Terminal
Este término se usa con frecuencia para hacer referencia a la situación de un enfermo que padece una enfermedad incurable, pero su primera acepción es mucho más amplia: "Final, que pone término a una cosa".
En Cataluña se está dando una situación terminal, porque los artífices del proceso nacionalista y secesionista han llegado a un final, de hecho considero que han llegado a varios finales.
Principalmente, han llegado al final del camino que se emprendió hace muchos años, porque el objetivo teleológico del "proces" no es alcanzar una utópica e inviable independencia en formato república, y eso ellos lo saben mejor que nadie; pero han alcanzado el final del camino porque han conseguido que el nacionalismo secesionista no tenga vuelta atrás.
Han conseguido focalizar atenciones, tergiversar para siempre la realidad, ocultar sus vergüenzas, y adquirir cuotas de poder más allá de la lógica y las normas.
Cuando en 1979 se desarrolló el estado de las autonomías, se procedió a transferir competencias, entre otras, en materia de educación; los constituyentes, sometidos a enormes presiones del momento histórico, sin mala intención pero con gran imprevisión política, abrieron la "caja de Pandora", y sabido es que esa caja (en realidad una tinaja de barro cerrada) fué el regalo que el mismísimo Zeus le hizo a Pandora con motivo de su matrimonio, y que era un regalo envenenado, traicionero, y peligrosísimo.
Y el uso cotidiano de las más poderosa herramienta que existe, la educación, utilizada de manera perversa, con propópositos políticos espurios, financiada sin limites, y desarrollada sin control estatal, tolerada hasta el absurdo y el ridículo, ha conseguido desarrollar dos generaciones de personas convencidas de la existencia de una realidad paralela que se torna realidad única.
Es una cuestión terminal porque no tiene reverso. Para cambiarlo no sería suficiente con intervenir completamente la autonomía catalana y su sistema educativo, serían necesarios, como mínimo, más décadas que las que ellos han utilizado para conseguir esa forma de pensar, en el mejor de los casos nos iríamos a finales del siglo XXI. Y mucho me temo que en tan dilatado periodo de tiempo ocurrirán cosas más potentes que una recuperación del sistema educativo en Cataluña.
También es terminal porque han conseguido poner al Gobierno de España contra las cuerdas, lo saben, y conocedores de ése importante detalle actúan en consecuencia: su hiper-actividad internacional ha dado resultados, porque más allá de la ausencia de reconocimientos y apoyos en altas instancias europeas la gestión de más de 100 "embajadas" paralelas no ha cesado ni un solo día, influyendo en todos los actores posibles y contribuyendo a la consolidación de esa nueva realidad.
Ellos están celebrando el final del camino, sabedores que no hay vuelta atrás, y que aunque los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo, actuasen con todos sus instrumentos llevados a la máxima intensidad, ya no es suficiente para borrar de millones de mentes la forma de pensar que han creado e implementado utilizando los parvularios, los colegios, los institutos, las universidades, sus medios de comunicación y las redes sociales.
El "España nos roba" ha quedado superado por otras aseveraciones más graves, pero no borrado.
Este término se usa con frecuencia para hacer referencia a la situación de un enfermo que padece una enfermedad incurable, pero su primera acepción es mucho más amplia: "Final, que pone término a una cosa".
En Cataluña se está dando una situación terminal, porque los artífices del proceso nacionalista y secesionista han llegado a un final, de hecho considero que han llegado a varios finales.
Principalmente, han llegado al final del camino que se emprendió hace muchos años, porque el objetivo teleológico del "proces" no es alcanzar una utópica e inviable independencia en formato república, y eso ellos lo saben mejor que nadie; pero han alcanzado el final del camino porque han conseguido que el nacionalismo secesionista no tenga vuelta atrás.
Han conseguido focalizar atenciones, tergiversar para siempre la realidad, ocultar sus vergüenzas, y adquirir cuotas de poder más allá de la lógica y las normas.
Cuando en 1979 se desarrolló el estado de las autonomías, se procedió a transferir competencias, entre otras, en materia de educación; los constituyentes, sometidos a enormes presiones del momento histórico, sin mala intención pero con gran imprevisión política, abrieron la "caja de Pandora", y sabido es que esa caja (en realidad una tinaja de barro cerrada) fué el regalo que el mismísimo Zeus le hizo a Pandora con motivo de su matrimonio, y que era un regalo envenenado, traicionero, y peligrosísimo.
Y el uso cotidiano de las más poderosa herramienta que existe, la educación, utilizada de manera perversa, con propópositos políticos espurios, financiada sin limites, y desarrollada sin control estatal, tolerada hasta el absurdo y el ridículo, ha conseguido desarrollar dos generaciones de personas convencidas de la existencia de una realidad paralela que se torna realidad única.
Es una cuestión terminal porque no tiene reverso. Para cambiarlo no sería suficiente con intervenir completamente la autonomía catalana y su sistema educativo, serían necesarios, como mínimo, más décadas que las que ellos han utilizado para conseguir esa forma de pensar, en el mejor de los casos nos iríamos a finales del siglo XXI. Y mucho me temo que en tan dilatado periodo de tiempo ocurrirán cosas más potentes que una recuperación del sistema educativo en Cataluña.
También es terminal porque han conseguido poner al Gobierno de España contra las cuerdas, lo saben, y conocedores de ése importante detalle actúan en consecuencia: su hiper-actividad internacional ha dado resultados, porque más allá de la ausencia de reconocimientos y apoyos en altas instancias europeas la gestión de más de 100 "embajadas" paralelas no ha cesado ni un solo día, influyendo en todos los actores posibles y contribuyendo a la consolidación de esa nueva realidad.
Ellos están celebrando el final del camino, sabedores que no hay vuelta atrás, y que aunque los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo, actuasen con todos sus instrumentos llevados a la máxima intensidad, ya no es suficiente para borrar de millones de mentes la forma de pensar que han creado e implementado utilizando los parvularios, los colegios, los institutos, las universidades, sus medios de comunicación y las redes sociales.
El "España nos roba" ha quedado superado por otras aseveraciones más graves, pero no borrado.