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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 29 de Octubre de 2018 Tiempo de lectura:

Los niños no son del Estado

Uno de los principios que guiaban a los regímenes comunistas era que los niños no pertenecían a sus padres, que eran parte del engranaje del Estado y que la formación ideológica y doctrinal que debían recibir, así como el conjunto de hábitos, cultura social y régimen de vida, tenían que ser la argamasa que engranara a los futuros individuos con los fines del Estado totalitario, es decir con la dictadura del proletariado.

 

Los individuos no tenían derechos por el hecho de serlo, impidiendo su forma característica de ser, su forma de pensar, y su autodeterminación como personas en crecimiento, con un proyecto personal de vida. Por tanto, eran elementos coadyuvantes del Estado. Y había que justificarlo con un término al uso: “los derechos colectivos”.

 

El mismo principio prevalecía en el ordenamiento y organización del Estado nacional-socialista de Hitler o en el fascismo de Mussolini. Y, actualmente, en los que tienen como referencia la Cuba castrista o la Venezuela de Maduro, respondiendo al mismo paradigma.

 

Sin embargo, uno de los preceptos inconfundibles de las Declaraciones de Derechos Humanos o los convenios internacionales de Derechos del Niño establecen la primacía absoluta de dos principios:

 

  • Por un lado, el principio de prevalencia del “superior interés del niño” sobre cualquier otro factor o elemento, y la no injerencia en menoscabo de ese principio.

 

  • Y por otro, el derecho de los padres a ejercer su función educadora y tutorial sobre sus hijos o pupilos, lo cual determina al mismo tiempo un deber implícito por su responsabilidad de padres. Este principio conlleva un derecho fundamental e intransferible, cual es el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos en su capacidad de delegación en instituciones educativas. Este derecho está claramente preservado en la Constitución, al menos en letra, así como el derecho a la educación, que se entiende corresponde, en virtud de los convenios internacionales en esta materia en primer lugar a los padres o tutores.

 

Son dos principios irreductibles en el Derecho Internacional, salvo en aquellos Estados totalitarios que no se han alineado con las declaraciones de los derechos del hombre y las incumplen de forma taxativa.

 

No hay que confundir instrucción con educación, y menos con adoctrinamiento. Son conceptos que en el primer caso (instrucción versus educación) se relacionan. Sin embargo, el adoctrinamiento es incompatible con ambos, pues parte de la manipulación de la realidad y en la mentira como forma de moldear el entendimiento, el logos.

 

Hace décadas al ministerio del ramo se le llamaba de “Instrucción Pública” que es una denominación mucho más adecuada que la de “educación”, si entendemos a ésta como una forma de modelar al individuo, impartiéndole modelos de comportamiento, valores, hábitos, modulación de la personalidad y desarrollo de aquellos principios, creencias y convicciones que tiene la familia como núcleo social.

 

La instrucción es todo el bagaje cultural y académico establecido desde las autoridades en las materias del conocimiento, que han de ser transmitidas a las generaciones en continuidad con el legado intergeneracional; así como aquellas destrezas, habilidades y desarrollo de capacidades que permitan a las personas abrirse campo en la construcción de su futuro profesional, en su capacidad para cambiar el mundo, y en la elaboración de su propio constructo cognitivo y afirmación personal como individuos libres y con capacidad para mejorar la sociedad en la que se insertan. Uno de los conceptos tiene que ver con valores, el otro con destrezas y capacidades, tanto cognitivas como operativas. El Estado tiene como deber la instrucción de los futuros ciudadanos al objeto de desarrollar plenamente las sociedades que rige. Los padres la transmisión de valores, pues los niños están bajo su directa y exclusiva tutela, salvo en casos de abandono flagrante de su función.

 

Afirmo esto a colación de tres hechos que se han producido estos días.

 

  • El primero de ellos atribuible al gobierno bolivariano de Navarra:

 

El Gobierno navarro donde confluyen separatistas y sus aliados de ultraizquierda y herederos de ETA, impone “juegos eróticos infantiles” de 0 a 6 años, y la ideología de género; un plan de adoctrinamiento sexual, denominado “Skolae”, que será obligatorio en todas las escuelas de Navarra

 

Es curioso que se afirmen estas cosas de clara tendencia ideológica: “Los hombres no han evolucionado y mantienen sometidas a las mujeres en todos los ámbitos" o "El amor romántico es una reconstrucción burguesa idealizada que favorece comportamientos abusivos",  afirmaciones éstas sujetas a crítica pues son de una clara minoría social, que aboga por el materialismo sexual y el combate a las bases de nuestras tradiciones. Nunca ha habido más bazofia, menos respeto a los niños y sus familias, y más adoctrinamiento. Y esto se hace con formas dictatoriales y dando la espalda a la comunidad educativa que ha mostrado su más radical rechazo a este tipo de comportamientos totalitarios. Pero, además, los gobiernos han de estar al servicio de todos los ciudadanos, y no solamente postrados ante una clara minoría.

 

  • El segundo hito, y no es el único ni mucho menos, es una manipulación del relato en torno al terrorismo de ETA que el Gobierno bolivariano de Euskadi quiere introducir en las aulas vascas.

 

Todas las asociaciones de víctimas han protestado por lo que se refiere a este intento de blanquear la memoria de la violencia que es la memoria de lo que ha sido, y es en su versión política actual de sus herederos, ETA.

 

En ese teatro de operaciones para adoctrinar y dar una visión absolutamente deformada de la historia de ETA se da protagonismo a etarras, como si hubieran sido luchadores contra Franco, lo cual es una falacia pues cuando más han acrecentado su acción terrorista ha sido en el periodo de democracia constitucional. Sin embargo, se excluye la visión de las organizaciones de víctimas, y se mezclan torturas, violencia de Estado, etc, con una imagen de la violencia que deja entrever un enfoque casi ensalzatorio del terrorismo de ETA, como si fueran libertadores.   Otra forma mezquina y vil de utilizar las aulas para una finalidad política.

 

  • El tercer hito, y no me extiendo más para no alargar este artículo etnográfico de lo que no ha de ser la escuela y es una mala educación, es lo sucedido recientemente en el estadio de fútbol de Vitoria, donde jugó una pretendida selección de Euskadi de futbol con Venezuela, y en cuyo partido se hizo clara apología del régimen bolivariano y chavista.

 

En dicha competición la muchachada adoctrinada desplegó unas enormes pancartas expresaban su admiración por el régimen chavista. “Por encima del imperialismo, pa’ lante Venezuela”, rezaban dos pancartas de unos cincuenta metros de longitud, junto al retrato entrecortado del dictador bolivariano fundador del actual régimen liberticida y genocida que está provocando un desastre humanitario y una diáspora sin precedentes de gentes que huyen del hambre, de la desolación y de la narcocracia. Tan evidente era su entusiasmo por la dictadura venezolana que el propio Maduro ha agradecido públicamente el gesto.

 

 

Este es el resultado de las dos muestras anteriores de lo que no ha de ser la función de la escuela y que retrata con descripción milimétrica lo que es el totalitarismo disfrazado.

 

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