Jueves, 11 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 16:23:07 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Sábado, 27 de Junio de 2020 Tiempo de lectura:
Reportaje

Tras los orígenes comunistas de los movimientos "Black Lives Matter" y "Antifa"

[Img #18115]

 

Para conocer con precisión los orígenes de los movimientos Black Lives Matter y Antifa debemos viajar en el tiempo casi 100 años atrás. Algo antes de los años treinta del pasado siglo XX, se inició lo que se conoce como la Escuela de Francfort, formada por una amplia variedad de académicos y filósofos alemanes de creencias marxistas “occidentales” (que no se regían por las directrices de la URSS). Éstos dieron forma a lo que se conoce como la "Teoría Crítica" y comenzaron su lucha contra la Ilustración, el libre mercado, la libertad individual y de religión, etc. Entre estos pensadores se encuentran nombres como Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Eric Fromm, Wilhelm Reich, Max Horkheimer...

 

Gran parte de estos académicos europeos que formaban parte de la Escuela de Francfort, ante el surgimiento en Europa del nazismo se exiliaron en Estados Unidos, a pesar de que éste era un país cuya cultura “detestaban”. Herbert Marcuse llegó directamente a Nueva York, más concretamente a la Universidad de Columbia. También trabajó en Harvard, Brandéis University y la Universidad de California en San Diego. En Harvard creó su División de Investigación y Análisis en la que tuvo hasta 1.200 colaboradores. Allí escribió, entre otros muchos, el libro Razón y Revolución. La influencia de Marcuse en los medios académicos y en la propagación del “activismo social” hicieron que se ganase el título de “Padre de la Nueva Izquierda”. El rechazo a la autoridad y a los padres, la libertad sexual y las comunas, el consumo de las drogas, las manifestaciones violentas, el anarquismo, la radicalización, etc. fueron fomentadas y enseñadas por los designios de la "Teoría Crítica". Y Marcuse no dejó de enseñar y propagar sus teorías hasta su muerte en 1979.

 

Otro miembro de la Escuela de Francfort que fue muy influyente en EE.UU. fue Max Horkheimer, que llegó a este país en 1934 junto con Theodor Adorno. Inicialmente obtuvieron puestos como profesores en la Universidad de Columbia de Nueva York, pero rápidamente se trasladaron a Los Ángeles (California), ciudad en la que, en 1940, se convirtió en ciudadano americano. En 1942, Horkheimer fue seleccionado para ser director de la Comisión Científica Judía. Y quizás sea ésta una de las razones por las que el 80% de los judíos norteamericanos sean progresistas y la mitad de religiosos que los cristianos. Max Horkheimer fue un crítico furibundo de la sociedad americana. En Estados Unidos desarrolló la teoría de que la producción en masa era una forma de atraer al pueblo, otorgando a los ciudadanos una libertad, en su opinión, ficticia, para que pudieran consumir.

 

Max Horkheimer regresó a Alemania junto con Adorno en 1950, donde reactivaron la Escuela de Francfort y desarrollaron otra de las teorías importantes del grupo, siempre con el fin de alcanzar los objetivos marxistas que buscaban para Occidente: la "tolerancia represiva” o, lo que es lo mismo, la potenciación de la tolerancia para las políticas y actitudes ilegales y la instauración progresiva de medidas cada vez más intolerantes para lo legal y las opiniones prevalentes. Una vez alcanzada esta meta, la tolerancia quedaría abolida.

 

En este caldo de cultivo, el pensador neocomunista Saul Alinsky, nacido en Chicago, escribió el libro Tratado para radicales, que incluía el prólogo Cómo Crear un Estado Socialista, con ocho preceptos:

 

1.- Controla la sanidad y controlarás el pueblo

 

2.- Incrementar la pobreza al máximo

 

3.- Incrementar la deuda a un nivel insostenible

 

4.- Control de las armas

 

5.- Controlar las ayudas; alimentación, vivienda, salarios.

 

6.- Controlar la educación

 

7.- Eliminar la religión y  retirar a Dios del Gobierno y las escuelas

 

8.- Lucha de clases

 

Hillary Clinton hizo su tesis de doctorado sobre Saul Alinsky. Siempre mostró admiración por él. Actualmente, lo que se está viendo en las universidades norteamericanas y en gran parte de las agencias gubernamentales es lo que Mao llamó "la gran marcha a través de las instituciones”.

 

Los comunistas detestan el individualismo porque es más difícil de controlar. Por ello, al crear grupos identitarios (negros, latinos, homosexuales, multiplicidad de géneros, etc.) hace que el “enemigo” sea más reconocible: el grupo de blancos, capitalistas y cristianos que, por supuesto, es un grupo racista y explotador. El insulto, la personalización del enemigo (“todo es por culpa de Trump”) y la polarización extrema de la sociedad son reglas básicas tomadas de los manuales de Alinsky.

 

En este marco, el movimiento BLM (BLack Lives Matter) y los terroristas callejeros de Antifa no son organizaciones que han salido inesperadamente de la nada. En las actuales movilizaciones “contra el racismo", solamente han participado un 16% de ciudadanos negros. Los grandes protagonistas de las mismas son jóvenes blancos con el puño en alto. Los propios dirigentes del BLM han declarado ser marxistas y el autodenominado "jefe" de los que han "okupado" el centro de Seattle, ha declarado en las cámaras de televisión: "Si no nos dan lo que queremos destruiremos el sistema".

 

Estos movimientos y grupos también están siendo financiados por magnates globalistas como George Soros que se oponen radicalmente a Donald Trump, que defiende la Constitución, la libertad de religión, el libre mercado y promueve un saludable sentido de patriotismo.

 

La situación social derivada de la pandemia del Covid-19 ha mermado totalmente a la población, preocupada por el contagio, el paro y la bancarrota. Este es un momento propicio para aplicar la reglas básicas de Alinsky, cuando el ciudadano se encuentra dudando sobre su futuro.  Por este motivo, en Estados Unidos, desde ahora y hasta el 3 de noviembre, es de esperar que se produzcan todo tipo de provocaciones sociales para incitar la aparición de nuevas movilizaciones. La situación para noviembre no parece halagüeña para los conservadores, con lo que la izquierda está más cerca que nunca de llegar a su objetivo: derrumbar la idea de lo que es América y sus orígenes en la cultura judeocristiana.

 

Hermann Tertsch explica la penetración comunista en las sociedades desarrolladas

 

- Usted vivió en primera fila la caída de la antigua URSS y hoy es uno de los intelectuales más activos a la hora de denunciar esa nueva forma globalizada del comunismo que se ha venido a llamar “marxismo cultural”... ¿Cómo surgió este fenómeno político, social y, sobre todo, cultural?

 

Los primeros pasos de todo esto se dieron con la Internacional Comunista de los años veinte del pasado siglo, que establecía claramente un proyecto de expansión a lo largo y ancho del mundo desarrollado, y especialmente a lo largo y ancho de Europa, para inducir a la gran revolución proletaria.

 

[Img #18116]Para llevar a cabo este plan, la Internacional Comunista impulsa un gran conglomerado de asociaciones, grupos y organizaciones, muchas de ellas similares a las actuales oenegés, que funcionaban bajo las órdenes de los partidos comunistas, pero sin pertenecer directamente a su estructura. Hoy ocurre exactamente lo mismo, pero fue en esa década de los años veinte cuando el comunismo comenzó a utilizar el asociacionismo como herramienta de penetración ideológica en las sociedades desarrolladas.

 

El siguiente paso en esta expansión del neomarxismo o marxismo cultural se dio con la aparición de la Escuela de Fráncfort. En los años treinta, numerosos intelectuales marxistas debieron huir de Alemania perseguidos por los nazis, y marcharon a Estados Unidos. En las universidades de este país crearon escuelas y, tras el fin de la II Guerra Mundial, regresaron a Alemania y a Francia, países desde los que impulsan sus estrategias de penetración, en un impulso que acabaría de una forma fallida con el Mayo del 68 parisino. Quizás aquella movilización estudiantil fue el último gran intento revolucionario comunista, pero ya entonces los marxistas habían entendido que su gran estrategia había de asentarse sobre la penetración cultural, y no sobre la revolución y las movilizaciones callejeras. No son los tanques, son determinadas ideas, y su expansión a todo el espectro cultural de la vida de una sociedad desarrollada, las que han de conseguir la victoria. Por eso los nuevos comunistas van abriendo e implantando sus banderas en diferentes campos de batalla donde van dejando sus semillas, el ecologismo, el animalismo, el feminismo, el pacifismo...

 

La economía ya no sirve a los nuevos comunistas. La transformación que iba a ser la punta de lanza de la revolución proletaria, de esa revolución igualitaria que se construye sobre la liquidación del individuo, tenía la economía como bandera, pero su fracaso en este ámbito ha sido tan estrepitoso que ya no tienen nada que hacer. Y por ello van extendiéndose a otros campos en los que buscar fácilmente la sentimientalidad, la emoción, el humanitarismo. Y han conseguido una expansión tremenda, por ejemplo, en el capítulo de las oenegés, que en su práctica totalidad son organizaciones que mantienen los mismos criterios (comunistas) y que obedecen a los mismos objetivos (comunistas).

 

Fuente de la cita de Hermann Tertsch: Revista Naves en Llamas Nº 2

 

Esta información se ha basado también en el siguiente artículo

https://www.theepochtimes.com/the-left-pushes-to-finally-take-down-america_3400013.html

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.