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Jueves, 01 de Marzo de 2018 Tiempo de lectura:
Reportaje

Los Caballeros del Aire y la Caballería del Aire

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No es conocido suficientemente el código de honor, no escrito, de los Caballeros del Aire, de combatir con el enemigo con espíritu noble y en buena lid, es decir, no se debe de abatir y destruir al enemigo cuando su aparato ya está en caída. Si es posible ayudarle para respetar su vida. Es más, en la guerra civil española, muchos pilotos de ambos bandos se conocían, admiraban y respetaban, a pesar de los cruentos combates, pero se ayudaban entre sí, y en ocasiones se saludaban antes de entrar en combate, y le cubrían al enemigo abatido para que pudiera salvar la vida. Recientemente se ha conocido un caso singular que nos llena de orgullo a la gran familia del Aire, nos reconcilia con el hombre, y sirve para poner de relieve la nobleza de los Caballeros del Aire y su Caballería del Aire.


Durante la 2ª Guerra Mundial, a un piloto norteamericano, y a su tripulación de un avión bombardero B-17, les fueron perdonadas sus vidas por otro piloto alemán, que les acompañó hasta dejarlos a salvo. En 1990, 44 años después, se conocieron los dos tripulantes, y el motivo por el que su enemigo le perdonó la vida, después de mantener correspondencia epistolar, y celebraron el emotivo y fraternal acontecimiento, con una amistad que duró hasta el final de sus días, falleciendo ambos en el 2008 con seis meses de diferencia, por sendos ataques al corazón. Franz Stigler, el piloto alemán tenía 92 años y el piloto norteamericano, Charlie Brown, 87 años.


El 20 de diciembre de 1943, despegaba del campo de aviación de la RAF, Royal Air Force británica, de Kimbolton (Inglaterra), el bombardero B-17, llamado Ye Olde Pub, de la United States Air Force (USAF), con la misión de bombardear una fábrica de aviones en Bremen (Alemania). Al frente de la tripulación de la aeronave estaba el joven teniente Charles M. Brown, compuesta por nueve hombres más. Bertrand O`.Coulombe, Alex Yelesanko, Richard A. Pechout, Lloyd H. Jennings, Hugh S. Eckenrode, Samuel W. Blackford, Spencer G. Lucas, Albert Sadok y Robert M. Andrews.


Stigle, con una bala en la cabeza, combatió en 487 misiones, combatió en África y Sicilia, antes de terminar defendiendo el cielo alemán, objeto de bombardeo continuo por la aviación aliada. Pero toda su trayectoria humana y militar se centra en esa fecha del 20 de Diciembre de 1943, en que el piloto norteamericano Charly Brown había sido atacado por cazas alemanes, después de cumplir su misión. Su bombardero apenas se mantenía en vuelo, y seis de sus miembros de la tripulación estaban heridos, perdiendo mucha sangre. Stigler puso el dedo sobre el disparador de la ametralladora para rematar al enemigo, pero no lo hizo, cruzó su mirada con la tripulación contraria a través del fuselaje abierto, al comprobar visualmente el estado de la tripulación enemiga decidió no hacerlo, lo que le pudo haber costado encontrarse ante un pelotón de fusilamiento, y al no apuntarse esa victoria no ganó la cruz de caballero, y voló junto al bombardeo enemigo, haciéndoles señas para señalarles se dirigieran a Suecia. No solo no lo derribó, sino que le acompañó para cruzar sus propias líneas alemanas de antiaéreos. El piloto alemán Stigler, pensó ese día, para no disparar al piloto enemigo, en su hermano muerto en acción de guerra, y en su instructor de vuelo, que le advirtió que jamás disparara a un enemigo indefenso, pues en esa acción no cabía honor. Su código establecía que había que celebrar victorias, y no muertes, que habían de evitarse.


[Img #13438]Consiguieron realizar la misión, pero a un alto precio, el artillero de cola había muerto y 6 tripulantes más estaban gravemente heridos, el morro estaba dañado, dos motores fueron alcanzados y de los dos restantes sólo uno tenía suficiente potencia, el fuselaje estaba seriamente dañado por los impactos de las batería antiaéreas y los cazas alemanes que defendían sus cielos; incluso el piloto Charlie Brown llegó a perder la consciencia momentáneamente. Cuando Charlie despertó consiguió estabilizar el avión y ordenó que se atendiese a los heridos.


Cuando pensaba que bastante tendrían con mantener la aeronave en el aire, llegó lo peor, un caza alemán en la cola. Todos pensaron que ya había llegado su momento, pero el caza, en lugar de disparar se puso en paralelo del bombardero. Charlie giró la cabeza y vio cómo el piloto alemán le hacía gestos y señas con las manos. Así se mantuvo durante unos instantes, hasta que el teniente ordenó a uno de sus hombres subir a la torreta de la ametralladora, pero antes de poder cumplir la orden, el alemán miró a los ojos a Charlie, le hizo un gesto con la mano y se marchó. A duras penas, y tras recorrer 250 millas, el Ye Olde Pub consiguió aterrizar en Norfolk (Inglaterra). Charlie contó a sus superiores lo ocurrido, pero éstos decidieron ocultar aquel acto de humanidad. Pero el teniente no lo olvidó ¿Por qué no los había derribado?


En 1987, 44 años después de aquel suceso, Charlie comenzó a buscar al hombre que les había perdonado la vida, a pesar de no saber nada de él y, mucho menos, si todavía estaba vivo. Puso un anuncio en una publicación de pilotos de combate: "Estoy buscando al hombre que me salvó la vida el 20 de diciembre de 1943".

 

[Img #13440]Desde Vancouver (Canadá), alguien se puso en contacto con él, era Franz Stigler. Después de cruzar varias cartas y llamadas de teléfono, en 1990 lograron reunirse. Fue como encontrarse con un hermano que no veías desde hace 40 años. Tras varios abrazos y alguna que otra lágrima, Charlie le preguntó a Franz: ¿Por qué no nos derribaste? Franz le explicó que cuando se puso en su cola, y los tenía en el punto de mira para disparar, sólo vio un avión que a duras penas se mantenía en el aire, sin defensas y con la tripulación malherida, no había ningún honor en derribar aquella aeronave, era como abatir a un paracaidista.

 

Franz había servido en África a las órdenes del teniente Gustav Roëdel, un verdadero caballero del aire, que les inculcó la idea de que para sobrevivir moralmente a una guerra se debía de combatir con honor y humanidad; de no ser así, no serían capaces de vivir consigo mismos el resto de sus días. Aquel código no escrito les salvó la vida. Trató de guiarlos para sacarlos de allí, pero tuvo que desistir cuando se acercaban a una torre de control alemana; si hubiesen descubierto a Franz habría supuesto la pena de muerte.
 

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