La amenaza de la "taqiyya"
Islamistas infiltrados (II)
El jueves 21 de abril publiqué un artículo titulado “Islamistas infiltrados”, en el que hacía referencia a un problema singular que ya está presente en nuestra sociedad y, en concreto, y con seguridad absoluta, en algunas unidades militares de nuestro ejército. En ese artículo hablaba de una exención peculiar que se puede producir en el caso de un radical yihadista infiltrado, o que esté pensando en actuar como infiltrado. No definí la cuestión.
Hablo de la “taqiyya”, palabra muy relacionada con el concepto de “kitmän” (reserva mental o camuflaje político), que es la manera de mimetizarse ante un enemigo real o potencial. Se trata de un permiso especial que se comete a determinados musulmanes para cometer un pecado. La taqiyya inicialmente se utilizó entre grupos musulmanes enfrentados, principalmente entre chiitas y sunítas. En este punto, creo que es adecuado recordar que esa lucha ancestral sigue vigente y que es la principal fuente de enfrentamiento entre musulmanes.
En esencia, se trata de estar habilitado para mentir sin cometer pecado, algo imprescindible en un proceso de infiltración, porque sin la mentira la misión sería impracticable y cuando la mentira está prohibida por tu religión surge un problema que requiere de una excepción muy especial y que tiene que ir más allá de lo que conocemos como "bula papal". Imaginen que a un católico practicante se le ocurre incumplir sistemáticamente los mandamientos, automáticamente comete pecado y si asesina, cometería un pecado capital.
Existe un debate entre los estudiosos de El Corán acerca de hasta qué punto la taqiyya está preconfigurada en el libro sagrado musulmán. Algunos piensan que no, y otros, lo contrario. Pero ocurre que sí existe consenso acerca del contenido del azora XVI - aleyas 108-111 -. Se trata de la famosa azora de la abeja: "Sobre quien reniega de Dios después de su profesión de fe -se exceptúa quien fue forzado, pero cuyo corazón está firme en la fe-, y sobre quien abre su pecho a la impiedad, sobre ésos caerá el enojo de Dios y tendrán un terrible tormento".
Lo mismo encontramos en el azora III -aleyas 27-28-: "Los creyentes no tomarán por amigos a los infieles, prescindiendo de los creyentes: quienes hagan eso, no tendrán nada procedente de Dios -a no ser que teman algo de su parte-. Dios os advierte acerca de él. Hacia Dios conduce el porvenir."
A lo largo del libro existen muchas referencias a la taqiyya y al concepto de kitmän. Si tenemos en cuenta que hablamos de un libro inmodificable, pero evidentemente susceptible de diversas interpretaciones, es fácil concluir que una de las aberraciones que está haciendo el Daesh (autodenominado Estado Islámico) es prometer a sus potenciales infiltrados esta excepción, que sí está escrita en El Corán.
No quiero ser alarmista, pero una persona adoctrinada en el uso de la taqiyya es una auténtica bomba de relojería, porque va a intentar pasar lo más desapercibida que pueda, para lo cual se distanciará de los usos habituales de un "buen" musulmán, consiguiendo que su calificación como sospechoso yihadista sea socialmente inhibida.
Por desgracia. ya tenemos algunos ejemplos, pero teniendo en cuenta el avance en nuestro conocimiento de sus tácticas ocurrirá que ellos las perfeccionarán en términos proporcionales y asimétricos. No hay que fijarse en una persona con cierta indumentaria que practica cinco rezos al día orientando su cuerpo a oriente, tenemos que fijarnos en un musulmán que hace lo contrario e intenta mimetizarse incumpliendo sus propias y sagradas reglas, amparado por la taqiyya.
La taqiyya es el arma más poderosa que tienen contra nosotros, hasta que consigan armamento nuclear o biológico. De hecho, probablemente es el mecanismo más adecuado que tienen para conseguir este tipo de bombas.
El jueves 21 de abril publiqué un artículo titulado “Islamistas infiltrados”, en el que hacía referencia a un problema singular que ya está presente en nuestra sociedad y, en concreto, y con seguridad absoluta, en algunas unidades militares de nuestro ejército. En ese artículo hablaba de una exención peculiar que se puede producir en el caso de un radical yihadista infiltrado, o que esté pensando en actuar como infiltrado. No definí la cuestión.
Hablo de la “taqiyya”, palabra muy relacionada con el concepto de “kitmän” (reserva mental o camuflaje político), que es la manera de mimetizarse ante un enemigo real o potencial. Se trata de un permiso especial que se comete a determinados musulmanes para cometer un pecado. La taqiyya inicialmente se utilizó entre grupos musulmanes enfrentados, principalmente entre chiitas y sunítas. En este punto, creo que es adecuado recordar que esa lucha ancestral sigue vigente y que es la principal fuente de enfrentamiento entre musulmanes.
En esencia, se trata de estar habilitado para mentir sin cometer pecado, algo imprescindible en un proceso de infiltración, porque sin la mentira la misión sería impracticable y cuando la mentira está prohibida por tu religión surge un problema que requiere de una excepción muy especial y que tiene que ir más allá de lo que conocemos como "bula papal". Imaginen que a un católico practicante se le ocurre incumplir sistemáticamente los mandamientos, automáticamente comete pecado y si asesina, cometería un pecado capital.
Existe un debate entre los estudiosos de El Corán acerca de hasta qué punto la taqiyya está preconfigurada en el libro sagrado musulmán. Algunos piensan que no, y otros, lo contrario. Pero ocurre que sí existe consenso acerca del contenido del azora XVI - aleyas 108-111 -. Se trata de la famosa azora de la abeja: "Sobre quien reniega de Dios después de su profesión de fe -se exceptúa quien fue forzado, pero cuyo corazón está firme en la fe-, y sobre quien abre su pecho a la impiedad, sobre ésos caerá el enojo de Dios y tendrán un terrible tormento".
Lo mismo encontramos en el azora III -aleyas 27-28-: "Los creyentes no tomarán por amigos a los infieles, prescindiendo de los creyentes: quienes hagan eso, no tendrán nada procedente de Dios -a no ser que teman algo de su parte-. Dios os advierte acerca de él. Hacia Dios conduce el porvenir."
A lo largo del libro existen muchas referencias a la taqiyya y al concepto de kitmän. Si tenemos en cuenta que hablamos de un libro inmodificable, pero evidentemente susceptible de diversas interpretaciones, es fácil concluir que una de las aberraciones que está haciendo el Daesh (autodenominado Estado Islámico) es prometer a sus potenciales infiltrados esta excepción, que sí está escrita en El Corán.
No quiero ser alarmista, pero una persona adoctrinada en el uso de la taqiyya es una auténtica bomba de relojería, porque va a intentar pasar lo más desapercibida que pueda, para lo cual se distanciará de los usos habituales de un "buen" musulmán, consiguiendo que su calificación como sospechoso yihadista sea socialmente inhibida.
Por desgracia. ya tenemos algunos ejemplos, pero teniendo en cuenta el avance en nuestro conocimiento de sus tácticas ocurrirá que ellos las perfeccionarán en términos proporcionales y asimétricos. No hay que fijarse en una persona con cierta indumentaria que practica cinco rezos al día orientando su cuerpo a oriente, tenemos que fijarnos en un musulmán que hace lo contrario e intenta mimetizarse incumpliendo sus propias y sagradas reglas, amparado por la taqiyya.
La taqiyya es el arma más poderosa que tienen contra nosotros, hasta que consigan armamento nuclear o biológico. De hecho, probablemente es el mecanismo más adecuado que tienen para conseguir este tipo de bombas.