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Miércoles, 24 de Junio de 2015 Tiempo de lectura:
Entre 1996 y 2013

Los cultivos genéticamente modificados incrementaron en 441 millones de toneladas la producción de alimentos agrícolas

[Img #6512]Los datos son rotundos: una de las herramientas que ha permitido que en el mundo se pueda generar una mayor producción de alimentos por territorio sin aumentar las extensiones agrícolas y sin poner en riesgo los hábitats naturales son los cultivos genéticamente modificados (GM) o transgénicos. 

 

Con las características que actualmente se encuentran en los cultivos GM –tolerancia a herbicidas, resistencia a algunos insectos y a enfermedades-, ha sido posible que los agricultores reduzcan las pérdidas (por malezas, enfermedades y plagas) y que así puedan producir más en el mismo espacio. 

 

Esto es lo que revela un reciente informe de la consultora británica PG Economics, que pone de manifiesto que entre 1996 y 2013 los cultivos genéticamente modificados fueron responsables de una producción mundial adicional de: 138 millones de toneladas de soja; 274 millones de toneladas de maíz; 21.7 millones de toneladas de fibra de algodón y ocho millones de toneladas de colza.

 

El mismo análisis destaca que si los cultivos GM no hubiesen estado a disposición de los 18 millones de agricultores que los utilizaron en 2013, el mantenimiento de los niveles globales de producción de ese año hubiese requerido plantaciones adicionales de 5.8 millones de hectáreas de soja, 8.3 millones de hectáreas de maíz, 3.5 millones de hectáreas de algodón y 0.5 millones de hectáreas de colza. La superficie adicional que se hubiese necesitado es equivalente al 11% de la tierra cultivable en los Estados Unidos, o el 29% de la tierra cultivable en Brasil o el 32% de la superficie de cereales en la Unión Europea

 

Esto ha significado no sólo que haya más alimentos disponibles para la población, menos desperdicios por pérdidas o afectaciones en las cosechas, sino que además se puedan mantener unos precios estables de los alimentos y las fibras.

 

El constante crecimiento de la población hace que cada vez se necesiten producir más alimentos, lo cual pone en peligro hábitats y ecosistemas naturales, pues se necesitaría ampliar la frontera agrícola para suplir esta necesidad. Sin embargo, los cultivos GM contribuyen a que se conserven estos ecosistemas al reducir las pérdidas en los cultivos causadas por plagas y/o malezas, haciendo que los agricultores sean más productivos. 

 

Hay que señalar, además, que en los últimos años científicos de todo el mundo han enfocado sus esfuerzos en el desarrollo de cultivos genéticamente modificados con mejoras nutricionales que ofrezcan a los consumidores mayores beneficios para su salud. 

 

Por ejemplo, uno de las investigaciones más relevantes a nivel mundial es el arroz dorado (Golden Rice) que contiene betacaroteno, precursor de la vitamina A. Este desarrollo fue pensado para contribuir a la disminución de las muertes por Deficiencia de Vitamina A (DVA, que afecta especialmente a niños y a mujeres embarazadas) en países de Asia, África y Latinoamérica.

 

Otro ejemplo se encuentra en Colombia en el Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT, en donde se está trabajando en el desarrollo de una yuca con mayor contenido de Vitamina A, con el fin de poder brindar también una alternativa para reducir los índices de DVA. 

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