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Manuel Molares do Val
Lunes, 29 de Enero de 2018 Tiempo de lectura:

Policía del pensamiento

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Hay dos preguntas que la nueva magistrada española del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH), María Elósegui Ichaso, no quiso contestar en una entrevista: ¿Es usted del Opus Dei? ¿Está a favor del matrimonio homosexual?

 

Quien como ella deja ambas dudas parece decir que pertenece a la organización religiosa y que no aprueba el matrimonio homosexual.

 

Numerosos medios supuestamente progresistas, portavoces de la policía del pensamiento, la han acusado de fanática religiosa y homófoba.

 

Y exigen que esta doctora en Derecho y Filosofía, académica de Jurisprudencia y Legislación, no represente a España en el TEDH sentándose junto a los otros 46 magistrados de los demás países del Consejo de Europa.

 

Los jueces tienen que aplicar las leyes aunque no les gusten, y esta Catedrática en España y en EE.UU y Canadá ha recibido los mejores informes por sus cinco años de trabajo en la comisión europea contra el racismo y la intolerancia del Consejo de Europa, del que depende el TEDH.

 

Además, ha colaborado en proyectos legislativos del PP y, asómbrese, del PSOE.

 

La influencia de la conciencia de los jueces o los magistrados de cualquier categoría estará siempre presente en toda sentencia, y de ahí la importancia de que las leyes sean tan claras que se presten el mínimo posible a la interpretación.

 

La profesora Elósegui, a la vista de su prestigio, parece haber sabido separar sus creencias del acatamiento y la aplicación de las leyes vigentes, pero la policía del pensamiento no descansa: está a la caza de todo disidente que no defienda públicamente lo que declara como dogma indiscutible progresista, que es cualquier memez seudoprogreswista

 

Todo liberal debe defender a Elósegui. Incluidos quienes, como este cronista, nunca fueron católicos y eran rojo hasta que vivió en los paraísos comunistas, llamados socialistas, y que siguieron siendo progresistas hasta que descubrieron que el verdadero progresismo es otra cosa, porque el llamado así es estúpidamente reaccionario.

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