Sábado, 20 de Septiembre de 2025

Actualizada Viernes, 19 de Septiembre de 2025 a las 17:34:34 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Carlos X. Blanco
Domingo, 04 de Marzo de 2018 Tiempo de lectura:

España: el peón castrado

[Img #13467]

 

La evolución de los acontecimientos mundiales sigue siendo una consecuencia del escenario engendrado en 1945. A las potencias dominantes les resulta de todo punto imprescindible fabricar una "versión Siglo XXI" de la vieja guerra fría con el fin de difuminar la efectiva multipolaridad que, esencialmente, rige el globo. 

 

Las grandes potencias lo están haciendo de nuevo: escenifican duelos Occidente-Oriente en un ring que no puede engañar a nadie, salvo al más incauto y crédulo consumidor de propaganda. Pues no existe verdaderamente tal duelo entre yanquis y rusos. Todo es puro montaje, señuelo de bipolaridad. Las administraciones de ambos imperios actúan como si fueran una pareja de bailarines de vals deslizándose sobre un mosaico mucho más amplio de potencias emergentes y advenedizas, mosaico o multipolaridad como nunca se había visto desde el siglo XIX.

 

La pareja yanqui y rusa bailando agarradas, con disputas y mohines sobre el suelo duro multicolor, pisando el suelo abigarrado de Irán, China, la India, los árabes… todos dispuestos a alzarse y bailar con la más bella. Este no parece un bonito espectáculo. Y las alianzas de los danzarines y de los demás invitados y advenedizos van a ser frágiles, cambiantes, fantasmales y traicioneras. El mundo está en manos de unos cuantos gigantes, y el dominio comercial, energético y nuclear de todos esos gigantes impondrá cada vez más unas agendas de manipulación propagandística e ingeniería social de lo más duro, sofisticado e inmisericorde.


La mayor falta de misericordia de estas agendas geopolíticas para con "el mundo", para quienes vivimos en países castrados como España se demuestra en la ingeniería social. La primera víctima de una guerra, se suele decir, es la Verdad. Pero la segunda víctima es la propia idea de Hombre. La idea de Hombre, como si fuera una idea clara y distinta, una construcción tal y como viene expresada en la Declaración Universal de la O.N.U. de 1948 , es justamente la que ata las manos a quien se resiste a este Nuevo Orden Mundial, a quien trate de salirse de este juego de potencias y manipulaciones. Al débil y al dominado se le exige mucha Humanidad. Nunca se había utilizado tanto el "humanismo" como si fuera un misil con cabeza nuclear, como un verdadero ariete de manipulación mental, como bozal contra los más críticos. Todo se hace por el Hombre, para el Hombre. Un Hombre genérico, aséptico, sin patria ni tradición, una mera "formalidad". Dejarse invadir es posible y bueno en nombre de la Humanidad de esa Declaración. Renunciar a la autodefensa militar, a la protección de las fronteras, al armamento nuclear o a la pena de muerte, todo esto y más será necesario en nombre de la Humanidad y el Humanismo.

 

Pero renuncias y dejaciones como éstas se reservan para las potencias pequeñas y medias, y para la mayor parte de Europa, unida en falso y convertida, desde 1945, en campo de pruebas y experimentos de las potencias. Porque debe quedar claro: esta cínica "Unión Europea" de la Merkel, de Macron y de sus comisarios y directivas, no es una "potencia". Es, al más puro estilo marxiano, una "camarilla de empleados al servicio del Capital". Quienes imponen estas denuncias y dejaciones a cuantos estamos en medio, en el tablero europeo, en las ex potencias castradas (como España), son élites que no predican precisamente con el ejemplo.

 

Es y será un "humanitarismo" para los demás, no para quienes lo imponen. Es un pacifismo entendido como arma. Se trata del "buenismo" que castra al rival y lo deja fuera de juego. Renunciar a la soberanía y autoridad estatal para que así campen a sus anchas unas ONGs de origen opaco y financiación dudosa es el "Humanismo" que hoy se lleva. El escenario en que se han metido las potencias pequeñas y medianas –castradas, como España- es terriblemente oscuro en este contexto de multipolaridad disfrazada de "guerra fría" (bipolaridad). Se trata de un escenario de renuncias forzosas, de pérdida absoluta del instinto de autoprotección, una extirpación el verdadero sistema nervioso y muscular de un Estado, dejándolo todo en manos de entidades internacionales que responden a intenciones y motivaciones cuando menos opacas, remotas, y siempre supeditadas a la geopolítica de las "potencias".


En este comienzo del siglo XXI podríamos formular una regla básica de la política internacional: un país es menos "potencia" cuanto más se deja gobernar al dictado de entidades no estatales o para-estatales de carácter mundial. Entidades que son el equivalente moderno de la aculturación y el desarme forzoso del potencial rival.
 

En España hemos tenido que sufrir muchas injerencias y humillaciones de estas entidades super-humanitarias, a las que incluso subvencionamos y damos todo género de facilidades y promociones. Al respecto de sus verdaderos fines y financiadores tenemos muy escasa información. De algunas ya se han publicado ciertas noticias escandalosas. De otras (Club Bilderberg, Soros, jeques sarracenos, ricachos varios) sospechamos tanto como si en la Tierra Media nos mentaran a Saurón. Dando una de cal y otra de arena, como corresponde a quien se esfuerza por parecer neutral, el objetivo geopolítico de estos entramados suele ser bien claro; 1) mortificar conciencias, para que los instintos autodefensivos colectivos (españoles, europeos) se bloqueen; 2) dividir a una sociedad antaño cohesionada, para que así el país se pierda en los laberintos de la discordia y no sea capaz de señalar al "otro", al "ellos", a la potencial o real amenaza externa y a su quinta columna interna; c) culpabilizarse, auto-fustigarse, encontrar todas las causas de la parálisis nacional en la propia historia ("nos lo tenemos merecido y no tenemos remedio") para impedir el diagnóstico certero de los males y la detección de las reales causas de los mismos, causas normalmente sitas en cancillerías extranjeras y en cúpulas de trasnacionales poderosas.


Todas estas –y otras más- son las metas presuntamente "humanitarias" de unos organismos que, bien se está viendo, no son nada ejemplares ellos mismos, pero que enseñan una alta moralidad artificial a los demás, e imponen una determinada visión del Hombre y del mundo. No son dechados de moralidad, no son ejemplos de transparencia, ni siquiera de "humanidad". Así, vimos cómo sufren mucho por la suerte de terroristas etarras o yihadistas, pero no por los miles de víctimas de aquellos criminales, sujetos portadores de "derechos humanos por encima de todo". En realidad, la interpretación cuasi-religiosa de los Derechos Humanos, y su concepción de "derechos expansivos", "derechos ampliables" en infinitas generaciones de redactados novedosos, deriva de esta agenda de las grandes potencias: la agenda de revisión no ya de los derechos mismos, sino de la propia noción de Humanidad.


La supuesta guerra entre E.E.U.U. y Rusia, siendo en parte cierta en el terreno comercial y en la pugna por el control ideológico de Europa, camufla otros procesos mucho más peligrosos, en cuya concatenación las ONGs y las agencias supra-estatales vinculadas a la ONU no son sino instrumentos necesarios al servicio de ejércitos y poderes estatales "densos" y activos en el tablero geopolítico.

 

Es preciso convencerse de que, tras la muerte de Franco, o más concretamente, del almirante Carrero Blanco, España es peón y títere. Se trata de un peón a quien los grandes de esta partida van a sacrificar en el más insospechado de los momentos. Junto con las primaveras árabes y los "indignados", en la misma época, estuvo planificada para España su destrucción como nación, y por cauces muy similares. Los "indignados", reconvertidos en el partido Podemos, se han mostrado no obstante incapaces de centrifugar España. El mayor triunfo de España, dentro del sainete catalán que en estos días vivimos, consiste en el batacazo del populismo de pseudoizquierda representado por Podemos y sus numerosas franquicias. No ha podido darse en este país un populismo "primaveral" al estilo magrebí pues aquí las estructuras sociales, ciudadanas e institucionales, con todos sus defectos, son mucho más sólidas que al otro lado del Mediterráneo. Tampoco los ataques especulativos, igualmente teledirigidos en estos últimos años para poner a España en la bancarrota, han tenido los efectos que se esperaban. España no es Grecia.


No obstante, en el tablero geopolítico tenemos una colocación muy mala. El sultán marroquí es expansionista y nosotros no. El inglés tiene su bota encima de nosotros, y no sólo en el Peñón. Tras los Pirineos abundan los falsos amigos y los malos socios. La Unión Europea jamás va a ser una Unión en los temas fundamentales. Y el sacrificio previsto de un "Sur" en provecho de un "Norte" que, dicho sea de paso, cada vez va a ser más multi-cultural y mahometano, a fuer de "liberal", nos pone en mala tesitura. Deberían rehacerse frentes, reinventarse proyectos: el proyecto iberista (Portugal como hermano, Vázquez de Mella); el proyecto americanista (el español como lengua geopolítica fundamental, Gustavo Bueno); el proyecto federalista (el Imperium europeo incompatible con la Unión Europea, Carlos V, Althusius); la alianza eurasiática (Dugin, Steuckers)… España sola, sin participar en estos proyectos es solo un eunuco desnudo y desarmado, bocado muy del gusto de sultanes a quienes nadie les ha parado los pies desde 1974, y de imperios neoliberales que sólo verán en nosotros una colonia, un gran Peñón donde emborracharse y arrojar sus miasmas. España debe ser reina, alfil, caballo o torre, no un peón castrado. 

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.