Víctor Laínez, el último crimen del Frente Popular
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Apenas transcurrido un año, y sin orden judicial, Dolores Ibarruri, “La Pasionaria”, empezó a abrir las cárceles y liberarlos. Los miles de marxistas que asesinaron a destajo en Asturias en el golpe de Estado del PSOE de 1934, no terminarían sus condenas. Tras reventar las elecciones manipulando las actas (febrero de 1936), el Frente Popular tomaba el poder y liberaba “del gobierno fascista represor” a sus criminales.
Quedaban así impunes miles de sicarios marxistas deseosos de más sangre “fascista”, a quienes el Gobierno daría cobertura hasta 1939. Su más rabioso líder, “el Lenin español”, Largo Caballero, lo pedía con claridad, en febrero, en Alicante (“La democracia es incompatible con el socialismo, hay que ir a la revolución”), y, en mayo, en Cádiz (“Hay que apoderarse del poder político; pero la revolución se hace violentamente: luchando, y no con discursos”).
Tras asesinar el PSOE al “fascista” líder de la oposición, José Calvo Sotelo, secuestrado de noche en su domicilio (violando su inmunidad parlamentaria), Gil Robles, a quien esa noche no encontraron los mismos asesinos, relataba en Cortes:
“Mirad lo que pasa por campos y ciudades. Acordaos de la estadística del último mes de vigencia del estado de alarma. Desde el 16 de junio al 13 de julio, inclusive, se han cometido en España los siguientes actos de violencia, habiendo de tener en cuenta los señores que me escuchan que esta estadística no se refiere más que ha hechos plenamente comprobados y no a rumores que, por desgracia, van teniendo en días sucesivos una completa confirmación: Incendios de iglesias, 10; atropellos y expulsiones de párrocos, 9; robos y confiscaciones, 11; derribos de cruces, 5; muertos, 61; heridos de diferente gravedad, 224; atracos consumados, 17; asaltos e invasiones de fincas, 32; incautaciones y robos, 16; Centros asaltados o incendiados, 10; huelgas generales, 129; bombas, 74; petardos, 58; botellas de líquidos inflamables lanzadas contra personas o casas, 7; incendios, no comprendidos los de las iglesias, 19. Esto en veintisiete días. Al cabo de hallarse cuatro meses en vigor el estado de alarma, con toda clase de resortes el Gobierno en su mano para imponer la autoridad, ¿cuál ha sido la eficacia del estado de alarma?”.
Barcelona, año 2006, en una fiesta ilegal de okupas, el comunista e inmigrante “antifascista” Rodrigo Lanza deja parapléjico (en estado vegetal) a un policía padre de cuatro hijos, por cuyo crimen solo cumplió dos años de prisión. Al igual que haría con sus sicarios Bolado y Alfon, la izquierda inmediatamente se volcó en su ensalzamiento, acusando al Estado de torturador (junto a Amnistía internacional), siguiendo el manual marxista-leninista encontrado en SOKOA a los asesinos de ETA para cada detención (casi mil muertes por descuartizamiento, quemados vivos, secuestros y tiros en la nuca).
Su madre marxista, blanqueada y convertida en heroína por la izquierda, fue invitada por Ada Colau a su investidura; como “asesora de derechos humanos” su asociacion recibió “a dedo” 30.000 euros de dinero público, homenajes y entrevistas. Tras salir libre de su breve presidio, su criminal retoño Rodrigo fue glorificado en un documental como víctima del Estado “fascista represor”, llegando a dar unas “necesarias” conferencias a nuestros hijos sobre “antifascismo” en la Universidad de Salamanca.
Como broche, “el héroe antifascista” Rodrigo, convenientemente blanqueado, fue invitado por el engominado ayuntamiento comunista de Podemos Zaragoza a residir allí, y allí nos ha regalado su última hazaña “antifascista”: asesinar del modo más cobarde a un hombre por vestir los colores rojigualdos en sus tirantes.
Nueve testigos confirman ante el juez que no fue pelea como él alega sino una cobarde agresión, a traición y con saña. El forense certifica que tras recibir un fuerte golpe en el craneo y por la espalda, la cabeza de Victor Lainez fue pateada hasta la muerte.
La tan repetida escusa del espantapájaros “fascista” del siglo pasado, retorna hoy con la ley de “desmemoria histórica”, “guerracivilista” y cainita que Rajoy no derogó, retorciendo la verdad y avivando rencores pasados, sellados con fortuna en la Transición por los protagonistas de aquellas discordias, y hoy reabiertas por espúrios intereses políticos, con odio y hasta la iniquidad.
Y si en aquel entonces el fascismo Falangista español era residual (con su cúpula dirigente detenida y presa desde marzo del 36) y sin representación en cortes (no así el marxismo) éste inicio el camino de la violencia tras sufrir decenas de asesinatos promovidos desde el PSOE (los “chibiris” que entrenaba el Teniente Castillo). La sombra de aquella espiral de violencia, “acción-reaccion” que Lenin teorizó, amenaza de nuevo nuestra paz social.
Uno de los logros de la Transición fue la desaparición política del fascismo, no así el de izquierdas. No hay partidos que se definan fascistas (y sí marxistas) con representación en Cortes, y sus pocos partidos son apenas aislados grupúsculos sin afiliados, sin financiación ni peso político.
La necesidad del enemigo “fascista” que el marxismo aún hoy agita reactivó el término “guerracivilista” de “Facha” (Fascista) como recurso dialectico para señalar a cualquier oponente político, ese casposo “fascismo” que Lenin aplaudió: “si alguien es capaz de lograr la revolución en Italia es Benito Mussolini”, ese agitador socialista que conoció en Suiza.
Y aunque mi voz siga silenciada en Twitter, como ocultado los hechos que nos cuenta la historia, por ser verdades, ¡ofenden!. "Fascistas no faltan, así que quizá cuando acabemos con esta charla, en lugar de mariconadas de teatro, nos vamos de cacería a Segovia a aplicar la justicia proletaria". (Pablo Iglesias. Secretario General de Podemos. 7 septiembre de 2014).
“Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo ,preferimos la anarquía y el caos”. (Largo Caballero. Secrertario General del PSOE. 10 febrero de 1936)
Apenas transcurrido un año, y sin orden judicial, Dolores Ibarruri, “La Pasionaria”, empezó a abrir las cárceles y liberarlos. Los miles de marxistas que asesinaron a destajo en Asturias en el golpe de Estado del PSOE de 1934, no terminarían sus condenas. Tras reventar las elecciones manipulando las actas (febrero de 1936), el Frente Popular tomaba el poder y liberaba “del gobierno fascista represor” a sus criminales.
Quedaban así impunes miles de sicarios marxistas deseosos de más sangre “fascista”, a quienes el Gobierno daría cobertura hasta 1939. Su más rabioso líder, “el Lenin español”, Largo Caballero, lo pedía con claridad, en febrero, en Alicante (“La democracia es incompatible con el socialismo, hay que ir a la revolución”), y, en mayo, en Cádiz (“Hay que apoderarse del poder político; pero la revolución se hace violentamente: luchando, y no con discursos”).
Tras asesinar el PSOE al “fascista” líder de la oposición, José Calvo Sotelo, secuestrado de noche en su domicilio (violando su inmunidad parlamentaria), Gil Robles, a quien esa noche no encontraron los mismos asesinos, relataba en Cortes:
“Mirad lo que pasa por campos y ciudades. Acordaos de la estadística del último mes de vigencia del estado de alarma. Desde el 16 de junio al 13 de julio, inclusive, se han cometido en España los siguientes actos de violencia, habiendo de tener en cuenta los señores que me escuchan que esta estadística no se refiere más que ha hechos plenamente comprobados y no a rumores que, por desgracia, van teniendo en días sucesivos una completa confirmación: Incendios de iglesias, 10; atropellos y expulsiones de párrocos, 9; robos y confiscaciones, 11; derribos de cruces, 5; muertos, 61; heridos de diferente gravedad, 224; atracos consumados, 17; asaltos e invasiones de fincas, 32; incautaciones y robos, 16; Centros asaltados o incendiados, 10; huelgas generales, 129; bombas, 74; petardos, 58; botellas de líquidos inflamables lanzadas contra personas o casas, 7; incendios, no comprendidos los de las iglesias, 19. Esto en veintisiete días. Al cabo de hallarse cuatro meses en vigor el estado de alarma, con toda clase de resortes el Gobierno en su mano para imponer la autoridad, ¿cuál ha sido la eficacia del estado de alarma?”.
Barcelona, año 2006, en una fiesta ilegal de okupas, el comunista e inmigrante “antifascista” Rodrigo Lanza deja parapléjico (en estado vegetal) a un policía padre de cuatro hijos, por cuyo crimen solo cumplió dos años de prisión. Al igual que haría con sus sicarios Bolado y Alfon, la izquierda inmediatamente se volcó en su ensalzamiento, acusando al Estado de torturador (junto a Amnistía internacional), siguiendo el manual marxista-leninista encontrado en SOKOA a los asesinos de ETA para cada detención (casi mil muertes por descuartizamiento, quemados vivos, secuestros y tiros en la nuca).
Su madre marxista, blanqueada y convertida en heroína por la izquierda, fue invitada por Ada Colau a su investidura; como “asesora de derechos humanos” su asociacion recibió “a dedo” 30.000 euros de dinero público, homenajes y entrevistas. Tras salir libre de su breve presidio, su criminal retoño Rodrigo fue glorificado en un documental como víctima del Estado “fascista represor”, llegando a dar unas “necesarias” conferencias a nuestros hijos sobre “antifascismo” en la Universidad de Salamanca.
Como broche, “el héroe antifascista” Rodrigo, convenientemente blanqueado, fue invitado por el engominado ayuntamiento comunista de Podemos Zaragoza a residir allí, y allí nos ha regalado su última hazaña “antifascista”: asesinar del modo más cobarde a un hombre por vestir los colores rojigualdos en sus tirantes.
Nueve testigos confirman ante el juez que no fue pelea como él alega sino una cobarde agresión, a traición y con saña. El forense certifica que tras recibir un fuerte golpe en el craneo y por la espalda, la cabeza de Victor Lainez fue pateada hasta la muerte.
La tan repetida escusa del espantapájaros “fascista” del siglo pasado, retorna hoy con la ley de “desmemoria histórica”, “guerracivilista” y cainita que Rajoy no derogó, retorciendo la verdad y avivando rencores pasados, sellados con fortuna en la Transición por los protagonistas de aquellas discordias, y hoy reabiertas por espúrios intereses políticos, con odio y hasta la iniquidad.
Y si en aquel entonces el fascismo Falangista español era residual (con su cúpula dirigente detenida y presa desde marzo del 36) y sin representación en cortes (no así el marxismo) éste inicio el camino de la violencia tras sufrir decenas de asesinatos promovidos desde el PSOE (los “chibiris” que entrenaba el Teniente Castillo). La sombra de aquella espiral de violencia, “acción-reaccion” que Lenin teorizó, amenaza de nuevo nuestra paz social.
Uno de los logros de la Transición fue la desaparición política del fascismo, no así el de izquierdas. No hay partidos que se definan fascistas (y sí marxistas) con representación en Cortes, y sus pocos partidos son apenas aislados grupúsculos sin afiliados, sin financiación ni peso político.
La necesidad del enemigo “fascista” que el marxismo aún hoy agita reactivó el término “guerracivilista” de “Facha” (Fascista) como recurso dialectico para señalar a cualquier oponente político, ese casposo “fascismo” que Lenin aplaudió: “si alguien es capaz de lograr la revolución en Italia es Benito Mussolini”, ese agitador socialista que conoció en Suiza.
Y aunque mi voz siga silenciada en Twitter, como ocultado los hechos que nos cuenta la historia, por ser verdades, ¡ofenden!. "Fascistas no faltan, así que quizá cuando acabemos con esta charla, en lugar de mariconadas de teatro, nos vamos de cacería a Segovia a aplicar la justicia proletaria". (Pablo Iglesias. Secretario General de Podemos. 7 septiembre de 2014).
“Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo ,preferimos la anarquía y el caos”. (Largo Caballero. Secrertario General del PSOE. 10 febrero de 1936)