“Los Estados-Nación no saben luchar contra la desigualdad”
Jürgen Habermas: “Los nacionalismos desempeñan una función similar a la del Frente Nacional de Marine Le Pen”
Es uno de los principales filósofos del siglo XX. Nacido en Düsseldorf (Alemania) en 1929, Jürgen Habermas alcanzó un fuerte reconocimiento en los ámbitos intelectuales europeos cuando publicó un artículo criticando a Heidegger basándose en sus propios postulados. Habermas era entonces crítico con el Movimiento Nacional-Socialista alemán por el que Heidegger había mostrado tantas simpatías.
En 1956, Habermas destacó en la Escuela de Frankfurt, junto con otros autores entre los que destaca Theodor Adorno. Lo que le ha otorgado fama más allá de ese círculo es su Teoría de la Acción Comunicativa, que intenta basar la ética sobre el discurso.
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Jürgen Habermas acaba de conceder una entrevista al semanario francés “L’Express”, en la que el autor de “La Constitución de Europa” asegura que hay una “asimetría” entre el Estado y el mercado, y que ésta sólamente puede resolverse con “el proyecto de una democracia supranacional”.
En opinión de Habermas, actualmente uno de los más conocidos referentes intelectuales de la izquierda europea, el hecho de que las personas puedan producir y contratar con libertad, y redirigir su trabajo y el capital de los países que los penalizan a otros que lo hacen en menor medida, lleva a que los Estados se reduzcan más y más, y se produce una “impotencia de los Estados-Nación”.
La solución, en opinión de este filósofo, pasaría por la puesta en marcha de un gobierno mundial de carácter democrático. O, al menos, de grandes gobiernos supranacionales, como podría ser un gran gobierno macroeuropeo.
Preguntado por “L’Express” por el auge de tendencias opuestas, disgregadoras y localistas, como los intentos del gobierno de Escocia y del gobierno regional de Cataluña de obtener la secesión, Habermas observa que hay una “creciente desigualdad social, una ansiedad y un aumento de la inseguridad dentro de la población”. Y a causa de ello, “existe la tentación de recaer en los lazos familiares en los que creemos que podemos confiar”. En su opinión, muchos ciudadanos “se aferran a entidades ‘nativas’, ya sean naturalizadas o que pueden haber sido heredadas, como la nación, la lengua y la historia”. En este sentido, “la reactivación de la llamada regionalista en Escocia, Cataluña o Flandes es, creo, casi un equivalente funcional al éxito del Frente Nacional en Francia”.
El también autor de “El occidente escindido” reconoce que el problema general al que nos enfrentamos es el siguiente: se trata de saber si nos resignamos a la asimetría que afecta a las relaciones entre la política y los mercados. Si aceptamos esta asimetría, y si abandonamos entonces el proyecto de una democracia supranacional, “también sacrificaremos el modelo social que todavía pretendemos defender. La liberación mundial de los mercados financieros ha supuesto que los gobiernos nacionales hayan visto reducida su capacidad de acción, con lo que la presión económica se ha hecho tan fuerte que es imposible mantener los sistemas de seguridad social con coberturas suficientes”.
Por todo esto, añade Habermas, es necesario acelerar la integración europea. La izquierda que no se resigna ha de interesarse por esta cuestión. “La impotencia actual de los Estados-Nación para luchar contra la desigualdades sociales crecientes explica la triste situación en la que se encuentran los partidos socialdemócratas en Europa”.
Es uno de los principales filósofos del siglo XX. Nacido en Düsseldorf (Alemania) en 1929, Jürgen Habermas alcanzó un fuerte reconocimiento en los ámbitos intelectuales europeos cuando publicó un artículo criticando a Heidegger basándose en sus propios postulados. Habermas era entonces crítico con el Movimiento Nacional-Socialista alemán por el que Heidegger había mostrado tantas simpatías.
En 1956, Habermas destacó en la Escuela de Frankfurt, junto con otros autores entre los que destaca Theodor Adorno. Lo que le ha otorgado fama más allá de ese círculo es su Teoría de la Acción Comunicativa, que intenta basar la ética sobre el discurso.
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Jürgen Habermas acaba de conceder una entrevista al semanario francés “L’Express”, en la que el autor de “La Constitución de Europa” asegura que hay una “asimetría” entre el Estado y el mercado, y que ésta sólamente puede resolverse con “el proyecto de una democracia supranacional”.
En opinión de Habermas, actualmente uno de los más conocidos referentes intelectuales de la izquierda europea, el hecho de que las personas puedan producir y contratar con libertad, y redirigir su trabajo y el capital de los países que los penalizan a otros que lo hacen en menor medida, lleva a que los Estados se reduzcan más y más, y se produce una “impotencia de los Estados-Nación”.
La solución, en opinión de este filósofo, pasaría por la puesta en marcha de un gobierno mundial de carácter democrático. O, al menos, de grandes gobiernos supranacionales, como podría ser un gran gobierno macroeuropeo.
Preguntado por “L’Express” por el auge de tendencias opuestas, disgregadoras y localistas, como los intentos del gobierno de Escocia y del gobierno regional de Cataluña de obtener la secesión, Habermas observa que hay una “creciente desigualdad social, una ansiedad y un aumento de la inseguridad dentro de la población”. Y a causa de ello, “existe la tentación de recaer en los lazos familiares en los que creemos que podemos confiar”. En su opinión, muchos ciudadanos “se aferran a entidades ‘nativas’, ya sean naturalizadas o que pueden haber sido heredadas, como la nación, la lengua y la historia”. En este sentido, “la reactivación de la llamada regionalista en Escocia, Cataluña o Flandes es, creo, casi un equivalente funcional al éxito del Frente Nacional en Francia”.
El también autor de “El occidente escindido” reconoce que el problema general al que nos enfrentamos es el siguiente: se trata de saber si nos resignamos a la asimetría que afecta a las relaciones entre la política y los mercados. Si aceptamos esta asimetría, y si abandonamos entonces el proyecto de una democracia supranacional, “también sacrificaremos el modelo social que todavía pretendemos defender. La liberación mundial de los mercados financieros ha supuesto que los gobiernos nacionales hayan visto reducida su capacidad de acción, con lo que la presión económica se ha hecho tan fuerte que es imposible mantener los sistemas de seguridad social con coberturas suficientes”.
Por todo esto, añade Habermas, es necesario acelerar la integración europea. La izquierda que no se resigna ha de interesarse por esta cuestión. “La impotencia actual de los Estados-Nación para luchar contra la desigualdades sociales crecientes explica la triste situación en la que se encuentran los partidos socialdemócratas en Europa”.