Viernes, 19 de Septiembre de 2025

Actualizada Jueves, 18 de Septiembre de 2025 a las 16:16:24 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Pablo Mosquera
Miércoles, 19 de Septiembre de 2018 Tiempo de lectura:

¡Ojo con inventarse la historia de la sanidad alavesa!

(Dedicado a mi amigo, compañero y magnífico Médico, Enrique Rodríguez Gómez)

Hace unos días tuve una llamada. Alguien quería escribir la historia del Hospital "Txogorritxu" de Vitoria, con motivo de sus cuarenta años en funcionamiento. Puede que sean los mismos que jugaron en varios "equipos" los que ahora pretenden apuntarse el tanto. Lo mismo que presumían de alaveses y mostraban lealtad a los mandarines del PNV. Y es que una ciudad entre clérigos y soldados, de la que el profesor Antonio Rivera escribió "La conciencia histórica de una ciudad: El Vitorianismo", tiene gente que puede intentar contar la historia según mejor convenga a los patricios de la calle Dato y a los funcionarios del Gobierno Vasco que residen en Lakua.


Para empezar algunos apuntes que se pueden comprobar en actas de instituciones forales. Fue este gallego que suscribe quien sugirió la creación del premio "Becerro de Bengoa"; lo mismo que tuve el honor de recuperar la obra completa del músico Sebastián Iradier, y sobre todo, la figura perdida y exiliada de Ernestina de Champourcin, poeta española nacida en Vitoria, exiliada en México y perteneciente a la generación del 27- progresista republicana, no nacionalista- Y es que los alaveses siempre tuvieron "pereza" para pelear por lo que les correspondía. Quizá por ello, tuvieron que dedicarle la calle principal a un gallego de La Coruña, llamado Eduardo Dato.


Todavía recuerdo cómo me sorprendió la Transición en la ciudad, hoy capital de Euskadi, cuando la Democracia Cristiana fracasó, enviando a sus dos principales valedores, uno al PSE -Fernando Buesa- y el otro al PNV-EA-PNV - José Ángel Cuerda. O cómo en el invierno de 1976  muchos de aquellos empresarios guipuzcoanos que encontraron suelo industrial regalado y los incentivos fiscales propios del Concierto Económico, no se habían enterado que la ciudad estaba creciendo por barrios como Txagorritxu, Zaramaga y Zumaquera. Y así, hubo una huelga revolucionaria que se salda el tres de marzo con cinco muertos y cientos de heridos. Todo ello me tocó vivirlo, pues había tomado la decisión de aceptar un reto profesional muy atractivo: poner en marcha un nuevo hospital. 

 

Tras ganar las oposiciones al Cuerpo Nacional de Inspectores Médicos de la seguridad Social, a través del Instituto Nacional de Previsión, me convertí en el Director de Hospital más joven de España, en el Hospital de mayor tamaño. Me estoy refiriendo al año de 1975, al Hospital-Residencia General Francisco Franco de Bercelona, dónde junto con las experiencias vividas en el gran Hospital Clínico Universitario de Madrid, aprendimos cómo se organizaba y funcionaba un Hospital.


El reto consistía en modernizar la sanidad alavesa. Me nombraron Jefe Provincial de Servicios Sanitarios y Director de la Residencia Sanitaria "Ortiz de Zárate"- junio de 1976-. Lo primero supondría hacer funcionar una red de ambulatorios en la capital alavesa y en el Valle de Ayala. Lo segundo montar el nuevo hospital "Ortiz de Zárate" con servicios e instalaciones propias de la década de los setenta, con criterios modernos y la jerarquización de los servicios médicos. Conviene subrayar que el Hospital del INP situado en el barrio de Arana, era de 1954, y no podía competir con el magnífico Hospital "Santiago Apóstol" de FASVA, una fundación en la que participaban Ayuntamiento de Vitoria y Diputación Foral de Álava. En el viejo centro de Arana, nació mi hijo primogénito en enero de 1977.    

 
Desde Barcelona, un grupo de médicos jóvenes, comprometidos con la Universidad Autónoma de Barcelona, dispuestos a emprender la aventura de crear un hospital moderno, dejamos el Mediterráneo y nos fuimos a la fría llanada alavesa, con esa ilusión que se transformó en emoción cuando en un tiempo récord logramos que se inaugurara -febrero de 1978- el Hospital que nos habían encomendado. Lo hizo el primer Ministro de Sanidad de la Transición. Un señorito extremeño que respondía al nombre de Sánchez de León. Ni nos dieron las gracias. El cónsul de Madrid venía para hacer campaña electoral en favor de la UCD. Y se encontró con la oposición de los trabajadores, pues Vitoria había pasado de ser una ciudad carlistona y leal al régimen, a una ciudad en la que los llegados de la España campesina, con sus maletas de madera a la estación de la RENFE, no estaban dispuestos a soportar a los mandarines con apellidos vitorianos de toda la vida, que tomaban el vermú en el Círculo Vitoriano y jugaban al tenis en La Peña del Alto de Armentia.


Del 'staff' médico, muy pocos eran alaveses. El nivel de la medicina vitoriana era pobre y se circunscribía al Hospital Foral o a las clínicas privadas que trabajaban para el Igualatorio, o para las cooperativas de Mondragón. Lo de la Seguridad Social era para los obreros que habían llegado desde fuera a trabajar para Michelín, Mevosa, Aranzabal. Esmaltaciones, Forjas alavesas, Gabilondo y Expal. Pero el Consejo Provincial de Trabajadores comenzaba a tener voz y presencia, más allá de los apellidos que se habían consagrado con el ejército del norte mandado por el General Mola. A ellos se debe que se vencieran las resistencias políticas y económicas para construir un nuevo Hospital Público.   


El actual complejo Hospital Universitario de Álava nace de la fusión del Hospital General Santiago Apóstol de la Diputación Foral y la Residencia Sanitaria de la que conservo el trabajo publicado en 1978, dónde se describe al nuevo complejo asistencial que da empleo estable con salario digno a 1.300 personas, de las que 144 son médicos. Seis plantas de hospitalización con 650 camas, Unidad de Cuidados Intensivos, Consultas externas, Unidad de Urgencias, Laboratorios, Radiodiagnóstico y Medicina Nuclear, Rehabilitación, Farmacología, Banco de Sangre, Toco Ginecología, Bloques Quirúrgicos, Central de Esterilización, Aislamiento, Servicios Generales de Hostelería,  Anatomía Patológica, Medicina Interna y especialidades clínicas, Especialidades Quirúrgicas, Archivo, Admisión con planigrama de control para estancias, Capilla, Información, Fotografía, Personal y control económico, Dirección Médica y de Enfermería, Asistencia Social, Medicina Preventiva, Pediatría, Anestesia y Reanimación, Salón de actos y salas de reuniones. El Hospital contaba con tan sólo un Director, una Jefe de Enfermeras y un Administrador. - no se necesitaban tantos jefes y jefecillos de dudosa utilidad y más dudoso historial profesional-  Tuvo constituidas y funcionando las Comisiones de Farmacia, Relaciones Humanas, Eficiencia, Docencia, Mortalidad, Historias Clínicas y documentación, Educación e investigación, Infecciones. Amén de la Junta Facultativa.


Se difundieron instrucciones sobre funcionamiento y objetivos de calidad en: Urgencias, Cuidados Progresivos, Circulación en los bloques quirúrgicos, Organización del trabajo en Consultas y Hospitalización, Hospital Materno-Infantil, Dietas, Control de infecciones nosocomiales, Seguridad, Salud Laboral. Trabajos que se publicaron en diferentes revistas clínicas.


El Hospital estaba acreditado para el programa MIR y de estudios en la enfermería. Se realizaron programas de Educación para la Salud en la población.
 

Todo lo que antecede, se hizo en seis meses tras la entrega de la obre civil. Un auténtico record. Del mismo modo, se recibió la Clínica de la Obra Dieciocho de Julio -Santa Ana- y se convirtió en centro para experimentación en tesis doctorales dirigidas desde la Universidad de Navarra. -Hoy tal lugar es la Delegación del Gobierno de España-.


Espero y confío que a los actuales gestores de la Sanidad vasca, no se les olvide lo que antecede. Se puede ser olvidadizo a la hora de invitar a los actos conmemorativos, incluso pelín desagradecido con los que pusimos en marcha la sanidad pública moderna en Álava, pero no se deben ocupar espacios que son de otros, actuando como filibusteros.


Por cierto. A pesar de los méritos que objetivo, cuando llegó la hora de señalar los niveles de la carrera profesional, los mandarines de Osakidetza, alguno de ellos muy alavesico, con esa forma de ser y estar que describe Antonio Rivera Blanco en su Premio Becerro de Bengoa de 1990, mientras daban 'cum laude' a pelotas y 'abraza-farolas' del "régimen", a los que nos habíamos dejado la piel, nos negaban el pan y la sal. Espero que en alguna parte del infinito, Hipócrates, Apolo, Esculapio, Hygia y Panacea, se lo demanden por truhanes y malandrines, muy alaveses -cordiales y adaptables-.


Por cierto. estoy en disposición de darles una conferencia sobre los "Cambios en la Sanidad Alavesa a partir de 1976". 

 

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.