Informe
Inquietantes y continuas agresiones abertzales en Navarra
Hace unos días conocíamos de una manera discreta (ya que el suceso solo lo recogía La Tribuna del País Vasco) una agresión en Pamplona a un funcionario del Ministerio del Interior por parte de un grupo de individuos afines a la izquierda batasuna.
A primera vista, el condenable suceso podría parecer un hecho aislado, y más aun en un contexto en el cual, con una ETA "oficialmente" disuelta se da, de manera interesada, por finalizada la violencia en todas sus intensidades practicada desde el entorno etarra/abertzale/batasuno en los últimos 60 años. Sin embargo en los últimos cuatro años estamos asistiendo a un goteo interminable y constante de agresiones por parte de personas del entorno batasuno frente a personas integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, funcionarios de prisiones y personas que militan en partidos u organizaciones no afines o contrarias el proyecto panvasquista en Navarra.
Una de las primeras agresiones ha sido precisamente la más grave y la más mediática. Sucedió en Alsasua en octubre de 2016, no casualmente tras un año de ponerse en marcha un Gobierno "abertzale" (así se ha autocalificado la propia Uxue Barkos cuando dijo que era una "abertzale" en una tierra que mayoritariamente no lo es). Tampoco es casual que ocurriera en Alsasua, localidad en la que a menudo se olvida se fundó Herri Batasuna en 1978, donde se cometieron varios atentados etarras y agresiones a todo aquel que no comulgue con la ideología separatista. No contentos con su "mediática hazaña", las agresiones y el hostigamiento abertzale en Navarra ha continuado. Por ejemplo, han ocurrido agresiones contra UPN, como el ataque a su sede de Berriozar (2016), Orcoyen (2018), o más recientemente en las sedes del partido regionalista en Sarriguren o Villaba (2019). También se atacó el coche de un concejal de UPN en Atez en febrero de 2018 o la reciente agresión de una concejala de Navarra Suma durante el chupinazo de las fiestas de la localidad de este año. También sufrió un acoso y hostigamiento espectacular al acto de la España Ciudadana con participación de Ciudadanos, PP y Vox en Alsasua en noviembre de 2018, con una turba enloquecida de batasunos comandados por el etarra José María Zabarte alias "el carnicero de Mondragón".
Las agresiones abertzales también se han sucedido contra personas que portaban una bandera de España en Pamplona, como las acaecidas durante 2016, cuando fue agredido un corredor de un maratón por llevar la bandera de España o un joven que el 30 de septiembre de 2017 fue agredido por una "manada" abertzale en el centro de la capital navarra por portar la enseña nacional. También fueron agredidas en 2018 varias personas que participaban en una mesa informativa de la asociación Hablamos Español en Pamplona durante la recogida de firmas para la ILP que la mencionada organización estaba realizando en aquellos días, o la agresión de un activista antinacionalista en Sangüesa en diciembre de 2018, que además había escrito recientemente un libro desmontando mitos relacionados con el vascuence en Sangüesa.
También la sede de UGT en Pamplona fue objeto en octubre de 2019 de varios mini-escraches batasunos los días posteriores a conocerse la estimación del recurso interpuesto por el sindicato contra el Decreto Foral del euskera impulsado por el ejecutivo de Barkos y que era manifiestamente ilegal cuanto menos en la parte anulada por el TSJ de Navarra. Como se puede apreciar, los numerosos casos "aislados" de agresiones abertzales empiezan a componer un puzle un tanto inquietante. Es más, cabría preguntarse si desde los sectores más extremistas del separatismo panvasquista en Navarra existe una cierta estrategia deliberada para hostigar a funcionarios públicos (especialmente los relacionados con el orden público), cargos electos o miembros de partidos políticos constitucionalistas, organizaciones o sindicatos que se opongan de una u otra manera a la estrategia abertzale o simplemente a personas que se signifiquen en contra de su proyecto político.
Urge no solo denunciar cada una de las agresiones cometidas o que se puedan cometer en el futuro, sino, además, hacerles el debido seguimiento y que tanto la justicia actué en su parcela como la política por su parte. No debemos consentir que se instale un nuevo clima de terror a base de agresiones, pintadas y otro tipo de conductas amenazantes, atentatorias y todas ellas criminales. Si se consigue imponer un clima de "terror de baja intensidad", los totalitarios continuarán conquistando espacios públicos y políticos, acallarán cualquier disidencia y estarán más cerca de conseguir sus oscuros, antidemocráticos y totalitarios fines. ¡Basta ya de agresiones aberchales!
Hace unos días conocíamos de una manera discreta (ya que el suceso solo lo recogía La Tribuna del País Vasco) una agresión en Pamplona a un funcionario del Ministerio del Interior por parte de un grupo de individuos afines a la izquierda batasuna.
A primera vista, el condenable suceso podría parecer un hecho aislado, y más aun en un contexto en el cual, con una ETA "oficialmente" disuelta se da, de manera interesada, por finalizada la violencia en todas sus intensidades practicada desde el entorno etarra/abertzale/batasuno en los últimos 60 años. Sin embargo en los últimos cuatro años estamos asistiendo a un goteo interminable y constante de agresiones por parte de personas del entorno batasuno frente a personas integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, funcionarios de prisiones y personas que militan en partidos u organizaciones no afines o contrarias el proyecto panvasquista en Navarra.
Una de las primeras agresiones ha sido precisamente la más grave y la más mediática. Sucedió en Alsasua en octubre de 2016, no casualmente tras un año de ponerse en marcha un Gobierno "abertzale" (así se ha autocalificado la propia Uxue Barkos cuando dijo que era una "abertzale" en una tierra que mayoritariamente no lo es). Tampoco es casual que ocurriera en Alsasua, localidad en la que a menudo se olvida se fundó Herri Batasuna en 1978, donde se cometieron varios atentados etarras y agresiones a todo aquel que no comulgue con la ideología separatista. No contentos con su "mediática hazaña", las agresiones y el hostigamiento abertzale en Navarra ha continuado. Por ejemplo, han ocurrido agresiones contra UPN, como el ataque a su sede de Berriozar (2016), Orcoyen (2018), o más recientemente en las sedes del partido regionalista en Sarriguren o Villaba (2019). También se atacó el coche de un concejal de UPN en Atez en febrero de 2018 o la reciente agresión de una concejala de Navarra Suma durante el chupinazo de las fiestas de la localidad de este año. También sufrió un acoso y hostigamiento espectacular al acto de la España Ciudadana con participación de Ciudadanos, PP y Vox en Alsasua en noviembre de 2018, con una turba enloquecida de batasunos comandados por el etarra José María Zabarte alias "el carnicero de Mondragón".
Las agresiones abertzales también se han sucedido contra personas que portaban una bandera de España en Pamplona, como las acaecidas durante 2016, cuando fue agredido un corredor de un maratón por llevar la bandera de España o un joven que el 30 de septiembre de 2017 fue agredido por una "manada" abertzale en el centro de la capital navarra por portar la enseña nacional. También fueron agredidas en 2018 varias personas que participaban en una mesa informativa de la asociación Hablamos Español en Pamplona durante la recogida de firmas para la ILP que la mencionada organización estaba realizando en aquellos días, o la agresión de un activista antinacionalista en Sangüesa en diciembre de 2018, que además había escrito recientemente un libro desmontando mitos relacionados con el vascuence en Sangüesa.
También la sede de UGT en Pamplona fue objeto en octubre de 2019 de varios mini-escraches batasunos los días posteriores a conocerse la estimación del recurso interpuesto por el sindicato contra el Decreto Foral del euskera impulsado por el ejecutivo de Barkos y que era manifiestamente ilegal cuanto menos en la parte anulada por el TSJ de Navarra. Como se puede apreciar, los numerosos casos "aislados" de agresiones abertzales empiezan a componer un puzle un tanto inquietante. Es más, cabría preguntarse si desde los sectores más extremistas del separatismo panvasquista en Navarra existe una cierta estrategia deliberada para hostigar a funcionarios públicos (especialmente los relacionados con el orden público), cargos electos o miembros de partidos políticos constitucionalistas, organizaciones o sindicatos que se opongan de una u otra manera a la estrategia abertzale o simplemente a personas que se signifiquen en contra de su proyecto político.
Urge no solo denunciar cada una de las agresiones cometidas o que se puedan cometer en el futuro, sino, además, hacerles el debido seguimiento y que tanto la justicia actué en su parcela como la política por su parte. No debemos consentir que se instale un nuevo clima de terror a base de agresiones, pintadas y otro tipo de conductas amenazantes, atentatorias y todas ellas criminales. Si se consigue imponer un clima de "terror de baja intensidad", los totalitarios continuarán conquistando espacios públicos y políticos, acallarán cualquier disidencia y estarán más cerca de conseguir sus oscuros, antidemocráticos y totalitarios fines. ¡Basta ya de agresiones aberchales!