar haciendo socios a países y abriendo la puerta a fuerzas políticas y sociales que sustentan a las fuerzas disolventes y centrífugas activas en los distintos países miembros.

 

Es este el caso de países como Letonia o Ucrania que, extrapolando su trayectoria histórica, defienden de manera atávica el derecho de “los pueblos” a sacudirse “yugos” impuestos por “imperialistas-centralistas-opresores”. Así, mientras la prensa española alertaba del apoyo prestado desde Rusia a los separatistas catalanes, esa misma prensa perdía de vista que instituciones académicas ucranianas muy influyentes, think tanks como Atlantic Council, profundamente comprometido con Ucrania, o participantes del PEN Club International reunido en Lviv, entre otros,  también apoyaban a los secesionistas con tanto o más entusiasmo que los hackers, financieros y agitadores ligados al Kremlin. Así, estos activistas letones o ucranianos, arrebatados por su obsesión por la supuesta o real opresión ejercida por unos pueblos europeos sobre otros, participan con verdadero entusiasmo en la tarea de debilitar a la Unión Europea a través de la generación de conflictos y tensiones en los países occidentales. 

 

Ni siquiera el hecho de que esos mismos países estén muy expuestos a sus propios separatismos y tensiones interétnicas llevan a reflexionar a estos activistas sobre el peligro de agitar el secesionismo en Europa.
 
 
Tampoco atenúa su virulenta actitud el hecho de que España, por ejemplo, haya perdido para siempre el suculento mercado ruso – al menos, en cuanto a productos agrícolas se refiere – a causa de las sanciones impuestas a Moscú por la anexión de Crimea o  que mantenga unidades militares en Letonia con el objetivo de defender la integridad territorial del país báltico. 
 
 
Si bien los gobiernos letón y ucraniano apoyan, institucional y formalmente, la estabilidad y el statu quo en el seno de la UE, cabe el peligro de que, en un futuro, esa parte de la sociedad que defiende la disgregación de Europa en nombre del derecho de autodeterminación de los pueblos, lleve al poder a políticos mucho más beligerantes y comprometidos con los separatismos de la Europa occidental: la UE estaría, por tanto, introduciendo en Europa un caballo de Troya casi tan peligroso, o más - por ser socio preferente o ser miembro y actuar de forma insidiosa - para su continuidad y solidez como lo pueda ser Rusia o las formaciones políticas llamadas genéricamente “populistas”, es decir, euroescépticas, que alienta.
 
 
Por tanto, ¿qué puede llegar a suponer el Acuerdo de Asociación firmado con Ucrania? Creemos que, a las reformas jurídicas, administrativas, políticas o institucionales que impulsan Estados Unidos, Canadá o la UE, por ejemplo, en Ucrania, deberían sumarse iniciativas que tengan como resultado la denuncia y marginación de las tendencias disolventes existentes en estos países que cuestionan la integridad territorial y la soberanía nacional de los países occidentales que tanto están perdiendo por defenderlos con tanto ahínco como se denuncian las maniobras moscovitas.
 
 
De otro modo, podemos llegar a ver cómo, por ejemplo, uno de los grandes sostenes de Ucrania, podría encontrar en los foros internacionales a una Ucrania dispuesta a promover el separatismo quebequés, del mismo modo que podría apoyar el separatismo de California Yes o la separación de Italia de la Padania; también resultaría terriblemente irónico que los recursos financieros y militares dedicados a la defensa de Letonia por parte de España, acabaran sirviendo para consolidar la seguridad y la posición de un país que bien podría apoyar un proceso secesionista en Cataluña o el País Vasco. Y, todo esto, mientras esas mismas naciones afirman su propia integridad territorial y niegan el derecho de autodeterminación a, por ejemplo, los rusos de Latgalia, los rumanos de Bucovina y Besarabia o los húngaros de Zakarpathia.

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