Memoria histórica integral
Cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro -Zar-. Tal frase se le achaca a Lord Byron. No voy a discutirlo. Pero algo hay de verdad y patético tras la frase. Mientras mi perro es leal, cariñoso, agradecido, convivencial y listo, no puedo decir lo mismo de algunas personas a las que he conocido, directa o indirectamente por sus obras.
Mi regreso a Galicia, ya hace dieciséis años, no sólo me permite vivir en gallego y como gallego, con todo orgullo identitario. Es que me ha dado tiempo para disfrutar del paisaje y paisanaje, incluidos los acontecimientos del pasado que han servido, en alguna medida, para asentar el presente de esta comunidad histórica, tanto como Cataluña o Euskadi. A la hora de la verdad pragmática, ellos tienen dinero para su autogobierno, y a nosotros, los del norte Cantábrico, siempre nos queda hacer la maleta, tomar un pasaje en La Coruña o Vigo, y emprender la desventura de emigrar.
Pero quiero compartir con vasquitos y nesquitas alguna cuestión historiográfica. En Galicia no hubo guerra civil. Aquí, desde el primer momento -julio 1936- se impusieron los golpistas contra la República española. Al margen de como Galicia fue despensa para el ejército africanista del trío Mola-Franco-Sanjurjo, aquella Galicia entre 1936 y 1939, sufrió una cruel represión entre paseos nocturnos de los falangistas y los consejos de guerra de los militares afines al golpe. Estamos, por tanto, ante una parte de la memoria histórica relativa a la guerra incivil, que hoy sabemos se ensañó con todas aquellas personas sospechosas de pertenecer, por activa o por pasiva al bando republicano. Es más, hoy sabemos por investigación científica los nombres de los asesinos, cómplices, y desde luego de las víctimas, incluida esa faceta heroica y romántica de los guerrilleros que se escaparon al monte y tuvieron en jaque a las autoridades del "Movimiento", aguardando sin suerte que los aliados contra el fascismo y nazismo, entraran en España y les libraran del yugo de la dictadura.
A dónde pretendo ir. A recordar a los vascos, y especialmente a los nacionalistas, que en esta parte de la península Ibérica se sufrió tanto o más la represión y vulneración de los derechos humanos. Por cierto, conviene recordar que aquí no hizo falta declarar "provincias traidoras", pues se limitaron a someter por la fuerza al pueblo. Tampoco teníamos capacidad industrial para apoyar a los "nacionales", más allá de las conservas que fueron alimento de las tropas. Pero tampoco tuvimos "derechos históricos" para disfrutar privilegios forales, o en la Constitución de 1978, distinguirnos con una Disposición Adicional que garantiza Derechos, que a estas alturas, son auténticos privilegios fiscales y económicos, que han sido herramienta para ese Estado asimétrico, dónde los vascos y navarros, se llevan la mejor parte de la tarta.
Por eso cada vez me indigna más, lo que puedo saber. Tras un conflicto vasco, entre vascos y con españoles, dónde el nacionalismo siempre egoísta, insolidario, racista, separatista, autor y mantenedor del mito que unos escribían y otros aplicaban mediante el terror.
¡Sí, el terror!. Algo parecido a lo que hicieron falangistas y milicos en Galicia con el pueblo. Todo aquel que no mostrara signos y síntomas de adhesión a los postulados del régimen, era declarado enemigo y tratado como tal. Pero cuidado, esto sucedió en Galicia, como en otras partes de España, durante la dictadura. Lo que es difícil de entender es que con la democracia, Constitución y Estatuto de Guernica, los vascos mantuvieran un conflicto terrorista hasta el año 2011, con cerca de mil muertos y auténtico terror de una parte de la población que vivían como españoles en la clandestinidad.
Y ahora vienen las diez de últimas. El Gobierno vasco, el Parlamento vasco, las instancias controladas por la curia nacionalista, han decidido emprender una cruzada cultural entre la juventud para explicar, a su manera, lo que sucedió en Euskadi desde 1968, cuando dos pistoleros asesinan a un guardia civil gallego, de Malpica, en una carretera de Vizcaya.
Y se pone en marcha algo que se estaba cociendo en sedes con sotana, o en esos extraños lugares carlistones, dónde trataban de explicar conductas pactistas con los vencedores a unos jóvenes que poco a poco se fueron radicalizando y deciden abandonar a los Demócrata Cristianos sucesores de Sabino Arana -¡menudo iluminado paranoide!- y hacer la revolución por la libertad. ¿Qué libertad?. Es posible que esta sea una de las cuestiones que ahora tratan de contarles a los muchachos entre quince y dieciocho años.
Pero algo falla. De parte, tenemos a un personaje como Jonan Fernández. Al que yo recuerdo en HB. Cuando los chicos "alegres y combativos" de las 'herriko tabernas' esgrimían la alternativa KAS como dogma de fe, por la que a imagen y semejanza de sus antecedentes cristianos, emprenden una cruzada contra los españoles, como en el siglo XI Roma auspiciaba la cruzada para la conquista de Jerusalén; metiendo por el medio al Apóstol Santiago, como paladín contra el moro pagano. El tal Jonan, era el jefe de una corriente, presuntamente ecologista, que con la disculpa del trazado de una autopista, se dedicaron a matar o al menos intentarlo. ¡yo no lo he olvidado!.
Me siento partícipe de la indignación que manifiestan las asociaciones de víctimas. Esto no se arregla con otro mito equidistante entre unos y otros. Esto no es desacreditar a ETA, sus causas, motivos, cómplices, ideólogos y acciones. Es más, ¡cuidadito!. Casi es preferible olvidar que volver a sembrar semillas con falsas historias que otro maldito amanecer pueda ser doctrina para emprenderla contra el "Estado opresor".
La violencia es a todas luces execrable. Pero quienes mantuvieron la violencia, el miedo, la facultad de dar cartas de naturaleza como buen o mal vasco, eran los sucesores del Sabino o sus discípulos con sotanas y desde luego con pistolas y artefactos explosivos, como el que colocaron en Hipercor de Barcelona, contra el pueblo llano que compraba en La Meridiana, un barrio popular de la ciudad Condal.
Y qué decir de los asesinatos de miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, o de los militares. Es como si tales salvajadas formaran parte del rito asumido por la profesión. Y es que hubo dos hechos incuestionables. Los propagadores y mantenedores de la socialización del sufrimiento fueron los dirigentes de la banda, a los que algunos azuzaban, otros usaban como ariete para negociar privilegios, y muchos no se atrevían a cuestionar, no fuera a pasarles como a Pertur.
No entiendo a Urkullu cuando dice: "acaso preferimos que todos sigan siendo de Herri Batasuna". Volvemos a las andadas. Como cuando trataban de convencernos que el final del terrorismo sólo podía llegar en una mesa de negociación entre el PNV y representantes del Estado. Cuestión en la que ETA tampoco estaba dispuesta. De hecho, fue la participación de gentes como Otegui, y me atrevo a decir Josu Ternera, quienes al final y vista la situación internacional posterior a los sucesos de las Torres Gemelas, los que desencadenaron el final, con derrota en lo militar y en lo social.
Cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro -Zar-. Tal frase se le achaca a Lord Byron. No voy a discutirlo. Pero algo hay de verdad y patético tras la frase. Mientras mi perro es leal, cariñoso, agradecido, convivencial y listo, no puedo decir lo mismo de algunas personas a las que he conocido, directa o indirectamente por sus obras.
Mi regreso a Galicia, ya hace dieciséis años, no sólo me permite vivir en gallego y como gallego, con todo orgullo identitario. Es que me ha dado tiempo para disfrutar del paisaje y paisanaje, incluidos los acontecimientos del pasado que han servido, en alguna medida, para asentar el presente de esta comunidad histórica, tanto como Cataluña o Euskadi. A la hora de la verdad pragmática, ellos tienen dinero para su autogobierno, y a nosotros, los del norte Cantábrico, siempre nos queda hacer la maleta, tomar un pasaje en La Coruña o Vigo, y emprender la desventura de emigrar.
Pero quiero compartir con vasquitos y nesquitas alguna cuestión historiográfica. En Galicia no hubo guerra civil. Aquí, desde el primer momento -julio 1936- se impusieron los golpistas contra la República española. Al margen de como Galicia fue despensa para el ejército africanista del trío Mola-Franco-Sanjurjo, aquella Galicia entre 1936 y 1939, sufrió una cruel represión entre paseos nocturnos de los falangistas y los consejos de guerra de los militares afines al golpe. Estamos, por tanto, ante una parte de la memoria histórica relativa a la guerra incivil, que hoy sabemos se ensañó con todas aquellas personas sospechosas de pertenecer, por activa o por pasiva al bando republicano. Es más, hoy sabemos por investigación científica los nombres de los asesinos, cómplices, y desde luego de las víctimas, incluida esa faceta heroica y romántica de los guerrilleros que se escaparon al monte y tuvieron en jaque a las autoridades del "Movimiento", aguardando sin suerte que los aliados contra el fascismo y nazismo, entraran en España y les libraran del yugo de la dictadura.
A dónde pretendo ir. A recordar a los vascos, y especialmente a los nacionalistas, que en esta parte de la península Ibérica se sufrió tanto o más la represión y vulneración de los derechos humanos. Por cierto, conviene recordar que aquí no hizo falta declarar "provincias traidoras", pues se limitaron a someter por la fuerza al pueblo. Tampoco teníamos capacidad industrial para apoyar a los "nacionales", más allá de las conservas que fueron alimento de las tropas. Pero tampoco tuvimos "derechos históricos" para disfrutar privilegios forales, o en la Constitución de 1978, distinguirnos con una Disposición Adicional que garantiza Derechos, que a estas alturas, son auténticos privilegios fiscales y económicos, que han sido herramienta para ese Estado asimétrico, dónde los vascos y navarros, se llevan la mejor parte de la tarta.
Por eso cada vez me indigna más, lo que puedo saber. Tras un conflicto vasco, entre vascos y con españoles, dónde el nacionalismo siempre egoísta, insolidario, racista, separatista, autor y mantenedor del mito que unos escribían y otros aplicaban mediante el terror.
¡Sí, el terror!. Algo parecido a lo que hicieron falangistas y milicos en Galicia con el pueblo. Todo aquel que no mostrara signos y síntomas de adhesión a los postulados del régimen, era declarado enemigo y tratado como tal. Pero cuidado, esto sucedió en Galicia, como en otras partes de España, durante la dictadura. Lo que es difícil de entender es que con la democracia, Constitución y Estatuto de Guernica, los vascos mantuvieran un conflicto terrorista hasta el año 2011, con cerca de mil muertos y auténtico terror de una parte de la población que vivían como españoles en la clandestinidad.
Y ahora vienen las diez de últimas. El Gobierno vasco, el Parlamento vasco, las instancias controladas por la curia nacionalista, han decidido emprender una cruzada cultural entre la juventud para explicar, a su manera, lo que sucedió en Euskadi desde 1968, cuando dos pistoleros asesinan a un guardia civil gallego, de Malpica, en una carretera de Vizcaya.
Y se pone en marcha algo que se estaba cociendo en sedes con sotana, o en esos extraños lugares carlistones, dónde trataban de explicar conductas pactistas con los vencedores a unos jóvenes que poco a poco se fueron radicalizando y deciden abandonar a los Demócrata Cristianos sucesores de Sabino Arana -¡menudo iluminado paranoide!- y hacer la revolución por la libertad. ¿Qué libertad?. Es posible que esta sea una de las cuestiones que ahora tratan de contarles a los muchachos entre quince y dieciocho años.
Pero algo falla. De parte, tenemos a un personaje como Jonan Fernández. Al que yo recuerdo en HB. Cuando los chicos "alegres y combativos" de las 'herriko tabernas' esgrimían la alternativa KAS como dogma de fe, por la que a imagen y semejanza de sus antecedentes cristianos, emprenden una cruzada contra los españoles, como en el siglo XI Roma auspiciaba la cruzada para la conquista de Jerusalén; metiendo por el medio al Apóstol Santiago, como paladín contra el moro pagano. El tal Jonan, era el jefe de una corriente, presuntamente ecologista, que con la disculpa del trazado de una autopista, se dedicaron a matar o al menos intentarlo. ¡yo no lo he olvidado!.
Me siento partícipe de la indignación que manifiestan las asociaciones de víctimas. Esto no se arregla con otro mito equidistante entre unos y otros. Esto no es desacreditar a ETA, sus causas, motivos, cómplices, ideólogos y acciones. Es más, ¡cuidadito!. Casi es preferible olvidar que volver a sembrar semillas con falsas historias que otro maldito amanecer pueda ser doctrina para emprenderla contra el "Estado opresor".
La violencia es a todas luces execrable. Pero quienes mantuvieron la violencia, el miedo, la facultad de dar cartas de naturaleza como buen o mal vasco, eran los sucesores del Sabino o sus discípulos con sotanas y desde luego con pistolas y artefactos explosivos, como el que colocaron en Hipercor de Barcelona, contra el pueblo llano que compraba en La Meridiana, un barrio popular de la ciudad Condal.
Y qué decir de los asesinatos de miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, o de los militares. Es como si tales salvajadas formaran parte del rito asumido por la profesión. Y es que hubo dos hechos incuestionables. Los propagadores y mantenedores de la socialización del sufrimiento fueron los dirigentes de la banda, a los que algunos azuzaban, otros usaban como ariete para negociar privilegios, y muchos no se atrevían a cuestionar, no fuera a pasarles como a Pertur.
No entiendo a Urkullu cuando dice: "acaso preferimos que todos sigan siendo de Herri Batasuna". Volvemos a las andadas. Como cuando trataban de convencernos que el final del terrorismo sólo podía llegar en una mesa de negociación entre el PNV y representantes del Estado. Cuestión en la que ETA tampoco estaba dispuesta. De hecho, fue la participación de gentes como Otegui, y me atrevo a decir Josu Ternera, quienes al final y vista la situación internacional posterior a los sucesos de las Torres Gemelas, los que desencadenaron el final, con derrota en lo militar y en lo social.