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Sábado, 30 de Junio de 2018 Tiempo de lectura:

Culto al terrorista en el País Vasco y Navarra

Este discurso fue pronunciado por Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo, en el Fórum Nueva Economía, el pasado 27 de junio de 2018.

 


 

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Buenos días.

 

En primer lugar, quiero agradecer a José Luis Rodríguez, presidente de Nueva Economía Fórum, su amable invitación a este acto y también a su equipo por la eficaz gestión que ha hecho en las últimas semanas.

 

Permítanme que empiece por Carmen Iglesias. No por quién es, no por su disposición a participar en este acto, sino por lo que ha hecho. Como directora de la Real Academia de la Historia, ha impulsado que todas las personas asesinadas por ETA aparezcan en el Diccionario Biográfico Español. Eso es hacer historia literalmente. Eso es trabajar por la memoria, a largo plazo y de manera estratégica. Gracias de corazón y en nombre de muchas personas.

 

Presentación de COVITE
 

Antes de hablar del presente y del futuro, permítanme que eche una mirada al pasado. Este año se cumple el 20º aniversario de la creación de COVITE. El 28 de noviembre de 1998 fue, en muchos sentidos, un día histórico. Hacía poco más de un año de la liberación de Ortega Lara y del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco; hacía apenas unos meses del asesinato del concejal Alberto Jiménez y de su mujer, Ascensión García; del concejal José Luis Caso y de su amigo y sustituto, Manuel Zamarreño. ETA mataba, dominaba el espacio público en el País Vasco y en Navarra y marcaba el ritmo político. En definitiva, hipotecaba el día a día de nuestro país.

 

También era un año en el que se estaba asentando la respuesta ciudadana contra el terrorismo, que bebía del intenso, aunque fugaz, espíritu de Ermua. También empezaba a cobrar fuerza el frente constitucionalista. Y ETA declaró una tregua que se acogió con desaforado optimismo.

 

Desde muchas instancias se comenzó a pedir a las víctimas que fuéramos generosas, que miráramos al futuro. Se empezó a hablar de pasar página, sin ser conscientes de que aquella situación era tan débil como tramposa.

 

Todo eso empujó a que las víctimas, por primera vez, diéramos la cara en la ciudad vasca donde ETA había cometido más asesinatos. En pleno centro de San Sebastián, en una rueda de prensa y después de haber logrado el respaldo de más de 200 familias, presentamos el Colectivo de Víctimas del Terrorismo. En nuestro manifiesto fundacional decíamos algunas cosas que no se habían oído demasiado hasta entonces. Les menciono algunas:

 

- ETA ha sido la principal protagonista de esta historia de terror iniciada hace ya demasiados años, pero no podemos olvidar que otros grupos terroristas (Triple A, Batallón Vasco Español, GAL), también han sembrado el horror y el sufrimiento entre nosotros.

 

- Conseguir ventajas políticas a costa de los crímenes cometidos supondría decir a los asesinos que es rentable matar y a las víctimas, que el asesinato, la intimidación, etc., han servido para algo y que, por lo tanto, estaban justificados.

 

- Hay que conocer la verdad de lo que ha sucedido: la resolución de los temas judiciales y policiales pendientes, el descubrimiento de todos los responsables de cada muerte y la eliminación de cualquier tipo de impunidad.

 

- Nuestra opinión ha de ser tenida en cuenta y tenemos que estar informados de cada paso que se dé en la solución del problema. Nos sentimos manipulados cuando intentan presentarnos como protagonistas de la reconciliación.

 

Todos estos puntos del manifiesto fundacional están hoy vigentes.


Planteamiento político
 

Pero, sin duda, lo que ha marcado la trayectoria de COVITE ha sido entender por fin el contenido político de nuestra condición de víctimas. Hasta finales de los noventa, las asociaciones o las víctimas que se habían manifestado públicamente contra el terrorismo hacían gala de un pacifismo naíf basado en la compasión y en una idea tan básica como que matar está mal. COVITE dio un paso más, gracias al impulso de intelectuales tan valiosos como Fernando Savater y de plataformas como ¡Basta Ya!.

 

Entendimos una cuestión crucial: ETA ejerció una violencia política porque perseguía imponer un proyecto político totalitario y excluyente. Ese proyecto pasaba por la eliminación de sus opositores, a los que condenaba o bien a una muerte física o bien a una muerte civil. La gravedad de la muerte física está medida: al menos 850 asesinatos y 2.700 heridos. La muerte civil es un poco más difícil de calibrar: hubo 40.000 exiliados forzosos y varios miles de extorsionados, pero cuántos hubo que callaron por miedo, cuántos recibieron amenazas y nunca las denunciaron, cuántos se levantaban de la cama pensando que ese día podía ser el último de sus vidas.

 

La muerte física y la muerte civil de ETA, por tanto, encerraban un trasfondo político. Por eso las víctimas de ETA somos víctimas políticas. Las víctimas no nos politizamos, sino que ETA nos politiza al asesinarnos, secuestrarnos, herirnos o perseguirnos. Nos convertimos, sin querer, en un sujeto político y por eso la línea clara que ha determinado la actuación de COVITE ha sido el cumplimiento y la defensa del Estado de Derecho.

 

Las víctimas no queremos compasión, que también, pero eso no supone ningún mérito para cualquier persona con un mínimo de decencia. Las víctimas queremos que se cumpla la ley, que se castiguen los delitos y que políticamente se luche contra los objetivos que ETA quería imponer con las armas y que sus herederos políticos, que no lo olvidemos, son también sus ideólogos, quieren imponer desde las instituciones.

 

Ante el proyecto político de ETA, hay quien lo ha asumido, como su brazo político, que lo sigue justificando desde nuestras instituciones; y hay quien ha sacado provecho de él, como el nacionalismo vasco. ¿Recuerdan aquello de agitar el árbol y recoger las nueces? Las nueces de ETA son la hiperrepresentación política del nacionalismo en el País Vasco y Navarra. Les pongo un ejemplo.

 

En 2014 la periodista Ángeles Escrivá entrevistó a uno de los etarras más sanguinarios: José María Zabarte Arregi, el carnicero de Mondragón. Y le preguntó:

 

"¿Cuando uno se pasa 29 años en prisión y se da cuenta de que ha pasado lo mejor de su vida y la ha perdido...?"

 

El etarra respondió:

 

"Cuando pasas la vida en prisión, la duda es cómo encontrarás la calle y cuando llegas a la calle, te das una vuelta por aquí y por Navarra, y piensas ¡qué satisfacción!".

 

Repito: "¡Qué satisfacción!". Uno de los etarras más sanguinarios de ETA, satisfecho con el ambiente que se vive en las calles de Euskadi y de Navarra. En esas calles se han celebrado en lo que va de año 38 homenajes a miembros de ETA, solo en seis meses, cuando en 2017 se celebraron 48. Es decir, la cifra va en claro aumento.

 

En calles de ciudades como San Sebastián, donde ETA ha asesinado a casi cien personas, no hay nada que recuerde a los asesinados en los lugares donde fueron asesinados. COVITE ha colocado varias veces placas clandestinas, pero entre los vecinos que las quitan y el Ayuntamiento que ordena retirarlas, ya no queda ninguna. Dice Fernando Aramburu que cuando pasea por San Sebastián le parece estar en un paraíso social: no hay nada que recuerde lo vivido. Reina un olvido que se promueve a nivel institucional.

 

En calles de ciudades como Pamplona, responsables de las máximas instituciones de Navarra han salido a la calle para manifestarse a favor de los agresores a dos guardias civiles y a sus novias. Una agresión que, según la sentencia, se produjo por motivos ideológicos. Haciéndolo, han alentado una campaña de acoso contra la familia de una de las víctimas, residente en Alsasua, que ha sufrido insultos, amenazas, daños en sus propiedades, que ha vivido varias semanas escoltada por cinco guardias civiles y que hoy tiene que salir del pueblo por la puerta de atrás.

 

Este no es un relato del pasado. Todo lo que he descrito está sucediendo ahora. Todo está sucediendo hoy.

 

El final de ETA
 

Los últimos meses han sido complicados para las víctimas del terrorismo. Hemos asistido a un supuesto final de ETA permitido y calculado al milímetro. Se nos ha querido imponer un relato oficial sobre que nos dice que la democracia ha derrotado a ETA, que el Estado de Derecho ha derrotado a ETA, que tenemos que estar contentos porque esto se acabó.

 

¿Seguro? Les pregunto. ¿Seguro que es así? Permítanme algunas apreciaciones.

 

—Si el Estado de Derecho hubiera derrotado a ETA, nos habrían dado la foto de la derrota. Como hacen con cualquier organización criminal. Sin embargo, el Gobierno de Mariano Rajoy pasó meses rogándole a ETA que se disolviera. Pero a los terroristas no se les ruega, se les detiene. Igual que al Dáesh no le pedimos que se disuelva, sino que nuestras Fuerzas de Seguridad lo hacen porque es su obligación. Al contrario, hemos asistido a un final secuenciado, publicitado y amparado por el nacionalismo presente en el teatro final celebrado en suelo francés. Si ese espectáculo, con toda su pompa, es una derrota, quizá tendríamos que revisar la definición del término.

 

—Otra apreciación: cuando Franco murió, los franquistas desaparecieron. Nadie presumía de haber pertenecido al régimen. Todos habían sido antifranquistas. Cuando ETA anunció su final, las calles del País Vasco y de Navarra se llenaron de pintadas dándole las gracias a ETA. Las tenemos documentadas en nuestro Observatorio de la Radicalización, por si quieren consultarlas. Los herederos políticos de ETA celebraron actos para homenajear a los etarras muertos y para reivindicar, textualmente, sus sueños. Les dieron las gracias públicamente por habernos matado.

 

ETA, como les he explicado al principio, no son solo unas siglas: es un proyecto político. Su brazo político está encabezado por Arnaldo Otegi, ahora ferviente feminista y antes secuestrador de empresarios. Otegi y los suyos no están en nuestras instituciones por haber pertenecido a ETA. Están en nuestras instituciones gracias a ETA. Y desde ellas, con la inestimable ayuda del nacionalismo vasco, están intentado imponer el proyecto político e institucional que ETA quería. Solo tienen que leer el preámbulo del nuevo estatuto vasco. Cuanto más avancen en esta línea, más legitimada estará ETA.

 

Política penitenciaria
 

También, por desgracia, tenemos otros enemigos. Uno de ellos se ha manifestado en los últimos días y también en los últimos meses. Se llama la "confusión organizada". Se trata de una estrategia política consistente en que, en torno a un tema, se lanzan informaciones confusas, se mezclan cuestiones que poco tienen que ver la una con la otra y se airean globos sonda a la espera de que los interesados reaccionen. Esto es lo que ha ocurrido en los últimos meses con los presos de ETA.

 

El tema de los presos, de la política penitenciaria y de las leyes penitenciarias es, os lo aseguro, un asunto muy complejo. En COVITE tenemos la suerte de que varios de nuestros miembros de la Junta directiva somos juristas y nos lo hemos estudiado al detalle. Hoy quiero tratar de arrojar luz en la confusión organizada porque de no ser así corremos el riesgo de que quienes articulan la maraña de informaciones nos manipulen.

 

Cuando hablamos de los presos, hay tres cuestiones distintas:
 

El acercamiento de presos.
 

Las leyes penitenciarias.
 

La competencia de prisiones.

 

El acercamiento de presos es legal. No es un derecho de los presos elegir en qué cárceles cumplen condena, ni la ley general penitenciaria ni el reglamento prevén ese derecho. Son los gobiernos a través de sus órdenes administrativas —repito, órdenes administrativas, no leyes— los que establecen las condiciones para los acercamientos y deciden dónde deben cumplir sus condenas los presos.

 

El Consejo de Europa, en 2015, avaló la dispersión. Defendió que "no había encontrado que España incumpliera la Convención [de Derechos Humanos] por el hecho de que los presos españoles no estén recluidos en centros penitenciarios situados en zonas cercanas a sus familias". Y añadía que España no tenía "presos políticos".

 

Los últimos Gobiernos del PSOE y del PP han establecido condiciones para que los presos de ETA cumplan condena en prisiones cerca de sus domicilios, de manera que la distancia que los separa de sus casas esté en sus manos. Si cumplían las condiciones, inmediatamente eran acercados.

 

En el caso del Gobierno de Zapatero, las condiciones la marcaba la vía Nanclares y eran tres:

 

—arrepentimiento
 

—petición de perdón a las víctimas
 

—asunción de responsabilidades civiles

 

Apenas una veintena de presos se acogieron a la vía Nanclares.

 

Cuando Rajoy llegó al poder con mayoría absoluta, el ministro Jorge Fernández Díaz creó un plan de reinserción individualizada que establecía en 2012 dos condiciones para el acercamiento:

 

    —desvinculación de ETA
 

    —rechazo de la violencia terrorista ejercida

 

Nosotros estábamos de acuerdo con los requisitos, primero de unos y luego de otros, porque con distintas fórmulas incluía el que para nosotros es fundamental: el rechazo a ETA. Nunca nadie nos ha visto criticar los acercamientos de la Vía Nanclares, lo único que se nos ha visto es decirles que, si tan arrepentidos están, Urrusolo Sistiaga, Guisasola, la Tigresa, Valentín Lasarte, que como prueba de su arrepentimiento nos contaran todo lo que saben de cuando salían a matar por los lugares donde lo hacían, ya que tenemos 358 familias a las que se le ha negado la justicia en aras a que no se les niegue la verdad. Fue el motivo de mi entrevista en la cárcel de Zaballa con el asesino de mi hermano Valentín Lasarte, no creía en su arrepentimiento y fui a comprobarlo por mí misma.

 

Sin embargo, durante años, el PP escondió su propio plan. No les interesaba poner esta cuestión encima de la mesa para defenderse de las presiones de los nacionalistas y de la izquierda abertzale. En los últimos meses del Gobierno de Rajoy miembros del PP empezaron a vincular el acercamiento de presos con la disolución de ETA, jugando a la confusión, porque la eventual desaparición de la banda no eximía a sus miembros del rechazo a la violencia que habían ejercido. Tuvimos una reunión con el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, en la que le pedí que se comprometiera a darme su palabra de que el Gobierno no iba a transferir la competencia de prisiones, y me dijo que no podía. Y en las últimas semanas del Gobierno conocimos que Interior había encargado un informe sobre la situación de los presos de ETA. Se nos vendió como rutinario, pero funcionarios de prisiones lo negaron.

 

En definitiva, se estaban dando pasos, pero nos los estaban negando. Y sin saberlo, le estaban dejando buena parte del trabajo hecho al siguiente Gobierno.

 

Pedro Sánchez ha nombrado como responsables de varias áreas relacionadas con los presos a personas que habían tenido un papel importante en la creación e impulso de la Vía Nanclares. Nosotros entendemos que si esas personas, hace unos años, vinculaban el acercamiento de presos al cumplimiento de una serie de requisitos, tienen que mantener el criterio y exigir algo a cambio del acercamiento. Por pura coherencia.

 

Y también por una razón más: ETA se ha disuelto sin renegar de su trayectoria criminal. Su comunicado de perdón selectivo fue una falacia. Yo, por ejemplo, no entraba en el selecto grupo al que se ha pedido perdón porque mi hermano era, en sus propias palabras, un "agente del conflicto. Sus herederos políticos tienen la misión de lograr su proyecto institucional. Y el Estado debe marcar los límites de lo aceptable, debe imponer un suelo ético mínimo, una línea roja. Nosotros, desde COVITE, solo exigimos una: el repudio a ETA.

 

No sabemos lo que va a hacer este Gobierno porque sus miembros están jugando a la confusión:

 

— Nos reunimos con Grande-Marlaska, que nos pidió confianza y nos prometió transparencia. Sin embargo, Pedro Sánchez anuncia el acercamiento de presos etarras en una conversación informal con periodistas en un pasillo del Congreso, miren eso, no es transparencia.

 

— Sánchez ha dicho que tendrá "empatía con las víctimas", pero yo no le pido empatía al presidente del Gobierno, yo le pido sentido de Estado, le pido compromiso en la lucha contra los objetivos de ETA y le pido dignidad.

 

Si el requisito que va a establecer Pedro Sánchez para el acercamiento de presos es su condición de enfermos, estará plegándose a la hoja de ruta de la izquierda abertzale y del PNV. Esa hoja de ruta va más allá del acercamiento: busca la impunidad. Quiere que la potestad para realizar los informes médicos sobre el estado de salud de los presos esté en manos de la sanidad pública vasca, la misma que puso en libertad a Bolinaga, el secuestrador de Ortega Lara, tres años antes de que muriese por su supuesta "enfermedad terminal". La misma que liberó a la sanguinaria etarra Belén González Peñalba en 2009 por una muerte supuestamente inminente que no llegó hasta 2017, ocho años después. ¿Y por qué, os preguntaréis, tiene la sanidad vasca la potestad de hacer informes sobre los presos? SÍ! Porque fue una competencia que transfirió el PP unos meses antes de trasladar a Bolinaga a una cárcel vasca precisamente para facilitar que fuera Osakidetza quien debiera realizar los informes.

 

Me refiero ahora a otra competencia clave que, antes o después, se pondrá sobre la mesa: la transferencia de prisiones. COVITE se opone de forma tajante a la cesión al Gobierno vasco de la competencia de prisiones. Los nacionalistas nunca han querido ser carceleros y gestionar la competencia de prisiones. Si ahora quieren serlo, es para abrir las puertas de las cárceles. Su preocupación es buscar la vía para ayudar a los etarras encarcelados a salir, es decir, la impunidad. Si se transfieren las competencias de prisiones al Gobierno vasco, se estarían transfiriendo los derechos de las víctimas a la legítima justicia a los nacionalistas. Si el Gobierno lo hace, nos va a tener enfrente.

 

Reflexión sobre el futuro

 

Con todo este panorama que les he descrito, pueden imaginar que se avecinan tiempos convulsos. Hay quien, en este posterrorismo, centra toda su atención en el relato, en contar el pasado de manera que no se manipule. Y para esa tarea contamos con los excelentes historiadores que nos consta que están haciendo un magnífico trabajo.

 

Desde Covite, siguiendo la línea de Fernando Savater, preferimos centrarnos en el presente. El relato manipulado que justifica a ETA y diluye sus responsabilidades es el que están usando hoy sus herederos e ideólogos políticos para mantenerse en las instituciones. Lo que hoy está ocurriendo en las calles del País Vasco y de Navarra se llama culto al terrorista. Se  produce ante  la impasibilidad de las instituciones, empezando por las vascas que tienen competencia en esta materia y están obligadas por la Ley vasca de victimas a impedirlos  y siguiendo por la Audiencia Nacional que no persigue ni investiga estos graves delitos.  Estos homenajes sistemáticos a terroristas orgullosos de sus crímenes en las calles del país vasco y Navarra, implica permitir que niños crezcan viendo en primera fila de esos homenajes a condenados por terrorismo como héroes. Y lo que temo ver en los próximos meses es a un Gobierno de España plegado a los perversos intereses del Partido Nacionalista Vasco.

 

Entretanto, les propongo la consigna que nuestro filósofo de cabecera nos planteó hace unos días: seguir luchando contra los fines de ETA igual que luchábamos contra sus medios. Porque si algo ha caracterizado la historia de este Colectivo de Víctimas del Terrorismo y de quienes formamos parte de él es la resistencia.

 

Muchas gracias.

 

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