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La Verdad Ofende
Viernes, 19 de Enero de 2018 Tiempo de lectura:

La victoria de Oscar Pérez: el miedo del tirano a un cadáver

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En otro ejercicio de abuso de poder y macabra cobardía, el dictador Nicolás Maduro, a quien el diario alemán “Der Spiegel” llamó ayer acertadamente “El Carnicero”, mantiene secuestrados los cuerpos de las víctimas de “la masacre del Junquito”.


Para que el mundo no conozca la crueldad de los asesinatos, se ordenó envolverlos en papel transparente “Envoplast” para acelerar su descomposición y borrar las pruebas de los cuerpos, que un equipo forense del imperialismo cubano previamente ya habría manipulado, según fuentes no oficiales.


Desde que ocurrió la “masacre de El Junquito“, familiares y amigos de las víctimas se concentran ante la Morgue de Bello Monte, tomada por los militares. Ayer hubo tumultos y varias detenciones: la de la  esposa del capitán Caguaripan (sublevado en agosto del año pasado) y la hija del general Baduel, por llevar alimentos a los familiares del grupo de Óscar Pérez en protesta por su indefensión.


Tras días suplicando ejercer su legítimo derecho a recoger los cuerpos, ayer se permitió a la familia de Pimentel Díaz y de Óscar Pérez entrar a la morgue para reconocer a duras penas los restos humanos semiplastificados y en avanzado estado de descomposición.


Las familias confirman que las autoridades les presionan para que firmen el acta que autorice la incineración de los cuerpos. La ley no solo impide que se proceda a la cremación sin la autorización familiar, también si el cadáver es un elemento probatorio en una investigación judicial, como es el caso.


A pesar de que las pruebas de un caso judicial no pueden ser destruidas, por decisión del Ministerio de Interior y Justicia los cuerpos de Oscar Pérez y José Pimentel serán cremados. La orden es un nuevo caso de obstrucción de la Justicia. Incinerar un cuerpo parte de una investigación se denomina “borrar evidencias”.


Por ello, los forenses, los patólogos y los jefes del equipo forense se plantaron ayer en contra de la decisión de incinerar los cadáveres y amenazaron al régimen de Nicolás Maduro con dimisiones masivas, mientras el Ministerio de Justicia les amenaza con detención y procesarles.


La pólvora del caso Óscar Pérez solo acaba de empezar a arder, y es muy posible que acabe quemando los últimos cartuchos que le quedan al carnicero Nicolás Maduro. Cáritas denunció que las condiciones de supervivencia son extremas bajo la bota militar castro-chavista que tiraniza aquella nación.


Los datos que arroja Cáritas son de espanto: 280.000 niños en riesgo de morir por desnutrición, la mortalidad crece un 25% anualmente por falta de comida y solo en 2017 murieron semanalmente entre 5 y 6 niños.

 

Pero los datos que manejan los médicos venezolanos ante el deterioro absoluto de todo, alcanzan cifras de entre 3 4 millones de niños, en 2018, un genocidio como el Holodomor de Stalin. Ante esta realidad han declarado al país en emergencia humanitaria. La reaparición de epidemias erradicadas hace 60 años sitúa la tragedia en una magnitud que el mundo ignora. Venezuela, esa nación multimillonaria, yace destruida.

 

Ante el bloqueo a la llegada de ayuda internacional del tirano colombiano Nicolás Maduro, la violencia civil y los saqueos son ya rutina. Los comerciantes en Táchira se han visto obligados a tomar medidas y armarse, dado que las fuerzas de seguridad del narcoestado venezolano son parte de las mafias. El estado de preguerra civil es una realidad no declarada de un pueblo que sufre un genocidio y se enfrenta desarmado a una tiranía comunista. Ante el peor de los males que puede padecer una sociedad, las solución Noriega se dibuja como la única posible.

 

"El marxismo no sólo falló en promover la libertad humana, también ha fallado en producir comida" John Dos Passos

 

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