Por un 155 educativo
![[Img #14111]](upload/img/periodico/img_14111.png)
Van a despedazar España. Hace falta alguien que lo pare. Pero ningún partido político mesiánico ni salvapatrias individual debería despertar en nosotros confianza alguna si no apostara decididamente por tomar el control centralizado de las competencias educativas de todas las comunidades autónomas, especialmente la vasca y la catalana. El control centralizado de la educación es la única garantía a medio plazo para preservar la unidad nacional de España. La medida no tiene efectos inmediatos, y va a provocar una enconada resistencia, pero una vez sofocada esa resistencia, queda así apuntalado un posible plan de reformas que, integrando y respetando la diversidad regional y lingüística, no se ande ya nunca más con tonterías ni juegue con fuego en este asunto del separatismo.
Asistimos al ataque más feroz y planificado –en varios tiempos o fases- a la unidad de España, un ataque orquestado desde el extranjero y que cuenta con fuerzas subversivas en el interior tanto como en el exterior.
El ataque tiene todos los visos de contar con el visto bueno de los jerarcas, lobbies, burócratas y financieros de la Unión Europea, ese engendro anti-español que lleva años demostrando su falta de utilidad, su nula lealtad, su interesada y castrante solidaridad. El ataque combinado desde el interior (separatismo y populismo de izquierda) y el exterior (europeísmo) coincide en sus objetivos inmediatos: el federalismo.
El federalismo en una nación como la española, que ya es fruto histórico y milenario de una fusión de pueblos, no puede ser un fin en sí mismo. La agenda oculta de los separatistas, bolivarianos morados, y europeístas anti-hispánicos, no puede ser sino otra. El federalismo que ansían no es un bien en sí, es sólo una parada y fonda para una meta más ambiciosa.
El pueblo español no está reclamando ningún federalismo, sólo la casta política. Las "naciones oprimidas" tampoco. Algunos vascos y catalanes quieren la separación, no la federación. La federación o confederación de "pueblos ibéricos" sólo les vendrá bien a los separatistas como paso previo, transitorio, parasitario, para una efectiva separación. Lo demás son cuentos. A toda esta gente, en combinación con la ingeniería geopolítica de la UE, les interesa realmente poco, por no decir nada, una fórmula de "encaje" como dicen ahora, entre su nacioncilla y España. Tanto como el encaje de bolillos. Quieren seguir ordeñando de las ubres españolas para que su "transición" a una república de juguete europeizada y bendecida por Bilderberg les salga barato. El modelo portorriqueño de Ibarretxe, el del "estado libre asociado", era más franco y abierto en comparación con la conjura que contra España vivimos ahora. Era muy franco: vivir como un Estado independiente, pero con ciertos gastos (¿defensa? ¿diplomacia?) pagados. Hay adolescentes así. Quieren que sus padres les paguen las juergas, pero no responden de ningún plato roto y siempre, siempre vivir "como si" fueran independientes.
Los peneuvistas, los bildus, los ezquerras, los Puigdemont o los Torras, los cuperos y otros españoles desleales están muy bien coordinados en sus acciones. Se coordinan con una Francia y una Alemania libre de competidores. Llegaron a donde llegaron porque la Constitución del 78 no se dotó de un marco legal electoral que protegiera a las mayorías de estas peligrosas minorías. Las minorías más montaraces y desleales son ahora las dueñas de España. Estas minorías están en disposición de desmembrarla. Llegaron a donde llegaron porque la Constitución del 78 no se dotó de un blindaje competencial en el que la educación, un sistema nacional homogéneo de educación, fuera una fábrica incesante de patriotas, de españoles libres, responsables y leales, y no de garrapatas deseosas de hacer enfermar aún más este cuerpo enfermo: la democracia española. Llegaron a donde llegaron porque la Constitución del borbonismo reformado no fue capaz de establecer una lista cerrada e inmutable de regiones históricas, alzadas en pie de igualdad unas junto a otras, anotadas con su nombre exacto, acorde con su historia, composición provincial y foralidad o peculiaridad específica, y sujetas todas ellas al principio sacrosanto de igualdad de todos los españoles.
Quien quiera ir reconstruyendo un espacio político verdaderamente popular y transversal, que diga no a este golpe de Estado, golpe que es una preparación efectiva al federalismo asimétrico "made in Bruselas", quien diga no a esta acción concertada de toda la casta política, especialmente la casta de izquierda y de periferia, será alguien que deberá exigir un inmediato, un aplastante artículo 155 en materia educativa en las diecisiete autonomías españolas.
Un nuevo cuerpo de inspectores en educación sólidamente formados en derecho constitucional, además de las nociones jurídicas propias de su cargo, debería actuar a las órdenes del Ministerio central, por encima de cualquier directiva u obstáculo autonómico, para exigir que se cumpla la ley:
a) Enseñando en español en todo el territorio el porcentaje de horas que sea necesario.
b) Enseñando la historia de España, la misma para todos, con objetividad y rigor, inculcando el amor a nuestras gestas y la fraternidad de todas las regiones.
c) Denunciado y sancionando toda intoxicación ideológica especialmente de signo separatista. El Ministerio y la Alta Inspección irían expedientando y expulsando del cuerpo docente a todos los funcionarios que siembren la deslealtad, el separatismo y el auto-odio en los niños y jóvenes de España.
Al mismo tiempo, la progresiva recentralización de la Educación supondrá una mayor movilidad de maestros en todo el territorio nacional, lo que será un correctivo necesario de todo tipo de caciquismo local o regional y una garantía de calidad y de compromiso colectivo con la reforma del Estado.
Van a despedazar España. Hace falta alguien que lo pare. Pero ningún partido político mesiánico ni salvapatrias individual debería despertar en nosotros confianza alguna si no apostara decididamente por tomar el control centralizado de las competencias educativas de todas las comunidades autónomas, especialmente la vasca y la catalana. El control centralizado de la educación es la única garantía a medio plazo para preservar la unidad nacional de España. La medida no tiene efectos inmediatos, y va a provocar una enconada resistencia, pero una vez sofocada esa resistencia, queda así apuntalado un posible plan de reformas que, integrando y respetando la diversidad regional y lingüística, no se ande ya nunca más con tonterías ni juegue con fuego en este asunto del separatismo.
Asistimos al ataque más feroz y planificado –en varios tiempos o fases- a la unidad de España, un ataque orquestado desde el extranjero y que cuenta con fuerzas subversivas en el interior tanto como en el exterior.
El ataque tiene todos los visos de contar con el visto bueno de los jerarcas, lobbies, burócratas y financieros de la Unión Europea, ese engendro anti-español que lleva años demostrando su falta de utilidad, su nula lealtad, su interesada y castrante solidaridad. El ataque combinado desde el interior (separatismo y populismo de izquierda) y el exterior (europeísmo) coincide en sus objetivos inmediatos: el federalismo.
El federalismo en una nación como la española, que ya es fruto histórico y milenario de una fusión de pueblos, no puede ser un fin en sí mismo. La agenda oculta de los separatistas, bolivarianos morados, y europeístas anti-hispánicos, no puede ser sino otra. El federalismo que ansían no es un bien en sí, es sólo una parada y fonda para una meta más ambiciosa.
El pueblo español no está reclamando ningún federalismo, sólo la casta política. Las "naciones oprimidas" tampoco. Algunos vascos y catalanes quieren la separación, no la federación. La federación o confederación de "pueblos ibéricos" sólo les vendrá bien a los separatistas como paso previo, transitorio, parasitario, para una efectiva separación. Lo demás son cuentos. A toda esta gente, en combinación con la ingeniería geopolítica de la UE, les interesa realmente poco, por no decir nada, una fórmula de "encaje" como dicen ahora, entre su nacioncilla y España. Tanto como el encaje de bolillos. Quieren seguir ordeñando de las ubres españolas para que su "transición" a una república de juguete europeizada y bendecida por Bilderberg les salga barato. El modelo portorriqueño de Ibarretxe, el del "estado libre asociado", era más franco y abierto en comparación con la conjura que contra España vivimos ahora. Era muy franco: vivir como un Estado independiente, pero con ciertos gastos (¿defensa? ¿diplomacia?) pagados. Hay adolescentes así. Quieren que sus padres les paguen las juergas, pero no responden de ningún plato roto y siempre, siempre vivir "como si" fueran independientes.
Los peneuvistas, los bildus, los ezquerras, los Puigdemont o los Torras, los cuperos y otros españoles desleales están muy bien coordinados en sus acciones. Se coordinan con una Francia y una Alemania libre de competidores. Llegaron a donde llegaron porque la Constitución del 78 no se dotó de un marco legal electoral que protegiera a las mayorías de estas peligrosas minorías. Las minorías más montaraces y desleales son ahora las dueñas de España. Estas minorías están en disposición de desmembrarla. Llegaron a donde llegaron porque la Constitución del 78 no se dotó de un blindaje competencial en el que la educación, un sistema nacional homogéneo de educación, fuera una fábrica incesante de patriotas, de españoles libres, responsables y leales, y no de garrapatas deseosas de hacer enfermar aún más este cuerpo enfermo: la democracia española. Llegaron a donde llegaron porque la Constitución del borbonismo reformado no fue capaz de establecer una lista cerrada e inmutable de regiones históricas, alzadas en pie de igualdad unas junto a otras, anotadas con su nombre exacto, acorde con su historia, composición provincial y foralidad o peculiaridad específica, y sujetas todas ellas al principio sacrosanto de igualdad de todos los españoles.
Quien quiera ir reconstruyendo un espacio político verdaderamente popular y transversal, que diga no a este golpe de Estado, golpe que es una preparación efectiva al federalismo asimétrico "made in Bruselas", quien diga no a esta acción concertada de toda la casta política, especialmente la casta de izquierda y de periferia, será alguien que deberá exigir un inmediato, un aplastante artículo 155 en materia educativa en las diecisiete autonomías españolas.
Un nuevo cuerpo de inspectores en educación sólidamente formados en derecho constitucional, además de las nociones jurídicas propias de su cargo, debería actuar a las órdenes del Ministerio central, por encima de cualquier directiva u obstáculo autonómico, para exigir que se cumpla la ley:
a) Enseñando en español en todo el territorio el porcentaje de horas que sea necesario.
b) Enseñando la historia de España, la misma para todos, con objetividad y rigor, inculcando el amor a nuestras gestas y la fraternidad de todas las regiones.
c) Denunciado y sancionando toda intoxicación ideológica especialmente de signo separatista. El Ministerio y la Alta Inspección irían expedientando y expulsando del cuerpo docente a todos los funcionarios que siembren la deslealtad, el separatismo y el auto-odio en los niños y jóvenes de España.
Al mismo tiempo, la progresiva recentralización de la Educación supondrá una mayor movilidad de maestros en todo el territorio nacional, lo que será un correctivo necesario de todo tipo de caciquismo local o regional y una garantía de calidad y de compromiso colectivo con la reforma del Estado.