Editorial La Tribuna del País Vasco
La izquierda que alimenta ideológicamente a los asesinos de Víctor Laínez
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La inmensa chusma de izquierda y extrema izquierda que, avalada por Podemos, proetarras, anarquistas, antisistema e independentistas periféricos, lleva años avalando, justificando, disculpando y jaleando a presuntos asesinos como Rodrigo Lanza, detenido por matar a un hombre solamente por el hecho de que éste portaba unos tirantes con la bandera de España, es el mejor ejemplo y la consecuencia más evidente del estrepitoso fracaso que la política, la educación y la cultura han cosechado en España a lo largo de las últimas décadas.
La extrema izquierda que está azotando a este país con el aval indecente del PSOE en múltiples ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos, acostumbrada al pesebre económico del Estado español y a los millonarios regalos de los regímenes totalitarios venezolano o iraquí, no duda en argumentar como los sinvergüenzas morales que la alimentan. Y, de este modo, transmitiendo sutil y mendazmente la idea de que siempre hay una causa “decente” detrás de las bandas terroristas, de los vándalos o de los asesinos que actúan contra los valores occidentales, se posiciona junto a tantos miserables como abundan en España especializados en aprovecharse de nuestro sistema de libertades, de nuestro estado del bienestar, de nuestras “leyes burguesas” y de nuestro irrenunciable derecho a la libertad de expresión, para tratar de promover una agenda oculta de iniciativas y objetivos que tiene más que ver con la revolución bolivariana y con las revueltas anarquistas y antisistema que con la búsqueda del desarrollo, el progreso y el bienestar para todos los ciudadanos.
La izquierda sectaria, excluyente, barriobajera y populista que tan bien representan gentuza moral como Pablo Iglesias, Ada Colau y tantos y tantos corifeos similares, mientras legitima intelectualmente a presuntos criminales como Rodrigo Lanza, no se cansa de exigir guillotinas para todos quienes no rebuznan como ellos. Y lo hace desde un territorio presuntamente “superior” desde un punto de vista moral (donde ha sido instalada por algunos de los medios de comunicación más rastreros y miserables que hay en Europa) en el que el término diálogo se santifica hasta el absurdo como una panacea casi mística, en el que el recurso a la “libertad de expresión” sirve para justificar todo tipo de acciones totalitarias, en el que se identifica como “facha” a todo aquel que se atreve a disentir de su pensamiento único presuntamente progresista y en el que las más inmensas necedades morales, a fuerza de ser repetidas incesantemente por centenares de "periodistas" pagados con fondos públicos, acaban convirtiéndose en pretendidas verdades colectivas.
La izquierda y la extrema izquierda que alimentan ideológicamente a los asesinos de Víctor Laínez ha recibido más de cinco millones de votos en las últimas elecciones generales. Y, en el País Vasco, Bildu y Podemos alcanzan casi el 40% del apoyo en las urnas. ¿Qué sociedad puede alumbrarse con esta mugre humana que mezcla proterrorismo militante, ecofascismo, anarquismo grueso, totalitarismo independentista, integrismo ideológico, fanatismo político y una inmunda ideología de género y que, en el fondo, lo único que demuestra es un odio visceral a nuestro sistema de libertades y a los valores éticos que conforman nuestra forma de vida?
La respuesta a esta pregunta la proporcionaba Hermann Tertsch en una entrevista publicada hace algunos meses en este mismo periódico: “No tengo ninguna expectativa real de ver cambiar las cosas hacia bien. Creo que los dos grandes partidos, por mucho que salven los muebles ahora, son dos entes más que podridos, secos e inanes, lastres inútiles para el desarrollo de España. Por mucho que tengan gentes que inútilmente intenten hacer aun la renovación desde dentro. Otros partidos como Ciudadanos carecen de masa crítica para hacer la gran tarea de la regeneración. Respecto a Podemos y otros grupos extremistas que han surgido, sean éstos separatistas o no, creo que suponen una amenaza totalitaria y que son grupos que, en el poder, inevitablemente degenerarían muy pronto en regímenes criminales. Lo más importante es que en España y en Europa no vuelva a matarse. Y, desde luego, si tuviera dinero para ello, que no es el caso, garantizaría a mi familia y a mis seres queridos si no para esta, sí para las siguientes generaciones, una buena vida… en Estados Unidos”.
La inmensa chusma de izquierda y extrema izquierda que, avalada por Podemos, proetarras, anarquistas, antisistema e independentistas periféricos, lleva años avalando, justificando, disculpando y jaleando a presuntos asesinos como Rodrigo Lanza, detenido por matar a un hombre solamente por el hecho de que éste portaba unos tirantes con la bandera de España, es el mejor ejemplo y la consecuencia más evidente del estrepitoso fracaso que la política, la educación y la cultura han cosechado en España a lo largo de las últimas décadas.
La extrema izquierda que está azotando a este país con el aval indecente del PSOE en múltiples ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos, acostumbrada al pesebre económico del Estado español y a los millonarios regalos de los regímenes totalitarios venezolano o iraquí, no duda en argumentar como los sinvergüenzas morales que la alimentan. Y, de este modo, transmitiendo sutil y mendazmente la idea de que siempre hay una causa “decente” detrás de las bandas terroristas, de los vándalos o de los asesinos que actúan contra los valores occidentales, se posiciona junto a tantos miserables como abundan en España especializados en aprovecharse de nuestro sistema de libertades, de nuestro estado del bienestar, de nuestras “leyes burguesas” y de nuestro irrenunciable derecho a la libertad de expresión, para tratar de promover una agenda oculta de iniciativas y objetivos que tiene más que ver con la revolución bolivariana y con las revueltas anarquistas y antisistema que con la búsqueda del desarrollo, el progreso y el bienestar para todos los ciudadanos.
La izquierda sectaria, excluyente, barriobajera y populista que tan bien representan gentuza moral como Pablo Iglesias, Ada Colau y tantos y tantos corifeos similares, mientras legitima intelectualmente a presuntos criminales como Rodrigo Lanza, no se cansa de exigir guillotinas para todos quienes no rebuznan como ellos. Y lo hace desde un territorio presuntamente “superior” desde un punto de vista moral (donde ha sido instalada por algunos de los medios de comunicación más rastreros y miserables que hay en Europa) en el que el término diálogo se santifica hasta el absurdo como una panacea casi mística, en el que el recurso a la “libertad de expresión” sirve para justificar todo tipo de acciones totalitarias, en el que se identifica como “facha” a todo aquel que se atreve a disentir de su pensamiento único presuntamente progresista y en el que las más inmensas necedades morales, a fuerza de ser repetidas incesantemente por centenares de "periodistas" pagados con fondos públicos, acaban convirtiéndose en pretendidas verdades colectivas.
La izquierda y la extrema izquierda que alimentan ideológicamente a los asesinos de Víctor Laínez ha recibido más de cinco millones de votos en las últimas elecciones generales. Y, en el País Vasco, Bildu y Podemos alcanzan casi el 40% del apoyo en las urnas. ¿Qué sociedad puede alumbrarse con esta mugre humana que mezcla proterrorismo militante, ecofascismo, anarquismo grueso, totalitarismo independentista, integrismo ideológico, fanatismo político y una inmunda ideología de género y que, en el fondo, lo único que demuestra es un odio visceral a nuestro sistema de libertades y a los valores éticos que conforman nuestra forma de vida?
La respuesta a esta pregunta la proporcionaba Hermann Tertsch en una entrevista publicada hace algunos meses en este mismo periódico: “No tengo ninguna expectativa real de ver cambiar las cosas hacia bien. Creo que los dos grandes partidos, por mucho que salven los muebles ahora, son dos entes más que podridos, secos e inanes, lastres inútiles para el desarrollo de España. Por mucho que tengan gentes que inútilmente intenten hacer aun la renovación desde dentro. Otros partidos como Ciudadanos carecen de masa crítica para hacer la gran tarea de la regeneración. Respecto a Podemos y otros grupos extremistas que han surgido, sean éstos separatistas o no, creo que suponen una amenaza totalitaria y que son grupos que, en el poder, inevitablemente degenerarían muy pronto en regímenes criminales. Lo más importante es que en España y en Europa no vuelva a matarse. Y, desde luego, si tuviera dinero para ello, que no es el caso, garantizaría a mi familia y a mis seres queridos si no para esta, sí para las siguientes generaciones, una buena vida… en Estados Unidos”.