Jaque Mate al “Pata Negra”

La Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (ASICI) parece estar cada día más empeñada en la tarea de sepultar al autóctono cerdo de raza ibérica, el paradigma de la cabaña ganadera española por excelencia. La mediocridad de esta organización parece que le lleva continuamente a apoyar, sin ningún tipo de cortapisas y complejos, cualquier decisión que pudiera conllevar incluso la posibilidad de transgredir la vigente legislación reguladora de la actividad sectorial, si ésta pudiera obstaculizar y frenar la consecución de los antijurídicos objetivos. Es como si para esta interprofesional las leyes y procedimientos reglados fueran un estorbo. Y para bordearlos nada mejor que contar con el respaldo y la colaboración del propio Ministerio de Agricultura.
Durante una de las últimas reuniones de la Mesa de Coordinación Sectorial del Ibérico, (organismo del Ministerio de Agricultura que preside el Director General de la Industria Alimentaria) celebrada el día 11 de enero de 2018, ASICI abanderó el movimiento que se postuló en contra de la obligación –activada en varios pasajes de la Norma de Calidad del Ibérico–, de que todos los machos sementales que se utilicen en cruces reproductivos con hembras de la raza ibérica, (para alumbrar animales híbridos, bautizados oficial y falazmente como ibéricos) deberán acreditar inexorablemente su pasaporte/pedigrí genético 100% de la raza Duroc y además figurar inscritos en el correspondiente Libro Genealógico de la antecitada familia racial. La disposición transitoria segunda del R.D. 4/2014, articula “un periodo transitorio de cuatro años (curiosamente la moratoria expiraba el 11-01-2018, coincidiendo en el tiempo con la reunión concertada por los rectores de Agricultura) para que este tipo de sementales se ajustaran a las precisiones recogidas en la normativa vigente”.
Conscientes de la realidad y del problema suscitado, –debido al descontento y al rechazo mostrado por una gran parte de los ganaderos del ibérico cruzado a la hora de certificar la pureza racial de sus verracos de prototipo Duroc– (ejemplares sin convalidar la máxima pureza genética y su inscripción en el registro censal del duroc, como demanda la Ley) varias de las comunidades autónomas presentes en la reunión consideraron “que sería necesario modificar la norma de calidad del ibérico para seguir permitiendo la utilización como reproductores, animales que respondiendo a un determinado prototipo racial de tipo Duroc, sean seleccionados por el propio ganadero y no tengan así que figurar censados en el Libro Genealógico de la raza”.
Sumido en un total desconcierto y tras sopesar las escasas alternativas, el Ministerio indicó a las comunidades autónomas que “para llevar a cabo una modificación de la Norma de Calidad, es necesario el consenso previo de todas las partes implicadas y que esto no se hace de manera inmediata”.
En este punto, ASICI reveló que tras vencer la prórroga oficial “aún existían 5.904 animales de prototipo Duroc (suponen más del 80% de los ejemplares utilizados en los cruzamientos reproductivos) activos en las explotaciones”.
Haciendo añicos la seguridad jurídica que abiertamente promulga la normativa sectorial, las autoridades competentes del Ministerio de Agricultura, cediendo ante ASICI y las comunidades autónomas, resolvieron, –mediante un periférico documento administrativo que quebranta y contraviene lo reglamentado en el prevalente cuerpo jurídico de aplicación–, “que dado que los animales de prototipo racial Duroc actualmente existentes en las explotaciones y que fueron calificados como tal antes del 2014, han venido dando lugar a productos amparados por la Norma y, por tanto, productos ajustados a lo previsto en el RD 4/2014, debe asumirse su continuidad hasta el fin de su vida productiva”.
La resolución ministerial, vulnerando incesantemente por su cuenta y riesgo la legalidad vigente, (el poder se sitúa por encima de la Ley) causó una tremenda indignación en no pocos círculos del sector ganadero tradicional, por cuanto en la referida reunión –de manera incomprensible– los mismos rectores de Agricultura proclaman literalmente en las conclusiones finales del acta,“que desde este Ministerio se recuerda que si se quiere hacer mención a una raza en una norma de calidad, los animales deben referirse a aquellos inscritos en el correspondiente Libro Genealógico de la misma”.
Necesitada de todos los apoyos posibles, ASICI parece haber trenzado una estrategia para lograr el mayor respaldo posible y llevar ante el Ministerio de Agricultura las interesadas peticiones del sector intensivista cruzado del pienso, que fuercen la modificación de la Norma de Calidad (reglamento ejecutivo que prescribe los reglados procedimientos de producción para el jamón la paleta y la caña de lomo ibérico).
Y para ello ha recurrido a ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, en la que el vicepresidente de ASICI –José María Molina– ocupa también el cargo de presidente nacional del porcino) que con la voluntad reformista por bandera clama por una “verdadera regeneración” que otorgue una mayor productividad y rentabilidad exclusivamente a los ganaderos e industriales del segmento del cochino cruzado de pienso y criado de manera intensiva en verdaderas factorías industriales, modelo productivo que suma casi el 80% de los sacrificios anuales del “actual, falso y artificioso” sector del ibérico.
Arguyendo “el malestar generalizado entre los ganaderos del porcino ibérico, provocado por una actitud más estricta en los controles de las certificadoras del ibérico”, las territoriales de ASAJA y sus camaradas agrarias han iniciado una cruzada contra la Norma de Calidad con la puesta en marcha de una serie de “movilizaciones para reconducir la situación”, según rezan varias notas de prensa difundidas por las ramas autonómicas de casi todas las sindicales agrarias.
Entre el decálogo de soluciones “regeneradoras” que promueven y proponen casi todas las delegaciones provinciales de ASAJA, para combatir y revertir el problema, destaca “la rebaja de la edad de sacrificio en dos meses para toda la cabaña ganadera”, de tal modo que tras su aprobación en Consejo de Ministros (previa convalidación por Bruselas) la renovada normativa permitiría llevar oficialmente al matadero a los cochinos de la calidad comercial de cebo ibérico (piezas distinguidas con la brida de color blanco) con ocho meses y no sujetos a los 10 actuales.
Según recalcan desde ASAJA, el motivo fundamental de dicha petición no es otro “que adaptarse a las necesidades del mercado, que exigen animales con menos peso y sólo se cumpliría si se rebajasen los dos meses en el sacrificio para cada una de las categorías, puesto que es suficiente para alcanzar el peso comercial y de no hacerlo así sólo originarían sobrecostes”.
Aquí nadie puede llamarse a engaño. Este erróneo análisis y dibujo de la situación, que olvida que los lineales de los supermercados llevan toda la vida atestados de jamones de seis, siete y ocho kilos, evidencia el empeño de ASICI y demás agrupaciones sindicales por quebrar un sector tan fácilmente manipulable a nivel emocional como el del ibérico.
Esta trillada monserga sectorial, –convertida actualmente por ASAJA, ASICI y demás sacristanes sindicales, en una innovadora reivindicación–, queda reducida a cenizas tras revisar las declaraciones de una de las voces más reputadas de la sala de máquinas del estamento sectorial. Ya en el año 2006, Manuel Huerta, exsecretario general de IBERAICE, (organización que engloba prácticamente a la totalidad de las empresas del ibérico dentro de ANICE, la gran patronal de la carne en España) consideraba al respecto, “que bajar la edad de sacrificio de los animales sería un error”. Y, sin ambages, proseguía argumentando, “que en el sector del ibérico siempre ha primado la calidad sobre la cantidad, y para lograr calidad se necesitan meses. Si no es así, lo que estaríamos haciendo es cerdo blanco mejorado”.
Además, este plan estratégico de hipotéticos “efectos mágicos” arroja otro dato que evidencia la improvisación que reina dentro de ASAJA para el ibérico. Desde esta perspectiva, (reivindicación de la reducción en dos meses de la edad de sacrificio) nadie razonable y medianamente informado se atrevería a caer en la contradictoria tentación de solicitar para unas “nuevas piezas” de jamón y paleta de menor peso, “que se eleve el periodo mínimo de curación en seis meses porque actualmente es muy breve, solo de dos años para los jamones y de uno para las paletas”, como solicita alguna de las legaciones del sur de la península. Realidades muy distintas dentro de una misma organización y para un mismo sector productor.
Semejante epidemia de dislates renunciando al sentido común, (entre otros, la rebaja de la edad de sacrificio de los animales en dos meses por la “supuesta” necesidad del mercado de animales con un menor peso) enmascara el que parece ser el verdadero interés de ASICI y las principales sindicales agrarias del ramo, lideradas por ASAJA, para su instauración. En la práctica lo único que parecen perseguir (de manera completamente ajena a las verdaderas necesidades de fondo del sector) estos presuntos mesías del ibérico es duplicar la producción anual de explotaciones de animales cruzados, alimentados con pienso en régimen intensivo.
No es necesario realizar grandes esfuerzos imaginativos para comprender que cualquier modificación que no detenga –de manera efectiva– el desequilibrio que provocaría la sobreproducción a la que se expondría el sector con la puesta en práctica de esta descabellada medida, –el empecinado Ministerio de Agricultura debe dejar de una vez por todas de legislar favoreciendo descaradamente y con una claridad meridiana los deseos e intereses solo del lobby del cerdo cruzado intensivo de pienso–, provocaría de inmediato la desestabilización y el desplome general de precios. No cabe imaginar mayor deterioro, castigo y penalización para el sector, –más ahora que empiezan a asomar los primeros indicadores de desaceleración económica– que una nueva “guerra de tarifas” con las recientes y devastadoras consecuencias de la última crisis aún muy presentes.
No vale el simple lavado de fachada. Hablar de revisión y modernización de la Norma de Calidad del Ibérico significa atajar de raíz el fraude que supone denominar y etiquetar como ibéricos unos elaborados cárnicos que proceden del despiece de la canal de unos animales híbridos que no pertenecen a la raza ibérica (legitimados, acorazados y protegidos torticeramente por el sistema tejido por Agricultura contra toda acechanza) según la ordenación demarcada en el vigente Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España.
Siendo esta la reforma y la transformación que tiene que acometerse de manera prioritaria y urgente en el sector y en la impostada normativa reguladora, (expulsión de los animales pseudoibéricos de la norma de calidad del Cerdo de Raza Ibérica para así acatar la preponderante ordenación comunitaria sobre porcinos híbridos) las circulares de prensa de las distintas organizaciones sindicales agrarias pasan de puntillas sobre tal cuestión, sin mencionar una sola palabra al respecto.
Se mire por donde se mire, el desarrollo armónico del sector no puede ejercitarse/canalizarse blindando servilmente la Norma de Calidad del Ibérico a las viciadas pretensiones del dominante, mayoritario y protegido “monopolio" del porcino híbrido. Lo que se trata de conseguir es que los distintos operadores de la cadena productiva y comercial compitan por méritos o por eficiencia y no mediante trenzadas técnicas que suprimen, restringen y falsean la estructura competitiva del sector, el mercado, y de igual forma la libre y autónoma formación de preferencias comerciales por parte de todos los grupos de consumo.
Está claro que el tropel del cochino cruzado intensivo de pienso (oficial e inexplicablemente convertido en marca racial ibérico) no tiene entre sus más firmes apuestas la transparencia, la vigilancia, el control y la severidad inspectora. Y mucho menos asume con agrado el hecho de estar sometido al imperio de la Ley. Así las cosas, osar llevar la contraria a ASICI, a su “primo ministerial” y a sus correligionarios sindicales, se convierte en una acción más grave que dejar colgando la etiqueta de el Corte Inglés en los regalos que nos traen sus Majestades de Oriente en tan “milagrosa noche”. Pero, a pesar de ello, estos actores han de tener en cuenta algo elemental: el soberbio animal que salió adelante tras las devastadoras consecuencias de la PPA (peste porcina africana) será capaz de superar estos y otros trances de la mano de un reducto de abnegados, perseverantes y auténticos ganaderos infinitamente mejores que los dirigentes del sector.

La Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (ASICI) parece estar cada día más empeñada en la tarea de sepultar al autóctono cerdo de raza ibérica, el paradigma de la cabaña ganadera española por excelencia. La mediocridad de esta organización parece que le lleva continuamente a apoyar, sin ningún tipo de cortapisas y complejos, cualquier decisión que pudiera conllevar incluso la posibilidad de transgredir la vigente legislación reguladora de la actividad sectorial, si ésta pudiera obstaculizar y frenar la consecución de los antijurídicos objetivos. Es como si para esta interprofesional las leyes y procedimientos reglados fueran un estorbo. Y para bordearlos nada mejor que contar con el respaldo y la colaboración del propio Ministerio de Agricultura.
Durante una de las últimas reuniones de la Mesa de Coordinación Sectorial del Ibérico, (organismo del Ministerio de Agricultura que preside el Director General de la Industria Alimentaria) celebrada el día 11 de enero de 2018, ASICI abanderó el movimiento que se postuló en contra de la obligación –activada en varios pasajes de la Norma de Calidad del Ibérico–, de que todos los machos sementales que se utilicen en cruces reproductivos con hembras de la raza ibérica, (para alumbrar animales híbridos, bautizados oficial y falazmente como ibéricos) deberán acreditar inexorablemente su pasaporte/pedigrí genético 100% de la raza Duroc y además figurar inscritos en el correspondiente Libro Genealógico de la antecitada familia racial. La disposición transitoria segunda del R.D. 4/2014, articula “un periodo transitorio de cuatro años (curiosamente la moratoria expiraba el 11-01-2018, coincidiendo en el tiempo con la reunión concertada por los rectores de Agricultura) para que este tipo de sementales se ajustaran a las precisiones recogidas en la normativa vigente”.
Conscientes de la realidad y del problema suscitado, –debido al descontento y al rechazo mostrado por una gran parte de los ganaderos del ibérico cruzado a la hora de certificar la pureza racial de sus verracos de prototipo Duroc– (ejemplares sin convalidar la máxima pureza genética y su inscripción en el registro censal del duroc, como demanda la Ley) varias de las comunidades autónomas presentes en la reunión consideraron “que sería necesario modificar la norma de calidad del ibérico para seguir permitiendo la utilización como reproductores, animales que respondiendo a un determinado prototipo racial de tipo Duroc, sean seleccionados por el propio ganadero y no tengan así que figurar censados en el Libro Genealógico de la raza”.
Sumido en un total desconcierto y tras sopesar las escasas alternativas, el Ministerio indicó a las comunidades autónomas que “para llevar a cabo una modificación de la Norma de Calidad, es necesario el consenso previo de todas las partes implicadas y que esto no se hace de manera inmediata”.
En este punto, ASICI reveló que tras vencer la prórroga oficial “aún existían 5.904 animales de prototipo Duroc (suponen más del 80% de los ejemplares utilizados en los cruzamientos reproductivos) activos en las explotaciones”.
Haciendo añicos la seguridad jurídica que abiertamente promulga la normativa sectorial, las autoridades competentes del Ministerio de Agricultura, cediendo ante ASICI y las comunidades autónomas, resolvieron, –mediante un periférico documento administrativo que quebranta y contraviene lo reglamentado en el prevalente cuerpo jurídico de aplicación–, “que dado que los animales de prototipo racial Duroc actualmente existentes en las explotaciones y que fueron calificados como tal antes del 2014, han venido dando lugar a productos amparados por la Norma y, por tanto, productos ajustados a lo previsto en el RD 4/2014, debe asumirse su continuidad hasta el fin de su vida productiva”.
La resolución ministerial, vulnerando incesantemente por su cuenta y riesgo la legalidad vigente, (el poder se sitúa por encima de la Ley) causó una tremenda indignación en no pocos círculos del sector ganadero tradicional, por cuanto en la referida reunión –de manera incomprensible– los mismos rectores de Agricultura proclaman literalmente en las conclusiones finales del acta,“que desde este Ministerio se recuerda que si se quiere hacer mención a una raza en una norma de calidad, los animales deben referirse a aquellos inscritos en el correspondiente Libro Genealógico de la misma”.
Necesitada de todos los apoyos posibles, ASICI parece haber trenzado una estrategia para lograr el mayor respaldo posible y llevar ante el Ministerio de Agricultura las interesadas peticiones del sector intensivista cruzado del pienso, que fuercen la modificación de la Norma de Calidad (reglamento ejecutivo que prescribe los reglados procedimientos de producción para el jamón la paleta y la caña de lomo ibérico).
Y para ello ha recurrido a ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, en la que el vicepresidente de ASICI –José María Molina– ocupa también el cargo de presidente nacional del porcino) que con la voluntad reformista por bandera clama por una “verdadera regeneración” que otorgue una mayor productividad y rentabilidad exclusivamente a los ganaderos e industriales del segmento del cochino cruzado de pienso y criado de manera intensiva en verdaderas factorías industriales, modelo productivo que suma casi el 80% de los sacrificios anuales del “actual, falso y artificioso” sector del ibérico.
Arguyendo “el malestar generalizado entre los ganaderos del porcino ibérico, provocado por una actitud más estricta en los controles de las certificadoras del ibérico”, las territoriales de ASAJA y sus camaradas agrarias han iniciado una cruzada contra la Norma de Calidad con la puesta en marcha de una serie de “movilizaciones para reconducir la situación”, según rezan varias notas de prensa difundidas por las ramas autonómicas de casi todas las sindicales agrarias.
Entre el decálogo de soluciones “regeneradoras” que promueven y proponen casi todas las delegaciones provinciales de ASAJA, para combatir y revertir el problema, destaca “la rebaja de la edad de sacrificio en dos meses para toda la cabaña ganadera”, de tal modo que tras su aprobación en Consejo de Ministros (previa convalidación por Bruselas) la renovada normativa permitiría llevar oficialmente al matadero a los cochinos de la calidad comercial de cebo ibérico (piezas distinguidas con la brida de color blanco) con ocho meses y no sujetos a los 10 actuales.
Según recalcan desde ASAJA, el motivo fundamental de dicha petición no es otro “que adaptarse a las necesidades del mercado, que exigen animales con menos peso y sólo se cumpliría si se rebajasen los dos meses en el sacrificio para cada una de las categorías, puesto que es suficiente para alcanzar el peso comercial y de no hacerlo así sólo originarían sobrecostes”.
Aquí nadie puede llamarse a engaño. Este erróneo análisis y dibujo de la situación, que olvida que los lineales de los supermercados llevan toda la vida atestados de jamones de seis, siete y ocho kilos, evidencia el empeño de ASICI y demás agrupaciones sindicales por quebrar un sector tan fácilmente manipulable a nivel emocional como el del ibérico.
Esta trillada monserga sectorial, –convertida actualmente por ASAJA, ASICI y demás sacristanes sindicales, en una innovadora reivindicación–, queda reducida a cenizas tras revisar las declaraciones de una de las voces más reputadas de la sala de máquinas del estamento sectorial. Ya en el año 2006, Manuel Huerta, exsecretario general de IBERAICE, (organización que engloba prácticamente a la totalidad de las empresas del ibérico dentro de ANICE, la gran patronal de la carne en España) consideraba al respecto, “que bajar la edad de sacrificio de los animales sería un error”. Y, sin ambages, proseguía argumentando, “que en el sector del ibérico siempre ha primado la calidad sobre la cantidad, y para lograr calidad se necesitan meses. Si no es así, lo que estaríamos haciendo es cerdo blanco mejorado”.
Además, este plan estratégico de hipotéticos “efectos mágicos” arroja otro dato que evidencia la improvisación que reina dentro de ASAJA para el ibérico. Desde esta perspectiva, (reivindicación de la reducción en dos meses de la edad de sacrificio) nadie razonable y medianamente informado se atrevería a caer en la contradictoria tentación de solicitar para unas “nuevas piezas” de jamón y paleta de menor peso, “que se eleve el periodo mínimo de curación en seis meses porque actualmente es muy breve, solo de dos años para los jamones y de uno para las paletas”, como solicita alguna de las legaciones del sur de la península. Realidades muy distintas dentro de una misma organización y para un mismo sector productor.
Semejante epidemia de dislates renunciando al sentido común, (entre otros, la rebaja de la edad de sacrificio de los animales en dos meses por la “supuesta” necesidad del mercado de animales con un menor peso) enmascara el que parece ser el verdadero interés de ASICI y las principales sindicales agrarias del ramo, lideradas por ASAJA, para su instauración. En la práctica lo único que parecen perseguir (de manera completamente ajena a las verdaderas necesidades de fondo del sector) estos presuntos mesías del ibérico es duplicar la producción anual de explotaciones de animales cruzados, alimentados con pienso en régimen intensivo.
No es necesario realizar grandes esfuerzos imaginativos para comprender que cualquier modificación que no detenga –de manera efectiva– el desequilibrio que provocaría la sobreproducción a la que se expondría el sector con la puesta en práctica de esta descabellada medida, –el empecinado Ministerio de Agricultura debe dejar de una vez por todas de legislar favoreciendo descaradamente y con una claridad meridiana los deseos e intereses solo del lobby del cerdo cruzado intensivo de pienso–, provocaría de inmediato la desestabilización y el desplome general de precios. No cabe imaginar mayor deterioro, castigo y penalización para el sector, –más ahora que empiezan a asomar los primeros indicadores de desaceleración económica– que una nueva “guerra de tarifas” con las recientes y devastadoras consecuencias de la última crisis aún muy presentes.
No vale el simple lavado de fachada. Hablar de revisión y modernización de la Norma de Calidad del Ibérico significa atajar de raíz el fraude que supone denominar y etiquetar como ibéricos unos elaborados cárnicos que proceden del despiece de la canal de unos animales híbridos que no pertenecen a la raza ibérica (legitimados, acorazados y protegidos torticeramente por el sistema tejido por Agricultura contra toda acechanza) según la ordenación demarcada en el vigente Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España.
Siendo esta la reforma y la transformación que tiene que acometerse de manera prioritaria y urgente en el sector y en la impostada normativa reguladora, (expulsión de los animales pseudoibéricos de la norma de calidad del Cerdo de Raza Ibérica para así acatar la preponderante ordenación comunitaria sobre porcinos híbridos) las circulares de prensa de las distintas organizaciones sindicales agrarias pasan de puntillas sobre tal cuestión, sin mencionar una sola palabra al respecto.
Se mire por donde se mire, el desarrollo armónico del sector no puede ejercitarse/canalizarse blindando servilmente la Norma de Calidad del Ibérico a las viciadas pretensiones del dominante, mayoritario y protegido “monopolio" del porcino híbrido. Lo que se trata de conseguir es que los distintos operadores de la cadena productiva y comercial compitan por méritos o por eficiencia y no mediante trenzadas técnicas que suprimen, restringen y falsean la estructura competitiva del sector, el mercado, y de igual forma la libre y autónoma formación de preferencias comerciales por parte de todos los grupos de consumo.
Está claro que el tropel del cochino cruzado intensivo de pienso (oficial e inexplicablemente convertido en marca racial ibérico) no tiene entre sus más firmes apuestas la transparencia, la vigilancia, el control y la severidad inspectora. Y mucho menos asume con agrado el hecho de estar sometido al imperio de la Ley. Así las cosas, osar llevar la contraria a ASICI, a su “primo ministerial” y a sus correligionarios sindicales, se convierte en una acción más grave que dejar colgando la etiqueta de el Corte Inglés en los regalos que nos traen sus Majestades de Oriente en tan “milagrosa noche”. Pero, a pesar de ello, estos actores han de tener en cuenta algo elemental: el soberbio animal que salió adelante tras las devastadoras consecuencias de la PPA (peste porcina africana) será capaz de superar estos y otros trances de la mano de un reducto de abnegados, perseverantes y auténticos ganaderos infinitamente mejores que los dirigentes del sector.