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Pablo Mosquera
Sábado, 27 de Octubre de 2018 Tiempo de lectura:

Ser español en territorio de nacionalistas

(Dedicado a un gran español. Dr. Unzueta Merino)


 

Estando en Euskadi aprendí que "español" podía ser un insulto. Estando en Euskadi aprendí que ser español era estar en el centro de una diana. Estando en Euskadi aprendí que ser español era una cuestión a ocultar, algo así como sucedió históricamente con la condición de judío en pleno dominio del Santo Oficio.

 

Ser español y además profesional de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, era el colmo de la provocación. Ser español y miembro del Benemérito Instituto era hacer méritos para ser perseguido y abatido. Lo malo es que hubo tiempos en los que morían cumpliendo con lo que antecede, pero sus féretros salían por la puerta de atrás y sin hacer ruido, ya que formaba parte del ambiente sufrir un atentado y regresar a España en un ataúd.

 

Tuve una bronca descomunal cuando quise llevar a Mendizorroza a la Selección Española de fútbol que entrenaba Camacho. Entre Azcargorta y Clemente me pusieron a bajar de un burro acusándome de provocador. Previamente, sufrí una moción de censura en las Juntas Generales de Álava, por haber realizado una treintena de campeonatos de España en Álava, dada mi condición de responsable Foral del deporte. "Estaba españolizando Álava". Esa era la cuestión central de la iniciativa del Parlamento Foral que esgrimían contra mi persona los Procuradores del PNV.    

 

Cualquier manifestación escrita o hablada que usara del término España y español, era de inmediato "indicio racional" de actuación y pensamiento fascista. Y es que los nacionalistas crearon un credo con su propio lenguaje y lograron reavivar los tradicionales complejos de culpabilidad que han mostrado históricamente los españoles.

 

Pude comprobar que tales sentimientos se situaban en las esferas del "modernismo político", la progresía liderada por los socialistas vascos y el mando socio cultural que manejaba el PNV o sus acólitos más radicales eran dogma de fe,  en un proceso dónde el mito sustituía a la historia y la repetición de mentiras daban lugar a la verdad oficial.

 

Ahora en Cataluña vuelven las "oscuras golondrinas". El nacionalismo catalán usa de los mismos métodos que los vascos en pleno conflicto. Sí, es verdad que los catalanes adoctrinados por la estirpe Pujol, no disponen de una organización armada tipo ETA. Lo que no quiere decir es que no haya violencia. ¡La hay!. Sólo que de forma menos tosca, más sibilina, cargada de hipocresía, incluso trasladando a quien quieran escucharles un victimismo en el que Cataluña, no sólo es una nación con derechos históricos a la autodeterminación como Estado; es que son las víctimas "inocentes y civilizadas" de la violencia de España.

 

Y una vez más, los socialistas por el medio. Y una vez más, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, sufriendo la cobardía de los políticos, con sus vaivenes al servicio de aquello tan cínico de que: "política es el arte de hacer posible lo imposible".

 

[Img #14759]Cuando alguien vulnera la Ley puede ser un presunto delincuente. Cuando alguien con poder público se erige en enemigo manifiesto del Estado, carga con la responsabilidad de ser sometido al imperio de la Ley. Cuando alguien hace lo que se hizo, con premeditación y alevosía, hace un año en Cataluña, se convierte en un peligroso delincuente. Peligroso por las consecuencias de su conducta. Delincuente por activa y pasiva, al ejecutar acciones que son delictivas, e inducir a la población para que las cometa.

 

No es mi intención ponerme a discutir la semántica del "golpe de Estado". No es mi intención reflexionar sobre los argumentos jurídicos para entrar en el espacio condicional de la rebelión y la sedición. Pero tengo frescas las imágenes de lo que sucedió en Cataluña, televisado en directo, tanto en su Parlamento como en las calles, para afirmar que ni en los peores momentos del conflicto vasco se dieron tales circunstancias. Los vascos nunca se atrevieron a declarar la independencia. Los vascos nunca se atrevieron a enfrentarse en las calles, de forma abierta y con la colaboración de su policía autónoma, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Por el contrario, Ibarreche tuvo la gallardía de ir a las Cortes y plantear en su tribuna los pormenores del Plan para la Autodeterminación, cuestión que los "bravos nacionalistas catalanes", hijos de la burguesía demócrata cristiana, no se atrevieron. Es más. En cuanto vinieron mal dadas y hubieron de comparecer en sede judicial, les faltó tiempo para contar milongas en las que el núcleo de sus argumentos eran que aquello había sido "un anuncio de Almacenes Jorba". O salir pitando al grito de: "el último que apague la luz". Y así pasar a la honorable condición de exiliado político.

 

Pero volviendo al titular. Ser español en Cataluña es muy peligroso. Ejercer públicamente la condición de español en Cataluña supone llevar una estrella de David en la solapa. Me gustaría saber si hay listas y listeros. Me gustaría saber qué están dispuestos a usar, los más radicales, para borrar los símbolos de España de su República Catalana.        

Pero qué más da. La política española, a falta de intelectuales, está plagada de charlatanes y cínicos que hacen las funciones del "capitán Araña". Usan a los jueces y luego los dejan tirados. Usan a la Guardia Civil y luego la señalan como culpables de los "incidentes". Usan a los funcionarios españoles y luego los acusan de no distinguir la escala de los delitos. Entonces, si el Gobierno Sánchez está dispuesto a bajarse los pantalones para asegurarse la mamandurria de los Presupuestos Generales, ¿qué podemos esperar suceda en Cataluña, con los españoles?. Me temo que algo similar a lo que les hizo el General De Gaulle a sus compatriotas y compañeros de armas, en aquella vil historia de la independencia en Argelia.    

 

Como esto siga así, con la nube de oportunistas, prometo repasar los artículos de Mariano José de Larra, "Fígaro", cuando afirmaba con amargura que España era un país sin rumbo interior, con una clase política corrupta y miserable, que en suma daba una imagen de mangancia con sindicatos de clase extractiva. Pero... esto último lo dejo para otro día. Si bien ya advierto que hoy cuando se abre un grifo, nunca se sabe lo que va a salir. En mi caso, puede que en vez de agua, salga licor café.

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