Ya está... Soy facha. Por fin pueden quedarse en paz los que me lo dicen
Un día me escapé de casa sin la compañía de mis escoltas. Yo estaba gravemente amenazado por los libertadores de Euskadi, los del autodenominado MLNV, es decir, el "Movimiento para la Liberación Nacional Vasca" que abatían con tiros por la espalda rematando con un disparo en la nuca, derribados en el suelo, a quienes consideraba "enemigos" del pueblo vasco. Tenía ansias de libertad, de encontrarme conmigo mismo paseando en una falsa sensación de libertad por las proximidades de mi casa. ¡Craso error! Un libertador de Euskadi me siguió y cuando yo estaba sumido en mis pensamientos, a los diez minutos de salir del portal, me espetó:
− ¡Señor Ladrón de Guevara!.
Me giré y le miré a los ojos. Era un señor alto y espigado, de unos 55 años.
─ Dígame, amigo.
─ Es usted un facha. Un fachón, como su padre.
Mi padre fue Guardia Civil, y combatió en la Guerra Civil, igual que mi suegro, en el bando vencedor, el de Franco. No sé si porque les tocó en el lugar donde se alzaron las tropas restablecedoras del orden para recomponer el Estado de Derecho republicano o por convencimiento propio. Nunca me lo dijeron.
Volví sobre mis pasos y continúe el paseo, pensando que podría suceder que me atizara un golpe por la espalda o me descerrajara un tiro, como era costumbre con los que no estábamos de acuerdo con el régimen filoestalinista, protoetnicista, nacionalista de campanario.
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He recabado información del acto en Vista Alegre de Vox, y me ha llamado mucho la atención, positivamente, el discurso de su líder, Santiago Abascal, al que conozco bastante bien, como coincidí con su padre Santiago Abascal Escuza, lamentablemente fallecido, y ejemplo de gallardía, coraje y patriotismo.
Santi Abascal relató en el encuentro de Vista Alegre, ante 10.000 asistentes, un repertorio de justificantes que motivan en las mentes planas la atribución del topicazo “facha”, sin ningún elemento comparable con el sentido genuino del término en la historia del siglo XX, que lo más seguro desconocen, pues una parte de ignaro populacho confunde peras con berzas y no sabe el sentido semántico auténtico de la mitad de las palabras que emplea, contaminado por los tópicos y la desinformación.
En sentido estricto, los que actualmente llaman fachas a quienes no piensan como ellos son los herederos de los más auténticos liberticidas en la historia de los dos últimos siglos. Ejemplos, Stalin, Pol-Pot, Mao, Castro, Chávez, Maduro, el subnormal de Corea del Norte, etc. Y con ello los más significativos de sus seguidores actuales. No lo son para ellos los que están contra los que desde altas esferas del poder mundial tratan de esquilmar, uniformar mentalmente, eliminar derechos y libertades, encorsetar las raíces de nuestra civilización occidental, manejar los generadores de la demografía, para auspiciar una crisis demográfica en el mundo occidental sin precedentes, el asesinato de los niños en gestación, la modificación de los roles sexuales con liquidación del varón como elemento básico de la familia, o llevar a los países europeos una inmigración desaforada e incontrolada a los efectos de controlar los procesos sociológicos y el cambio de cosmovisión de las masas, entre otros.
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Sucedió hace ochenta años en España, en 1934, con un PSOE que obedecía las órdenes de Stalin y procuró un movimiento revolucionario afortunadamente abortado, cuyos fines y objetivos fueron romper el orden republicano y promover la guerra para crear el ambiente propicio de la revolución sovietizante en España, también, afortunadamente, abortada en el 36 por Franco; ya que, de lo contrario, España hubiera sido la Albania de la Europa occidental.
Asesinatos, quemas de iglesias, persecución, checas, no lograron el objetivo de la revolución soviética de Largo Caballero y Negrín; y fracasó aquello, como bien afirmó el Presidente de la República en el exilio, Claudio Sánchez Albordoz: “La responsabilidad del estallido de la Guerra Civil la tuvieron los republicanos, por no haber sabido mantener el orden, cayera quien cayera”.
Lo mismo ocurrió con ETA. Mientras asesinaba a militares, guardias civiles o policías el poder establecido no hacía nada significativo para terminar con la hidra que daba cobertura a ETA, incluídos los nacionalistas llamados “democráticos”. Solamente empezó realmente a moverse algo la cosa cuando comenzó a asesinar a políticos. Y los cadáveres salían por las sacristías en una indignidad que hoy avergüenza y abruma, mientras la iglesia actuaba con complicidad en los pueblos de la Euskadi profunda; con la simpatía cómplice de una parte muy significativa de la izquierda no abertzale que consideraba que “algo habrían hecho” los que caían por efecto del terrorismo, y que había que acabar con los residuos del franquismo; o daban legitimidad a los asesinatos por haber combatido al franquismo.
Cuando empezaron a perseguir y asesinar a políticos no se les ocurrió mejor idea que montar los GAL, con lo que se dio más gasolina a los asesinos.
Eso es lo que ha formado el caldo de cultivo de los que hoy se atreven a llamar fachas con desfachatez impúdica a los que no piensan igual, o bien optan por una derecha tan legítima como la izquierda liberal, siempre que se respete el orden jurídico y constitucional. Igual que en los años treinta del siglo pasado, pues solamente se admite la democracia si gana la izquierda. A la derecha no se le concede la razón de Estado o la legítima prerrogativa constitucional de gobernar, y se conspira para derribarla sin el menor atisbo de ética o moralidad en los comportamientos políticos. El 11M fue un hito inconfundible en ese paradigma, pero también el derribo del Gobierno de Rajoy sin que el sucesor del anterior presidente se digne a cumplir su obligación de convocar inmediatamente elecciones.
Es deleznable que determinados medios de comunicación den el paraguas de su consentimiento o comprensión a los golpistas de hoy, bien separatistas como sanchistas; mientras que a quienes abogan por otra cosmovisión de la vida pública, sin ningún menoscabo de las prescripciones constitucionales. no se les da el beneficio de la duda respecto a sus propósitos democratizadores, con lo que se demuestra que esto no es una democracia sino una oligarquía de acólitos de logias presuntamente izquierdistas que impide el juego democrático y libre.
Sus dirigentes demuestran un desprecio insultante por el resultado de las urnas y por el Estado de Derecho, acompañados de una parte de la población que desconoce el sentido de la democracia liberal.
Por eso digo que si pensar como lo hago yo es ser facha, lo soy. Y a mucha honra.
Un día me escapé de casa sin la compañía de mis escoltas. Yo estaba gravemente amenazado por los libertadores de Euskadi, los del autodenominado MLNV, es decir, el "Movimiento para la Liberación Nacional Vasca" que abatían con tiros por la espalda rematando con un disparo en la nuca, derribados en el suelo, a quienes consideraba "enemigos" del pueblo vasco. Tenía ansias de libertad, de encontrarme conmigo mismo paseando en una falsa sensación de libertad por las proximidades de mi casa. ¡Craso error! Un libertador de Euskadi me siguió y cuando yo estaba sumido en mis pensamientos, a los diez minutos de salir del portal, me espetó:
− ¡Señor Ladrón de Guevara!.
Me giré y le miré a los ojos. Era un señor alto y espigado, de unos 55 años.
─ Dígame, amigo.
─ Es usted un facha. Un fachón, como su padre.
Mi padre fue Guardia Civil, y combatió en la Guerra Civil, igual que mi suegro, en el bando vencedor, el de Franco. No sé si porque les tocó en el lugar donde se alzaron las tropas restablecedoras del orden para recomponer el Estado de Derecho republicano o por convencimiento propio. Nunca me lo dijeron.
Volví sobre mis pasos y continúe el paseo, pensando que podría suceder que me atizara un golpe por la espalda o me descerrajara un tiro, como era costumbre con los que no estábamos de acuerdo con el régimen filoestalinista, protoetnicista, nacionalista de campanario.
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He recabado información del acto en Vista Alegre de Vox, y me ha llamado mucho la atención, positivamente, el discurso de su líder, Santiago Abascal, al que conozco bastante bien, como coincidí con su padre Santiago Abascal Escuza, lamentablemente fallecido, y ejemplo de gallardía, coraje y patriotismo.
Santi Abascal relató en el encuentro de Vista Alegre, ante 10.000 asistentes, un repertorio de justificantes que motivan en las mentes planas la atribución del topicazo “facha”, sin ningún elemento comparable con el sentido genuino del término en la historia del siglo XX, que lo más seguro desconocen, pues una parte de ignaro populacho confunde peras con berzas y no sabe el sentido semántico auténtico de la mitad de las palabras que emplea, contaminado por los tópicos y la desinformación.
En sentido estricto, los que actualmente llaman fachas a quienes no piensan como ellos son los herederos de los más auténticos liberticidas en la historia de los dos últimos siglos. Ejemplos, Stalin, Pol-Pot, Mao, Castro, Chávez, Maduro, el subnormal de Corea del Norte, etc. Y con ello los más significativos de sus seguidores actuales. No lo son para ellos los que están contra los que desde altas esferas del poder mundial tratan de esquilmar, uniformar mentalmente, eliminar derechos y libertades, encorsetar las raíces de nuestra civilización occidental, manejar los generadores de la demografía, para auspiciar una crisis demográfica en el mundo occidental sin precedentes, el asesinato de los niños en gestación, la modificación de los roles sexuales con liquidación del varón como elemento básico de la familia, o llevar a los países europeos una inmigración desaforada e incontrolada a los efectos de controlar los procesos sociológicos y el cambio de cosmovisión de las masas, entre otros.
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Sucedió hace ochenta años en España, en 1934, con un PSOE que obedecía las órdenes de Stalin y procuró un movimiento revolucionario afortunadamente abortado, cuyos fines y objetivos fueron romper el orden republicano y promover la guerra para crear el ambiente propicio de la revolución sovietizante en España, también, afortunadamente, abortada en el 36 por Franco; ya que, de lo contrario, España hubiera sido la Albania de la Europa occidental.
Asesinatos, quemas de iglesias, persecución, checas, no lograron el objetivo de la revolución soviética de Largo Caballero y Negrín; y fracasó aquello, como bien afirmó el Presidente de la República en el exilio, Claudio Sánchez Albordoz: “La responsabilidad del estallido de la Guerra Civil la tuvieron los republicanos, por no haber sabido mantener el orden, cayera quien cayera”.
Lo mismo ocurrió con ETA. Mientras asesinaba a militares, guardias civiles o policías el poder establecido no hacía nada significativo para terminar con la hidra que daba cobertura a ETA, incluídos los nacionalistas llamados “democráticos”. Solamente empezó realmente a moverse algo la cosa cuando comenzó a asesinar a políticos. Y los cadáveres salían por las sacristías en una indignidad que hoy avergüenza y abruma, mientras la iglesia actuaba con complicidad en los pueblos de la Euskadi profunda; con la simpatía cómplice de una parte muy significativa de la izquierda no abertzale que consideraba que “algo habrían hecho” los que caían por efecto del terrorismo, y que había que acabar con los residuos del franquismo; o daban legitimidad a los asesinatos por haber combatido al franquismo.
Cuando empezaron a perseguir y asesinar a políticos no se les ocurrió mejor idea que montar los GAL, con lo que se dio más gasolina a los asesinos.
Eso es lo que ha formado el caldo de cultivo de los que hoy se atreven a llamar fachas con desfachatez impúdica a los que no piensan igual, o bien optan por una derecha tan legítima como la izquierda liberal, siempre que se respete el orden jurídico y constitucional. Igual que en los años treinta del siglo pasado, pues solamente se admite la democracia si gana la izquierda. A la derecha no se le concede la razón de Estado o la legítima prerrogativa constitucional de gobernar, y se conspira para derribarla sin el menor atisbo de ética o moralidad en los comportamientos políticos. El 11M fue un hito inconfundible en ese paradigma, pero también el derribo del Gobierno de Rajoy sin que el sucesor del anterior presidente se digne a cumplir su obligación de convocar inmediatamente elecciones.
Es deleznable que determinados medios de comunicación den el paraguas de su consentimiento o comprensión a los golpistas de hoy, bien separatistas como sanchistas; mientras que a quienes abogan por otra cosmovisión de la vida pública, sin ningún menoscabo de las prescripciones constitucionales. no se les da el beneficio de la duda respecto a sus propósitos democratizadores, con lo que se demuestra que esto no es una democracia sino una oligarquía de acólitos de logias presuntamente izquierdistas que impide el juego democrático y libre.
Sus dirigentes demuestran un desprecio insultante por el resultado de las urnas y por el Estado de Derecho, acompañados de una parte de la población que desconoce el sentido de la democracia liberal.
Por eso digo que si pensar como lo hago yo es ser facha, lo soy. Y a mucha honra.