Iluminados peligrosos
Un grupo de iluminados peligrosos lleva décadas planeando y desarrollando su propio país, la madre de todos los dominios bajo el control que otorga la propiedad de algo, propiedad que en este caso no solo incluye enormes bienes muebles e inmuebles, sino también a millones de seres humanos. Lo han hecho cometiendo tales errores que para su creación han utilizado el más letal de los virus: el racismo, y han cometido el error supremo, porque activaron el virus sin tener el antídoto.
Todavía muchos insisten en la necesidad de establecer un diálogo con ellos, incluso de articular una negociación. Dicen que es necesario ofrecerles un proyecto de España que les resulte atractivo y convincente. Los más necios llegan a decir "hay que volver a enamorar a todos los catalanes".
No, negativo, es falso. Creo que lo que España tiene que dejar muy claro es que su proyecto de país, en el seno del proyecto europeo, es no sólo el mejor, sino el único, y debe hacerlo explicitando que fuera de ese proyecto hace mucho frio, porque es el territorio de la más profunda oscuridad.
Y que los que quieran enfrentarse al proyecto español lo hacen en un combate desigual, que tienen perdido; hay que dejarlo claro con hechos, nosotros ganamos, aunque cueste mucho por culpa de una caterva de políticos profesionales egoístas, cortoplacistas e incompetentes, que con sus actuaciones dilatan el combate.
Ese combate se parece a una guerra, en el sentido de que se conforma en batallas, aquí no vale sino ganarlas todas, excepto las estériles; como se ha hecho con ETA y su MLNV, incluidos sus relés políticos agrupados en la difusa y autodenominada Izquierda Abertzale.
Todos conocemos el artículo nº 155 de la Constitución, y sabemos la gran cantidad de facultades que puede otorgar al Gobierno de España, llegando a un control total de la Comunidad Autónoma, con el límite de no disolverla.
Una aplicación adecuada de éste artículo en el caso de Cataluña para retomar el control que han conseguido los secesionistas racistas debería empezar por un control total de las finanzas de la Comunidad. A estas alturas es ridículo tan siquiera insinuar que no se está utilizando dinero público para construir el proyecto de país, y es fácil colegir que sin los fondos que se desvían desde las Consejerías, las Diputaciones, los Ayuntamientos y demás instituciones, el motor se quedará sin combustible y se parará.
Hay que asumir los costos sociales inmediatos que puede suponer cerrar muchos "grifos" a la vez, pero son daños colaterales transitorios. Comparativamente (otras comunidades) ya se está produciendo un incremento del paro, y más que se producirá, porque la cantidad de puestos de trabajo dedicados exclusivamente a la actividad secesionista que hay que eliminar es tal que se cuentan por miles.
Es necesario y urgente adoptar medidas que consoliden un marco de seguridad jurídica que ofrezca confianza y que lleve a los agentes a no buscar alternativas geográficas, considerando Cataluña una opción. La confianza es clave porque condiciona a esos agentes en sus decisiones de gasto, financieras y de inversión, pero también las del consumidor, cuyo indicador muestra un retraimiento en los últimos meses.
Es urgente disolver la Policía Autonómica. Los Mossos d'Esquadra son una costosa estructura prescindible para nosotros e imprescindible para ellos, que ya ha demostrado como operan, espían y donde están cuando se tensa la cuerda, y en cuyo seno habitan un número indeterminable de miles de agentes armados irrecuperables para la democracia. Su depuración es tarea imposible.
¿Alguien conoce un caso en el mundo en el que una cúpula entera de una Policía esté procesada por la comisión de los gravísimos delitos de sedición y organización criminal?, porque éste es el caso, y la jueza Carmen Lamela a concluido la instrucción y toca vista oral. El escandalo es tremendo.
Los medios de comunicación bajo control de la Generalitat tienen que ser controlados por el Gobierno español inmediatamente, en aras de la libertad de expresión y para neutralizar el segundo instrumento de adoctrinamiento que utilizan.
El primer instrumento es la educación, no se debe tolerar el actual sistema educativo. No tanto porque, por ejemplo, enseñen a los niños que Cataluña perdió su independencia a principios del siglo XVIII (que no es cierto), sino porque es un modelo educativo que se está utilizando para adoctrinar a las futuras generaciones; para sembrar el virus, asegurando así la continuidad de la infección. La libertad de cátedra no es la libertad de decir estupideces, pero menos es la libertad de mentir, inventando un pasado y un presente con el único propósito de construir un futuro a medida del proyecto.
El uso que se está dando a la lengua catalana es instrumental, y sin entrar en valorar su importancia desde una perspectiva estrictamente cultural, no puede ocurrir que devenga en detrimento del español y en catalizador supremacista.
Múltiples organizaciones, asociaciones y estructuras creadas por los secesionistas deben ser eliminadas, observamos cómo y para qué actúan Ómnium Cultural, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la de municipios (AMI), los Comités de defensa de Defensa de la República (CDR), la cantera Arran, Diplocat, etc.
El sistema no tiene porqué tolerar a los antisistema que quieren destruirlo y mucho menos financiarlos. Su eliminación debe ir acompañada de una eficaz campaña informativa a nivel nacional, europeo e internacional, dejando clara la realidad española y la de los secesionistas.
No debe temblar el pulso al llevar acabo cambios legislativos que permitan al poder judicial y al ejecutivo alcanzar mayores cuotas de control sobre una parte del territorio nacional, que también lo es de Europa. Parece que adoptar medidas centralizadoras sea un sacrilegio a no se sabe muy bien que iconos o mitos, y cuesta entender que puedan tratarse de medidas razonables y lógicas.
Es tiempo de actuar con contundencia, asumiendo si es necesario, que una parte de la sociedad catalana sufrirá consecuencias indeseadas, que son derivadas de las actuaciones secesionistas. Esos daños colaterales no pueden convertirse en límites infranqueables cuando de lo que se trata es de frenar y parar un proceso que ya ha alcanzado velocidad terminal.
Esperar a que el transcurrir del tiempo lo disuelva es un insulto a la inteligencia, pero también un acto de histórica irresponsabilidad. Hemos cedido demasiado. No es de recibo que en una parte del territorio español gritar !Visca Catalunya¡ se haya convertido en un grito de patriotismo, y en el mismo lugar gritar !Viva España¡ sea un grito de alto riesgo.
Y basta de apelar al "seny" (sentido común), es una tontería tan grande que sonroja. Se menciona como si de una característica histórica se tratase, un elemento peculiar y destacable del catalán. El sentido común es algo exigible a cualquier ciudadano, máxime si éste actúa en la esfera de la cosa pública, y si no lo hace con sentido común, debe ser expulsado de ella.
Un grupo de iluminados peligrosos lleva décadas planeando y desarrollando su propio país, la madre de todos los dominios bajo el control que otorga la propiedad de algo, propiedad que en este caso no solo incluye enormes bienes muebles e inmuebles, sino también a millones de seres humanos. Lo han hecho cometiendo tales errores que para su creación han utilizado el más letal de los virus: el racismo, y han cometido el error supremo, porque activaron el virus sin tener el antídoto.
Todavía muchos insisten en la necesidad de establecer un diálogo con ellos, incluso de articular una negociación. Dicen que es necesario ofrecerles un proyecto de España que les resulte atractivo y convincente. Los más necios llegan a decir "hay que volver a enamorar a todos los catalanes".
No, negativo, es falso. Creo que lo que España tiene que dejar muy claro es que su proyecto de país, en el seno del proyecto europeo, es no sólo el mejor, sino el único, y debe hacerlo explicitando que fuera de ese proyecto hace mucho frio, porque es el territorio de la más profunda oscuridad.
Y que los que quieran enfrentarse al proyecto español lo hacen en un combate desigual, que tienen perdido; hay que dejarlo claro con hechos, nosotros ganamos, aunque cueste mucho por culpa de una caterva de políticos profesionales egoístas, cortoplacistas e incompetentes, que con sus actuaciones dilatan el combate.
Ese combate se parece a una guerra, en el sentido de que se conforma en batallas, aquí no vale sino ganarlas todas, excepto las estériles; como se ha hecho con ETA y su MLNV, incluidos sus relés políticos agrupados en la difusa y autodenominada Izquierda Abertzale.
Todos conocemos el artículo nº 155 de la Constitución, y sabemos la gran cantidad de facultades que puede otorgar al Gobierno de España, llegando a un control total de la Comunidad Autónoma, con el límite de no disolverla.
Una aplicación adecuada de éste artículo en el caso de Cataluña para retomar el control que han conseguido los secesionistas racistas debería empezar por un control total de las finanzas de la Comunidad. A estas alturas es ridículo tan siquiera insinuar que no se está utilizando dinero público para construir el proyecto de país, y es fácil colegir que sin los fondos que se desvían desde las Consejerías, las Diputaciones, los Ayuntamientos y demás instituciones, el motor se quedará sin combustible y se parará.
Hay que asumir los costos sociales inmediatos que puede suponer cerrar muchos "grifos" a la vez, pero son daños colaterales transitorios. Comparativamente (otras comunidades) ya se está produciendo un incremento del paro, y más que se producirá, porque la cantidad de puestos de trabajo dedicados exclusivamente a la actividad secesionista que hay que eliminar es tal que se cuentan por miles.
Es necesario y urgente adoptar medidas que consoliden un marco de seguridad jurídica que ofrezca confianza y que lleve a los agentes a no buscar alternativas geográficas, considerando Cataluña una opción. La confianza es clave porque condiciona a esos agentes en sus decisiones de gasto, financieras y de inversión, pero también las del consumidor, cuyo indicador muestra un retraimiento en los últimos meses.
Es urgente disolver la Policía Autonómica. Los Mossos d'Esquadra son una costosa estructura prescindible para nosotros e imprescindible para ellos, que ya ha demostrado como operan, espían y donde están cuando se tensa la cuerda, y en cuyo seno habitan un número indeterminable de miles de agentes armados irrecuperables para la democracia. Su depuración es tarea imposible.
¿Alguien conoce un caso en el mundo en el que una cúpula entera de una Policía esté procesada por la comisión de los gravísimos delitos de sedición y organización criminal?, porque éste es el caso, y la jueza Carmen Lamela a concluido la instrucción y toca vista oral. El escandalo es tremendo.
Los medios de comunicación bajo control de la Generalitat tienen que ser controlados por el Gobierno español inmediatamente, en aras de la libertad de expresión y para neutralizar el segundo instrumento de adoctrinamiento que utilizan.
El primer instrumento es la educación, no se debe tolerar el actual sistema educativo. No tanto porque, por ejemplo, enseñen a los niños que Cataluña perdió su independencia a principios del siglo XVIII (que no es cierto), sino porque es un modelo educativo que se está utilizando para adoctrinar a las futuras generaciones; para sembrar el virus, asegurando así la continuidad de la infección. La libertad de cátedra no es la libertad de decir estupideces, pero menos es la libertad de mentir, inventando un pasado y un presente con el único propósito de construir un futuro a medida del proyecto.
El uso que se está dando a la lengua catalana es instrumental, y sin entrar en valorar su importancia desde una perspectiva estrictamente cultural, no puede ocurrir que devenga en detrimento del español y en catalizador supremacista.
Múltiples organizaciones, asociaciones y estructuras creadas por los secesionistas deben ser eliminadas, observamos cómo y para qué actúan Ómnium Cultural, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la de municipios (AMI), los Comités de defensa de Defensa de la República (CDR), la cantera Arran, Diplocat, etc.
El sistema no tiene porqué tolerar a los antisistema que quieren destruirlo y mucho menos financiarlos. Su eliminación debe ir acompañada de una eficaz campaña informativa a nivel nacional, europeo e internacional, dejando clara la realidad española y la de los secesionistas.
No debe temblar el pulso al llevar acabo cambios legislativos que permitan al poder judicial y al ejecutivo alcanzar mayores cuotas de control sobre una parte del territorio nacional, que también lo es de Europa. Parece que adoptar medidas centralizadoras sea un sacrilegio a no se sabe muy bien que iconos o mitos, y cuesta entender que puedan tratarse de medidas razonables y lógicas.
Es tiempo de actuar con contundencia, asumiendo si es necesario, que una parte de la sociedad catalana sufrirá consecuencias indeseadas, que son derivadas de las actuaciones secesionistas. Esos daños colaterales no pueden convertirse en límites infranqueables cuando de lo que se trata es de frenar y parar un proceso que ya ha alcanzado velocidad terminal.
Esperar a que el transcurrir del tiempo lo disuelva es un insulto a la inteligencia, pero también un acto de histórica irresponsabilidad. Hemos cedido demasiado. No es de recibo que en una parte del territorio español gritar !Visca Catalunya¡ se haya convertido en un grito de patriotismo, y en el mismo lugar gritar !Viva España¡ sea un grito de alto riesgo.
Y basta de apelar al "seny" (sentido común), es una tontería tan grande que sonroja. Se menciona como si de una característica histórica se tratase, un elemento peculiar y destacable del catalán. El sentido común es algo exigible a cualquier ciudadano, máxime si éste actúa en la esfera de la cosa pública, y si no lo hace con sentido común, debe ser expulsado de ella.











