El pasado 18 de junio, el recién nombrado embajador de Francia en Hungría, Éric Fournier, envió un informe diplomático confidencial al ministro galo de Asuntos Exteriores en el que recomendaba que Francia debía cambiar su opinión sobre el presidente húngaro, Viktor Orban, ya que, en opinión del cónsul, éste no es “ni un populista ni un extremista”.

El embajador añadía en su informe que lo que en Occidente se denominaban “medidas populistas” del Gobierno de Viktor Orban solamente eran “fabricaciones” de los medios de comunicación, estimuladas por la permanente “hungarofobia” difuminada por la prensa.

Para Fournier, hay que tener en cuenta que el Gobierno de Orbán ha ganado las elecciones en tres ocasiones, y el embajador recordaba, además, que el ascenso del antisemistismo en Hungría solamente es “una ficción”, que "sirve para distraer del auténtico antisemitismo que está creciendo, impulsado por los musulmanes, en países como Francia o Alemania".
 

A pesar de que tras conocerse que el informe se había hecho público el presidente francés aseguró que éste no iba a tener consecuencias para el embajador, la realidad ha sido muy diferente. El sitio de noticias francés “Courrier d’ Europe Centrale” acaba de informar que el socialdemócrata Macron acaba de reemplazar a Fournier. Su lugar en Budapest será ocupado por el también embajador Pascale Andréani.