El presidente del país ya había avisado de “medidas dolorosas”
Túnez cierra casi un centenar de mezquitas tras el atentado islamista contra dos grandes hoteles turísticos internacionales
El Gobierno tunecino ha decidido cerrar cerca de un centenar de mezquitas controladas por clérigos salafistas, horas después de que una rama afín al grupo terrorista autodenominado Estado Islámico se atribuyera la matanza de 39 personas en dos grandes hoteles turísticos localizados al sur del país.
El primer ministro tunecino, Habib Essid, ha reconocido que el objetivo es recuperar el control de cerca de 80 templos en los que se incita a la violencia y hay indicios de que se promueven y financian ciertos grupos yihadistas. Horas antes, el presidente del país, Bey Caid Essebsi, ya había advertido que el Estado iba a adoptar medidas sin parangón que no se habían querido adoptar tras la matanza del Museo del Bardo y que pondrían al "país bajo una sola bandera".
La decisión de cerrar las mezquitas, que el mandatario adelantaba con sus crípticas palabras, supone la primera decisión de calado que Túnez adapta desde el alzamiento contra la dictadura del huido Zine el Abedin Ben Ali. Caído el tirano, la transición supuso una recuperación de las derechos individuales y colectivos, entre ellos la libertad religiosa que grupos salafistas aprovecharon para apropiarse de los púlpitos de importantes mezquitas.
A ello se unió la puesta en libertad de decenas de radicales que penaban en las cárceles bajo el puño represor de Ben Ali, muchos de los cuales partieron después a Siria e Irak para sumarse al combate del EI. "Las cifras oficiales dicen que son unos 3.000, lo que convierte a Túnez en el principal exportador de voluntarios al EI. Pero son cifras antiguas, calculamos que son más de 5.000", ha explicado a la Agencia EFE Hedi Yahmed, autor de un reciente libro que analiza el yihadismo en este país norteafricano.
"El yihadismo está implantado en Túnez desde la década de los ochenta, cuando empezaron los primeros emigrantes (que se unieron a lo que después sería Al Qaeda). Esa es la primera generación. Después regresaron y muchos fueron encarcelados por Ben Ali, donde contagiaron a muchos", agrega. Según Yahmed, director del diario digital en árabe Hakhakaik, la tercera generación son "los yihadistas de la revolución, esos que salieron de las prisiones con la amnistía" que siguió a la huida de Ben Ali.
Muchos de los que han regresado de Siria han sido detenidos y encarcelados, pero muchos más solo tienen la obligación de presentarse en las comisarías y apenas están controlados por unos servicios de seguridad que también han quedado debilitados desde la revolución. Una fuente del Ministerio de Interior ha admitió a EFE que Saifedine Rezgui, uno de los supuestos autores de la matanza del viernes en el hotel de Susa, no estaba en la lista de yihadistas considerados peligrosos.
Rezgui, estudiante de ingeniería en la ciudad de Kairauan, 23 años, se presentó pasado el mediodía en la playa del hotel y abrió fuego de forma indiscriminada contra los turistas junto a un compañero que fue después detenido. Fuerzas de Seguridad lograron matarlo cuando corría en dirección a la piscina y a la entrada del hotel Marhaba Imperial, de la cadena española RIU. En su asalto, mató a 38 personas, en su mayoría turistas del Reino Unido, pero también alemanes, checos, polacos, belgas y franceses.
El ataque, el segundo que sufre Túnez en los últimos tres meses, se produjo al tiempo que un hombre decapitaba a su jefe en nombre del grupo terrorista Estado Islámico en Francia, los dos países que más voluntarios aportan a las filas del autoproclamado califa. En un comunicado colgado a través de la red social twitter, el EI asumió la autoría de la matanza en Túnez e instó a sus seguidores a seguir con los ataques durante el mes sagrado del Ramadán.
El Gobierno tunecino ha decidido cerrar cerca de un centenar de mezquitas controladas por clérigos salafistas, horas después de que una rama afín al grupo terrorista autodenominado Estado Islámico se atribuyera la matanza de 39 personas en dos grandes hoteles turísticos localizados al sur del país.
El primer ministro tunecino, Habib Essid, ha reconocido que el objetivo es recuperar el control de cerca de 80 templos en los que se incita a la violencia y hay indicios de que se promueven y financian ciertos grupos yihadistas. Horas antes, el presidente del país, Bey Caid Essebsi, ya había advertido que el Estado iba a adoptar medidas sin parangón que no se habían querido adoptar tras la matanza del Museo del Bardo y que pondrían al "país bajo una sola bandera".
La decisión de cerrar las mezquitas, que el mandatario adelantaba con sus crípticas palabras, supone la primera decisión de calado que Túnez adapta desde el alzamiento contra la dictadura del huido Zine el Abedin Ben Ali. Caído el tirano, la transición supuso una recuperación de las derechos individuales y colectivos, entre ellos la libertad religiosa que grupos salafistas aprovecharon para apropiarse de los púlpitos de importantes mezquitas.
A ello se unió la puesta en libertad de decenas de radicales que penaban en las cárceles bajo el puño represor de Ben Ali, muchos de los cuales partieron después a Siria e Irak para sumarse al combate del EI. "Las cifras oficiales dicen que son unos 3.000, lo que convierte a Túnez en el principal exportador de voluntarios al EI. Pero son cifras antiguas, calculamos que son más de 5.000", ha explicado a la Agencia EFE Hedi Yahmed, autor de un reciente libro que analiza el yihadismo en este país norteafricano.
"El yihadismo está implantado en Túnez desde la década de los ochenta, cuando empezaron los primeros emigrantes (que se unieron a lo que después sería Al Qaeda). Esa es la primera generación. Después regresaron y muchos fueron encarcelados por Ben Ali, donde contagiaron a muchos", agrega. Según Yahmed, director del diario digital en árabe Hakhakaik, la tercera generación son "los yihadistas de la revolución, esos que salieron de las prisiones con la amnistía" que siguió a la huida de Ben Ali.
Muchos de los que han regresado de Siria han sido detenidos y encarcelados, pero muchos más solo tienen la obligación de presentarse en las comisarías y apenas están controlados por unos servicios de seguridad que también han quedado debilitados desde la revolución. Una fuente del Ministerio de Interior ha admitió a EFE que Saifedine Rezgui, uno de los supuestos autores de la matanza del viernes en el hotel de Susa, no estaba en la lista de yihadistas considerados peligrosos.
Rezgui, estudiante de ingeniería en la ciudad de Kairauan, 23 años, se presentó pasado el mediodía en la playa del hotel y abrió fuego de forma indiscriminada contra los turistas junto a un compañero que fue después detenido. Fuerzas de Seguridad lograron matarlo cuando corría en dirección a la piscina y a la entrada del hotel Marhaba Imperial, de la cadena española RIU. En su asalto, mató a 38 personas, en su mayoría turistas del Reino Unido, pero también alemanes, checos, polacos, belgas y franceses.
El ataque, el segundo que sufre Túnez en los últimos tres meses, se produjo al tiempo que un hombre decapitaba a su jefe en nombre del grupo terrorista Estado Islámico en Francia, los dos países que más voluntarios aportan a las filas del autoproclamado califa. En un comunicado colgado a través de la red social twitter, el EI asumió la autoría de la matanza en Túnez e instó a sus seguidores a seguir con los ataques durante el mes sagrado del Ramadán.











