¿Es posible que antiguos astronautas extraterrestres visitaran la Tierra en el pasado y que nuestros antepasados los contemplaran, admiraran y respetaran como dioses que bajaban del cielo? ¿Somos, quizás literalmente, polvo de estrellas?

Un nuevo libro publicado por la NASA, "Arqueología, Antropología y Comunicación Interestelar”, dirigido por Douglas Vakoch, actual director del Search for ExtraTerrestrial Intelligence (SETI – Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), especula en varios de sus capítulos con esta contingencia e, incluso, teoriza sobre la posibilidad de que el arte rupestre pueda ser un signo y un reflejo de los pasados visitantes del espacio. La Teoría de los Antiguos Astronautas, que dice basarse en evidencias arqueológicas y referencias mitológicas, sugiere que los antepasados del ser humano mantuvieron contactos  con extraterrestres que visitaron la Tierra y que, de alguna manera, ese contacto influyó efectivamente en el desarrollo de la cultura de la humanidad.

En el libro “Archaeology, anthropology and interstellar communication”, un trabajo fascinante que puede descargarse en diferentes formatos desde la web de NASA,  antropólogos, arqueólogos, lingüistas, psicólogos y otros expertos reflexionan también sobre el día después de la recepción del primer mensaje alienígena. ¿Sería posible entablar un diálogo con una civilización lejana que no tenga nada que ver ni biológica ni culturalmente con nosotros?

Si consiguiéramos comunicarnos con entidades externas a la Tierra, no es seguro que las pudiéramos entender. Así lo advierte Douglas Vakoch, quien también ve, en la enorme distancia que nos separa de las estrellas, un factor que juega en contra de esta posibilidad.

“Si una señal de radio fuera detectada por un experimento moderno del SETI, podríamos intuir la existencia de inteligencia, pero no podríamos entender lo que dicen”, escribe en la introducción Vakoch. “Incluso si se detecta una civilización en uno de los sistemas estelares más cercanos, sus señales deben pasar a través de billones de kilómetros, llegando a nuestro planeta después de un largo tiempo”.

De todas formas, los autores del libro no pierden las esperanzas: “Para ir más allá de la mera identificación de una posible inteligencia, y tener alguna posibilidad realista de entenderla, habría que seguir el ejemplo de los investigadores que se enfrentan a retos similares en la Tierra”, explica Vakoch. En este sentido, el científico piensa que sería posible comprender lo que nos dicen los alienígenas “si se imita el trabajo de los arqueólogos, quienes reconstruyen la historia de las antiguas civilizaciones a partir de vagas informaciones”.

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