La nueva EH-Bildu
La coalición EH-Bildu ha llevado a cabo un congreso que han calificado de refundador. Este acto concluye un proceso que ha durado muchos meses, y que ha estado marcado por los hechos que se producían en torno a la desaparición logística de ETA y al cambio de paradigma que ello ha supuesto, a la inevitable renovación generacional de Sortu, a la desaparición fáctica de Aralar, al cisma definitivo que nos han ofrecido los restos de Eusko Alkartasuna, al fortalecimiento del PNV y, por supuesto, a la aparición de Podemos en el escenario político.
La nueva EH-Bildu, como ellos la definen, la siguen componiendo en un plano estrictamente teórico Sortu, Eusko Alkartasuna, Aralar, Alternatiba y los siempre indefinidos e indeterminables "independientes". En el Palacio Euskalduna se aprobó por amplia mayoría el documento político y los nuevos estatutos, que en su artículo nº 3 definen a la coalición: "EH-Bildu es un sujeto político con forma de coalición, estructura de partido, y naturaleza de movimiento, que aúna en su seno lo mejor de estas tres tradiciones organizativas, la pluralidad ideológica de las coaliciones, la eficacia de las estructuras de partido y la horizontalidad y la participación de los movimientos populares". Alambicada definición.
En la práctica se configura un modelo organizativo que refuerza el control de Sortu, ante la desaparición de ETA, Eusko Alkartasuna y Aralar, y que es la reproducción del que siempre nos ha mostrado Herri Batasuna. Se trata de un modelo de democracia centralista de corte leninista, con una centralidad en la toma de decisiones a partir de una estructura territorial que mantiene los elementos de municipio -eskualde-herrialde-nacional, con la diferencia de que ahora a las bases se las llama “bilkides”, y en la cúspide de la pirámide ya no está ETA.
Ahora, el órgano de control ejecutivo se llama Mesa Política, compuesta por 22 miembros que son la representación de sus diputados, sus junteros, sus concejales, los socios que compone la coalición, y su estructura territorial (Iparralde desaparece). Pretenden que la figura del “bilkide” (según su traducción, militante) sea básica, pero su capacidad decisoria queda limitada desde la aprobación de los estatutos, y para pertenecer a esa categoría habrá que superar el filtro de la Mesa Política local; están generando una nueva base de datos.
Las aspiraciones políticas que encontramos en su programa pasan por la creación de "un estado refugio", para "proteger y cuidar a la gente" (Otegi, dixit), y para que cada ciudadano "recupere su soberanía y decida sobre su vida", la lucha contra el neoliberalismo, contra las instituciones europeas, y contra lo que califican de revolución conservadora, amén de intentar incluir todo tipo de reivindicaciones populares.
Y la pretensión de conformar una "izquierda plural sin complejos que va desde la socialdemocracia hasta planteamientos comunistas", propósito que se antoja muy ambicioso porque implica aspirar a cubrir más del 50% del espectro político.
El horizonte inmediato tiene objetivos concretos: las próximas elecciones municipales y forales de mayo del 2019, que serán una auténtica prueba de fuego con un enemigo a batir: el PNV. Largo camino que deparará muchos acontecimientos a nivel nacional e internacional que están fijados en el calendario, y muchísimos que no somos capaces ni de prever ni de imaginar.
Por lo que pronostico convulsiones internas en esa amalgama con apariencia de coalición (que ahora llaman federación), pero que es Herri Batasuna refundada por enésima vez, convulsiones que surgirán principalmente en el seno de Sortu, más allá de la actual y minúscula disidencia protagonizada por un pequeño sector de los presos de ETA y el colectivo ATA.
La ausencia de una ETA directora deja un vacío de poder susceptible de ser ocupado por diferentes componentes y personas, que sin el ejercicio de la violencia asesina no tendrán la autoridad que tenía la “Organización”. El pretendido tránsito hacia un modelo de partido convencional se encontrará con el problema de una historia grabada a fuego y sangre durante cuarenta años, que ha sentado cátedra en los modos y en las formas.
De este histórico Congreso nos quedará para el recuerdo la imagen de Maddalen Iriarte, actual portavoz en el Parlamento vasco, luciendo una piedra en la mano para mayor éxtasis de todos los asistentes.
La coalición EH-Bildu ha llevado a cabo un congreso que han calificado de refundador. Este acto concluye un proceso que ha durado muchos meses, y que ha estado marcado por los hechos que se producían en torno a la desaparición logística de ETA y al cambio de paradigma que ello ha supuesto, a la inevitable renovación generacional de Sortu, a la desaparición fáctica de Aralar, al cisma definitivo que nos han ofrecido los restos de Eusko Alkartasuna, al fortalecimiento del PNV y, por supuesto, a la aparición de Podemos en el escenario político.
La nueva EH-Bildu, como ellos la definen, la siguen componiendo en un plano estrictamente teórico Sortu, Eusko Alkartasuna, Aralar, Alternatiba y los siempre indefinidos e indeterminables "independientes". En el Palacio Euskalduna se aprobó por amplia mayoría el documento político y los nuevos estatutos, que en su artículo nº 3 definen a la coalición: "EH-Bildu es un sujeto político con forma de coalición, estructura de partido, y naturaleza de movimiento, que aúna en su seno lo mejor de estas tres tradiciones organizativas, la pluralidad ideológica de las coaliciones, la eficacia de las estructuras de partido y la horizontalidad y la participación de los movimientos populares". Alambicada definición.
En la práctica se configura un modelo organizativo que refuerza el control de Sortu, ante la desaparición de ETA, Eusko Alkartasuna y Aralar, y que es la reproducción del que siempre nos ha mostrado Herri Batasuna. Se trata de un modelo de democracia centralista de corte leninista, con una centralidad en la toma de decisiones a partir de una estructura territorial que mantiene los elementos de municipio -eskualde-herrialde-nacional, con la diferencia de que ahora a las bases se las llama “bilkides”, y en la cúspide de la pirámide ya no está ETA.
Ahora, el órgano de control ejecutivo se llama Mesa Política, compuesta por 22 miembros que son la representación de sus diputados, sus junteros, sus concejales, los socios que compone la coalición, y su estructura territorial (Iparralde desaparece). Pretenden que la figura del “bilkide” (según su traducción, militante) sea básica, pero su capacidad decisoria queda limitada desde la aprobación de los estatutos, y para pertenecer a esa categoría habrá que superar el filtro de la Mesa Política local; están generando una nueva base de datos.
Las aspiraciones políticas que encontramos en su programa pasan por la creación de "un estado refugio", para "proteger y cuidar a la gente" (Otegi, dixit), y para que cada ciudadano "recupere su soberanía y decida sobre su vida", la lucha contra el neoliberalismo, contra las instituciones europeas, y contra lo que califican de revolución conservadora, amén de intentar incluir todo tipo de reivindicaciones populares.
Y la pretensión de conformar una "izquierda plural sin complejos que va desde la socialdemocracia hasta planteamientos comunistas", propósito que se antoja muy ambicioso porque implica aspirar a cubrir más del 50% del espectro político.
El horizonte inmediato tiene objetivos concretos: las próximas elecciones municipales y forales de mayo del 2019, que serán una auténtica prueba de fuego con un enemigo a batir: el PNV. Largo camino que deparará muchos acontecimientos a nivel nacional e internacional que están fijados en el calendario, y muchísimos que no somos capaces ni de prever ni de imaginar.
Por lo que pronostico convulsiones internas en esa amalgama con apariencia de coalición (que ahora llaman federación), pero que es Herri Batasuna refundada por enésima vez, convulsiones que surgirán principalmente en el seno de Sortu, más allá de la actual y minúscula disidencia protagonizada por un pequeño sector de los presos de ETA y el colectivo ATA.
La ausencia de una ETA directora deja un vacío de poder susceptible de ser ocupado por diferentes componentes y personas, que sin el ejercicio de la violencia asesina no tendrán la autoridad que tenía la “Organización”. El pretendido tránsito hacia un modelo de partido convencional se encontrará con el problema de una historia grabada a fuego y sangre durante cuarenta años, que ha sentado cátedra en los modos y en las formas.
De este histórico Congreso nos quedará para el recuerdo la imagen de Maddalen Iriarte, actual portavoz en el Parlamento vasco, luciendo una piedra en la mano para mayor éxtasis de todos los asistentes.