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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 16 de Octubre de 2017 Tiempo de lectura:

Guante de seda sin mano de hierro

La expresión “Mano de hierro en guante de seda” va referida a una actitud firme en torno a la resolución de un problema, pero con apariencias apaciguadoras, diplomáticas.


En el tema catalán todo parece indicar que nuevamente los nacionalistas siguen una ruta de “mareo de perdiz”, es decir de la política del gato y el ratón, en la que el ratón, siendo aparentemente la parte débil, se escapa del gato y se come el queso.  Otra vez se actúa con las tácticas tramposas de asestar golpes al adversario y retirarse a tiempo, justo antes de recibir la respuesta. Es insultante la forma descarada de reírse en sus propias barbas (nunca mejor dicho) ante Rajoy, aplicando la teoría del diálogo; un diálogo imposible, pues es como jugar al póker a sabiendas de que el contrario tiene una baraja bajo la mesa. Y hacerse como si no lo supiera, siguiendo el juego; que de antemano se sabe que va a tener un ganador: el tramposo.


Así llevamos durante décadas, en un tira y afloja donde los nacionalistas hacen de su capa un sayo y aplican la guerra de tierra quemada, practicando impunemente una corrupción política y económica sin prácticamente consecuencias, mientras que los dos principales partidos lo dan por bueno por “tener la fiesta en paz”.


Ante la situación presente de declaración de la independencia de Cataluña con efectos retardados, y de descomposición económica de esa región española; con el adoctrinamiento salvaje en las aulas y la segregación de más de la mitad de la población que no se siente independentista; caben dos soluciones:


Una es la de Rajoy, que es dar largas  a la solución del problema, aplicando el modelo de Chambenlain, que, como se sabe, pretendía contemporizar con las políticas expansionistas del fascismo en Europa para salvaguardar la paz mundial sin tomar medidas contra los nazis, que al final llevó tras la invasión de Checoslovaquia en 1939 al rearme de Gran Bretaña al comprobar el nefasto resultado de su política pactista; y la llegada de Churchill al poder, que desarrolló justamente las políticas opuestas.


Otra muy distinta hubiera sido -no creo que se aborde esta solución- aprovechar esta crisis para resolver de una vez para siempre el chantaje nacionalista y la involución permanente en el asentamiento de nuestra democracia, y la unidad territorial de España, evitando así el derrumbe de nuestra economía después de casi una década de privaciones de los españoles para resolver la quiebra de Estado dejada por el nefasto Zapatero.


Esta crisis provocada por el egoísmo de una casta política privilegiada en Cataluña que arrastra mediante subterfugios de propaganda y adoctrinamiento a una parte significativa de la población que se deja engañar, va a tener consecuencias para todos los españoles, traducidas en más paro, más déficit en nuestras cuentas públicas y privadas, más inflación y presión fiscal; mientras las grandes corporaciones financieras mundiales se reparten los despojos a precios de saldo.  El resolver esta situación por los mecanismos constitucionales hubiera exigido la aplicación de las soluciones que preserven la unidad de mercado, las libertades y derechos constitucionales y el Estado de Derecho, sin cuya condición la democracia va a quedar hecha jirones.


Las medidas de emergencia nacional debían haber sido aplicadas en el preciso momento en que se aprobó la ley de desconexión, cuya aplicación supone la independencia de facto de Cataluña que ya se está poniendo en marcha mediante fases sucesivas; independientemente de que el sedicente Puigdemont diga que se aplazan los efectos del acto de la sublevación.  El paso del tiempo y el sometimiento del Gobierno títere de nuestra nación a las pautas marcadas por los sediciosos, además de humillante es una rendición inadmisible.


En esto no puede ocurrir como cuando se venció a ETA. Entonces se decía por los nacionalistas que no tenía que haber ni vencedores ni vencidos. Se siguió el guión nacionalista para no exacerbar ánimos, y efectivamente no ha habido vencidos, lo que ha supuesto que los que tenían que haber recibido el castigo de sus crímenes vayan saliendo de las cárceles, invadan nuestras instituciones, conquisten Navarra pese a que la mayoría de la población votó a opciones constitucionalistas y se camine hacia la gran Euskal Herría. Con lo cual yo pienso que sí ha habido vencidos: los que estábamos en contra del totalitarismo etarra arriesgando nuestras vidas. No puede ser que otra vez se repita la felonía. Una vez muy mal, dos es inadmisible.
 

Tiene que haber vencedores y vencidos. Además de por justicia porque el mal ya está hecho y es irreparable.
 

No a la impunidad.
 

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