PNV y corrupción
La mafia con boina
El fiscal ve en el 'caso de Miguel' prácticas de la "mafia" siciliana, pero con un "toque vasco", reza el titular de un medio de comunicación vasco que no se caracteriza por su beligerancia con los que mandan.
Mafia con boina, podría ser otro sintagma que defina el caso de Miguel, que no creo que sea de Miguel solamente, pues entre los 26 encausados hay un buen número de personas significativas del PNV. ¿Será casual o causal? ¿Es un entramado de financiación de partido o una corrupción para el enriquecimiento de unos espabilados que aprovechaban su pertenencia al partido guía, aquel que controla todo lo que se mueve en el “paisito” vascongado para gloria y beneficio de unos pocos tocados por el dedo de los elegidos en el éxodo al paraíso prometido? Hombre, no se puede hacer conjeturas sin pruebas, pero cuando hay humo algo se está quemando. Y el número dos del PNV alavés y principal encausado no era uno que pasaba por allí. Lo que hacía para sacar unas cuantas mordidas suculentas, al decir del fiscal, no tiene signos de que tuviera una especial precaución, sino que era algo mucho más burdo y descuidado, como si el que lo hacía estuviera acostumbrado a ello o lo viera como hecho habitual. Digo yo, que no tengo ninguna prueba ni soy parte de la instancia judicial del caso, pero las presunciones se convierten a veces en evidencias, sobre todo vistos los precedentes y el lujo que ostenta en sus sedes el partido guía, que patrimonializa lo vasco como si el país fuera él mismo, al igual que el Estado lo era el propio soberano en las monarquías absolutas despóticas.
“Un plan para depredar fondos públicos”. La pregunta es si era un plan o el plan. Hagamos un somero recorrido por los antecedentes:
El PNV ha sido uno de los pocos partidos intocables. No estaría mal llamar “los intocables” a los nacionalistas del PNV, pues nadie se atreve a señalarlos con el dedo, no sea que se enfaden y retiren su apoyo para formar los gobiernos de la Moncloa.
Sin embargo, poco hay de limpio en la trayectoria del partido fundado por el racista Sabino Arana. No solamente su forma de gobernar donde los ciudadanos no lo son, más bien se parecen a siervos de un régimen feudal, y carecen en muchos casos de derechos salvo que pertenezcan a la tribu y se sometan a las directrices al uso, como el Euskaldaria de las chapitas que señala a quien no sea de la “familia”, incluso si son niños.
A la sombra de la red de empresas creadas desde el poder ejercido durante cuatro décadas se ha formado todo un tinglado económico y de clientelismo en donde pacen múltiples acólitos. Hay en esa estructura empresas de más o menos relieve, pero a algunas podríamos calificar de fantasmas, pues podrían ser empresas pantalla o instrumentales para cuestiones poco confesables desde el plano económico.
Si hacemos un leve recorrido, nos encontramos con el caso “tragaperras” que a finales de los años ochenta salvó el tipo en el Parlamento con la siempre eficaz ayuda del Partido Socialista que evitó la constitución de una comisión de investigación, y como sabemos era un claro ejemplo de lo que es corrupción, pero no aparece como tal ante la opinión pública.
Posteriormente, en los años 93 y 94 del pasado siglo, trescientas empresas se beneficiaron de unas “vacaciones fiscales” con detrimento de la hacienda pública, caso que fue señalado por la Comisión para la Competencia de la UE, ya que las ayudas no eran compatibles con el Mercado Común.
Seguimos con los temas de Hacienda, con otro caso de Hacienda en Vizcaya, territorio absolutamente impregnado por el nacionalismo. En aquel caso, el Tribunal Supremo consideró probado que benefició a 200 contribuyentes, al simular que estaban siendo investigados por la Hacienda vizcaína cuando en realidad no había ninguna actuación sobre ellos. Esa supuesta ‘investigación’ bloqueaba el acceso a sus expedientes. Hasta siete inspectores confirmaron irregularidades, como dejar prescribir 4,2 millones de fraude de un contribuyente. Ibarra contó con el respaldo del PNV y la Diputación, que se resistieron durante casi un año a destituir al responsable nacionalista.
En 2008 aparece el caso Epsilon e Hiriko, en el que, como contraprestación al apoyo del PNV a Zapatero, el Gobierno Vasco recibió 46 millones de euros para I+D+I, que se tiraron por la alcantarilla, o más bien por otro sitio más provechoso, en un proyecto fracasado que fue un fraude, para la construcción de un prototipo de coche eléctrico que aún estamos esperando que funcione. Y de una escudería propia vasca de Fórmula I que nadie ha visto.
Anteriormente tres ex altos cargos del Gobierno Ibarretxe acusados de prevaricación y de malversar 6,8 millones de euros, a través de varias empresas del ámbito sanitario se beneficiaron de contratos irregulares.
Casi simultáneamente. en la construcción de la autopista AP-1(Eibar-Vitoria) Bildu denunció un presunto fraude de 30,7 millones de euros, cometido durante la gestión del PNV.
Bidegi, la Agencia Guipuzcoana de Infraestructuras, pagó 8,3 millones de euros a las constructoras por el uso de materiales (hormigón y fibra de acero) que no se emplearon en las cantidades liquidadas, según se denunciaba.
Así mismo, el PP instó a la Fiscalía a abrir una investigación de oficio sobre la adjudicación de 200 contratos públicos por un importe superior a 65 millones de euros a firmas vinculadas a familiares del dirigente del PNV Juan María Atutxa.
Sin comentar las múltiples escuchas ilegales, una de las cuales, la más sonada, se le hizo al exlehendakari Garaikoetxea, denunciada por Telefónica en el juzgado.
O el caso relativo a irregularidades en la oficina en Irún de la Hacienda de Guipúzcoa dirigida por Víctor Bravo, hermano del senador del PNV Víctor Bravo. Se dejó de ingresar 8 millones de euros en las arcas forales y su director se apropió de 1,7 millones de euros de deudas de contribuyentes morosos.
Y eso de lo que un pobre indocumentado como yo ha oído hablar. Qué será lo demás.
En definitiva, que al contrario de lo que se supone por una parte esencial de la opinión pública, el PNV está lejos de estar libre de todo pecado y de cualquier mancha que mancille su honor.
El fiscal ve en el 'caso de Miguel' prácticas de la "mafia" siciliana, pero con un "toque vasco", reza el titular de un medio de comunicación vasco que no se caracteriza por su beligerancia con los que mandan.
Mafia con boina, podría ser otro sintagma que defina el caso de Miguel, que no creo que sea de Miguel solamente, pues entre los 26 encausados hay un buen número de personas significativas del PNV. ¿Será casual o causal? ¿Es un entramado de financiación de partido o una corrupción para el enriquecimiento de unos espabilados que aprovechaban su pertenencia al partido guía, aquel que controla todo lo que se mueve en el “paisito” vascongado para gloria y beneficio de unos pocos tocados por el dedo de los elegidos en el éxodo al paraíso prometido? Hombre, no se puede hacer conjeturas sin pruebas, pero cuando hay humo algo se está quemando. Y el número dos del PNV alavés y principal encausado no era uno que pasaba por allí. Lo que hacía para sacar unas cuantas mordidas suculentas, al decir del fiscal, no tiene signos de que tuviera una especial precaución, sino que era algo mucho más burdo y descuidado, como si el que lo hacía estuviera acostumbrado a ello o lo viera como hecho habitual. Digo yo, que no tengo ninguna prueba ni soy parte de la instancia judicial del caso, pero las presunciones se convierten a veces en evidencias, sobre todo vistos los precedentes y el lujo que ostenta en sus sedes el partido guía, que patrimonializa lo vasco como si el país fuera él mismo, al igual que el Estado lo era el propio soberano en las monarquías absolutas despóticas.
“Un plan para depredar fondos públicos”. La pregunta es si era un plan o el plan. Hagamos un somero recorrido por los antecedentes:
El PNV ha sido uno de los pocos partidos intocables. No estaría mal llamar “los intocables” a los nacionalistas del PNV, pues nadie se atreve a señalarlos con el dedo, no sea que se enfaden y retiren su apoyo para formar los gobiernos de la Moncloa.
Sin embargo, poco hay de limpio en la trayectoria del partido fundado por el racista Sabino Arana. No solamente su forma de gobernar donde los ciudadanos no lo son, más bien se parecen a siervos de un régimen feudal, y carecen en muchos casos de derechos salvo que pertenezcan a la tribu y se sometan a las directrices al uso, como el Euskaldaria de las chapitas que señala a quien no sea de la “familia”, incluso si son niños.
A la sombra de la red de empresas creadas desde el poder ejercido durante cuatro décadas se ha formado todo un tinglado económico y de clientelismo en donde pacen múltiples acólitos. Hay en esa estructura empresas de más o menos relieve, pero a algunas podríamos calificar de fantasmas, pues podrían ser empresas pantalla o instrumentales para cuestiones poco confesables desde el plano económico.
Si hacemos un leve recorrido, nos encontramos con el caso “tragaperras” que a finales de los años ochenta salvó el tipo en el Parlamento con la siempre eficaz ayuda del Partido Socialista que evitó la constitución de una comisión de investigación, y como sabemos era un claro ejemplo de lo que es corrupción, pero no aparece como tal ante la opinión pública.
Posteriormente, en los años 93 y 94 del pasado siglo, trescientas empresas se beneficiaron de unas “vacaciones fiscales” con detrimento de la hacienda pública, caso que fue señalado por la Comisión para la Competencia de la UE, ya que las ayudas no eran compatibles con el Mercado Común.
Seguimos con los temas de Hacienda, con otro caso de Hacienda en Vizcaya, territorio absolutamente impregnado por el nacionalismo. En aquel caso, el Tribunal Supremo consideró probado que benefició a 200 contribuyentes, al simular que estaban siendo investigados por la Hacienda vizcaína cuando en realidad no había ninguna actuación sobre ellos. Esa supuesta ‘investigación’ bloqueaba el acceso a sus expedientes. Hasta siete inspectores confirmaron irregularidades, como dejar prescribir 4,2 millones de fraude de un contribuyente. Ibarra contó con el respaldo del PNV y la Diputación, que se resistieron durante casi un año a destituir al responsable nacionalista.
En 2008 aparece el caso Epsilon e Hiriko, en el que, como contraprestación al apoyo del PNV a Zapatero, el Gobierno Vasco recibió 46 millones de euros para I+D+I, que se tiraron por la alcantarilla, o más bien por otro sitio más provechoso, en un proyecto fracasado que fue un fraude, para la construcción de un prototipo de coche eléctrico que aún estamos esperando que funcione. Y de una escudería propia vasca de Fórmula I que nadie ha visto.
Anteriormente tres ex altos cargos del Gobierno Ibarretxe acusados de prevaricación y de malversar 6,8 millones de euros, a través de varias empresas del ámbito sanitario se beneficiaron de contratos irregulares.
Casi simultáneamente. en la construcción de la autopista AP-1(Eibar-Vitoria) Bildu denunció un presunto fraude de 30,7 millones de euros, cometido durante la gestión del PNV.
Bidegi, la Agencia Guipuzcoana de Infraestructuras, pagó 8,3 millones de euros a las constructoras por el uso de materiales (hormigón y fibra de acero) que no se emplearon en las cantidades liquidadas, según se denunciaba.
Así mismo, el PP instó a la Fiscalía a abrir una investigación de oficio sobre la adjudicación de 200 contratos públicos por un importe superior a 65 millones de euros a firmas vinculadas a familiares del dirigente del PNV Juan María Atutxa.
Sin comentar las múltiples escuchas ilegales, una de las cuales, la más sonada, se le hizo al exlehendakari Garaikoetxea, denunciada por Telefónica en el juzgado.
O el caso relativo a irregularidades en la oficina en Irún de la Hacienda de Guipúzcoa dirigida por Víctor Bravo, hermano del senador del PNV Víctor Bravo. Se dejó de ingresar 8 millones de euros en las arcas forales y su director se apropió de 1,7 millones de euros de deudas de contribuyentes morosos.
Y eso de lo que un pobre indocumentado como yo ha oído hablar. Qué será lo demás.
En definitiva, que al contrario de lo que se supone por una parte esencial de la opinión pública, el PNV está lejos de estar libre de todo pecado y de cualquier mancha que mancille su honor.