Oportunidad del Cupo vasco
El PNV de ahora se ha hecho tan pragmático que recuerda a Convergencia y Unió de antaño. Y es que se han cambiado los papeles. Decían los catalanes "hijos de Cambó y Tarradellas", que "lo que no son pesetas, son puñetas"... mientras los vascos luchaban contra España por el derecho histérico a decidir ser una Nación y un Estado. Mientras los catalanes eran santo y seña de la sensatez -seny- los vascos, amén de aquellas primitivas demostraciones con el deporte rural, pasaban por padecer la paranoia de la violencia con fines políticos. Para los catalanes el Estatuto de Salt era un instrumento válido para sus fines comerciales o inversionistas, los vasquitos y nesquitas del nacionalismo, entre Arzalluz y Garaicoechea, seguían la doctrina de un tal Sabino Arana, y el Estatuto de Guernica no era más que un vehículo hacia la independencia.
Ahora nada es igual. Euskadi es una Comunidad sensata, que funciona, capaz de atraer riqueza e iniciativas de toda índole; hasta aquellas ruinas industriales en las proximidades de Deusto en Bilbao, hoy son uno de los lugares más visitados por el turismo cultural. Pero siempre tendremos miedo a que alguien descubra lo que se esconde detrás y delante de la Disposición Adicional donde la Constitución Española de 1978, garantiza los derechos históricos de los Territorios Forales.
Ya una vez, con motivo de aquella pasada de frenada que fueron las vacaciones fiscales, las instituciones para la Unión llamaron la atención al Estado de España. Aquello tenía pinta de privilegios intolerables en la UE.
Ahora, en plena refriega con Cataluña, con las miradas puestas en concesiones desde el Estado, entre la música de fondo que el PSOE denomina reforma del modelo territorial para constitucionalizar un Estado Federal, resulta muy inoportuna la aprobación del Cupo vasco, que el PP lleva a las Cortes de forma urgente para sacar réditos en forma de apoyos desde PNV a los presupuestos del 2018; y el PSOE aprueba también, para mantenerse en el Gobierno Vasco, en coalición moderada frente a Bildu y Podemos.
Pero cuidado. Ciudadanos tiene razón. España necesita reformas y regeneración. Y una de las reformas supone garantizar la igualdad de oportunidades en el ejercicio real de la ciudadanía. No son tiempos de concesiones al nacionalismo, aunque para el PP haya nacionalistas buenos y malos.
Mientras a Euskadi se le da, todo y más, al Ayuntamiento de Madrid, con más población que la propia Euskadi, se le somete a intervención de los hombres de negro del Ministro Montoro.
Pero a estas alturas, 1978 queda muy lejos. Hay mucha ciudadanía que ni recuerda los principios fundamentales del Movimiento, ni la muerte del Dictador, ni los ruidos de sables que se argumentaron para el consenso de la Constitución, y así sin ruptura con el régimen pasado, del que resultó heredera la Monarquía de Don Juan Carlos. Pero si a todo lo que antecede se le une la conversión de esta España en un Estado Federal asimétrico, con desigualdades y desequilibrios para acallar voces y amenazas del nacionalismo, o todos nos volvemos nacionalistas, o señalamos sin complejos al nacionalismo como antigualla insoportable para una nación del siglo XXI, y así salir del puzle, que supone avanzar sin menospreciar a nadie.
Restos de serie, como ese Concierto Económico de Régimen Foral, está bien como pieza histórica, incluso en el espacio del derecho civil, pero es inamisible en Derecho Constitucional.
Se hace preciso revisar el espacio del Estado central, las competencias que no pueden, ni deben estar transferidas, a la vista de lo que hemos vivido durante estos años y por razones de eficiencia económica en un país con una deuda del 100% de su PIB. Por tanto, ni se pueden consentir privilegios históricos, ni se pueden tolerar adoctrinamientos fascistoides en el modelo educativo de España, o cuerpos policiales de miles de agentes armados que obedecen a la sedición.
Y puestos a reformar el modelo territorial. ¿Resisten las cuentas públicas tantos ayuntamientos pequeños, de menos de un millar de habitantes?. ¿Para cuándo la reforma de la relación funcionarios-habitantes como medida obligatoriamente eficiente en los Municipios?. ¿Cómo es posible que en los "paraísos forales", la policía y otros funcionarios sean los mejor pagados de España?.
Mucho me temo que en Cataluña, por lo menos, quieren las mismas ventajas de los Derechos Forales disfrutados en Euskadi y Navarra; siendo así, calculando la sobre financiación de algunos territorios, ¿en que puede consistir la reforma Federal, que no suponga más privilegios y más desigualdad?.
Cuando todo esto comenzó y Suarez dio café con leche para todos, muchos no sabían qué hacer con aquella autonomía llovida desde Madrid. Pero en el 2017, no hay comunidad que no tenga bandera, himno, instituciones, y se haya inventado alguna historia para celebrar el día de la patria...
Por eso que el señor Montoro debía y podía haber sido más prudente. Bastante fuego queda encendido como para levantar vientos huracanados en los cuatro puntos cardinales del Estado de las Autonomías.
El PNV de ahora se ha hecho tan pragmático que recuerda a Convergencia y Unió de antaño. Y es que se han cambiado los papeles. Decían los catalanes "hijos de Cambó y Tarradellas", que "lo que no son pesetas, son puñetas"... mientras los vascos luchaban contra España por el derecho histérico a decidir ser una Nación y un Estado. Mientras los catalanes eran santo y seña de la sensatez -seny- los vascos, amén de aquellas primitivas demostraciones con el deporte rural, pasaban por padecer la paranoia de la violencia con fines políticos. Para los catalanes el Estatuto de Salt era un instrumento válido para sus fines comerciales o inversionistas, los vasquitos y nesquitas del nacionalismo, entre Arzalluz y Garaicoechea, seguían la doctrina de un tal Sabino Arana, y el Estatuto de Guernica no era más que un vehículo hacia la independencia.
Ahora nada es igual. Euskadi es una Comunidad sensata, que funciona, capaz de atraer riqueza e iniciativas de toda índole; hasta aquellas ruinas industriales en las proximidades de Deusto en Bilbao, hoy son uno de los lugares más visitados por el turismo cultural. Pero siempre tendremos miedo a que alguien descubra lo que se esconde detrás y delante de la Disposición Adicional donde la Constitución Española de 1978, garantiza los derechos históricos de los Territorios Forales.
Ya una vez, con motivo de aquella pasada de frenada que fueron las vacaciones fiscales, las instituciones para la Unión llamaron la atención al Estado de España. Aquello tenía pinta de privilegios intolerables en la UE.
Ahora, en plena refriega con Cataluña, con las miradas puestas en concesiones desde el Estado, entre la música de fondo que el PSOE denomina reforma del modelo territorial para constitucionalizar un Estado Federal, resulta muy inoportuna la aprobación del Cupo vasco, que el PP lleva a las Cortes de forma urgente para sacar réditos en forma de apoyos desde PNV a los presupuestos del 2018; y el PSOE aprueba también, para mantenerse en el Gobierno Vasco, en coalición moderada frente a Bildu y Podemos.
Pero cuidado. Ciudadanos tiene razón. España necesita reformas y regeneración. Y una de las reformas supone garantizar la igualdad de oportunidades en el ejercicio real de la ciudadanía. No son tiempos de concesiones al nacionalismo, aunque para el PP haya nacionalistas buenos y malos.
Mientras a Euskadi se le da, todo y más, al Ayuntamiento de Madrid, con más población que la propia Euskadi, se le somete a intervención de los hombres de negro del Ministro Montoro.
Pero a estas alturas, 1978 queda muy lejos. Hay mucha ciudadanía que ni recuerda los principios fundamentales del Movimiento, ni la muerte del Dictador, ni los ruidos de sables que se argumentaron para el consenso de la Constitución, y así sin ruptura con el régimen pasado, del que resultó heredera la Monarquía de Don Juan Carlos. Pero si a todo lo que antecede se le une la conversión de esta España en un Estado Federal asimétrico, con desigualdades y desequilibrios para acallar voces y amenazas del nacionalismo, o todos nos volvemos nacionalistas, o señalamos sin complejos al nacionalismo como antigualla insoportable para una nación del siglo XXI, y así salir del puzle, que supone avanzar sin menospreciar a nadie.
Restos de serie, como ese Concierto Económico de Régimen Foral, está bien como pieza histórica, incluso en el espacio del derecho civil, pero es inamisible en Derecho Constitucional.
Se hace preciso revisar el espacio del Estado central, las competencias que no pueden, ni deben estar transferidas, a la vista de lo que hemos vivido durante estos años y por razones de eficiencia económica en un país con una deuda del 100% de su PIB. Por tanto, ni se pueden consentir privilegios históricos, ni se pueden tolerar adoctrinamientos fascistoides en el modelo educativo de España, o cuerpos policiales de miles de agentes armados que obedecen a la sedición.
Y puestos a reformar el modelo territorial. ¿Resisten las cuentas públicas tantos ayuntamientos pequeños, de menos de un millar de habitantes?. ¿Para cuándo la reforma de la relación funcionarios-habitantes como medida obligatoriamente eficiente en los Municipios?. ¿Cómo es posible que en los "paraísos forales", la policía y otros funcionarios sean los mejor pagados de España?.
Mucho me temo que en Cataluña, por lo menos, quieren las mismas ventajas de los Derechos Forales disfrutados en Euskadi y Navarra; siendo así, calculando la sobre financiación de algunos territorios, ¿en que puede consistir la reforma Federal, que no suponga más privilegios y más desigualdad?.
Cuando todo esto comenzó y Suarez dio café con leche para todos, muchos no sabían qué hacer con aquella autonomía llovida desde Madrid. Pero en el 2017, no hay comunidad que no tenga bandera, himno, instituciones, y se haya inventado alguna historia para celebrar el día de la patria...
Por eso que el señor Montoro debía y podía haber sido más prudente. Bastante fuego queda encendido como para levantar vientos huracanados en los cuatro puntos cardinales del Estado de las Autonomías.