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Nicolás de Miguel
Lunes, 01 de Enero de 2018 Tiempo de lectura:

Un 6 de febrero imperdonable

[Img #13250]Este domingo gélido acudimos a la ofrenda floral en memoria del dirigente socialista, Fernando Múgica Herzog, asesinado un 6 de febrero de hace 22 años en San Sebastián, por dos criminales de la banda de forajidos de ETA.

 

Un homenaje a un demócrata ejemplar, un defensor de las libertades, que como tantos otros, fueron masacrados por el terrorísmo que hasta ayer sembraba nuestras calles de sangre y horror totalitario.

 

Un acto sobrio, con una gran carga emocional, acompañando a la familia Múgica Heras, a sus amigos, ciudadanos comprometidos con la memoria, la justicia y la dignidad. Unos ciudadanos que no nos resignamos a que de una u otra forma se intente distorsionar, tornar brumoso el relato, lo que todos vivímos. Nuestro compromiso permanece incólume para con las víctimas de la barbarie etarra. Como es firme nuestro propósito de impedir que se manipule el verdadero relato.

 

El crímen en la céntrica calle de San Martín, un desapacible día de invierno que no olvidaremos. Aquel 6 de febrero en San Sebastián fue y es imperdonable. La plaza del Buen Pastor, las calles adyacentes, la ciudada entera como testigos mudos de los donostiarras conmocinados por lo sucedido, todas las muestras de dolor, rabia e impotencia en un día inclemente. El 6 de febrero de 1996, año electoral, como lo había sido el año anterior, cuando los asesinos etarras segaron la vida del popular Gregorio Ordóñez, también en nuestra castigada ciudad seguirá siendo un hito, uno de esos días imborrables para los demócratas.

 

Y es nuestro deber no solo no olvidar, es nuestra obligación seguir recordando y seguir clamando justicia por tantos crímenes aún sin resolver. A las palabras pronunciadas por la familia, se sumaron las del ex primer ministro francés Manuel Valls. Una palabras hondas, sentidas, que resonaban bajo un cielo plomizo en Polloe y en las que la libertad, la igualdad, la solidaridad, la unión, se alzaban bajo el denominador común de la defensa de unos valores. Unos valores que hunden sus raíces en la Ilustración, en la idea de Europa, de España como sinónimos de espacios de civismo y unidad frente al totalitarismo, al terrorismo, a los enemigos de la democracia.

 

Como corolario de este sencillo pero sentido recordatorio quiero reproducir íntegramente unas líneas de Valls, respecto a un verano imperdonable, extraídas de un libro del mismo título y al que Valls dedicó el prefacio: ..."este mensaje se dirige a todos: a todos los demócratas, a las mujeres y hombres de convicciones, a todas aquellos y aquellas que están dispuestos a luchar por nuestros principios. Es a ellos a quien la historia les habla y les transmite la orden de no retroceder jamás, de no abandonar nunca...".

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