El Vicerrectorado de Álava comete una villanía imperdonable
Ana María Vidal-Abarca y Eduardo Lázaro Ezkerra son los hijos de dos de las víctimas asesinadas por el etarra López de Abetxuco, que mañana dará clases de “ética” a los alumnos imberbes que vayan a oírle en el Campus Universitario de Álava como si se tratara de un liberador del pueblo vasco. Ambos son las voces supervivientes que dan testimonio vivo del asesinato de sus padres.
“El señor Velasco, que acababa de cumplir 47 años, acompañaba cada mañana al colegio de las Ursulinas, en la calle de la Magdalena, a dos de sus cuatro hijas. Como todos los días, el Ford Fiesta del señor Velasco aparcó, sobre las nueve menos cinco de la mañana, en la esquina de la plaza de Lovaina con la calle de Ramiro de Maeztu. Apenas habían salido del coche Begoña e Inés, de dieciséis y doce años, respectivamente -acompañadas de otras dos amigas de su edad-, cuando un individuo armado descendía de un taxi que se había detenido instantes antes frente al coche del señor Velasco, detenido a su vez por indicación de un segundo joven apeado del mismo taxi. El desconocido, sin mediar palabra, disparó una ráfaga, que alcanzó de lleno al comandante”. Fue en el año 1980.
“A las dos de la tarde del domingo 13 de abril de 1980 ETA asesinaba en Vitoria de un tiro en la nuca al jefe de la Policía Municipal y comandante del Ejército. A las diez y media de la mañana el comandante Lázaro Valle había estado en el cuartel de la Policía Municipal donde, tras inspeccionar los servicios, había recogido su coche. Posteriormente asistió a misa en la parroquia de Los Ángeles".
En esos momentos, tres terroristas, que habían solicitado los servicios de un taxi para llegar hasta la iglesia, se identificaron como miembros de ETA y tomaron el volante del vehículo, conminando al taxista a que se estuviese quieto".
El comandante salió de misa y se dirigió hacia la calle de Sancho el Sabio. Ahí se detuvo unos segundos en un semáforo. Un etarra bajó del vehículo y se acercó al semáforo, donde le esperaba un tercer terrorista. Se colocó detrás de Eugenio Lázaro y le disparó un tiro en la nuca. En el lugar de los hechos se encontró un solo casquillo de nueve milímetros parabellum. El comandante fue trasladado al Hospital de Santiago, donde sólo se pudo certificar su fallecimiento. Era el jefe de la policía municipal de Vitoria”. Era abril del año 1980.
¿Qué puede transmitir que tenga algo de humanidad un asesino que no se ha arrepentido de sus actos? ¿Qué es les puede decir a esos alumnos? ¿Que había una guerra? ¿Que había un conflicto político? ¿Qué los vascos somos un pueblo perseguido? ¿Cuántas mentiras más tan falsas y absurdas puede decirles a unas personas en proceso de formación que apenas saben nada de las barbaridades cometidas por ETA a lo largo del tiempo? ¿No es vergonzoso que el Vicerrectorado del Campus de Álava autorice este acto? ¿Es complicidad? ¿Es cobardía? ¿Es voluntad delictiva? ¿Qué es lo que guía a la vicerrectora a permitir tal ultraje a las víctimas del terrorismo y a la sociedad en general?
No puede haber mayor villanía que la cobardía que lleva a comportamientos cómplices. La Vicerrectoría del Campus de Alava no ha podido caer más bajo autorizando este acto vil de adoctrinamiento, olvidando la vulneración de derechos fundamentales como es la vida de quienes cayeron en una dinámica del terror de ETA, que ha vencido al Estado. Es abominable lo que está ocurriendo.
La Universidad hace tiempo que ha abandonado su misión humanizadora.
Da literalmente ASCO.
Ana María Vidal-Abarca y Eduardo Lázaro Ezkerra son los hijos de dos de las víctimas asesinadas por el etarra López de Abetxuco, que mañana dará clases de “ética” a los alumnos imberbes que vayan a oírle en el Campus Universitario de Álava como si se tratara de un liberador del pueblo vasco. Ambos son las voces supervivientes que dan testimonio vivo del asesinato de sus padres.
“El señor Velasco, que acababa de cumplir 47 años, acompañaba cada mañana al colegio de las Ursulinas, en la calle de la Magdalena, a dos de sus cuatro hijas. Como todos los días, el Ford Fiesta del señor Velasco aparcó, sobre las nueve menos cinco de la mañana, en la esquina de la plaza de Lovaina con la calle de Ramiro de Maeztu. Apenas habían salido del coche Begoña e Inés, de dieciséis y doce años, respectivamente -acompañadas de otras dos amigas de su edad-, cuando un individuo armado descendía de un taxi que se había detenido instantes antes frente al coche del señor Velasco, detenido a su vez por indicación de un segundo joven apeado del mismo taxi. El desconocido, sin mediar palabra, disparó una ráfaga, que alcanzó de lleno al comandante”. Fue en el año 1980.
“A las dos de la tarde del domingo 13 de abril de 1980 ETA asesinaba en Vitoria de un tiro en la nuca al jefe de la Policía Municipal y comandante del Ejército. A las diez y media de la mañana el comandante Lázaro Valle había estado en el cuartel de la Policía Municipal donde, tras inspeccionar los servicios, había recogido su coche. Posteriormente asistió a misa en la parroquia de Los Ángeles".
En esos momentos, tres terroristas, que habían solicitado los servicios de un taxi para llegar hasta la iglesia, se identificaron como miembros de ETA y tomaron el volante del vehículo, conminando al taxista a que se estuviese quieto".
El comandante salió de misa y se dirigió hacia la calle de Sancho el Sabio. Ahí se detuvo unos segundos en un semáforo. Un etarra bajó del vehículo y se acercó al semáforo, donde le esperaba un tercer terrorista. Se colocó detrás de Eugenio Lázaro y le disparó un tiro en la nuca. En el lugar de los hechos se encontró un solo casquillo de nueve milímetros parabellum. El comandante fue trasladado al Hospital de Santiago, donde sólo se pudo certificar su fallecimiento. Era el jefe de la policía municipal de Vitoria”. Era abril del año 1980.
¿Qué puede transmitir que tenga algo de humanidad un asesino que no se ha arrepentido de sus actos? ¿Qué es les puede decir a esos alumnos? ¿Que había una guerra? ¿Que había un conflicto político? ¿Qué los vascos somos un pueblo perseguido? ¿Cuántas mentiras más tan falsas y absurdas puede decirles a unas personas en proceso de formación que apenas saben nada de las barbaridades cometidas por ETA a lo largo del tiempo? ¿No es vergonzoso que el Vicerrectorado del Campus de Álava autorice este acto? ¿Es complicidad? ¿Es cobardía? ¿Es voluntad delictiva? ¿Qué es lo que guía a la vicerrectora a permitir tal ultraje a las víctimas del terrorismo y a la sociedad en general?
No puede haber mayor villanía que la cobardía que lleva a comportamientos cómplices. La Vicerrectoría del Campus de Alava no ha podido caer más bajo autorizando este acto vil de adoctrinamiento, olvidando la vulneración de derechos fundamentales como es la vida de quienes cayeron en una dinámica del terror de ETA, que ha vencido al Estado. Es abominable lo que está ocurriendo.
La Universidad hace tiempo que ha abandonado su misión humanizadora.
Da literalmente ASCO.