La patética desaparición de EH-Bildu
En marzo del 2015 publiqué un análisis de los resultados electorales obtenidos por la coalición EH-Bildu en las elecciones municipales ("Resultados electorales de Bildu en Guipúzcoa: un análisis"), centrándome en los detalles de la provincia en la que históricamente la autodenominada Izquierda Abertzale (IA) ha sido más fuerte: Guipúzcoa. Concluí que la explicación más plausible al fenomenal batacazo que sufrieron fue que un porcentaje muy significativo de sus votantes de siempre se habían quedado en casa; no se produjo trasvase de votos, sino desmovilización.
En septiembre del 2016 analicé la evolución social de sus bases, pronostiqué la emergencia de la figura de Arkaitz Rodríguez y anuncié que la coalición adolecía de graves problemas financieros. ("Elecciones vascas, el principio del fin").
En junio del 2017 seguí con detalle el "Congreso refundador" que celebraron en el palacio Euskalduna de Bilbao (17.06.2017) y detecté novedades importantes y hasta sorprendentes ("La nueva EH-Bildu").
Tres meses después publiqué un artículo en el que anunciaba la situación de quiebra financiera en la que se encuentran ("La quiebra económica de EH-Bildu"), y explique, a mi entender, cuales eran las causas y las consecuencias.
Hoy, tras la desaparación de Aralar, la todavía no oficial de Eusko Alkartasuna, la absoluta nimiedad de Alternatiba, y la banalidad de los sin-nombre, que ellos llaman "independientes", de EH-Bildu solo queda Sortu.
Este pasado fin de semana (10.02.2018) se han reunido en Vizcaya, con tan poco esplendor y resonancia que ni siquiera el periódico Gara (también en situación de quiebra financiera) les ha dedicado una página completa. El todavía portavoz Arnaldo Otegi presentó la revista interna "Erria" (término pre-batua), y explicó la imperiosa necesidad de "acercarse más a la sociedad", como si reconociesen que están lejos, pero es un mero artificio semántico.
Y la voz menos contaminada por la infame y extinta ETA de Maddalen Iriarte (la de la piedra en la mano derecha del Euskalduna ¿recuerdan?), nos regaló la idea de que para no quedarse descolgados de la iniciativa de autogobierno del PNV es necesario establecer una "relación dialéctica" con la "la legalidad española", apuntando incluso la reflexión de que la Constitución española contiene elementos para desarrollar el autogobierno, como el reconocimiento de los derechos históricos, o su "capacidad para dar cobertura teórica al derecho a decidir", realmente sorprendente y alucinante sino fuese porque es real, está ocurriendo.
Miserables. Para éste camino no hacían falta tantos asesinatos, tanta destrucción, tanta barbaridad y tanto sufrimiento.
Pero fue Arnaldo el encargado de explicar la imperiosa necesidad de convertir la estructura en un partido político normalizado, donde existan afiliados con carné que paguen religiosamente cuotas; el lo llama "nueva cultura orgánica", hace cinco meses yo lo llamé quiebra financiera. Su aparente nuevo pragmatismo no es virtud, sino imperiosa necesidad.
Maestros en el retorcimiento del lenguaje, ahora nos dicen que quieren "dinamizar el papel social y político del partido", pero la realidad es que solo de aire no se puede vivir. Y que sus apenas 5000 afiliados ya no dan ni para alquilar un palacio de congresos una mañana de sabado.
Arnaldo avisa: si no hay acuerdo sobre el derecho a decidir "la culpa será nuestra", no de Madrid, y "tendremos que dar explicaciones", se supone que a su mítico pueblo. Porque según él, el 76% de los parlamentarios vascos y el 73% de los votantes en las últimas elecciones están a favor del derecho a decidir. Hay que reconocer que el sujeto tiene imaginación en un entorno socio-político donde encuesta tras encuesta todos observamos cómo el independentismo retroce desde hace muchos años en la Comunidad Autonóma Vasca, como es de justicia reconocer que no tiene ni idea de matemáticas (el estudió Filosofia).
La patética desaparición del artificial montaje EH-Bildu, que lo es de la IA de toda la vida, demuestra que sin la macabra violencia monopolista de ETA son menos que nada, políticamente una escoria, socialmente un tumor maligno, y como personas unos miserables semovientes que ya solo pueden utilizar como papel higiénico sus perturbadores recuerdos.
En marzo del 2015 publiqué un análisis de los resultados electorales obtenidos por la coalición EH-Bildu en las elecciones municipales ("Resultados electorales de Bildu en Guipúzcoa: un análisis"), centrándome en los detalles de la provincia en la que históricamente la autodenominada Izquierda Abertzale (IA) ha sido más fuerte: Guipúzcoa. Concluí que la explicación más plausible al fenomenal batacazo que sufrieron fue que un porcentaje muy significativo de sus votantes de siempre se habían quedado en casa; no se produjo trasvase de votos, sino desmovilización.
En septiembre del 2016 analicé la evolución social de sus bases, pronostiqué la emergencia de la figura de Arkaitz Rodríguez y anuncié que la coalición adolecía de graves problemas financieros. ("Elecciones vascas, el principio del fin").
En junio del 2017 seguí con detalle el "Congreso refundador" que celebraron en el palacio Euskalduna de Bilbao (17.06.2017) y detecté novedades importantes y hasta sorprendentes ("La nueva EH-Bildu").
Tres meses después publiqué un artículo en el que anunciaba la situación de quiebra financiera en la que se encuentran ("La quiebra económica de EH-Bildu"), y explique, a mi entender, cuales eran las causas y las consecuencias.
Hoy, tras la desaparación de Aralar, la todavía no oficial de Eusko Alkartasuna, la absoluta nimiedad de Alternatiba, y la banalidad de los sin-nombre, que ellos llaman "independientes", de EH-Bildu solo queda Sortu.
Este pasado fin de semana (10.02.2018) se han reunido en Vizcaya, con tan poco esplendor y resonancia que ni siquiera el periódico Gara (también en situación de quiebra financiera) les ha dedicado una página completa. El todavía portavoz Arnaldo Otegi presentó la revista interna "Erria" (término pre-batua), y explicó la imperiosa necesidad de "acercarse más a la sociedad", como si reconociesen que están lejos, pero es un mero artificio semántico.
Y la voz menos contaminada por la infame y extinta ETA de Maddalen Iriarte (la de la piedra en la mano derecha del Euskalduna ¿recuerdan?), nos regaló la idea de que para no quedarse descolgados de la iniciativa de autogobierno del PNV es necesario establecer una "relación dialéctica" con la "la legalidad española", apuntando incluso la reflexión de que la Constitución española contiene elementos para desarrollar el autogobierno, como el reconocimiento de los derechos históricos, o su "capacidad para dar cobertura teórica al derecho a decidir", realmente sorprendente y alucinante sino fuese porque es real, está ocurriendo.
Miserables. Para éste camino no hacían falta tantos asesinatos, tanta destrucción, tanta barbaridad y tanto sufrimiento.
Pero fue Arnaldo el encargado de explicar la imperiosa necesidad de convertir la estructura en un partido político normalizado, donde existan afiliados con carné que paguen religiosamente cuotas; el lo llama "nueva cultura orgánica", hace cinco meses yo lo llamé quiebra financiera. Su aparente nuevo pragmatismo no es virtud, sino imperiosa necesidad.
Maestros en el retorcimiento del lenguaje, ahora nos dicen que quieren "dinamizar el papel social y político del partido", pero la realidad es que solo de aire no se puede vivir. Y que sus apenas 5000 afiliados ya no dan ni para alquilar un palacio de congresos una mañana de sabado.
Arnaldo avisa: si no hay acuerdo sobre el derecho a decidir "la culpa será nuestra", no de Madrid, y "tendremos que dar explicaciones", se supone que a su mítico pueblo. Porque según él, el 76% de los parlamentarios vascos y el 73% de los votantes en las últimas elecciones están a favor del derecho a decidir. Hay que reconocer que el sujeto tiene imaginación en un entorno socio-político donde encuesta tras encuesta todos observamos cómo el independentismo retroce desde hace muchos años en la Comunidad Autonóma Vasca, como es de justicia reconocer que no tiene ni idea de matemáticas (el estudió Filosofia).
La patética desaparición del artificial montaje EH-Bildu, que lo es de la IA de toda la vida, demuestra que sin la macabra violencia monopolista de ETA son menos que nada, políticamente una escoria, socialmente un tumor maligno, y como personas unos miserables semovientes que ya solo pueden utilizar como papel higiénico sus perturbadores recuerdos.