Dispondría ya de más de 80 millones de perfiles genéticos
¿China está recolectando ADN de la población mundial?
"Necesitamos armonizar aún más las políticas y estándares y establecer 'vías rápidas' para facilitar el flujo ordenado de las personas. China ha propuesto un mecanismo global reconocimiento de certificados de salud basados en resultados de pruebas de ácido nucleico en forma de códigos QR aceptados internacionalmente. Esperamos que más países se sumen a este mecanismo".
Esta propuesta del líder chino Xi Jinping en la Cumbre Virtual de Líderes del G20 que tuvo lugar el pasado el 21 de noviembre no es una iniciativa desinteresada para facilitar los viajes y el comercio internacionales. Por el contrario, y según explica el experto Gordon G. Chang en un artículo recientemente publicado en Newsweek, es casi seguro que se trata de otra iniciativa china para ampliar su colección de ADN de la población mundial. “¿Y por qué China quiere datos tan sensibles? Beijing está decidido a dominar la industria biotecnológica. Beijing también puede estar desarrollando armas biológicas diseñadas para atacar a ciertos grupos étnicos. En cualquier caso, los incansables esfuerzos del Partido Comunista de China para recopilar datos de salud deberían estar alarmando al resto del mundo. Los medios estatales de China afirman que el país ya tiene la base de datos de material genético más grande del mundo (80 millones de perfiles), pero Beijing quiere más”.
Según detalla Gordon G. Chang, “la embajada china en Canadá ya ha anunciado que los pasajeros con destino a China deben tener un código QR con una marca que indique si se es ciudadano chino o extranjero. El código reemplaza el requisito actual de que los pasajeros presenten los resultados de la prueba Covid-19 antes de realizar el embarque. Las embajadas de China en Corea del Sur, Francia y Estados Unidos tienen requisitos similares. Los viajeros de Singapur, podrán ingresar a China con un código QR verde”. Como ha señalado el Global Times, órgano de prensa oficioso del Gobierno de Pekín, "el mecanismo global propuesto por China para los códigos de salud mutuamente reconocidos está tomando forma".
Por supuesto, existen problemas de privacidad difíciles de resolver con un código QR obligatorio, explica Chang. “¿Quién va a confiar en cualquier Gobierno nacional con información sobre salud y viajes? ¿Y quién administraría tal sistema?” Según Raina MacIntyre, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en declaraciones a la CNN, sería posible crear "una base de datos central de información administrada por la Organización Mundial de la Salud o por una agencia de las Naciones Unidas; podría ser la forma menos controvertida de crear una aplicación de seguimiento del Covid-19". Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) sería quizás el administrador menos confiable, recuerda Chang, autor de numerosos ensayos sobre el gigante asiático, especialmente porque ese organismo tiene una relación cuestionable con Beijing. “La OMS, después de todo, sabía que el coronavirus era altamente contagioso, pero no obstante emitió un tuit el 14 de enero que ayudó a China a propagar la falsa narrativa de que la enfermedad no se contagiaba fácilmente. Además, la OMS tomó otras acciones, sin justificación, que se hicieron cómplice de la propagación del Covid-19 en Beijing más allá de las fronteras de ese país. En resumen, no existe un administrador confiable de un sistema QR. No obstante, se avecina un sistema porque los países y las aerolíneas quieren garantías de que los viajeros no son portadores del coronavirus. El director ejecutivo de Qantas, Alan Joyce, por ejemplo, habló este mes sobre exigir a los pasajeros que reciban una vacuna Covid-19, por lo que algún tipo de pasaporte electrónico de vacunación está en camino”.
A principios del próximo año 2021, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional lanzará un pase de salud digital. “Si este pase de salud digital no le da a China acceso legal a los datos de salud y viajes subyacentes", explica Chang, "Pekín sin duda lo robará. Los piratas informáticos chinos han estado apuntando continuamente a las compañías de seguros y atención médica. En particular, obtuvieron de Anthem, la segunda aseguradora de salud más grande de Estados Unidos, la información personal de 80 millones de asegurados y empleados en un ataque que se descubrió en enero de 2015”. "China está impulsando este código QR a nivel mundial para robar información de identificación personal", dijo a Newsweek Sean Lin, microbiólogo y ex director de laboratorio de la rama de enfermedades virales del Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed. "Las violaciones a la seguridad de los datos se convertirán en la norma cuando la gente comience a usar códigos QR de China".
Pekín está construyendo su enorme base de datos de ADN de muchas maneras, detalla Gordon Chang. “Por ejemplo, está realizando ensayos de fase 3 de su vacuna contra el coronavirus fuera de China. En Marruecos, los funcionarios chinos presionaron al Gobierno para probar la vacuna de China en su pueblo. Beijing obtiene los datos de la prueba, que incluyen el ADN de los marroquíes. China también está tratando de imponer condiciones coercitivas —sus funcionarios dicen en privado que los países que no participen en tales ensayos no tendrán acceso a la vacuna— en Nigeria y gran parte del resto de África”.
“China también está obteniendo el ADN de los estadounidenses comprando empresas estadounidenses. El BGI Group de China puede tener ahora la base de datos más grande sobre estadounidenses después de adquirir Complete Genomics en 2013. Este año, GNC, que tiene perfiles de clientes, se vendió a una entidad china, Harbin Pharmaceutical Group”.
“Hasta el año pasado, había 23 empresas asociadas a China acreditadas para realizar pruebas genéticas en estadounidenses. Mientras que Pekín aspira a tener datos genéticos estadounidenses, prohíbe la transferencia de datos chinos a extranjeros. El Consejo de Estado anunció nuevas restricciones en mayo del año pasado y los funcionarios están intensificando los esfuerzos para castigar las transferencias de datos genéticos. Al parecer, Xi Jinping no está tramando nada bueno… De hecho, el periodista Bill Gertz, de The Washington Times, informó en mayo que a los funcionarios estadounidenses les preocupa que China haya estado experimentando con "armas germinales capaces de atacar a (determinados) grupos étnicos".
En este orden de cosas, en una larga entrevista exclusiva publicada en La Tribuna del País Vasco en 2015, Luis Enrique Martín Otero, actual coordinador de la Red Española de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB) en el Laboratorio de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la UCM (VISAVET), ya alertaba de que el bioterrorismo hay que entenderlo como una realidad cada vez más amenazante. “La sofisticación de las técnicas actualmente disponibles puede dibujar escenarios como el descrito por un grupo de investigadores estadounidenses en la publicación de un reciente estudio sobre las amenazas biológicas. Estos científicos aventuran que, en el futuro, será posible incorporar el ADN de un virus dentro del genoma de una población humana determinada. El mencionado virus podría, según los autores del trabajo, permanecer inactivo hasta que recibiera una señal. La orden vendría dada por un cambio de temperatura o por la ingestión de un determinado compuesto introducido en la alimentación de las personas infectadas. Tras recibir el mensaje, el virus comenzaría a replicarse y desplegaría su arsenal infectivo. Algo así como una bomba por control remoto”.
“En el colmo del armamento biológico más sofisticado”, añadía Martíon Otero, “se podría llegar incluso a diseñar ‘armas biológicas étnicas’. La secuencia completa del genoma humano permite tener acceso a más de un millón de los llamados polimorfismos de un sólo nucleótido (SNP, en sus siglas en inglés). Se trata de pequeñas variaciones en la secuencia de ADN que en ocasiones determinan un comportamiento distinto del individuo que porta esa diferencia, por ejemplo que metaboliza más lentamente un fármaco. Las posibilidades para fabricar nuevas armas biológicas que permitieran eliminar grupos raciales o étnicos específicos, cuya predisposición genética les predispone a ciertas enfermedades, es real. La utilización de estos microorganismos o sustancias tóxicas (toxinas) modificadas genéticamente, pueden ocasionar situaciones incontroladas, no solo para el que es atacado con ellas, sino también para el que las está utilizando como arma, ya que estos agentes pueden mutar, reproducirse en grandes espacios geográficos y ser extendidos por el viento, el agua, los vectores, los animales y por las personas. Esto es muy difícil de controlar y el riesgo es total para todos, aunque se hayan desarrollado vacunas, pues no hay que olvidar la posibilidad de mutación del microorganismo”.
"Necesitamos armonizar aún más las políticas y estándares y establecer 'vías rápidas' para facilitar el flujo ordenado de las personas. China ha propuesto un mecanismo global reconocimiento de certificados de salud basados en resultados de pruebas de ácido nucleico en forma de códigos QR aceptados internacionalmente. Esperamos que más países se sumen a este mecanismo".
Esta propuesta del líder chino Xi Jinping en la Cumbre Virtual de Líderes del G20 que tuvo lugar el pasado el 21 de noviembre no es una iniciativa desinteresada para facilitar los viajes y el comercio internacionales. Por el contrario, y según explica el experto Gordon G. Chang en un artículo recientemente publicado en Newsweek, es casi seguro que se trata de otra iniciativa china para ampliar su colección de ADN de la población mundial. “¿Y por qué China quiere datos tan sensibles? Beijing está decidido a dominar la industria biotecnológica. Beijing también puede estar desarrollando armas biológicas diseñadas para atacar a ciertos grupos étnicos. En cualquier caso, los incansables esfuerzos del Partido Comunista de China para recopilar datos de salud deberían estar alarmando al resto del mundo. Los medios estatales de China afirman que el país ya tiene la base de datos de material genético más grande del mundo (80 millones de perfiles), pero Beijing quiere más”.
Según detalla Gordon G. Chang, “la embajada china en Canadá ya ha anunciado que los pasajeros con destino a China deben tener un código QR con una marca que indique si se es ciudadano chino o extranjero. El código reemplaza el requisito actual de que los pasajeros presenten los resultados de la prueba Covid-19 antes de realizar el embarque. Las embajadas de China en Corea del Sur, Francia y Estados Unidos tienen requisitos similares. Los viajeros de Singapur, podrán ingresar a China con un código QR verde”. Como ha señalado el Global Times, órgano de prensa oficioso del Gobierno de Pekín, "el mecanismo global propuesto por China para los códigos de salud mutuamente reconocidos está tomando forma".
Por supuesto, existen problemas de privacidad difíciles de resolver con un código QR obligatorio, explica Chang. “¿Quién va a confiar en cualquier Gobierno nacional con información sobre salud y viajes? ¿Y quién administraría tal sistema?” Según Raina MacIntyre, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en declaraciones a la CNN, sería posible crear "una base de datos central de información administrada por la Organización Mundial de la Salud o por una agencia de las Naciones Unidas; podría ser la forma menos controvertida de crear una aplicación de seguimiento del Covid-19". Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) sería quizás el administrador menos confiable, recuerda Chang, autor de numerosos ensayos sobre el gigante asiático, especialmente porque ese organismo tiene una relación cuestionable con Beijing. “La OMS, después de todo, sabía que el coronavirus era altamente contagioso, pero no obstante emitió un tuit el 14 de enero que ayudó a China a propagar la falsa narrativa de que la enfermedad no se contagiaba fácilmente. Además, la OMS tomó otras acciones, sin justificación, que se hicieron cómplice de la propagación del Covid-19 en Beijing más allá de las fronteras de ese país. En resumen, no existe un administrador confiable de un sistema QR. No obstante, se avecina un sistema porque los países y las aerolíneas quieren garantías de que los viajeros no son portadores del coronavirus. El director ejecutivo de Qantas, Alan Joyce, por ejemplo, habló este mes sobre exigir a los pasajeros que reciban una vacuna Covid-19, por lo que algún tipo de pasaporte electrónico de vacunación está en camino”.
A principios del próximo año 2021, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional lanzará un pase de salud digital. “Si este pase de salud digital no le da a China acceso legal a los datos de salud y viajes subyacentes", explica Chang, "Pekín sin duda lo robará. Los piratas informáticos chinos han estado apuntando continuamente a las compañías de seguros y atención médica. En particular, obtuvieron de Anthem, la segunda aseguradora de salud más grande de Estados Unidos, la información personal de 80 millones de asegurados y empleados en un ataque que se descubrió en enero de 2015”. "China está impulsando este código QR a nivel mundial para robar información de identificación personal", dijo a Newsweek Sean Lin, microbiólogo y ex director de laboratorio de la rama de enfermedades virales del Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed. "Las violaciones a la seguridad de los datos se convertirán en la norma cuando la gente comience a usar códigos QR de China".
Pekín está construyendo su enorme base de datos de ADN de muchas maneras, detalla Gordon Chang. “Por ejemplo, está realizando ensayos de fase 3 de su vacuna contra el coronavirus fuera de China. En Marruecos, los funcionarios chinos presionaron al Gobierno para probar la vacuna de China en su pueblo. Beijing obtiene los datos de la prueba, que incluyen el ADN de los marroquíes. China también está tratando de imponer condiciones coercitivas —sus funcionarios dicen en privado que los países que no participen en tales ensayos no tendrán acceso a la vacuna— en Nigeria y gran parte del resto de África”.
“China también está obteniendo el ADN de los estadounidenses comprando empresas estadounidenses. El BGI Group de China puede tener ahora la base de datos más grande sobre estadounidenses después de adquirir Complete Genomics en 2013. Este año, GNC, que tiene perfiles de clientes, se vendió a una entidad china, Harbin Pharmaceutical Group”.
“Hasta el año pasado, había 23 empresas asociadas a China acreditadas para realizar pruebas genéticas en estadounidenses. Mientras que Pekín aspira a tener datos genéticos estadounidenses, prohíbe la transferencia de datos chinos a extranjeros. El Consejo de Estado anunció nuevas restricciones en mayo del año pasado y los funcionarios están intensificando los esfuerzos para castigar las transferencias de datos genéticos. Al parecer, Xi Jinping no está tramando nada bueno… De hecho, el periodista Bill Gertz, de The Washington Times, informó en mayo que a los funcionarios estadounidenses les preocupa que China haya estado experimentando con "armas germinales capaces de atacar a (determinados) grupos étnicos".
En este orden de cosas, en una larga entrevista exclusiva publicada en La Tribuna del País Vasco en 2015, Luis Enrique Martín Otero, actual coordinador de la Red Española de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB) en el Laboratorio de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la UCM (VISAVET), ya alertaba de que el bioterrorismo hay que entenderlo como una realidad cada vez más amenazante. “La sofisticación de las técnicas actualmente disponibles puede dibujar escenarios como el descrito por un grupo de investigadores estadounidenses en la publicación de un reciente estudio sobre las amenazas biológicas. Estos científicos aventuran que, en el futuro, será posible incorporar el ADN de un virus dentro del genoma de una población humana determinada. El mencionado virus podría, según los autores del trabajo, permanecer inactivo hasta que recibiera una señal. La orden vendría dada por un cambio de temperatura o por la ingestión de un determinado compuesto introducido en la alimentación de las personas infectadas. Tras recibir el mensaje, el virus comenzaría a replicarse y desplegaría su arsenal infectivo. Algo así como una bomba por control remoto”.
“En el colmo del armamento biológico más sofisticado”, añadía Martíon Otero, “se podría llegar incluso a diseñar ‘armas biológicas étnicas’. La secuencia completa del genoma humano permite tener acceso a más de un millón de los llamados polimorfismos de un sólo nucleótido (SNP, en sus siglas en inglés). Se trata de pequeñas variaciones en la secuencia de ADN que en ocasiones determinan un comportamiento distinto del individuo que porta esa diferencia, por ejemplo que metaboliza más lentamente un fármaco. Las posibilidades para fabricar nuevas armas biológicas que permitieran eliminar grupos raciales o étnicos específicos, cuya predisposición genética les predispone a ciertas enfermedades, es real. La utilización de estos microorganismos o sustancias tóxicas (toxinas) modificadas genéticamente, pueden ocasionar situaciones incontroladas, no solo para el que es atacado con ellas, sino también para el que las está utilizando como arma, ya que estos agentes pueden mutar, reproducirse en grandes espacios geográficos y ser extendidos por el viento, el agua, los vectores, los animales y por las personas. Esto es muy difícil de controlar y el riesgo es total para todos, aunque se hayan desarrollado vacunas, pues no hay que olvidar la posibilidad de mutación del microorganismo”.