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Carlos X. Blanco
Domingo, 15 de Octubre de 2017 Tiempo de lectura:
España: avecilla de alas rotas

La consagración de la chusma

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Una civilización enferma sólo se mueve a impulsos de resentimiento. Una comunidad nacional envilecida sólo se conduce por la chusma y elige como representantes a la chusma. Cuando la chusma se apropia del poder, hablamos de oclocracia, una situación en donde no existe verdadero poder del pueblo ni estado de derecho ni soberanía nacional.

 

Todo se malvende y se liquida, pues la chusma es impaciente y nada cuanto pase por sus manos queda luego inmaculado. España, y en general Europa toda, es un solar arrasado por la oclocracia, por una chusma ávida de poder, acaparadora del poder, parasitaria ella misma de todo poder legítimo, masa aniquiladora de la paz, el orden y la convivencia. Chusma bien elegida y empleada por las élites ocultas, a la que le resulta útil y necesaria en determinados momentos de crisis.
 

Desde la época de los filósofos griegos, hasta el siglo XX, y en él, especialmente de la mano de Spengler y de Ortega y Gasset, la filosofía política no ha cesado de sentir preocupación por la chusma y por los procesos sociales que la generan y la encumbran. La nuestra es, aún más que los años 30 del pasado siglo, una época oclocrática en la que se incuban todos los huevos de serpiente. Es la época de una orteguiana "rebelión de las masas", desde luego. El tiempo de una "bajada del nivel histórico", la era en la que nadie, ya pudiera ser un zafio o iletrado, nadie admite lecciones de quien está mejor situado para dárselas. El tiempo de la hez en que se socava la autoridad y las fuentes de ésta, en que se empieza tuteando al maestro para luego apedrearlo, en que se inicia la crítica del poder para tomarlo al asalto luego, habiendo dejando sus tronos vacantes por desidia, inacción, molicie. Esa "rebelión de las masas" de que hablaba nuestro maestro Ortega es también la época de advenimiento spengleriano de los cesarismos y los populismos. Nadie admite la autoridad legítima de nadie, pero verdaderos charlatanes y psicofantes se meten en el bolsillo a diversas clases de gentes, ingenuas unas y resentidas otras, y muchos piden ser esclavos y exigen que aparezca su amo.


No me caben dudas de que España vuelve a ser un escenario de experimentación para las grandes transformaciones europeas, transformaciones tan grandes y viles como las que antecedieron a la II Gran Guerra. Las fuerzas más poderosas del orbe (oligarquías europeas, élites corruptas, petrodolarizadas, círculos secretos cuasimasones que dirigen la ONU y la UE) están pendientes del asunto de Cataluña, sí. Están pendientes, pero como lo está el gato agazapado sobre un pobre pajarillo con un ala rota. Ahora mismo, España, aquel resto de un Imperio que hizo temblar al mundo, aquella nación que aun siendo pobre era todavía orgullosa, es un pajarillo con el ala rota. No hay golpismo ni separatismo que pueda de veras con un pueblo libre, si éste reacciona unido, y lo hace de común acuerdo con sus gobernantes e instituciones (Ejército, Corona). Pero que tenga un ala rota el pajarillo tiene una causa: se llama "PSOE". Y el PSOE escorado hacia el populismo de Podemos constituye, a su vez, el aguijón de la chusma.


Desde aquellos lejanos y amargos días del 34, en los que el PSOE alentó un golpe de Estado (mal llamado "revolución"), aliándose en su sector más leninista con los anarquistas, éste partido no ha sido más que una máquina de poder. Entonces sumió a Asturias en el caos (la vertiente catalana del 34 es anecdótica en comparación con la guerra feroz de quince días que asoló al Principado) y dando inicio, de hecho, a la guerra civil española. Desde esos días de octubre del 34 el PSOE no ha hecho otra cosa que laminar España.


Mucho más cerca en el tiempo hemos vivido cómo el PSOE, a las órdenes ovejunas del neoliberalismo "europeo" desmanteló la industria y el campo durante el felipismo. En diversas regiones el desmantelamiento fue brutal. Esas mismas siglas "obreras" y "españolas" pasaron de gritar ¡Viva Rusia!, allá en los años 30, a exclamar, con la porra en la mano, ¡Viva Europa!¡Viva la Competitividad!


Con todo, hoy conocemos una extraña metamorfosis de ese PSOE que ha roto las alas a España. Ese PSOE sólo nos ofrece hoy "gobernabilidad" a cambio de introducir reformas constitucionales que gran parte de los españoles no desean. Reformas para satisfacer a golpistas y sediciosos, reformas de índole confederal que contienen, necesariamente, la consagración de unos privilegios que unos territorios disfrutarán a costa de otros. Una reforma que, con el visto bueno de la partitocracia y de las élites económicas catalanas, termine de liquidar el principio de igualdad de todos los españoles. La era del pedrosanchismo coincide con la era de la chusma. Es la era en que un señor cuyo famoso "no es no" mantuvo a España durante un año con un gobierno en funciones, esto es, sin gobierno. Es la era del laminado ideológico de la izquierda (que ya no es marxista, pero tampoco socialdemócrata ni liberal, sólo populista). Un señor que parece mantenerse equidistante y dialogante con quienes infringen la ley, perseveran en el delito, desean arruinar España y odian todo cuanto este concepto invoca. El pedrosanchismo es la plataforma necesaria para el blanqueo del Podemismo más marginal y nihilista. El Podemismo, como tal, sólo puede agitar las turbas virtuales en la red, y llenar algunas calles cuando toca a rebato. Pero Podemos no es nada ya sin el pedrosanchismo. Parece, incluso, que su terrorismo de baja intensidad llamado "escrache" ha pasado a mejor vida, pues ahora empiezan a sufrirlo en vez de ejercerlo, y lo sufren por cierto con muy poca deportividad. Pero el Podemismo como poder verdadero es aquel que tiende puentes y cabezas de puente con el PSOE pedrosanchista y en sus plataformas es donde puede anidar... Un PSOE descabezado y degenerado tras el paso de Zapatero, un PSOE que se muestra descarnado como mera máquina electoral, rica en sedes sociales, en infraestructuras editoriales, campañas mediáticas, redes organizativas, un PSOE rico, precisamente, en todo aquello que le faltaba a un primaveral y quincemayista Podemos.

 

La presión conjunta de la chusma hábilmente dirigida por estos dos aparatos será, como en los años 30, la presión necesaria para que el pajarillo no alce el vuelo. Pues el PP ya no es la "derecha". El Partido Popular ya no es conservador pues él mismo nada conserva y no les hace frente. Si España ya posee un ala rota, se le romperá cruelmente la otra, se le cortarán las patas, se atará su pico con cuerdas para evitar las quejas. El pueblo español está secuestrado por una chusma, una chusma cuya parte más visible se llama "casta política". Una casta que se muestra de lo más eficaz en los cuadros intermedios. Todos esos funcionarios (muchos, docentes) que intoxican con su odio toda nuestra historia y rebaja nuestra dignidad colectiva. Todos esos puestos ocupados por el enchufe y mil formas de favoritismo. Toda esa administración paralela de funcionarios de oenegés, sindicatos, asociaciones culturales y cívicas que, hinchándose de subvenciones y blindando sus posiciones, parasitan al Estado por dentro. Llama la atención que tanta gente de la "izquierda" muestre su nihilismo hacia el Estado, cuando verdaderamente viven del Estado (y sus diecisiete autonomías-taifa que, legal y presupuestariamente son "Estado"). La paradoja se disipa cuando nos enteramos de que toda esta chusma, especialmente los cuadros intermedios que sirven en última instancia al PSOE, a Podemos y a la izquierda anti-española, no es realmente nihilista, anarquista de corazón. El Estado para ellos, incluso si éste queda hecho un despojo, es un aparato del que hay que tomar posesión. Son discípulos de Lenin, en este sentido. Pues no odian un aparato sin el cual no podrían vivir. Ellos, tan incompetentes para la mayoría de las cosas, están bien enganchados a las ubres del Estado Español y de las taifas regionales, aparatos sin los cuales no cobrarían nómina. Su odio es odio a la idea: a la idea de España como proyecto no ya para ese Estado que parasitan sino como proyecto civilizador para el Mundo. El Imperio Hispano, así como el Sacro Imperio Germánico, juntos, fueron valladar para los mahometanos, y alternativa de civilización cristiana al mercantilismo depredador inglés, francés y neerlandés. Ese proyecto, fracasado ya en el XVII, creen que debe ser hoy liquidado hasta su raíz. Secar y hacer cenizas su raíz.


Simbólicamente, la liquidación comenzó cuando los golpistas de 1934 reventaron con explosivos la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, refugio de las reliquias de la Monarquía Asturiana, madre a su vez de la Corona Española. Allí quedó destrozada la Cruz de la Victoria, cuya alma de roble era la Cruz que Pelayo alzó contra la morisma en Covadonga.

 

Volaron por los aires las joyas que representan el ser de España, nación de la Cruz, nunca mora, así como la Biblioteca de la Universidad, que albergaba tesoros insustituibles para nuestra identidad. Nihilistas y socialistas imitadores de Lenin hicieron eso, y hoy aún lo festejan, para vergüenza de todos. Quienes hablan tanto de Memoria Histórica bien conocen lo que es una "lobotomía identitaria". España, avecilla de alas rotas, es también un paciente sometido a lobotomía. Los centros de la memoria han sido extirpados, y el cirujano prepara la Reforma Constitucional con la excusa perfecta del golpismo catalán. Una retrocesión de competencias autonómicas sería más fácil de hacer, pues para ello no se necesita tocar la Constitución vigente. Pero no, hay que redactar un nuevo texto para borrar las huellas de que un día existió España. Para borrar las huellas de que Cataluña era una región tan española como las demás. Para borrar las huellas de que existió un Pueblo, y no una chusma teledirigida por a) partidos irresponsables y castuzas dirigentes de los mismos, b) cuadros medios del Estado "paralelo", verdaderos policías del pensamiento, y c) centros neomasónicos, poderes financieros internacionales, petrodólares.

 

Prepárense porque llegan los días de la Constitución oclocrática, la consagración de la chusma.

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