La autodestrucción del PSOE
Con una elevada probabilidad estamos asistiendo al final del Partido Socialista Obrero Español, o, por lo menos, al principio del final. Un proceso de autodestrucción que pasará a los anales de la historia y que tiene alguna causa externa y muchas internas.
Un partido fundado el 2 de mayo de 1879, camino de siglo y medio, por un hombre de buena fe que se llamaba Pablo Iglesias, no Pablo Manuel Iglesias (hasta de eso se ha apropiado), miembro de la Internacional Socialista, del Partido Socialista Europeo, y del grupo europeo Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, y con más de un cuarto de millón de afiliados.
El otro día, una eurodiputada, que no es del PSOE, me decía que en Bruselas los socialistas de los 27 países (y alguno del 28) están alucinando varias veces por segundo.
Este gran partido eliminó el marxismo de su ideario político en el congreso extraordinario que celebró en 1979, antes de la caída del muro de Berlín.
Hecatombe pronosticable. Pase lo que pase, es obvio que Pedro Sánchez no tiene posibilidad alguna de gobernar, y si lo consigue será todavía peor porque lo que gobernará será un desgobierno en toda regla, y al caos solo lo gobiernan las leyes conocidas de la física cuántica. Pero quedan ya negro sobre blanco sus devaneos con los radicales de ultraizquierda financiados por dictaduras, y los que también ha tenido y tiene con los sectores independentistas, que siempre lo fueron, pero que gracias a Zapatero ahora son más fuertes.
Conozco a muchos militantes socialistas de base, alguno de ellos histórico, que en privado me dicen que no entienden lo que está ocurriendo en su partido de toda la vida. En el caso del País Vasco, esos militantes tienen muy vivo el recuerdo del enorme sacrificio realizado para mantener las libertades en una parte de España donde la banda terrorista ETA les asesinaba por el simple hecho de ser socialistas y defender principios democráticos básicos.
Y aquí empezó uno de los problemas, cuando Pedro Sánchez todavía era estudiante. El problema tiene nombre: Jesús Eguiguren, que posteriormente fue respaldado por el inefable Zapatero, en unos "procesos de negociación" con los asesinos que empezaron a pasar factura electoral en las urnas, y factura moral y ética en la militancia y en los veteranos que tanto estaban frecuentando los cementerios. Eguiguren negociando y ETA matando, entre otros a sus compañeros; todavía no se sabe todo (se sabrá) de lo que ocurrió entonces, pero ya se saben muchas cosas. Los socialistas de todas las federaciones no lo entendieron porque no podían, era una aberración.
Esos veteranos se revuelven desde las tumbas o desde los platós. Mientras aquí el PSOE de Pedro Sánchez coquetea con Podemos, a Felipe González el gobierno de Maduro le escupía en Venezuela por intentar defender la democracia y los derechos humanos. Veteranas y veteranos militantes de izquierdas y del mundo sindicalista se llevan las manos a la cabeza, normal, son personas que están viendo cómo el partido se autodestruye y la demoscopia dice lo que dice, es machacona y pertinaz; algunos de ellos vivieron la dictadura, la clandestinidad, "visitaron" las cárceles y fueron protagonistas de una Transición admirada por todas las sociedades del mundo.
La historia nos enseña que los partidos nacen y mueren, se crean y se destruyen. En el País Vasco tenemos dos casos recientes: ANV y EE, en el primer caso hablamos de un partido importante antes y durante la Guerra Civil, y en el segundo de un partido que desarrolló una vital tarea durante el proceso de Transición; los dos vaporizados por el devenir de la historia. En Cataluña, acabamos de ver como desaparecía Convergencia a manos de un déspota.
Para mi pesar sospecho que está activado un proceso de autodestrucción del PSOE, me parece que un artefacto explosivo se ha puesto en marcha y es tan complejo que no lo puede desactivar no solo ni el mejor TEDAX de este país, sino tampoco el mismísimo Rambo.
En Cataluña, el PSE ya es residual, pero el hecho de ¡no haber ganado en Asturias!… Queridos lectores, les aseguro que a muchos militantes "de carnet" se les han puesto los pelos como escarpias. No se está produciendo una implosión sino una explosión.
Creo que si Indalecio Prieto o Julián Besteiro levantasen la cabeza, sufrirían un soponcio.
Con una elevada probabilidad estamos asistiendo al final del Partido Socialista Obrero Español, o, por lo menos, al principio del final. Un proceso de autodestrucción que pasará a los anales de la historia y que tiene alguna causa externa y muchas internas.
Un partido fundado el 2 de mayo de 1879, camino de siglo y medio, por un hombre de buena fe que se llamaba Pablo Iglesias, no Pablo Manuel Iglesias (hasta de eso se ha apropiado), miembro de la Internacional Socialista, del Partido Socialista Europeo, y del grupo europeo Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, y con más de un cuarto de millón de afiliados.
El otro día, una eurodiputada, que no es del PSOE, me decía que en Bruselas los socialistas de los 27 países (y alguno del 28) están alucinando varias veces por segundo.
Este gran partido eliminó el marxismo de su ideario político en el congreso extraordinario que celebró en 1979, antes de la caída del muro de Berlín.
Hecatombe pronosticable. Pase lo que pase, es obvio que Pedro Sánchez no tiene posibilidad alguna de gobernar, y si lo consigue será todavía peor porque lo que gobernará será un desgobierno en toda regla, y al caos solo lo gobiernan las leyes conocidas de la física cuántica. Pero quedan ya negro sobre blanco sus devaneos con los radicales de ultraizquierda financiados por dictaduras, y los que también ha tenido y tiene con los sectores independentistas, que siempre lo fueron, pero que gracias a Zapatero ahora son más fuertes.
Conozco a muchos militantes socialistas de base, alguno de ellos histórico, que en privado me dicen que no entienden lo que está ocurriendo en su partido de toda la vida. En el caso del País Vasco, esos militantes tienen muy vivo el recuerdo del enorme sacrificio realizado para mantener las libertades en una parte de España donde la banda terrorista ETA les asesinaba por el simple hecho de ser socialistas y defender principios democráticos básicos.
Y aquí empezó uno de los problemas, cuando Pedro Sánchez todavía era estudiante. El problema tiene nombre: Jesús Eguiguren, que posteriormente fue respaldado por el inefable Zapatero, en unos "procesos de negociación" con los asesinos que empezaron a pasar factura electoral en las urnas, y factura moral y ética en la militancia y en los veteranos que tanto estaban frecuentando los cementerios. Eguiguren negociando y ETA matando, entre otros a sus compañeros; todavía no se sabe todo (se sabrá) de lo que ocurrió entonces, pero ya se saben muchas cosas. Los socialistas de todas las federaciones no lo entendieron porque no podían, era una aberración.
Esos veteranos se revuelven desde las tumbas o desde los platós. Mientras aquí el PSOE de Pedro Sánchez coquetea con Podemos, a Felipe González el gobierno de Maduro le escupía en Venezuela por intentar defender la democracia y los derechos humanos. Veteranas y veteranos militantes de izquierdas y del mundo sindicalista se llevan las manos a la cabeza, normal, son personas que están viendo cómo el partido se autodestruye y la demoscopia dice lo que dice, es machacona y pertinaz; algunos de ellos vivieron la dictadura, la clandestinidad, "visitaron" las cárceles y fueron protagonistas de una Transición admirada por todas las sociedades del mundo.
La historia nos enseña que los partidos nacen y mueren, se crean y se destruyen. En el País Vasco tenemos dos casos recientes: ANV y EE, en el primer caso hablamos de un partido importante antes y durante la Guerra Civil, y en el segundo de un partido que desarrolló una vital tarea durante el proceso de Transición; los dos vaporizados por el devenir de la historia. En Cataluña, acabamos de ver como desaparecía Convergencia a manos de un déspota.
Para mi pesar sospecho que está activado un proceso de autodestrucción del PSOE, me parece que un artefacto explosivo se ha puesto en marcha y es tan complejo que no lo puede desactivar no solo ni el mejor TEDAX de este país, sino tampoco el mismísimo Rambo.
En Cataluña, el PSE ya es residual, pero el hecho de ¡no haber ganado en Asturias!… Queridos lectores, les aseguro que a muchos militantes "de carnet" se les han puesto los pelos como escarpias. No se está produciendo una implosión sino una explosión.
Creo que si Indalecio Prieto o Julián Besteiro levantasen la cabeza, sufrirían un soponcio.