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Pablo Mosquera
Sábado, 10 de Noviembre de 2018 Tiempo de lectura:

Independentismo miserable y peligroso para las libertades

[Img #14820]Tormenta perfecta. Caos en el Estado de Derecho. ¿Hay algo que inspire seguridad y confianza? Los tres poderes del sistema democrático están pervertidos. La crisis de honestidad o decencia, abarca todo lo que se mueve dentro del espectro de la responsabilidad ante los ciudadanos. Es decir, estamos en una etapa negra en la que no hay asidero ante la zozobra en la sociedad civil, que se ha quedado, en el mejor de los casos paralizada por las noticias, y en el peor asume la indecencia como una realidad descontada por el mercado y con la que se debe convivir en un ejercicio que navega entre el cinismo y el pragmatismo.

 

Y de inmediato los independentistas aprovechan para justificar su desprecio hacia España. Como si no hubieran constituido en su Cataluña un régimen corrupto, embustero y xenófobo. Mezclando las churras con las merinas, tratan de esquivar a los tribunales que les aplican la ley por la declaración unilateral de la República Catalana precedida con toda suerte de "presiones" a inventario de un golpe de Estado que movilizó a sus huestes en las calles. Que alguien me diga si lo que vimos en directo o diferido a través de la televisión en aquellas fechas no dio miedo a los españoles, tanto los que residen en el antiguo condado del reino de Aragón como a los que residimos en el resto de España.

 

Pero si tienen dudas, no hay más que hacerse, a través de Internet, con el contenido del Sumario 1/2018 de la Audiencia Nacional, desde el Juzgado Central de Instrucción nº3, y en concreto en la Sección Primera de la Sala de lo Penal. Pone los pelos de punta, viendo para qué sirvieron y a quién el "valeroso" cuerpo de la Policía Autónoma Catalana -Los Mossos de Escuadra-.

 

Los sucesos que protagonizaron por activa y por pasiva entre septiembre y octubre del 2017, con instrucciones de obediencia debida a la cadena de mandos, muestra lo peligrosos que pueden ser más de diecisiete mil funcionarios de la Generalitat armados y competentes como policía integral; todo ello pasándose por el arco del triunfo las resoluciones del Tribunal Constitucional, del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y de los diferentes juzgados interesados con los sucesos que se vivieron en Cataluña durante el denominado "proceso". Claro que el primero en actuar cuan felón fue el representante legal del Estado español en Cataluña, es decir, el Honorable Presidente de la Generalitat, que una vez que tira la piedra esconde la mano, con aquella estrambótica declaración en sede Parlamentaria, y a continuación, suponemos que temiendo la aplicación de la ley contra truhanes y malandrines, salió pitando hacia su exilio; escribiendo una nueva página de "valor ante el enemigo" o reinventado el mito de los acontecimientos sufridos cuando se equivocan apostando por el aspirante de la Casa de Austria, recibiendo los réditos de su conducta en forma de guerra de Sucesión, que nada tuvo de Secesión.

 

Sin embargo, en las fechas antes citadas sí se contempla la secesión donde políticos con cargos de representación institucional y presuntas asociaciones de la sociedad civil promueven una algarada pública y notoria para instrumentar, por las malas, la independencia de una comunidad autónoma del Estado español. Todo ello con arreglo a un plan que se gesta en el 2012.

 

Los Mossos son esa fuerza intimidatoria y capaz para de hacer frente a una eventual reacción del Estado español. Estos hechos que relato están contenidos en el "Libro Blanco de la Transición Nacional" redactado desde la presidencia de la Generalitat. Incluso se llega a contemplar la "ampliación de las funciones" del cuerpo de la policía autónoma a modo y semejanza de un ejército.

 

La implicación de los mandos superiores de la Policía Autonómica de Cataluña en la desconexión de la comunidad con respecto al resto de España es absolutamente real, perfectamente planificada y de enorme valor para la consecución del proceso independentistas. De ahí la conducta que siguieron los efectivos de tal cuerpo policial ante los disturbios y frente a la actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

 

Pero no fue sólo una inhibición calculada, es que practicaron seguimientos y oposición a los otros cuerpos de seguridad para intimidar o dificultar las funciones que habían establecido las autoridades competentes frente al dislate, en lo que era un plan urdido como "Plan Ágora".

 

De la lectura del documento se desprende que el contingente de la policía catalana era un instrumento de la máxima importancia para la implantación de la República a través de un auténtico golpe de Estado. Es más. Cualquiera que lea lo que redacta el documento del Órgano Judicial, no puede caberle dudas sobre la planificación técnica de un golpe de Estado. Otra cuestión es que sigamos anclados en el pasado y las imágenes de los tanques en las calles, con el ejército tomando posiciones y como resultado,  enfrentamientos armados con víctimas civiles.

 

Pues bien, con todo lo que sucedió, ni hay propósito de enmienda, ni se ha detenido el proceso. Tan sólo hay tres novedades. La justicia ha puesto bajo presión preventiva a determinados agitadores. Los mandos de la policía implicados deberán responder ante los tribunales. Y lo más sorprendente. El Gobierno trata de llegar a un acuerdo con los "facinerosos" para conseguir la aprobación de unos presupuestos que son disculpa para no convocar elecciones generales.

 

Pero sigo asombrado. ¿Cómo es posible que nadie haya calculado los efectos demoledores que pueden tener más de diecisiete mil funcionarios armados y dispuestos a obedecer a los secesionistas frente al Estado y frente a los ciudadanos españoles que no secunden el golpe?.

 

Ahora entiendo algunas conductas. ¿Quién impidió intervenir los medios de comunicación de la radio y televisión públicas al servicio de la Generalitat con toda suerte de soflamas contra España y en favor del proceso?.

 

Pues sí. Los mismos que apoyaron -en parte- la aplicación del artículo 155. Pero en una estrategia en la que el Partido del Gobierno se quemaba, no sólo por estar instalados en la absoluta falta de honestidad, también por la inanición en uno de los asuntos más graves que ha sufrido España, desde la guerra civil con la posterior dictadura.     

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