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David R
Lunes, 17 de Septiembre de 2018 Tiempo de lectura:

Un PNV sofisticado

Los partidos políticos están en constante evolución según cambian las sociedades. En su permanente ambición de alcanzar la máxima cuota de poder intentan ajustarse a las nuevas y rápidas demandas sociales porque en una democracia, sin suficiente poder formalizado en las instituciones, un partido político no puede existir porque no recibe subvenciones suficientes. Los politólogos nos esforzamos en plasmar esas evoluciones en gráficos que faciliten esa visualización, y los modelos indican con insistencia que las líneas generadas por los algoritmos siempre tienen curvatura, pero nunca son circulares.

 

Respecto a las metodologías empleadas por los diferentes partidos para implementar sus evoluciones, estas las podríamos calificar de progresistas, conservadoras, regresistas, o incluso novedosas y sorprendentes.

 

El PNV de Urkullu y Ortuzar está desarrollando una estrategia evolutiva muy sofisticada.

 

No voy a entrar en el detalle de las bases del nuevo estatus para la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), que en el marco de la ponencia de autogobierno están desarrollando junto con los huérfanos y desnortados de EH-Bildu, porque los detalles son sobradamente conocidos y serían motivo de otro análisis.

 

La evolución del PNV es reflejo de un profundo estudio de las evoluciones socio-políticas actuales, pero teniendo en cuenta hacia donde nos llevan esas nuevas coyunturas a largo plazo, más allá de la duración de unas legislaturas,  e incluyen elementos de primer orden que me lleva a calificar su análisis actual y su implementación en discretas tácticas y estrategias como de sofisticado y profundo. En esta ocasión no se trata únicamente de plantear un Estado independiente, que también, sino de atender a la conservación de unos intereses básicos y fundamentales. Su equipo de analistas y arquitectos en la sombra está fijándose, con acierto, para la defensa de esos intereses  amenazados, en por lo menos estas tres grandes cuestiones:

 

1) – El principio de conservación se fundamenta en el sostenimiento de un modelo socioeconómico patrimonializado, que ha costado muchas décadas construir y que ahora está siendo amenazado por nuevos enemigos a nivel socio-político nacional e internacional. Ese modelo económico requiere sobre todo de estabilidad formal, constitutiva y funcional, no puede sufrir bruscos cambios, porque no los soporta y los elementos que lo componen, entramados societarios, empresariales, institucionales y sociales en zonas rurales e industriales no lo tolerarían. Son los pilares reales del nacionalismo que defiende el PNV y que defendía Eusko Alkartasuna (EA); en el fondo no está la política, que es instrumental, están la economía y las tradiciones vinculadas.

 

2) – La conservación de las tradiciones también son elemento primigenio e insustituible, porque se comporta como aglutinador y cohesionador social, es un estabilizador complejo pero eficaz, su desequilibrio podría ser peligroso para la sostenibilidad temporal del conjunto, y en este sentido el ataque proviene de nuevos movimientos que llamamos nuevos populismos de diferente signo político o con otros referentes, neo-izquierdas vinculadas a la nueva cultura marxista, y nuevos nacionalismos que tienen origen en situaciones modernas y actuales.

 

3) - Lo que está ocurriendo en Cataluña, que es una cadena de despropósitos y errores de los que es fácil aprender. Basta observar lo que acontece cada día y prestar atención a las reacciones que siguen a las acciones, causa-efecto y principio de conservación.

 

De tal manera que la posición del PNV no puede ser otra que la de ubicarse enfrente de los populismos, la neo-izquierda y los nuevos nacionalismos, alejarse de posiciones maximalistas como las que imperan en Cataluña. Solo pueden hacerlo desde un cuidadoso discurso no ofensivo y discreto, en ocasiones tan elaborado que puede resultar imperceptible, por eso con frecuencia el discurso parece ambivalente, pero en realidad está calculado y es tremendamente sofisticado. No es melifluo, es de ajuste fino.

 

Su defensa de la estructura económica y empresarial conseguida y considerada propia no puede parecer excesivamente liberal, y la de las tradiciones clásicas tiene que ser compatible con las nuevas generaciones, por eso sus medios de comunicación están plenamente volcados en ese trabajo, y su  sistema educativo, sin estridencias, desarrolla una tarea que se ajusta al propósito en modo impecable, como siempre en estos casos, el idioma es clave.

 

La preferencia por contar con apoyos negociados del Partido Socialista, aquí y en Madrid, tiene razón lógica de ser en el marco de estos parámetros más allá de los réditos prácticos que puedan proporcionar, pues el Partido Popular y Ciudadanos son rivales directos en el espectro político, y Podemos enemigo evidente de su proyecto. EH-Bildu está tan necesitado de oxigeno que de momento no es un problema, por lo menos mientras se siga moderando políticamente, que es lo previsible, y ellos tengan margen social para inyectar las suficientes dosis de nacionalismo, midiendo muy bien esas dosis y su vinculación a la idea de ciudadanía. Como recientemente señalaba el catedrático Juanjo Álvarez en un excelente artículo (DV-25.06.18), alertando de “la utilización de esos factores más como de tribalización, de enfrentamiento o de reflejo de pertenencias nacionales enfrentadas que como instrumentos para una sana convivencia”.

 

El discurso ya ha incluido un cambio en el lenguaje oral, visual y simbólico, que sin necesidad de generar debates calientes e inoportunos está calando de una manera que solo puedo calificar de exitosa, así se visualiza con normalidad que en los mapas e indicadores varios Euskadi sea un conjunto que incluye Navarra e Iparralde, o que el concepto de bilateralidad entre el Estado español y esta comunidad autónoma esté normalizado, pese a la contradicción utópica intrínseca que conlleva.

 

Ese discurso se diseña y a continuación se pone en práctica utilizando una praxis de hechos consumados, teniendo como modelo la pirámide social pero invertida sin necesidad de girarla 180 grados; primero se lanza desde diferentes niveles institucionales y progresivamente su difusión desciende utilizando los medios de comunicación hasta llegar al ciudadano, a la base de la pirámide. Vectorialmente de arriba hacia abajo, como si le encargase el trabajo a la fuerza de la gravedad.

 

En función directa de las evoluciones políticas a nivel estatal, el modelo será más o menos exitoso, pero el éxito tendremos que medirlo en relación al tiempo que tarde en ser plenamente operativo, porque su consolidación ya se está produciendo. Este PNV no es ni antiguo ni moderno, sino muy sofisticado.  “Chapeau”.

 

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