Resta y sigue, Cataluña
Los niveles de esperpento que se están alcanzando en la Comunidad Autónoma de Cataluña son tan preocupantes como generadores de hastío.
Preocupantes porque son el resultado de las reiteradas decisiones de casi la mitad de ciudadanos catalanes, que en sus sucesivas prácticas democráticas han ejercido su derecho a votar y han configurado el panorama actual. El recuerdo de los resultados de las últimas elecciones autonómicas es tan cercano, y la participación fue tan alta, que me lleva a pensar en la existencia de una sociedad enferma.
Los psiquiatras escribirán tesis doctorales intentando explicar las razones de un comportamiento colectivo tan autodestructivo y tan ilógico; los sociólogos y politológos buscaremos respuestas a preguntas complejas que todos nos hacemos.
Y generadores de hastío porque la mayoría de españoles (y espero que muchos catalanes) estamos hartos de seguir inyectando dinero de nuestros bolsillos para que ese esperpento continue, y hartos de sentir vergüenza ajena ante unos supuestos conciudadanos cuyo aberrante comportamiento soportamos, en todos los sentidos del término, bajo premisas supremacistas y el desprecio que les provocamos. (“Los españoles me dan pena", amen de tener que aguantar que nos consideren vagos y ladrones, "España nos roba”).
El hastío y las noticias de los detalles del palacio de Puigdemont en la carísima Bruselas o el nuevo peinado de Anna Gabriel en la todavía más cara Suiza, nos llevan a olvidar que las empresas siguen huyendo de Cataluña, que no pasan ni 48 horas sin que una se lleve su domicilio social fuera de territorio tan hostil, porque el comportamiento de los responsables políticos y sociales catalanes y algunos no catalanes sigue incrementando la inseguridad jurídica. Son empresas que toman decisiones difíciles y costosas y que no volverán, tal y como ya ocurrió en Québec. La limitada intervención del gobierno no ha parado esos procesos, únicamente los ha ralentizado.
Para los principales artífices de este disparate, las prioridades no son mantener el Mobile World Congress en Barcelona, son otras más personales e inconfesables, y como tienen esa categoría tan privada y prioritaria, a sus decisores les da igual el costo.
Creo que también se nos olvida con frecuencia que el esperpento, cual cortina de humo, oculta cuánto tiempo lleva esta Comunidad Autónoma sin Gobierno. La suave y tardía aplicación que el timorato gobierno de Rajoy ha hecho del Art.155 CE no se puede calificar de Gobierno: ni en la sombra, ni en la luz, ni en la penumbra.
Asisto atónito a la verificación de cómo el enorme esfuerzo realizado por el secesionismo, utilizando el sistema educativo y los medios de comunicación públicos y algunos privados, ha dado frutos equiparables a un lavado de cerebro colectivo, como si de una enorme y potente secta se tratase, y es como si diese miedo hablar de esto. Tienen serios problemas para reescribir la prehistoria sin entrar en el peligroso y resbaladizo terreno del genetismo, pero han retocado la historia de la Edad Antigua, corregido la de la Edad Media, cambiado notablemente la de la Edad Moderna, y están escribiendo la contemporánea.
A la par que destruyen la realidad de las últimas décadas y la del presente, cambian el pasado, con el único objetivo instrumental de lograr la creación de su arcadia racista y autoritaria. Recuerdo las aterradoras escenas de la película "1984", en la que grupos de ciudadanos trabajan con fruición eliminando palabras del diccionario.
El costo económico y financiero de lo que está ocurriendo es inconmensurable, y aunque es muy cierto que ya muchos estudiosos están intentando cuantificarlo, dudo que la totalidad del mismo sea calculable, porque matemáticamente debemos tener en cuenta tantas variables, tantísimas derivadas, durante tantos años, que pienso que hasta el magnifico súperservidor "Mare Nostrum" (costeado por todos nosotros) reventaría.
Mientras estas cosas suceden, en España tenemos las cárceles llenas de personas que han cometido delitos castigados con penas muy inferiores a las que prevé el mismo Código Penal para los casos de sedición o rebelión. Se tergiversa el concepto de prisión preventiva en función de lo que todos imaginamos y nos causa zozobra, para algunos reos mucha y para otros ninguna, en función de intereses bastardos. Alguna responsabilidad tendrá algún magistrado y algún fiscal.
Da igual que en los próximos tiempos se configure o no un gobierno en la Generalitat, que sea más o menos estable; da igual que el delincuente Puigdemont siga viviendo en Waterloo, o que Anna Gabriel vuelva a cambiarse el peinado. El daño ya está hecho y como si de un virus mutante de acción retardada se tratase, no ha hecho más que empezar a actuar, se ha manifestado y nos ha mostrado y demostrado sus patológicos efectos. La disminución del apoyo al independentismo que detectan los últimos análisis demoscópicos es coyuntural.
La solución que a mí se me ocurre para resolver este artifical conflicto es el colmo de la incorrección política, y me cuesta sonoros "tortazos" y cosas peores cada vez que la expreso, pero no puedo evitar pensar que en ocasiones el enfermo está pidiendo a gritos...
Hace tiempo conté en esta columna la anécdota que había vivido de pequeño, cuando algún compañero de colegio en mi ciudad de nacimiento (Barcelona) me llamó "charnego" porque mis abuelos no habían nacido en Cataluña. Casi medio siglo después me alegro de ser para ellos un "charnego", y me siento orgulloso, más que nunca, de mis abuelos que no habían nacido en Cataluña; defendian sencillos y grandes valores, y fueron a Cataluña a trabajar.
Estoy convencido que en la vida la mayoría de las personas intentamos sumar en la medida de nuestras posibilidades, tanto como lo estoy de que allí, en este caso, casi la mitad de las personas está restando.
Estimados lectores, atención a los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR).
Los niveles de esperpento que se están alcanzando en la Comunidad Autónoma de Cataluña son tan preocupantes como generadores de hastío.
Preocupantes porque son el resultado de las reiteradas decisiones de casi la mitad de ciudadanos catalanes, que en sus sucesivas prácticas democráticas han ejercido su derecho a votar y han configurado el panorama actual. El recuerdo de los resultados de las últimas elecciones autonómicas es tan cercano, y la participación fue tan alta, que me lleva a pensar en la existencia de una sociedad enferma.
Los psiquiatras escribirán tesis doctorales intentando explicar las razones de un comportamiento colectivo tan autodestructivo y tan ilógico; los sociólogos y politológos buscaremos respuestas a preguntas complejas que todos nos hacemos.
Y generadores de hastío porque la mayoría de españoles (y espero que muchos catalanes) estamos hartos de seguir inyectando dinero de nuestros bolsillos para que ese esperpento continue, y hartos de sentir vergüenza ajena ante unos supuestos conciudadanos cuyo aberrante comportamiento soportamos, en todos los sentidos del término, bajo premisas supremacistas y el desprecio que les provocamos. (“Los españoles me dan pena", amen de tener que aguantar que nos consideren vagos y ladrones, "España nos roba”).
El hastío y las noticias de los detalles del palacio de Puigdemont en la carísima Bruselas o el nuevo peinado de Anna Gabriel en la todavía más cara Suiza, nos llevan a olvidar que las empresas siguen huyendo de Cataluña, que no pasan ni 48 horas sin que una se lleve su domicilio social fuera de territorio tan hostil, porque el comportamiento de los responsables políticos y sociales catalanes y algunos no catalanes sigue incrementando la inseguridad jurídica. Son empresas que toman decisiones difíciles y costosas y que no volverán, tal y como ya ocurrió en Québec. La limitada intervención del gobierno no ha parado esos procesos, únicamente los ha ralentizado.
Para los principales artífices de este disparate, las prioridades no son mantener el Mobile World Congress en Barcelona, son otras más personales e inconfesables, y como tienen esa categoría tan privada y prioritaria, a sus decisores les da igual el costo.
Creo que también se nos olvida con frecuencia que el esperpento, cual cortina de humo, oculta cuánto tiempo lleva esta Comunidad Autónoma sin Gobierno. La suave y tardía aplicación que el timorato gobierno de Rajoy ha hecho del Art.155 CE no se puede calificar de Gobierno: ni en la sombra, ni en la luz, ni en la penumbra.
Asisto atónito a la verificación de cómo el enorme esfuerzo realizado por el secesionismo, utilizando el sistema educativo y los medios de comunicación públicos y algunos privados, ha dado frutos equiparables a un lavado de cerebro colectivo, como si de una enorme y potente secta se tratase, y es como si diese miedo hablar de esto. Tienen serios problemas para reescribir la prehistoria sin entrar en el peligroso y resbaladizo terreno del genetismo, pero han retocado la historia de la Edad Antigua, corregido la de la Edad Media, cambiado notablemente la de la Edad Moderna, y están escribiendo la contemporánea.
A la par que destruyen la realidad de las últimas décadas y la del presente, cambian el pasado, con el único objetivo instrumental de lograr la creación de su arcadia racista y autoritaria. Recuerdo las aterradoras escenas de la película "1984", en la que grupos de ciudadanos trabajan con fruición eliminando palabras del diccionario.
El costo económico y financiero de lo que está ocurriendo es inconmensurable, y aunque es muy cierto que ya muchos estudiosos están intentando cuantificarlo, dudo que la totalidad del mismo sea calculable, porque matemáticamente debemos tener en cuenta tantas variables, tantísimas derivadas, durante tantos años, que pienso que hasta el magnifico súperservidor "Mare Nostrum" (costeado por todos nosotros) reventaría.
Mientras estas cosas suceden, en España tenemos las cárceles llenas de personas que han cometido delitos castigados con penas muy inferiores a las que prevé el mismo Código Penal para los casos de sedición o rebelión. Se tergiversa el concepto de prisión preventiva en función de lo que todos imaginamos y nos causa zozobra, para algunos reos mucha y para otros ninguna, en función de intereses bastardos. Alguna responsabilidad tendrá algún magistrado y algún fiscal.
Da igual que en los próximos tiempos se configure o no un gobierno en la Generalitat, que sea más o menos estable; da igual que el delincuente Puigdemont siga viviendo en Waterloo, o que Anna Gabriel vuelva a cambiarse el peinado. El daño ya está hecho y como si de un virus mutante de acción retardada se tratase, no ha hecho más que empezar a actuar, se ha manifestado y nos ha mostrado y demostrado sus patológicos efectos. La disminución del apoyo al independentismo que detectan los últimos análisis demoscópicos es coyuntural.
La solución que a mí se me ocurre para resolver este artifical conflicto es el colmo de la incorrección política, y me cuesta sonoros "tortazos" y cosas peores cada vez que la expreso, pero no puedo evitar pensar que en ocasiones el enfermo está pidiendo a gritos...
Hace tiempo conté en esta columna la anécdota que había vivido de pequeño, cuando algún compañero de colegio en mi ciudad de nacimiento (Barcelona) me llamó "charnego" porque mis abuelos no habían nacido en Cataluña. Casi medio siglo después me alegro de ser para ellos un "charnego", y me siento orgulloso, más que nunca, de mis abuelos que no habían nacido en Cataluña; defendian sencillos y grandes valores, y fueron a Cataluña a trabajar.
Estoy convencido que en la vida la mayoría de las personas intentamos sumar en la medida de nuestras posibilidades, tanto como lo estoy de que allí, en este caso, casi la mitad de las personas está restando.
Estimados lectores, atención a los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR).