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Ernesto Ladrón de Guevara
Jueves, 15 de Octubre de 2020 Tiempo de lectura:

¿Regímenes o Sistemas?

Tengo cierta alergia a los regímenes, como contraposición a los sistemas. Me pasó con el franquismo y me vuelve a ocurrir ahora. O mejor dicho, hace tiempo.

 

Todo país debe tener un sistema de gobierno, pero la diferencia entre sistema y régimen radica en que el sistema es dinámico, va mutando a medida de las necesidades sociales y de las propias dinámicas políticas. Los regímenes tienen vocación totalitaria, tienden a perpetuarse y eternizar la hegemonía de unas castas que se erigen como propietarias intelectuales de dichos sistemas que anulan a los individuos y las dinámicas sociales, imposibilitando un tejido social libre y dinámico.

 

Para que haya regímenes tiene que haber masa. O lo que es lo mismo, hombre masa.

 

Gustave Le Bon, un psicólogo social de finales del siglo XIX escribió una paradigmática obra, La psicología de las masas.  En la misma se hace una investigación profunda y científica de como la masa engulle al individuo igual que lo hace un agujero negro interestelar a todo lo que se le aproxima, incluidas estrellas. Nada se resiste a su magnetismo.

 

Dice Gustave Le Bon: “En determinadas circunstancias, y tan sólo en ellas, una aglomeración de seres humanos posee características nuevas y muy diferentes de las de cada uno de los individuos que la componen. La personalidad consciente se esfuma, los sentimientos y las ideas de todas las unidades se orientan en una misma dirección. Se forma un alma colectiva, indudablemente transitoria, pero que presenta características muy definidas. La colectividad se convierte entonces en aquello que, a falta de otra expresión mejor, designaré como masa organizada o, si se prefiere, masa psicológica. Forma un solo ser y está sometida a la ley de la unidad mental de las masas.”

 

Un determinado medio de comunicación vasco de amplia tirada vuelve a incidir sobre el Informe del Consejo Escolar de Euskadi, que comenté en un artículo hace unos días en este mismo medio. En esta ocasión se centra en la aparente preocupación del Consejo Escolar de Euskadi con las repeticiones de curso en el sistema educativo obligatorio vasco, pero lo hace solamente informando, asépticamente, sin mezclar información con opinión.

 

Evidentemente, cualquiera que me lea dirá que eso es lo adecuado, que no hay que mezclar información con opinión. Pero lo que yo me pregunto es si ese medio, o el periodista que ha redactado la información tiene opinión o no la tiene, puesto que, si no, no nos explica por qué le ha llamado la atención ese capítulo en un informe que tiene un considerable volumen de páginas, la mayoría con índices estadísticos y gráficas. A lo mejor es que ese periodista o el mismo periódico sí tiene opinión y no se atreve a ofrecerla porque el hacerlo transgrede las normas del Régimen, que consisten en no tocar cuestiones que constituyen un enorme tabú, acerca del cual, incluso, se han producido no ríos de tinta, sino de sangre.

 

Yo sí lo voy a hacer. Dice la información que los niños de Primaria, de 6 a 12 años tienen una frecuencia de repeticiones del 12,4% y en Secundaria del doble, es decir del 24%. Y que los que más repiten coinciden con el Primer Ciclo, que es el primero y segundo curso de Primaria (de 6 a 8 años) y que coincide en el periodo escolar en el que se adquiere la lecto-escritura.  Afirma también que en Secundaria los problemas que se arrastran desde la Primaria ya no tienen solución. Y se infiere de la noticia que eso va relacionado con los problemas de la comprensión lectora.  Lo que no dice es que ésta va lastrada por una baja comprensión verbal, que, aunque están correlacionadas, no es lo mismo.  Y que esta situación nos sitúa al País Vasco justo en el doble de la media estadística de repeticiones de la OCDE.

           

Hay otro dato enormemente significativo, que ese periódico, para no apartarse de la masa que todo lo atrae, no se atreve a valorar. Y es que en Guipúzcoa se dan los índices de repeticiones menos frecuentes y Álava está en el ranking de Euskadi con más repeticiones.

           

Reproduce la información que el Consejo Escolar de Euskadi, al que le adjudica el valor de reunión de “expertos”, atribuye ese efecto a que el euskera no es la lengua materna de los repetidores. ¡Recórcholis!, ¡Lo han descubierto!, ¡Vaya novedad!.

           

Pero… agárrense a la silla. Las recomendaciones a modo de solución constituyen una verdadera ingeniería educativa. Reducir contenidos curriculares y centrarse en la lectoescritura, que parece que va mal. Y esta vez, bendita excepción, no lo digo yo. Lo dicen los “expertos”. 

 

Es decir… hay que reducir conocimientos. Más todavía. La varita mágica consiste en esquilmar eso que llamamos factores cognitivos de aprehensión de la realidad. Nada nuevo. Ya lo han estado haciendo los socialistas con la muy eficiente colaboración de los populares (no los populistas, no nos equivoquemos), reduciendo a la mínima expresión el conocimiento en la “era del conocimiento”. 

           

Es obvio que el euskera es un tropiezo fundamental en el desarrollo del conocimiento y en el aprendizaje de la mayoría de los escolares vascos, pues atenta contra el principio respaldado por las autoridades pedagógicas internacionales de que la lengua materna ha de ser el vehículo del conocimiento, de la abstracción del mismo y de la configuración de la red de significantes que posibilita la formación de conceptos interrelacionados.

 

Sin éstos no solamente falla la lectura, sino la elaboración simple y llana del pensamiento complejo, del hipotético deductivo, y del entramado de conocimientos significativos que explican nuestra realidad antropológica y cultural, de la historia, de la filosofía, del entramado connotativo que nos permite entender nuestras complejas realidades sociales y culturales. ¡Ah…, pero eso hace temblar los cimientos de la gran manipulación social del nacionalismo! ¡Qué peligro! Pues eso, ni más ni menos. Pero sin eso no hay verdad, y no se explican las cosas que suceden.

           

Ya… ¿Y?

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