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La Tribuna del País Vasco
Sábado, 03 de Noviembre de 2018 Tiempo de lectura:

Un Gobierno golpista

Una chusma de extrema izquierda conformada por un PSOE en ruinas acompañado de una extensa horda de radicales podemitas, filoetarras, independentistas, antisistema, racistas y populistas, y avalada por el PNV, ha tomado el control del Gobierno para convertir a este país en un estercolero ético y político, de claro aliento golpista, sobre el que construir un nuevo Frente Popular, tan totalitario como el que abrió las puertas a la guerra civil española.

 

No hay que engañarse. Quienes están gobernando España, legitimados también por un Partido Popular dimisionario rebosante de estupidez política, de anomia ideológica y de desvergüenza moral, son los mismos que llevan décadas transmitiendo la idea de que siempre hay una causa “decente” detrás de las bandas terroristas que actúan contra los valores occidentales y que se posicionan permanentemente junto a tantos miserables como abundan en España especializados en aprovecharse de nuestro sistema de libertades, de nuestro Estado del bienestar, de nuestras “leyes burguesas” y de nuestro irrenunciable derecho a la libertad de expresión para tratar de promover una agenda oculta de iniciativas y objetivos que tiene más que ver con la revolución comunista, las revueltas bolivarianas y con las algaradas antisistema que con la búsqueda del desarrollo, el progreso y el bienestar para todos los ciudadanos.

 

A cambio de poner en venta el Estado democrático, Pedro Sánchez ha sido entronado y está siendo mantenido en el Gobierno por un conglomerado infecto, sectario y barriobajero de izquierdistas bananeros e independentistas xenófobos que no se cansan de exigir guillotinas para todos quienes no rebuznan como ellos. Y, de esta forma, se ha convertido en un presidente legítimo pero indecente que gobierna bajo mínimos un territorio sonrojante en el que el término diálogo se santifica como una panacea casi mística, en el que el recurso a la “libertad de expresión” sirve para justificar todo tipo de acciones totalitarias, en el que se identifica como “fascista” a todo aquel que se atreve a disentir de su pensamiento único presuntamente progresista y en el que las más inmensas necedades morales e intelectuales, a fuerza de repetirse incesantemente, acaban convirtiéndose en pretendidas verdades colectivas.


Ante esta realidad escabrosa y ante la constatación cierta de que el anillo de partidos políticos infames que se ha hecho con el control de España, la 14 potencia económica mundial, representa indudablemente el sentir de millones de ciudadanos, solamente podemos hacernos una pregunta, fijándonos, sobre todo, en el futuro de nuestros hijos: ¿Qué sociedad puede alumbrarse con esta mugre humana que mezcla proterrorismo militante, ecofascismo, totalitarismo identitario, integrismo ideológico, fanatismo político y una inmunda ideología de género y que, en el fondo, lo único que demuestra es un odio visceral a nuestro sistema de libertades y a los valores éticos que conforman nuestra forma de vida?


Pedro Carlos González Cuevas, profesor de Historia de las Ideas en UNED y uno de los analistas más destacados del país, en una entrevista publicada en La Tribuna del País Vasco hace ya más de tres años, ya adelantó la situación que ahora vivimos: “Este crecimiento de la izquierda radical no solo es un peligro para el sistema democrático sino que es también, y esto es casi más importante, una clara amenaza para el Estado y para la nación española. Sin Estado y sin nación, no hay democracia. En España, hay una crisis global. Una crisis económica, una crisis del modelo de Estado, una crisis de representación y una grave crisis social. Todo el sistema de convivencia que nació con la Transición, está en cuestión. No digo que vaya a caer en unos pocos días, pero se encuentra muy cuestionado. Si en los próximos meses la izquierda radical consigue una representación importante en las instituciones, esta situación se agravará. Y nuestra sociedad estará realmente en peligro (...)  Además, la izquierda y la extrema izquierda española creen, siguiendo a Lenin, que los nacionalismos favorecen la subversión, ya que una forma de acabar con el Estado es fragmentándolo. Ahora mismo, Izquierda Unida o Podemos y otras fuerzas lo que buscan es unirse con los nacionalistas para destruir el Estado. Es así de simple. Y de tremendo”.

 

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