
Análisis
El Plan Financiero de la UE y la moción de censura
Entre alabanzas, entre críticas y con la desesperación de aquellos que cada día se ven obligados a cerrar sus empresas -a los que debemos añadir los trabajadores que después de un ERTE mal vivido, acaban aterrizando en las largas pistas del paro, no sin antes haber escapado a la negra sombra del Covid- vive nuestro país en este nefasto 2020.
A estas circunstancias, ya de por si nefastas, se añaden los múltiples rebrotes de infección, un sector turístico en la cuerda floja y la última noticia de escándalo: "Nunca existió el tan cacareado Comité de Expertos Covid que determinaba, independientemente del poder ejecutivo, las fases de desescalada de las CCAA".
¿Dimitió alguien? ¿Hubo manifestaciones? No hubo ni manifestaciones, ni dimisiones, ni harakiri; en pleno "siniestro total" la mayor parte de los medios de comunicación aplaude la inteligente gestión de nuestro gran líder carismático, que consiguió traer de Bruselas 140.000 millones de euros, e insultan al partido político que “amenaza” con una moción de censura, señalándolo como peligro fascista e indicando, a quién quiera molestar, donde vive su líder. ¿Dónde está la verdad?, ¿dónde la mentira?
¿Cómo funciona este plan europeo de recuperación, del que Sánchez ha sido nuestro ‘gran campeón’?
- Cada país de la Unión Europea, afectado económicamente por el Covid, debe presentar a la UE un plan estratégico de recuperación económica y, una vez sea aprobado, por cierto, a la mayoría cualificada, recibirá la subvención por tramos.
- Cada nuevo tramo, estará supeditado al cumplimiento del plan presentado. Es decir, si un país - solo un país - considera que otro país no está siguiendo el plan trazado, presentado y aprobado, puede frenar la entrega de la subvención del siguiente tramo.
El caso español
El paquete global para España es de 140.000 millones de euros, de los cuales 68.000 millones se otorgan vía préstamo rembolsable y 72.000 millones como subvención a fondo perdido. ¿Ganamos o perdemos?
Es importante señalar que de los 72.000 millones de euros a fondo perdido que España va a recibir, 35.000 millones digamos que los pone España, pues es su participación al empréstito global y solidario de la UE. Si, además, consideramos que España paga cada año 33.000 millones de intereses de la deuda, para la realización del plan de recuperación solo nos quedarían 4.000 millones de subvención al acabar el primer año y los 68.000 millones de préstamos del BCE. Dinero que por otro lado podría solicitar España emitiendo deuda sin participar en el programa, aunque eso sí, le saldría más caro. Y ello, obviando que los intereses de deuda se incrementarán cada año y que, en seis años de programa, dichos intereses representarán 200.000 mil millones de Euros. ¿Ganamos o perdemos? y ¿dónde se encuentra la verdad?
De un primer análisis se desprende claramente que lo prioritario para España es reducir la deuda, y para ello, debe reducir el déficit público, lo que solo conseguirá hacer si elimina una gran parte de sus gastos inútiles o superfluos y si mejora su inversión productiva, su sistema educativo y su seguridad jurídica, con el fin de facilitar la llegada de la inversión extranjera directa, fuente de liquidez y de empleo sostenible.
Por último, y concluyendo, si consideramos que España podría reducir cerca de 80.000 millones de euros anuales en gastos presupuestarios inútiles, la pregunta que me viene a la cabeza es ¿vale la pena ser intervenido, y perder nuestra independencia financiera, en estas condiciones?
Consultados varios profesionales sobre esta cuestión, me señalan lo siguiente:
“La verdad es que no reducir los gastos inútiles, algunos públicos y muchos parapúblicos, nos conduce a agravar la crisis y a extender los años que necesitaremos para recuperarnos. El problema no es que no seamos conscientes -me comenta uno de ellos- el problema es que nuestras opiniones no parecen tener ni la más mínima incidencia sobre las autoridades a efectos prácticos. Así es desde hace meses, lo que nos hace considerar la necesidad de una moción de censura urgente”.
“Efectivamente - añade otro de mis interlocutores - en cualquier casa que se precie, y de cualquier país, cuando hay que ‘apretarse el cinturón’ lo primero que se hace - porque es lo que uno puede controlar - es reducir los gastos ‘superfluos'. Pues bien, si esto lo hacen continuamente millones de hogares en este mundo. ¿Es ‘mucho pedir’ que el Gobierno de España, por una vez, antes de pedir que los ciudadanos arrimen el hombro, sea capaz de demostrarle a su pueblo que se ha desprendido de todos esos gastos ‘superfluos’? Me refiero a la mala práctica de gestión de triplicar estructuras organizativas y políticas, así como los miles de asesores, dietas y otras ventajas, pero nunca - insiste esta persona - deben eliminarse los gastos necesarios (sanidad, educación, etc)”.
Como hemos podido comprobar, lo difícil para algunos gobiernos - y esto lo demuestra la experiencia - es hacer la diferencia entre lo necesario o fundamental y lo inútil o superfluo. Resuelta esta diferencia, la recuperación podría ponerse en marcha, pero en el caso español, pasada la euforia de los aplausos, ya se ha abierto otro debate: ¿Es necesaria la moción de censura? Y ¿cuándo?
Uno, en su utopía social, piensa que el pueblo tiene derecho a conocer la verdad, aunque muchos crean que no es el buen momento para sacar a relucir la verdad de lo que está sucediendo, es decir, un sector amplio considera, o eso nos hacen creer, que es necesario mantener la mentira disfrazada de verdad, como esta supuesta victoria en Bruselas de nuestro Presidente, gracias a la cual, nuestra economía, con un 18,5% de caída semestral del PIB, ya está salvada, y con esta "verdad" como argumento, explican que la moción de censura puede destruir la paz social.
El argumento no es baladí, por ello me parece interesante recordar este cuento de Jean-Léon Gerôme, escrito en 1896, sobre la Verdad y la Mentira, cuando éstas se encuentran en la playa, como el sueño, o pesadilla, de una tarde de verano:
"Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron.
-Buen día. Dijo la mentira.
-Buenos días. Contestó la verdad.
-Hermoso día. Dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
- Hermoso día. Dijo entonces la verdad.
- Aún más hermoso está el lago. Dijo la mentira.
Entonces, la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo...
-El agua está aún más hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira. Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue. La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla. Es así como aún hoy en día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo."
Dicho esto, cuyo paralelismo con la situación española, no se le escapa a nadie, es notorio, creo que el partido o partidos que conduzcan la moción de censura debieran explicar a la comunidad española, además de los múltiples defectos de gestión constatados, lo que va a significar el plan de recuperación europeo para España, pero no solo eso, no olvidemos otro argumento que puede contradecir a aquellos que piensan que la moción será un acto inútil, debido a la insuficiencia de votos para hacerla pasar. ¿Cuál es ese argumento?
Los debates parlamentarios de la moción de censura entrarán en todos los hogares españoles, directamente por la televisión, y los españoles tienen derecho a conocer la verdad de lo que está pasando. Además, si analizamos el pasado, podemos observar que cuando Felipe González (PSOE) intentó una moción contra Adolfo Suarez (UCD) en 1980, esta moción fue rechazada, no obstante, preparó la campaña del 82, que finalmente ganó el PSOE. Asimismo, en 2017, Podemos inició una moción de censura contra Rajoy, que fue rechazada, pero permitió afinar los argumentos para que la moción de 2018, de Sánchez contra Rajoy, tuviese éxito y en esa ocasión, como explicamos en un precedente escrito, publicado en La Tribuna del País Vasco el 6 de junio de 2020, la moción de censura fue ganada.
Entre alabanzas, entre críticas y con la desesperación de aquellos que cada día se ven obligados a cerrar sus empresas -a los que debemos añadir los trabajadores que después de un ERTE mal vivido, acaban aterrizando en las largas pistas del paro, no sin antes haber escapado a la negra sombra del Covid- vive nuestro país en este nefasto 2020.
A estas circunstancias, ya de por si nefastas, se añaden los múltiples rebrotes de infección, un sector turístico en la cuerda floja y la última noticia de escándalo: "Nunca existió el tan cacareado Comité de Expertos Covid que determinaba, independientemente del poder ejecutivo, las fases de desescalada de las CCAA".
¿Dimitió alguien? ¿Hubo manifestaciones? No hubo ni manifestaciones, ni dimisiones, ni harakiri; en pleno "siniestro total" la mayor parte de los medios de comunicación aplaude la inteligente gestión de nuestro gran líder carismático, que consiguió traer de Bruselas 140.000 millones de euros, e insultan al partido político que “amenaza” con una moción de censura, señalándolo como peligro fascista e indicando, a quién quiera molestar, donde vive su líder. ¿Dónde está la verdad?, ¿dónde la mentira?
¿Cómo funciona este plan europeo de recuperación, del que Sánchez ha sido nuestro ‘gran campeón’?
- Cada país de la Unión Europea, afectado económicamente por el Covid, debe presentar a la UE un plan estratégico de recuperación económica y, una vez sea aprobado, por cierto, a la mayoría cualificada, recibirá la subvención por tramos.
- Cada nuevo tramo, estará supeditado al cumplimiento del plan presentado. Es decir, si un país - solo un país - considera que otro país no está siguiendo el plan trazado, presentado y aprobado, puede frenar la entrega de la subvención del siguiente tramo.
El caso español
El paquete global para España es de 140.000 millones de euros, de los cuales 68.000 millones se otorgan vía préstamo rembolsable y 72.000 millones como subvención a fondo perdido. ¿Ganamos o perdemos?
Es importante señalar que de los 72.000 millones de euros a fondo perdido que España va a recibir, 35.000 millones digamos que los pone España, pues es su participación al empréstito global y solidario de la UE. Si, además, consideramos que España paga cada año 33.000 millones de intereses de la deuda, para la realización del plan de recuperación solo nos quedarían 4.000 millones de subvención al acabar el primer año y los 68.000 millones de préstamos del BCE. Dinero que por otro lado podría solicitar España emitiendo deuda sin participar en el programa, aunque eso sí, le saldría más caro. Y ello, obviando que los intereses de deuda se incrementarán cada año y que, en seis años de programa, dichos intereses representarán 200.000 mil millones de Euros. ¿Ganamos o perdemos? y ¿dónde se encuentra la verdad?
De un primer análisis se desprende claramente que lo prioritario para España es reducir la deuda, y para ello, debe reducir el déficit público, lo que solo conseguirá hacer si elimina una gran parte de sus gastos inútiles o superfluos y si mejora su inversión productiva, su sistema educativo y su seguridad jurídica, con el fin de facilitar la llegada de la inversión extranjera directa, fuente de liquidez y de empleo sostenible.
Por último, y concluyendo, si consideramos que España podría reducir cerca de 80.000 millones de euros anuales en gastos presupuestarios inútiles, la pregunta que me viene a la cabeza es ¿vale la pena ser intervenido, y perder nuestra independencia financiera, en estas condiciones?
Consultados varios profesionales sobre esta cuestión, me señalan lo siguiente:
“La verdad es que no reducir los gastos inútiles, algunos públicos y muchos parapúblicos, nos conduce a agravar la crisis y a extender los años que necesitaremos para recuperarnos. El problema no es que no seamos conscientes -me comenta uno de ellos- el problema es que nuestras opiniones no parecen tener ni la más mínima incidencia sobre las autoridades a efectos prácticos. Así es desde hace meses, lo que nos hace considerar la necesidad de una moción de censura urgente”.
“Efectivamente - añade otro de mis interlocutores - en cualquier casa que se precie, y de cualquier país, cuando hay que ‘apretarse el cinturón’ lo primero que se hace - porque es lo que uno puede controlar - es reducir los gastos ‘superfluos'. Pues bien, si esto lo hacen continuamente millones de hogares en este mundo. ¿Es ‘mucho pedir’ que el Gobierno de España, por una vez, antes de pedir que los ciudadanos arrimen el hombro, sea capaz de demostrarle a su pueblo que se ha desprendido de todos esos gastos ‘superfluos’? Me refiero a la mala práctica de gestión de triplicar estructuras organizativas y políticas, así como los miles de asesores, dietas y otras ventajas, pero nunca - insiste esta persona - deben eliminarse los gastos necesarios (sanidad, educación, etc)”.
Como hemos podido comprobar, lo difícil para algunos gobiernos - y esto lo demuestra la experiencia - es hacer la diferencia entre lo necesario o fundamental y lo inútil o superfluo. Resuelta esta diferencia, la recuperación podría ponerse en marcha, pero en el caso español, pasada la euforia de los aplausos, ya se ha abierto otro debate: ¿Es necesaria la moción de censura? Y ¿cuándo?
Uno, en su utopía social, piensa que el pueblo tiene derecho a conocer la verdad, aunque muchos crean que no es el buen momento para sacar a relucir la verdad de lo que está sucediendo, es decir, un sector amplio considera, o eso nos hacen creer, que es necesario mantener la mentira disfrazada de verdad, como esta supuesta victoria en Bruselas de nuestro Presidente, gracias a la cual, nuestra economía, con un 18,5% de caída semestral del PIB, ya está salvada, y con esta "verdad" como argumento, explican que la moción de censura puede destruir la paz social.
El argumento no es baladí, por ello me parece interesante recordar este cuento de Jean-Léon Gerôme, escrito en 1896, sobre la Verdad y la Mentira, cuando éstas se encuentran en la playa, como el sueño, o pesadilla, de una tarde de verano:
"Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron.
-Buen día. Dijo la mentira.
-Buenos días. Contestó la verdad.
-Hermoso día. Dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
- Hermoso día. Dijo entonces la verdad.
- Aún más hermoso está el lago. Dijo la mentira.
Entonces, la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo...
-El agua está aún más hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira. Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue. La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla. Es así como aún hoy en día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo."
Dicho esto, cuyo paralelismo con la situación española, no se le escapa a nadie, es notorio, creo que el partido o partidos que conduzcan la moción de censura debieran explicar a la comunidad española, además de los múltiples defectos de gestión constatados, lo que va a significar el plan de recuperación europeo para España, pero no solo eso, no olvidemos otro argumento que puede contradecir a aquellos que piensan que la moción será un acto inútil, debido a la insuficiencia de votos para hacerla pasar. ¿Cuál es ese argumento?
Los debates parlamentarios de la moción de censura entrarán en todos los hogares españoles, directamente por la televisión, y los españoles tienen derecho a conocer la verdad de lo que está pasando. Además, si analizamos el pasado, podemos observar que cuando Felipe González (PSOE) intentó una moción contra Adolfo Suarez (UCD) en 1980, esta moción fue rechazada, no obstante, preparó la campaña del 82, que finalmente ganó el PSOE. Asimismo, en 2017, Podemos inició una moción de censura contra Rajoy, que fue rechazada, pero permitió afinar los argumentos para que la moción de 2018, de Sánchez contra Rajoy, tuviese éxito y en esa ocasión, como explicamos en un precedente escrito, publicado en La Tribuna del País Vasco el 6 de junio de 2020, la moción de censura fue ganada.