No hagas el mono... dicen los euskonazis
Traducción de la pancarta… “No hagas el mono. Habla, lee, escucha, aprende… en euskera”. (Cartel colocado en Deba - Guipúzcoa -)
Sigue la racha del esperpento euskonazi. El otro día comentaba una pancarta colocada en el centro de Villava (Navarra); hoy toca esta que pueden ver aquí arriba los lectores. Hace unas décadas llamaban analfabetos a los niños que estudiaban en español, ahora les llaman monos. Esto es lo que hay… pura etnofobia, racismo camuflado, nacionalismo fóbico, fascismo maquillado. No hace mucho se lanzó una campaña que retiraron rápidamente porque se dieron cuenta del ridículo que hacían donde decían… “Si quieres ser buena persona aprende euskera”. Y como se dan cuenta de que estas campañas que promueven la matriculación en modelo D para que los padres no sean libres y queden estigmatizados si eligen el modelo que sea respetuoso con la lengua materna de los niños son vergonzosas... ya ni se atreven a firmar el cartel. Por algo será.
Saben que este fascismo lingüístico que atornilla las posibilidades de crecimiento personal de los niños y jóvenes, y condiciona el desarrollo integral de los escolares, está llevando a que la gente aprenda euskera, obtenga el título y luego lo olvide, y que el uso social del euskera siga igual que hace treinta o más años. Lo saben. Pero como tienen el control social, siguen imponiéndolo. Mientras tanto, los burukides nacionalistas llevan a sus hijos a colegios ingleses o franceses o alemanes, o los envían al extranjero a estudiar para que dominen bien lenguas internacionales. Es una forma de aparentar la democratización de la educación mientras se hace lo contrario… un elitismo que forme oligarquías.
En Navarra intentan imponerlo, pero no lo consiguen en la medida de lo que pretenden. Están buscando ansiosamente unificar el territorio y acabar con la zonificación lingüística. Ya lo hicieron en las Vascongadas, vasconizadas, dejando en el limbo el artículo 16 de la Ley de Normalización del Uso del Euskera que preserva las diferentes realidades sociales y culturales preexistentes; que no se cumple, sin que ningún partido ni sindicato exija su vigencia, que sería lo normal. El Diario de Navarra traduce la realidad de la situación. A más presión, resistencia pasiva, es decir, menos inscripciones de niños en la escuela pública huyendo de la politización y menos demanda de modelo D, encadenando el tercer curso de descensos en la matriculación en inmersión lingüística y en la red de centros directamente dependientes de la Administración. Porque la sociedad navarra aún es libre y no está embridada como en el País Vasco, por fortuna. Pero si siguen gobernando los euskonazis aplicarán las mismas políticas de discriminación positiva a los centros concertados obligando a pasar por el aro de la euskaldunización forzada a sus alumnos, dándoles más subvenciones que al resto. Lo veremos. Todo está ya experimentado. Tiempo al tiempo, salvo que echemos de las instituciones a los euskonazis.
Me dirán que no mantengo las formas educadas y correctas, respetando a los que no estén en mis posiciones. Pero no… No es una cuestión ideológica. Es un planteamiento defensivo contra los que no aceptan el pluralismo social, cultural y lingüístico y aplican políticas de tierra quemada, de exclusión de la gente que pide que se respete los derechos de los niños, de sus hijos o nietos; de gente que pide, en definitiva, el supremo derecho a la lengua materna, al respeto constitucional al artículo 3 de la Ley de leyes, al superior interés del niño que nunca ha de estar supeditado a razones políticas sino a su exclusiva protección. Y quien no lo hace es el fascio euskonazi, y punto. Y quien colabora con los euskonazis, los chamberlains de turno, imitando las políticas de apaciguamiento (appeasement) respecto a Hitler, es cómplice y culpable.
Me dirán… usted es un pelma. Siempre está con las mismas monsergas. Pues sí… Y tengo mucho carrete aún con mucho hilo. Porque lo que están haciendo ustedes es infumable, por mucho silencio de los corderos que rodee sus políticas, en unos casos por pura cobardía y en otros por contemplación pasiva borreguil. ¡Qué le vamos a hacer! Moriré con la conciencia tranquila. Allá cada cual.
Me uno a las palabras del gran D. Gregorio Salvador, académico y maestro de lingüistas:
“A tales enajenaciones personales y, lo que es peor, colectivas, puede llevar una política lingüística desentendida de la realidad o que pretenda sinuosamente modificarla. Tendré que hablar de esto y de otras cosas semejantes, porque las políticas lingüísticas que proliferan en la España de hoy van todas dirigidas contra la lengua común y no hay una política unitaria, consciente, claramente programada en sus objetivos, que vele por la integridad de esa lengua, que vigile y facilite, al menos, el cumplimiento del mandato constitucional que dice aquello de que ‘todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla’” Pero los políticos tienen una […] “exigua cantidad de cerebro, mínima para un mediano entendimiento, de la que al parecer carece esa tropa de políticos sacristanes que nos ha invadido, incapaces de apartarse un metro de su campanario y de mirar más allá de los menguados límites de su parroquia.”
Y sigue… “Como instrumentos de comunicación pueden estar más o menos afinadas [las lenguas], alcanzar más o menos posibilidades de distinción conceptual, de matización expresiva. Y, sobre todo, pueden servir para comunicarse con mil personas, con diez mil, con cien mil, con medio millón, con dos millones, con cinco, con diez, con cincuenta, con cien, con trescientos, con quinientos millones de seres humanos, según sea el número de los que las hablen. Pues bien, como el valor esencial de un instrumento, de un utensilio, es precisamente su utilidad, la desigualdad instrumental de los idiomas es una desigualdad computable, puede establecerse numéricamente. Pero es que, además, la lengua es el hecho social en el que resulta más evidente el famoso salto cualitativo, desde la cantidad. A mayor número de hablantes, mayor perfeccionamiento de los usos, de los mecanismos del sistema, de los resortes expresivos, más riqueza léxica, más posibilidades de elección connotativa, más discurso imitable, por ejemplar, o sea, mejor producto literario.” […] “Los igualitaristas parecen entender que eso no vale nada, que cualquier idioma comarcal puede servir para todo uso, porque al confundir la potencia con el acto, creen que con un sistema fonológico, una estructura gramatical y un léxico utilitario, en buena parte inventado, está todo listo para escribir Cien años de soledad. Pero las lenguas sin libros, sin tradición escrita, son lenguas analfabetas y no basta con proveerlas de gramática y diccionario, que eso siempre es posible, para convertirlas, de la noche a la mañana, en lenguas de cultura, porque la cultura de la que una lengua es manifestación puede ser fruto de un largo acarreo de siglos y se sostiene con pilares de miles de volúmenes escritos, se fundamenta en la enorme extensión de textos acumulados. […]”
Es lo que hay…; pero para entender esto hay que tener también cierta cultura literaria, lo cual es mucho pedir para el prototipo medio del político que es el que gobierna.
Traducción de la pancarta… “No hagas el mono. Habla, lee, escucha, aprende… en euskera”. (Cartel colocado en Deba - Guipúzcoa -)
Sigue la racha del esperpento euskonazi. El otro día comentaba una pancarta colocada en el centro de Villava (Navarra); hoy toca esta que pueden ver aquí arriba los lectores. Hace unas décadas llamaban analfabetos a los niños que estudiaban en español, ahora les llaman monos. Esto es lo que hay… pura etnofobia, racismo camuflado, nacionalismo fóbico, fascismo maquillado. No hace mucho se lanzó una campaña que retiraron rápidamente porque se dieron cuenta del ridículo que hacían donde decían… “Si quieres ser buena persona aprende euskera”. Y como se dan cuenta de que estas campañas que promueven la matriculación en modelo D para que los padres no sean libres y queden estigmatizados si eligen el modelo que sea respetuoso con la lengua materna de los niños son vergonzosas... ya ni se atreven a firmar el cartel. Por algo será.
Saben que este fascismo lingüístico que atornilla las posibilidades de crecimiento personal de los niños y jóvenes, y condiciona el desarrollo integral de los escolares, está llevando a que la gente aprenda euskera, obtenga el título y luego lo olvide, y que el uso social del euskera siga igual que hace treinta o más años. Lo saben. Pero como tienen el control social, siguen imponiéndolo. Mientras tanto, los burukides nacionalistas llevan a sus hijos a colegios ingleses o franceses o alemanes, o los envían al extranjero a estudiar para que dominen bien lenguas internacionales. Es una forma de aparentar la democratización de la educación mientras se hace lo contrario… un elitismo que forme oligarquías.
En Navarra intentan imponerlo, pero no lo consiguen en la medida de lo que pretenden. Están buscando ansiosamente unificar el territorio y acabar con la zonificación lingüística. Ya lo hicieron en las Vascongadas, vasconizadas, dejando en el limbo el artículo 16 de la Ley de Normalización del Uso del Euskera que preserva las diferentes realidades sociales y culturales preexistentes; que no se cumple, sin que ningún partido ni sindicato exija su vigencia, que sería lo normal. El Diario de Navarra traduce la realidad de la situación. A más presión, resistencia pasiva, es decir, menos inscripciones de niños en la escuela pública huyendo de la politización y menos demanda de modelo D, encadenando el tercer curso de descensos en la matriculación en inmersión lingüística y en la red de centros directamente dependientes de la Administración. Porque la sociedad navarra aún es libre y no está embridada como en el País Vasco, por fortuna. Pero si siguen gobernando los euskonazis aplicarán las mismas políticas de discriminación positiva a los centros concertados obligando a pasar por el aro de la euskaldunización forzada a sus alumnos, dándoles más subvenciones que al resto. Lo veremos. Todo está ya experimentado. Tiempo al tiempo, salvo que echemos de las instituciones a los euskonazis.
Me dirán que no mantengo las formas educadas y correctas, respetando a los que no estén en mis posiciones. Pero no… No es una cuestión ideológica. Es un planteamiento defensivo contra los que no aceptan el pluralismo social, cultural y lingüístico y aplican políticas de tierra quemada, de exclusión de la gente que pide que se respete los derechos de los niños, de sus hijos o nietos; de gente que pide, en definitiva, el supremo derecho a la lengua materna, al respeto constitucional al artículo 3 de la Ley de leyes, al superior interés del niño que nunca ha de estar supeditado a razones políticas sino a su exclusiva protección. Y quien no lo hace es el fascio euskonazi, y punto. Y quien colabora con los euskonazis, los chamberlains de turno, imitando las políticas de apaciguamiento (appeasement) respecto a Hitler, es cómplice y culpable.
Me dirán… usted es un pelma. Siempre está con las mismas monsergas. Pues sí… Y tengo mucho carrete aún con mucho hilo. Porque lo que están haciendo ustedes es infumable, por mucho silencio de los corderos que rodee sus políticas, en unos casos por pura cobardía y en otros por contemplación pasiva borreguil. ¡Qué le vamos a hacer! Moriré con la conciencia tranquila. Allá cada cual.
Me uno a las palabras del gran D. Gregorio Salvador, académico y maestro de lingüistas:
“A tales enajenaciones personales y, lo que es peor, colectivas, puede llevar una política lingüística desentendida de la realidad o que pretenda sinuosamente modificarla. Tendré que hablar de esto y de otras cosas semejantes, porque las políticas lingüísticas que proliferan en la España de hoy van todas dirigidas contra la lengua común y no hay una política unitaria, consciente, claramente programada en sus objetivos, que vele por la integridad de esa lengua, que vigile y facilite, al menos, el cumplimiento del mandato constitucional que dice aquello de que ‘todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla’” Pero los políticos tienen una […] “exigua cantidad de cerebro, mínima para un mediano entendimiento, de la que al parecer carece esa tropa de políticos sacristanes que nos ha invadido, incapaces de apartarse un metro de su campanario y de mirar más allá de los menguados límites de su parroquia.”
Y sigue… “Como instrumentos de comunicación pueden estar más o menos afinadas [las lenguas], alcanzar más o menos posibilidades de distinción conceptual, de matización expresiva. Y, sobre todo, pueden servir para comunicarse con mil personas, con diez mil, con cien mil, con medio millón, con dos millones, con cinco, con diez, con cincuenta, con cien, con trescientos, con quinientos millones de seres humanos, según sea el número de los que las hablen. Pues bien, como el valor esencial de un instrumento, de un utensilio, es precisamente su utilidad, la desigualdad instrumental de los idiomas es una desigualdad computable, puede establecerse numéricamente. Pero es que, además, la lengua es el hecho social en el que resulta más evidente el famoso salto cualitativo, desde la cantidad. A mayor número de hablantes, mayor perfeccionamiento de los usos, de los mecanismos del sistema, de los resortes expresivos, más riqueza léxica, más posibilidades de elección connotativa, más discurso imitable, por ejemplar, o sea, mejor producto literario.” […] “Los igualitaristas parecen entender que eso no vale nada, que cualquier idioma comarcal puede servir para todo uso, porque al confundir la potencia con el acto, creen que con un sistema fonológico, una estructura gramatical y un léxico utilitario, en buena parte inventado, está todo listo para escribir Cien años de soledad. Pero las lenguas sin libros, sin tradición escrita, son lenguas analfabetas y no basta con proveerlas de gramática y diccionario, que eso siempre es posible, para convertirlas, de la noche a la mañana, en lenguas de cultura, porque la cultura de la que una lengua es manifestación puede ser fruto de un largo acarreo de siglos y se sostiene con pilares de miles de volúmenes escritos, se fundamenta en la enorme extensión de textos acumulados. […]”
Es lo que hay…; pero para entender esto hay que tener también cierta cultura literaria, lo cual es mucho pedir para el prototipo medio del político que es el que gobierna.