17 años después de que Estados Unidos padeciera, apenas una semana después de los ataques terroristas del 11S, la difusión de decenas de cartas cargadas con ántrax, el Gobierno de este país ha decidido considerar el bioterrorismo como una gran amenaza para la seguridad nacional.

"América no puede permitirse el lujo de arriesgarse con este asunto", ha dicho la Casa Blanca y, por ello, el presidente Donald Trump ha aprobado una Estrategia Nacional de Biodefensa, la primera en su tipo, que señala "una nueva dirección en nuestro enfoque de las amenazas biológicas".

Según la Casa Blanca, el objetivo clave de la estrategia es desarrollar una defensa global en biodefensa que sea más eficiente y responsable. "Hasta ahora, las agencias federales han tenido programas dispares que no estaban coordinados centralmente. A partir de ahora, se nombra al secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, responsable federal para la biodefensa y se establece un Comité Directivo de Defensa de la Biodefensa a nivel de Gabinete".

 

Para el Gobierno de Donald Trump, "las amenazas biológicas no conocen fronteras. Ya sean de naturaleza natural, accidental o deliberada, estos riesgos se encuentran entre los más serios que enfrentan los Estados Unidos y sus aliados. Los ataques de ántrax de 2001, la pandemia de influenza de 2009, la epidemia de ébola de 2014 y la epidemia más reciente de Zika revelan la posibilidad de daños y ansiedad generalizados si se ignoran esas amenazas".

 

"Con estas acciones de hoy, estoy reafirmando mi compromiso inquebrantable con la protección del pueblo estadounidense, la patria estadounidense y el estilo de vida estadounidense", escribe el presidente Trump.

Información complementaria sobre este tema en nuestra Revista Naves en Llamas: "Viruela, drones y ricina: nuevas armas terroristas"