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Lunes, 22 de Junio de 2020 Tiempo de lectura:
El nuevo totalitarismo rojo

Los medios de comunicación del sistema se arrodillan ante los activistas comunistas del Black Lives Matter y censuran cualquier voz crítica con la violencia racial

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El pasado domingo 7 de junio, The New York Times, vocero mediático de la izquierda mundial, bajaba un escalón más en su constante e imparable descenso hacia la irrelevancia y la indignidad al despedir fulminantemente a su jefe de Opinión, James Bennet. ¿El motivo de la defenestración inmediata de este periodista? Permitir que durante las protestas nacionales impulsadas por los activistas comunistas del movimiento Black Lives Matter y por el grupo filoterrorista "Antifa" tras la muerte de George Floyd, se publicara en la edición del Post un artículo del senador republicano Tom Cooton, en el que éste se mostraba a favor de movilizar al Ejército para frenar el clima de caos violento, fanático e irracional que se expandía por el país.

 

Fueron los propios periodistas y los directivos del diario neoyorquino los que, siguiendo el manual del buen censor marxista, exigieron, a través de las redes sociales, la lapidación pública de Bennet, a quien además, impusieron incluir una “nota editorial” en el artículo de Cooton para ¡explicar! las razones de su "equivocación" al publicarlo.

 

Tras la defenestración de Bennet, los muchos liquidadores de la libertad de expresión y del pensamiento conservador que asuelan Occidente, especialmente en Europa y Estados Unidos, no han perdido el tiempo y no han dejado de trabajar para controlar lo que se dice, cómo se dice, quién lo dice y cuándo lo dice.

 

Según informa la revista australiana Quillette, convertida en uno de los pocos reductos de libertad periodística, de compromiso intelectual y de firmeza ética que van quedando en el mundo, el espectáculo indignante y barriobajero dado por The New York Times, no ha cesado de tener imitadores:

 

Un profesor de la Universidad de California (UCLA) fue despedido por no cancelar un examen a raíz de la muerte de George Floyd.

 

Martin Shipton, un periodista de alto rango, se vio obligado a renunciar como máximo responsable editorial  del Libro del Año de Gales después de que se quejara de que la protesta Black Lives Matter (BLM) rompió las reglas de distanciamiento social del Gobierno de Gales.

 

Los principales economistas mundial, liderados por el izquierdista Paul Krugman, el mismo que jamás ha acertado una previsión económica ni por causualidad, pidieron el linchamiento profesional de Harald Uhlig, profesor de economía de la Universidad de Chicago, y exigieron que éste fuera despedido como editor del Journal of Political Economy porque criticó el movimiento BLM.

 

Stockwell Day, un ex ministro del Gobierno canadiense, perdió tres empleos después de una aparición en televisión en la que dijo que no creía que Canadá fuera un país racista, en la que afirmó que la mayoría de los canadienses no son racistas y donde señaló que el sistema no es sistemáticamente racista.

 

Cientos de “poetas” están demandando que se despida al Presidente de la Fundación de Poesía de Estados Unidos porque en la declaración oficial de condena que éste preparó tras la muerte de George Floyd señaló que "se solidariza con la comunidad negra” y denunció “la injusticia y el racismo sistémico”. En opinión de los nuevos inquisidores no fue lo suficientemente lejos.

 

David Shor, un científico de 28 años especializado en el análisis de datos, ha sido despedido por tuitear un artículo de un especialista en estudios afroamericanos de Princeton que sugiere que los disturbios callejeros son contraproducentes para lograr objetivos políticos. 

 

Además, los editores de publicaciones como Variety, Refinery29, The Philadelphia Inquirer y BonApetit, entre otras, han sido despedidos en las últimas semanas por motivos similares.

 

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