Paralelismos estremecedores
Fukuyama dio por terminada la historia afirmando que ésta se había acabado cuando cayó el Muro de Berlín y el comunismo y las ideologías colectivistas habían sido enterradas en la fosa que ellas mismas cavaron.
No ha sido así, y parece que la historia se repite. La mentalidad humana no ha evolucionado al ritmo que ha proporcionado el capitalismo a la humanidad, a la que ha provisto de las cotas más altas de prosperidad y libertad que jamás hayan existido en la historia. Ninguna civilización llegó, ni siquiera de lejos, a atisbar el nivel de vida y de libertad que se viene disfrutando en el mundo libre desde hace décadas. Todo ello a consecuencia de unas ideas precisas: el individualismo, el liberalismo, la democracia liberal, la libertad de mercado, esto es, el capitalismo.
Pero no ha sido suficiente para apartar los peligros de involución. Masas enormes de personas se empeñan en destruir este legado, en volver a ideologías colectivistas que no pueden deparar sino lo que ya depararon en el pasado. No hay esperanza de que tales masas entren en razón y comiencen a defender lo que hoy denigran. La única esperanza es la resistencia que podamos ofrecer los que vemos la deriva de una vuelta a la Edad de la Oscuridad, al totalitarismo.
Por ello, la historia no sufre un eterno retorno sino un simple y ordinario círculo vicioso. Si el cristianismo acabó con el mundo clásico, en el que ya se atisbaban elementos de progreso de los que quince siglos después partió la ciencia hasta desencadenar el proceso de avance científico más vertiginoso que pudiera imaginarse, hoy, el socialismo, en sus múltiples y proteicas formas amenaza con destruir el mundo que conocemos y volver a fórmulas que sólo conducen a un destino: la ruina y la opresión.
En la historia de la nación antes conocida como España y hoy como Demencia, cuentan que hubo una guerra civil hace casi un siglo. Cuentan que había un régimen democrático, la II República, sancionado en todas las elecciones por la mayoría de la población en elecciones libres. Si discutes esta versión incluso se puede incurrir en un delito contra una ley totalitaria que determina cómo ha de interpretarse aquel tiempo.
Que las dos elecciones celebradas en aquella época las ganara la derecha moderada y que contra las primeras elecciones se diese un golpe de Estado por la izquierda en Asturias no significa nada. Que en las segundas elecciones, de febrero de 1936, se diese un pucherazo electoral para que gobernase la izquierda cuando las había ganado la derecha moderada, tampoco. Que se dio el pucherazo lo reconoció el propio presidente de la República.
Que las fuerzas de izquierda de la República española no eran democráticas sino que estaban profundamente bolchevizadas y querían instaurar una dictadura del proletariado también es una opinión, basada en testimonios y datos objetivos y reales, que puede ser constitutiva de delito en la Demencia actual.
Tras la guerra hubo una dictadura que duró cuarenta años y que sólo concluyó cuando el dictador murió, ante cuyo féretro pasaron millones de españoles que inmediatamente se hicieron de izquierdas en cuanto el viento sopló de otro lado. Por supuesto, todos habían luchado mucho contra la dictadura y por la democracia. Nadie se pregunta por qué un dictador, en pleno Occidente democrático, murió en la cama y de viejo. Tal vez porque la mayoría de los españoles estaban tan contentos, opinión ésta que también puede ser constitutiva de delito.
Lo que llevó a aquella guerra se parece mucho a lo que está ocurriendo ahora. La izquierda, junto a los nacionalistas, formó un Frente Popular que impidió el acceso de la derecha al poder, a pesar de que había ganado las elecciones. Alegan que no era derecha moderada, sino extrema derecha, pero ocultan que la Falange, único grupo fascista de la época, sólo obtuvo 5.000 votos en Madrid en las elecciones de febrero de 1936, lo que demuestra que jamás hubo una amenaza fascista, aunque se utilizara como excusa por la izquierda.
Exactamente como hace ahora la izquierda del Frente Popular, que culpa a toda la derecha (excepto la nacionalista, que son sus aliados) de ser extrema derecha y no respetar la Constitución, cuando esos partidos de centro y derecha son los únicos realmente constitucionalistas en este momento.
El Frente Popular está presidido por un Presidente que, como Largo Caballero en su momento, está abriendo la puerta al comunismo y convirtiéndose en el tonto útil en la creencia de que eso le permitirá permanecer eternamente en el poder.
El Frente Popular tiene un vicepresidente que sostiene sin tapujos y sin pudor que es comunista (si no lo dice ahora abiertamente es por estrategia, pero siempre se ha mostrado orgulloso de ello), que los que viven en Venezuela le dan envidia, que Chaves muerto es invencible, que Venezuela es un ejemplo para el sur de Europa, que pide disculpas por no haber roto más caras de fachas, que no le van las mariconadas sino la caza del facha, que ETA fue el único movimiento político que entendió correctamente la Transición, que promueve que los etarras abandonen la cárcel, que afirmr que donde hay propiedad privada hay corrupción, que niega la libertad de prensa y que entiende mucho mejor el lenguaje de la fuerza.
Ambos, de consuno, están tomando decisiones que suponen un avance claro del totalitarismo en el país, como controlar la inversión extranjera, destruir el tejido industrial y comercial permitiendo sólo la supervivencia de las grandes empresas (como el sistema mercantilista en su versión suave y como el nazismo y fascismo en su versión dura), destruyendo la división de poderes para fagocitar el poder judicial, controlando el cuarto poder mediante subvenciones y coacciones, comprando votos a millones mediante subsidios sin apenas justificación, descalificando brutalmente a la oposición, atornillando al pesebre a todo el que se mueve de la foto, agrandando el Estado a codazos para no dejar un resquicio a la sociedad civil, creando artificialmente la idea de que sólo con más Estado, controlado por ellos naturalmente, se puede sobrevivir, ocultando las muertes causadas por su negligencia en la gestión de la pandemia, sobrecargando de resentimiento y odio a la sociedad y gobernando de mentira en mentira.
El paralelismo con los años de la República de infausta memoria es estremecedor.
Leo una reseña de Luis Torras en AE sobre el libro Hitler, la biografía definitiva, de Ian Kershaw. En dicha reseña veo que la principal "habilidad del Partido Nazi fue incendiar a las masas con mensajes cargados de resentimiento. Sus discursos se armaban a partir de consignas simples y breves, con una elevada carga emocional que cultivaba y avivaba la indignación agitando los agravios del pasado". Exactamente como hacen ahora los partidos del Frente Popular que nos gobierna.
Y continúa: "El ascenso de Hitler tampoco se explicaría sin el clima revolucionario que alimentaban los intelectuales de salón, sin el apoyo socialdemócrata y sin un elemento inquietantemente presente hoy: el desasosiego económico y monetario, antesala del desorden moral y político que experimentaría Alemania durante la república de Weimar... Sus directores de campaña supieron aprovechar la estrategia revolucionaria de cuanto peor mejor." Exactamente como hacen ahora los partidos del Frente Popular que nos gobierna.
Y añade: "Muchos empresarios e intelectuales quedaron prendados de su capacidad de movilizar a las masas y su maniqueo discurso historicista (el mismo del marxismo que se suponía iba a combatir)", del mismo modo que ahora, incomprensiblemente, se vuelve a incurrir en el mismo error por grandes empresarios y por los intelectuales orgánicos progresistas apóstoles del pensamiento políticamente correcto y su Santa Inquisición.
Sigue: "Ninguno de estos colectivos parecía incómodo con el discurso antisemita". Cambia semita por centro y derecha, es decir, todo lo que no sea izquierda o nacionalismo (en este caso no es un estigma ser de derechas) y el marco es el mismo. La izquierda trata a la derecha como los nazis a los judíos, estigmatizando, acusando de agresividad o crispación a quien es la víctima, negando legitimidad no aún a su vida pero sí a su pensamiento como "antidemocrático" y perverso que sólo busca el egoísmo personal y la desgracia ajena. La izquierda imputa a la derecha su propio proyecto ideológico.
"Cuando los nazis llegaron al poder, únicamente un periódico católico tituló con claridad: Un salto a la oscuridad", exactamente lo que ocurre actualmente con el periodismo español, vendido, vencido e indigno, con escasas excepciones. A nadie le cabrá duda alguna de que si los medios españoles, especialmente las televisiones, hubiesen proyectado imágenes, como las que sí emiten de otros países, de hospitales colapsados con enfermos muriéndose en los pasillos y sanitarios gritando que no hay respiradores para los más graves, hablando sin tapujos de triaje, o imágenes de las residencias, competencia del comunista vicepresidente del Gobierno, convertidos en morgues con cadáveres por doquier, o escenas de bolsas y ataúdes, este Gobierno hubiera caído y la indignación hubiera sustituido a la conformidad estúpida. Conformidad que ni siquiera esos sospechosos contratos de suministros que tampoco han servido para conseguir el material necesario han conseguido quebrar. Esos medios han contribuido a que en la pandemia los muertos no sean más que una cifra abstracta y los ánimos ridículos al estilo viva la gente sean la imagen de una sociedad infantilizada y estúpida.
"Luego llegaría la Ley Habilitante en marzo de 1933. Apenas unos pocos folios en los que se sentenciaba el orden liberal y se alumbraba la pesadilla del Reich. Con la propiedad privada y la separación de poderes abolidas de hecho, nada impidió al Estado pasar su rodillo totalitario". Da la impresión de que está hablando de la Demencia (antes España) de 2020, donde el poder ejecutivo se ha extralimitado en un Estado de Alarma que era realmente un estado de excepción, gobernando por decreto y limitando las libertades de los ciudadanos sin que el Tribunal Supremo ni el Tribunal Constitucional tengan a bien decir ni una palabra. Se influye en las decisiones judiciales intentando vulnerar el secreto de toda policía judicial, se destituye arbitrariamente a los pocos elementos que respetan su dignidad profesional y anteponen su deber a los deseos del gobierno, intentan deslegitimar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, se presiona hasta la saciedad a los jueces instructores para que sus decisiones sean las deseadas, se maneja antijurídicamente a la Fiscalía del Estado y al cuerpo de Abogados del Estado asfixiando, en definitiva, al poder judicial, único límite que puede tener su Gobierno populista. Por supuesto, se sacrifica la figura del Rey como jefe del Estado para que no se atreva a suponer un freno a las ansias de poder. Se guarda el Gobierno el poder de decidir sobre qué inversiones son admisibles y cuáles no, del mismo modo que se abole en la práctica el derecho de propiedad admitiendo y alentando la okupación y concediendo rentas sin objeto para comprar la voluntad de las masas.
Concluye Torras: "Kershaw subraya que Hitler no fue nada 'inevitable', sino el producto de una gran dejadez: nadie veló por la democracia ni alertó de las amenazas que la asediaban". Como ocurre en Demencia, donde cualquier voz discrepante que denuncie los abusos de poder de este gobierno, por naturaleza antidemocrático al estar constituido por un PSOE que dejó de ser socialdemócrata hace años y por un partido comunista, asistidos por filoterroristas y golpistas, es aplastada por los medios y violentada por la Santa Inquisición del pensamiento políticamente correcto.
¿Quiénes velan por nuestra democracia cuando la inmensa mayoría de los medios es cómplice? ¿Quién vela por la democracia si los "intelectuales" de este país temen una involución de una derecha que no existe más que en sus ensoñaciones y es la izquierda la que realmente incita la deriva totalitaria y ésta no sólo no les hace temer sino que la aceptan como un proceso de liberación? ¿Quién vela por la democracia cuando el poder judicial es amedrentado continuamente?
El modo de llegar al poder de los comunistas en los países del Este de Europa tras la II Guerra Mundial es otro paralelismo inquietante, con muchas similitudes con lo que estamos viviendo. Quien tenga dudas, que consulte cómo lo hicieron.
La involución de la libertad ya está aquí: detienen a un taxista por hacer un vídeo de mal gusto disparando a fotos de miembros del Gobierno, pero no se detiene (ni siquiera se busca) a quien quema fotos del Jefe del Estado o coloca dianas sobre fotografías de Mariano Rajoy o de Santiago Abascal. Las Fuerzas de Seguridad a la orden y al orden de lo que designa el Gobierno socio-comunista.
En Demencia está prohibido (no legalmente aún, pero sí socialmente, y es por ahí por donde se empieza): ser de derechas, definirse como varón blanco heterosexual, defender la libertad, acusar a los políticos de izquierda, usar la bandera nacional, defender la religión católica o, simplemente, decir la verdad (Campmany), entre otras muchas cosas.
En Demencia pronto habrá un sistema que ya definió Proudhon: "una democracia autoritaria con la apariencia de haberse fundado en la dictadura de las masas, pero en la que las masas no tendrían otro poder que el necesario para confirmar su esclavitud, de acuerdo a los preceptos y principios del viejo absolutismo: indivisibilidad del poder público, centralización total, destrucción sistemática de todo pensamiento individual, corporativo o regional (por considerarlo subversivo) y policía inquisitorial". Ni más ni menos que lo que estamos viviendo.
Que haya tantos que no quieren ver lo que tienen ante sus ojos es el principal problema de nuestro tiempo. Son los estúpidos en el sentido expresado en Breve tratado sobre la estupidez humana, de Jiménez Rubio, que nos alertan del peligro de involución democrática por el avance ¡¡¡de la derecha!!!. Los idiotas, cuando no tienen tierra bajo los pies, se inventan el fantasma de la derecha. Derecha que, no sólo en España, sino en toda Europa no tiene nada que hacer sencillamente porque no tiene poder político firme (salvo en Hungría y Polonia).
El Gobierno de Demencia ha comenzado con medidas de proteccionismo, como comienzan todos los gobiernos totalitarios, sencillamente porque es el primer paso a escenarios mayores, como ya nos enseñó Bastiat cuando dijo que el proteccionismo, el socialismo y el comunismo son tres fases del crecimiento del mismo árbol.
Por supuesto, tras la bolchevización del PSOE sólo queda un paso que ya se ha iniciado: acusar a la derecha de estar preparando un Golpe contra la democracia para justificar su autogolpe (es la misma estrategia que se utilizó en Venezuela y en todos los lugares donde se ha instaurado el socialismo).
Por todo ello, la vida política en Demencia cada vez se parece más a un sistema mafioso. Los estúpidos siempre acusan al capitalismo de ser un sistema mafioso, basándose en el simple hecho de que se admite el lucro como objetivo. Obvian que el lucro que se permite en el capitalismo es el resultado del trabajo legal y honrado y del mérito y del respeto a la propiedad privada de los demás, mientras que en el sistema mafioso es resultado de la coerción, de lo ilegal, de la amenaza y del poder. Es decir, consecuencia de aquello que impone el socialismo: fuerte jerarquización, poder ilimitado, ausencia de controles al poder, no respeto por la propiedad privada, ausencia de meritocracia y ascenso a través del amiguismo y la influencia, es decir, todo aquello en lo que el socialismo convierte al Estado cuando triunfa.
Todo aquello que se atisba en el horizonte de Demencia.
(*) Winston Galt es escritor, autor de la novela Frío Monstruo
Fukuyama dio por terminada la historia afirmando que ésta se había acabado cuando cayó el Muro de Berlín y el comunismo y las ideologías colectivistas habían sido enterradas en la fosa que ellas mismas cavaron.
No ha sido así, y parece que la historia se repite. La mentalidad humana no ha evolucionado al ritmo que ha proporcionado el capitalismo a la humanidad, a la que ha provisto de las cotas más altas de prosperidad y libertad que jamás hayan existido en la historia. Ninguna civilización llegó, ni siquiera de lejos, a atisbar el nivel de vida y de libertad que se viene disfrutando en el mundo libre desde hace décadas. Todo ello a consecuencia de unas ideas precisas: el individualismo, el liberalismo, la democracia liberal, la libertad de mercado, esto es, el capitalismo.
Pero no ha sido suficiente para apartar los peligros de involución. Masas enormes de personas se empeñan en destruir este legado, en volver a ideologías colectivistas que no pueden deparar sino lo que ya depararon en el pasado. No hay esperanza de que tales masas entren en razón y comiencen a defender lo que hoy denigran. La única esperanza es la resistencia que podamos ofrecer los que vemos la deriva de una vuelta a la Edad de la Oscuridad, al totalitarismo.
Por ello, la historia no sufre un eterno retorno sino un simple y ordinario círculo vicioso. Si el cristianismo acabó con el mundo clásico, en el que ya se atisbaban elementos de progreso de los que quince siglos después partió la ciencia hasta desencadenar el proceso de avance científico más vertiginoso que pudiera imaginarse, hoy, el socialismo, en sus múltiples y proteicas formas amenaza con destruir el mundo que conocemos y volver a fórmulas que sólo conducen a un destino: la ruina y la opresión.
En la historia de la nación antes conocida como España y hoy como Demencia, cuentan que hubo una guerra civil hace casi un siglo. Cuentan que había un régimen democrático, la II República, sancionado en todas las elecciones por la mayoría de la población en elecciones libres. Si discutes esta versión incluso se puede incurrir en un delito contra una ley totalitaria que determina cómo ha de interpretarse aquel tiempo.
Que las dos elecciones celebradas en aquella época las ganara la derecha moderada y que contra las primeras elecciones se diese un golpe de Estado por la izquierda en Asturias no significa nada. Que en las segundas elecciones, de febrero de 1936, se diese un pucherazo electoral para que gobernase la izquierda cuando las había ganado la derecha moderada, tampoco. Que se dio el pucherazo lo reconoció el propio presidente de la República.
Que las fuerzas de izquierda de la República española no eran democráticas sino que estaban profundamente bolchevizadas y querían instaurar una dictadura del proletariado también es una opinión, basada en testimonios y datos objetivos y reales, que puede ser constitutiva de delito en la Demencia actual.
Tras la guerra hubo una dictadura que duró cuarenta años y que sólo concluyó cuando el dictador murió, ante cuyo féretro pasaron millones de españoles que inmediatamente se hicieron de izquierdas en cuanto el viento sopló de otro lado. Por supuesto, todos habían luchado mucho contra la dictadura y por la democracia. Nadie se pregunta por qué un dictador, en pleno Occidente democrático, murió en la cama y de viejo. Tal vez porque la mayoría de los españoles estaban tan contentos, opinión ésta que también puede ser constitutiva de delito.
Lo que llevó a aquella guerra se parece mucho a lo que está ocurriendo ahora. La izquierda, junto a los nacionalistas, formó un Frente Popular que impidió el acceso de la derecha al poder, a pesar de que había ganado las elecciones. Alegan que no era derecha moderada, sino extrema derecha, pero ocultan que la Falange, único grupo fascista de la época, sólo obtuvo 5.000 votos en Madrid en las elecciones de febrero de 1936, lo que demuestra que jamás hubo una amenaza fascista, aunque se utilizara como excusa por la izquierda.
Exactamente como hace ahora la izquierda del Frente Popular, que culpa a toda la derecha (excepto la nacionalista, que son sus aliados) de ser extrema derecha y no respetar la Constitución, cuando esos partidos de centro y derecha son los únicos realmente constitucionalistas en este momento.
El Frente Popular está presidido por un Presidente que, como Largo Caballero en su momento, está abriendo la puerta al comunismo y convirtiéndose en el tonto útil en la creencia de que eso le permitirá permanecer eternamente en el poder.
El Frente Popular tiene un vicepresidente que sostiene sin tapujos y sin pudor que es comunista (si no lo dice ahora abiertamente es por estrategia, pero siempre se ha mostrado orgulloso de ello), que los que viven en Venezuela le dan envidia, que Chaves muerto es invencible, que Venezuela es un ejemplo para el sur de Europa, que pide disculpas por no haber roto más caras de fachas, que no le van las mariconadas sino la caza del facha, que ETA fue el único movimiento político que entendió correctamente la Transición, que promueve que los etarras abandonen la cárcel, que afirmr que donde hay propiedad privada hay corrupción, que niega la libertad de prensa y que entiende mucho mejor el lenguaje de la fuerza.
Ambos, de consuno, están tomando decisiones que suponen un avance claro del totalitarismo en el país, como controlar la inversión extranjera, destruir el tejido industrial y comercial permitiendo sólo la supervivencia de las grandes empresas (como el sistema mercantilista en su versión suave y como el nazismo y fascismo en su versión dura), destruyendo la división de poderes para fagocitar el poder judicial, controlando el cuarto poder mediante subvenciones y coacciones, comprando votos a millones mediante subsidios sin apenas justificación, descalificando brutalmente a la oposición, atornillando al pesebre a todo el que se mueve de la foto, agrandando el Estado a codazos para no dejar un resquicio a la sociedad civil, creando artificialmente la idea de que sólo con más Estado, controlado por ellos naturalmente, se puede sobrevivir, ocultando las muertes causadas por su negligencia en la gestión de la pandemia, sobrecargando de resentimiento y odio a la sociedad y gobernando de mentira en mentira.
El paralelismo con los años de la República de infausta memoria es estremecedor.
Leo una reseña de Luis Torras en AE sobre el libro Hitler, la biografía definitiva, de Ian Kershaw. En dicha reseña veo que la principal "habilidad del Partido Nazi fue incendiar a las masas con mensajes cargados de resentimiento. Sus discursos se armaban a partir de consignas simples y breves, con una elevada carga emocional que cultivaba y avivaba la indignación agitando los agravios del pasado". Exactamente como hacen ahora los partidos del Frente Popular que nos gobierna.
Y continúa: "El ascenso de Hitler tampoco se explicaría sin el clima revolucionario que alimentaban los intelectuales de salón, sin el apoyo socialdemócrata y sin un elemento inquietantemente presente hoy: el desasosiego económico y monetario, antesala del desorden moral y político que experimentaría Alemania durante la república de Weimar... Sus directores de campaña supieron aprovechar la estrategia revolucionaria de cuanto peor mejor." Exactamente como hacen ahora los partidos del Frente Popular que nos gobierna.
Y añade: "Muchos empresarios e intelectuales quedaron prendados de su capacidad de movilizar a las masas y su maniqueo discurso historicista (el mismo del marxismo que se suponía iba a combatir)", del mismo modo que ahora, incomprensiblemente, se vuelve a incurrir en el mismo error por grandes empresarios y por los intelectuales orgánicos progresistas apóstoles del pensamiento políticamente correcto y su Santa Inquisición.
Sigue: "Ninguno de estos colectivos parecía incómodo con el discurso antisemita". Cambia semita por centro y derecha, es decir, todo lo que no sea izquierda o nacionalismo (en este caso no es un estigma ser de derechas) y el marco es el mismo. La izquierda trata a la derecha como los nazis a los judíos, estigmatizando, acusando de agresividad o crispación a quien es la víctima, negando legitimidad no aún a su vida pero sí a su pensamiento como "antidemocrático" y perverso que sólo busca el egoísmo personal y la desgracia ajena. La izquierda imputa a la derecha su propio proyecto ideológico.
"Cuando los nazis llegaron al poder, únicamente un periódico católico tituló con claridad: Un salto a la oscuridad", exactamente lo que ocurre actualmente con el periodismo español, vendido, vencido e indigno, con escasas excepciones. A nadie le cabrá duda alguna de que si los medios españoles, especialmente las televisiones, hubiesen proyectado imágenes, como las que sí emiten de otros países, de hospitales colapsados con enfermos muriéndose en los pasillos y sanitarios gritando que no hay respiradores para los más graves, hablando sin tapujos de triaje, o imágenes de las residencias, competencia del comunista vicepresidente del Gobierno, convertidos en morgues con cadáveres por doquier, o escenas de bolsas y ataúdes, este Gobierno hubiera caído y la indignación hubiera sustituido a la conformidad estúpida. Conformidad que ni siquiera esos sospechosos contratos de suministros que tampoco han servido para conseguir el material necesario han conseguido quebrar. Esos medios han contribuido a que en la pandemia los muertos no sean más que una cifra abstracta y los ánimos ridículos al estilo viva la gente sean la imagen de una sociedad infantilizada y estúpida.
"Luego llegaría la Ley Habilitante en marzo de 1933. Apenas unos pocos folios en los que se sentenciaba el orden liberal y se alumbraba la pesadilla del Reich. Con la propiedad privada y la separación de poderes abolidas de hecho, nada impidió al Estado pasar su rodillo totalitario". Da la impresión de que está hablando de la Demencia (antes España) de 2020, donde el poder ejecutivo se ha extralimitado en un Estado de Alarma que era realmente un estado de excepción, gobernando por decreto y limitando las libertades de los ciudadanos sin que el Tribunal Supremo ni el Tribunal Constitucional tengan a bien decir ni una palabra. Se influye en las decisiones judiciales intentando vulnerar el secreto de toda policía judicial, se destituye arbitrariamente a los pocos elementos que respetan su dignidad profesional y anteponen su deber a los deseos del gobierno, intentan deslegitimar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, se presiona hasta la saciedad a los jueces instructores para que sus decisiones sean las deseadas, se maneja antijurídicamente a la Fiscalía del Estado y al cuerpo de Abogados del Estado asfixiando, en definitiva, al poder judicial, único límite que puede tener su Gobierno populista. Por supuesto, se sacrifica la figura del Rey como jefe del Estado para que no se atreva a suponer un freno a las ansias de poder. Se guarda el Gobierno el poder de decidir sobre qué inversiones son admisibles y cuáles no, del mismo modo que se abole en la práctica el derecho de propiedad admitiendo y alentando la okupación y concediendo rentas sin objeto para comprar la voluntad de las masas.
Concluye Torras: "Kershaw subraya que Hitler no fue nada 'inevitable', sino el producto de una gran dejadez: nadie veló por la democracia ni alertó de las amenazas que la asediaban". Como ocurre en Demencia, donde cualquier voz discrepante que denuncie los abusos de poder de este gobierno, por naturaleza antidemocrático al estar constituido por un PSOE que dejó de ser socialdemócrata hace años y por un partido comunista, asistidos por filoterroristas y golpistas, es aplastada por los medios y violentada por la Santa Inquisición del pensamiento políticamente correcto.
¿Quiénes velan por nuestra democracia cuando la inmensa mayoría de los medios es cómplice? ¿Quién vela por la democracia si los "intelectuales" de este país temen una involución de una derecha que no existe más que en sus ensoñaciones y es la izquierda la que realmente incita la deriva totalitaria y ésta no sólo no les hace temer sino que la aceptan como un proceso de liberación? ¿Quién vela por la democracia cuando el poder judicial es amedrentado continuamente?
El modo de llegar al poder de los comunistas en los países del Este de Europa tras la II Guerra Mundial es otro paralelismo inquietante, con muchas similitudes con lo que estamos viviendo. Quien tenga dudas, que consulte cómo lo hicieron.
La involución de la libertad ya está aquí: detienen a un taxista por hacer un vídeo de mal gusto disparando a fotos de miembros del Gobierno, pero no se detiene (ni siquiera se busca) a quien quema fotos del Jefe del Estado o coloca dianas sobre fotografías de Mariano Rajoy o de Santiago Abascal. Las Fuerzas de Seguridad a la orden y al orden de lo que designa el Gobierno socio-comunista.
En Demencia está prohibido (no legalmente aún, pero sí socialmente, y es por ahí por donde se empieza): ser de derechas, definirse como varón blanco heterosexual, defender la libertad, acusar a los políticos de izquierda, usar la bandera nacional, defender la religión católica o, simplemente, decir la verdad (Campmany), entre otras muchas cosas.
En Demencia pronto habrá un sistema que ya definió Proudhon: "una democracia autoritaria con la apariencia de haberse fundado en la dictadura de las masas, pero en la que las masas no tendrían otro poder que el necesario para confirmar su esclavitud, de acuerdo a los preceptos y principios del viejo absolutismo: indivisibilidad del poder público, centralización total, destrucción sistemática de todo pensamiento individual, corporativo o regional (por considerarlo subversivo) y policía inquisitorial". Ni más ni menos que lo que estamos viviendo.
Que haya tantos que no quieren ver lo que tienen ante sus ojos es el principal problema de nuestro tiempo. Son los estúpidos en el sentido expresado en Breve tratado sobre la estupidez humana, de Jiménez Rubio, que nos alertan del peligro de involución democrática por el avance ¡¡¡de la derecha!!!. Los idiotas, cuando no tienen tierra bajo los pies, se inventan el fantasma de la derecha. Derecha que, no sólo en España, sino en toda Europa no tiene nada que hacer sencillamente porque no tiene poder político firme (salvo en Hungría y Polonia).
El Gobierno de Demencia ha comenzado con medidas de proteccionismo, como comienzan todos los gobiernos totalitarios, sencillamente porque es el primer paso a escenarios mayores, como ya nos enseñó Bastiat cuando dijo que el proteccionismo, el socialismo y el comunismo son tres fases del crecimiento del mismo árbol.
Por supuesto, tras la bolchevización del PSOE sólo queda un paso que ya se ha iniciado: acusar a la derecha de estar preparando un Golpe contra la democracia para justificar su autogolpe (es la misma estrategia que se utilizó en Venezuela y en todos los lugares donde se ha instaurado el socialismo).
Por todo ello, la vida política en Demencia cada vez se parece más a un sistema mafioso. Los estúpidos siempre acusan al capitalismo de ser un sistema mafioso, basándose en el simple hecho de que se admite el lucro como objetivo. Obvian que el lucro que se permite en el capitalismo es el resultado del trabajo legal y honrado y del mérito y del respeto a la propiedad privada de los demás, mientras que en el sistema mafioso es resultado de la coerción, de lo ilegal, de la amenaza y del poder. Es decir, consecuencia de aquello que impone el socialismo: fuerte jerarquización, poder ilimitado, ausencia de controles al poder, no respeto por la propiedad privada, ausencia de meritocracia y ascenso a través del amiguismo y la influencia, es decir, todo aquello en lo que el socialismo convierte al Estado cuando triunfa.
Todo aquello que se atisba en el horizonte de Demencia.
(*) Winston Galt es escritor, autor de la novela Frío Monstruo