80 aniversario
Servicio de Información de la Guardia Civil, un pilar de la democracia
Tal día como el de hoy, 24 de febrero, pero del año 1941, hace ya 80 años, la 2ª Sección de Estado Mayor de la Dirección General de la Guardia Civil dicta una instrucción, la cual es remitida a las unidades subordinadas mediante telegrama postal, en la que se especifica la "misión y dependencia del SIGC (Servicio de Información de la Guardia Civil)", siendo considerada esta fecha como la de la creación de la especialidad.
El pasado mes de diciembre se cumplieron también sesenta y dos años desde que la facción escindida de las juventudes del PNV -el grupo EGI pro Ekin- decidiese pasar a autodenominarse ETA. También se cumplieron sesenta y un años de la colocación de sus primeras bombas, una en el Gobierno Civil de Vitoria, otra en el diario Alerta de Santander y una tercera en la Comisaría de Policía del bilbaíno barrio de lndauchu...
Veinte años más tarde, al finalizar la década de los setenta, apenas acabada la Transición y sin haber tenido tiempo para consolidar las nacientes instituciones democráticas, éstas se encuentran frente a unos grupos terroristas poderosos que cuentan con miles de simpatizantes, cientos de activistas encuadrados en sus filas y decenas de grupos armados cometiendo atentados. Además, estos grupos tienen a su favor el "santuario" francés, un territorio ubicado a escasos kilómetros del escenario de sus actuaciones en el que pueden adiestrarse, almacenar armas, organizarse, descansar y realizar nuevas captaciones, todo ello a la luz del día, sin sufrir persecución alguna.
El panorama en la lucha antiterrorista se presenta pues, extremadamente desolador y sombrío: la muerte de Franco no había traído la paz, la abolición de la pena de muerte no fue la paz, la legalización de la ikurriña no fue la paz, la amnistía no fue la paz, ni la autonomía fue la paz, las elecciones al Parlamento vasco no fueron la paz, el Estatuto de Guernica no fue la paz, la cooficialidad del euskera no fue la paz, el despliegue de la Ertzaintza no fue la paz, la legalización de Herri Batasuna no fue la paz, las cesiones en Lemóniz no fueron la paz...
Tratando de emular las gloriosas páginas de nuestra historia, la de los defensores de Numancia; la de Don Pelayo en Covadonga y el Cid en Valencia; la de Juan de Austria en Lepanto; la de Palafox en Zaragoza y Castaños en Bailén; la de Martín Cerezo en Baler; la de Benítez en lgueriben, MiIIán Astray en Nador y Franco en Alhucemas; la de Alonso Nart en Sama de Langreo, Aranda en Oviedo, Pinilla en Simancas, Moscardó en el Alcázar y Cortés en el Santuario;... con una extrema penuria de medios, en un marco adverso caracterizado por la falta de adecuación para responder a los retos planteados, con el acoso de la propia acción terrorista que se debía combatir, con las calles del País Vasco levantadas en pie de guerra, bien reclamando la amnistía, bien la alternativa KAS, o protestando contra la presencia de las fuerzas de seguridad y, fundamentalmente, sin una clara y efectiva estrategia política, a principios de los ochenta del pasado siglo, un pequeño y sacrificado grupo de guardias civiles, el Servicio de Información (SIGC) de la 513ª Comandancia -menguado ejército para tamaña empresa-, bajo el mando del entonces comandante Galindo (DEP, mi general), hizo sonar clarines cuyos ecos aún perduran llamando obstinadamente a otros guardias civiles para acudir a la palestra del honor...
Veinte años -casi un niño- también tenía quien esto escribe cuando, en febrero de 1985, con un sueño teológico en la frente, con la ilusión propia de esas tempranas edades en las que la firmeza en las convicciones hacen que se ignoren las demagogias, los pragmatismos y los "talantes", le cupo el inmenso honor de poder formar parte de la Unidad... Desde aquel lejano invierno de 1985, que nos dejó una memorable nevada en San Sebastián, desde aquel invierno decía, ETA e lnchaurrondo, lnchaurrondo y ETA, ETA y el SIGC, han sido y serán siempre como una intermitencia de agua que continuamente golpea, al ritmo de la gota incesante, en todas mis potencias y sentidos, en toda mi alma. Negarlo sería renegar de mis compañeros y amigos, los vivos y los muertos, y renegar de mi mismo...
Recuerdo, todos recordamos, seguro, dolorosamente, los trágicos días de pólvora y dolor; las capillas ardientes en el Gobierno Civil y los funerales en la Sagrada Familia; las infinitas horas de ilusión y fatiga; las vigilancias, los seguimientos, las patrullas y los apostaderos, en la muga o en la autopista; la tensión expectante de los registros y la adrenalina de las detenciones, "Txelis", "Fiti" y "Artapalo"; las insidiosas denuncias por "malos tratos"; los "zulos"' y los "buzones"; los "legales" y los "liberados", "Txili" y "Manu"; las oficinas del quinto piso; las acaloradas reuniones en la Sala de Juntas; los calabozos de Zumalacárregui, los de USE y las dependencias de la Audiencia Nacional en Madrid; las noches de insomnio frente a las monocromáticas pantallas de fósforo verde; la "kale borroka"y los "intereses franceses"; Bayona y Bidart, Rentería y Hernani...
Y enfrente, al otro lado de la trinchera, camuflados y agazapados, entre la indiferente -casi siempre- sociedad civil, los hunos y los otros, los terroristas y los nacionalistas, ETA y sus cómplices...
Porque la principal actividad del SIGC de Guipúzcoa en los últimos cincuenta años ha sido la lucha contra ETA, porque en Guipúzcoa, en la provincia española más castigada por la violencia terrorista, en sus montes; en sus calles, caminos y carreteras; en sus pueblos y ciudades; en sus núcleos urbanos y periurbanos, hubo secuestros, voladuras, sabotajes, asesinatos, goma-2, amonal, granadas, disparos, zulos, buzones, pisos francos y cárceles del pueblo, pólvora y dolor, funerales y capillas ardientes...
Porque en Guipúzcoa la Guardia Civil ha sufrido 270atentados terroristas, cincuenta y nueve de ellos contra sus casas-cuartel, habitadas por los propios guardias y sus familias, atentados que ocasionaron heridas de distinta consideración a ciento sesenta y cuatro guardias civiles y la muerte de cien de ellos...
Las actuaciones antiterroristas de la Guardia Civil de Guipúzcoa y en especial de su SIGC que, sin ninguna duda contribuyeron, de manera decisiva, a la victoria, se sintetizan en 31 enfrentamientos armados logrando abatir a 25 terroristas, 278 comandos o estructuras terroristas desarticuladas y 1.707 terroristas detenidos..., cifras que impresionan por su magnitud y a las que habría que sumar otra que nunca llegará a cuantificarse: ¿cuántas vidas se han salvado, cuántas personas no han muerto porque estas actuaciones permitieron neutralizar los comandos que ya tenían objetivos decididos?
Pero este ochenta aniversario me impide limitarme a rememorar, con mejor o peor acierto, únicamente aquellos recuerdos. También hubo otros, los mejores: los compañeros son los amigos y los amigos, son la Unidad, el Servicio, el SIGC... De vez en cuando, algunas horas del mejor de los compañerismos en alguno de los magníficos restaurantes donostiarras; en las sidrerías; en las "cenas de despedida", pródigas en tertulias, copas de pacharán y cánticos de sobremesa; en las "chuletadas" junto a nuestros hermanos del GAR en Arichulegui; en la Patrona el día del Pilar; en la calle Fuenterrabía -calle Kalea- de lrún, en el "Charles" y en el "Itzuli"; en Inchaurrondo...
Y para finalizar y ante este ochenta aniversario del SIGC, alcemos nuestras copas y brindemos, aunque sea virtualmente, en recuerdo de todas las víctimas del terrorismo, de todos los guardias civiles asesinados, en recuerdo de los cien miembros del Cuerpo asesinados en la Comandancia de Guipúzcoa y en recuerdo especialmente de los nueve compañeros del SIGC (Gregorio Posada Zurrón, Jerónimo Vera García, Manuel López Triviño, Aurelio Salgueiro López, Miguel García Poyo, Aurelio Prieto Prieto, Benjamín Fernández Fernández, Juan Ramón Joya Lago y Ángel Zapatero Antolín).
¡Feliz ochenta aniversario!
* NOTA: Algo se ha escrito sobre el SIGC, y algo también, sobre el SIGC de Guipúzcoa. Hoy, en el día que celebramos el ochenta aniversario de la Unidad, quiero traer aquí un testimonio sobre el SIGC de Guipúzcoa, inédito, una colaboración que en su día, con ocasión de la elaboración de un monográfico sobre el tema, pedí a un amigo, desgraciadamente ya fallecido, David Rentero Corral, Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, analista de estructuras sociales, colaborador de La Tribuna del País Vasco y lo que, a los efectos que nos interesan, más importante, soldado de las COEs, guardia civil y miembro de la 2ª Compañía del GAR -la de Guipúzcoa-.
Al respecto, sobre el SIGC de Guipúzcoa, David textualmente decía:
El Servicio de Información de la Guardia Civil de Guipúzcoa
Hablar del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC) de Guipúzcoa es hablar de una Unidad absolutamente especial, sin precedente ni parangón; una unidad implicada, como ninguna otra, en la lucha contra la organización terrorista ETA y conformada, a lo largo de los últimos cincuenta años, precisamente por esa lucha, generando paradigmas propios, páginas de la historia y leyendas vivas.
Creo que cuatro características son especialmente destacables en esa Unidad. En primer lugar la capacidad de trabajo, una capacidad sostenida en la actividad desarrollada por una serie de personas a las que siempre se les pidió más de lo humanamente razonable, ingentes esfuerzos en muchas ocasiones con alto precio personal y familiar.
No se puede entender la eficacia de sus actividades sin saber que la disponibilidad del personal destinado en el SIGC de Guipúzcoa permitió al conjunto implementar una cantidad de horas trabajadas sencillamente extraordinarias, y en mucho casos, en condiciones extremadamente duras, de peligro, físicas o psicológicas.
La segunda característica destacable es, si cabe, más sorprendente. Los métodos y medios empleados permiten asegurar que su actividad era más propia en muchos aspectos de un Servicio de Inteligencia, que de una unidad policial. Tanto el detalle y la paciencia en la ejecución de las operaciones, como la agresividad constantemente demostrada en la obtención de información inducen a establecer esta comparación; pero sobre todo es la metodología empleada la que hace que su comportamiento como grupo sea tan peculiar.
La tercera, y dentro de la referida peculiaridad, es también un elemento más propio de un Servicio de Inteligencia, me refiero a la importancia que el SIGC de Guipúzcoa le concedió a la elaboración de la información, importancia sustanciada en el personal y medios dedicados, pero sobre todo en la concesión de un papel clave en los procesos de investigación, procesos de investigación que además de ser, en ocasiones diferentes a los habituales en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de España o de otros países del entorno europeo, suponían una auténtica novedad.
La cuarta es la capacidad de utilizar la imaginación como elemento de desarrollo y de innovación, capacidad que es específica de aquellos grupos que enfrentan los problemas con contundencia y con determinación, capacidad que permite obtener lo mejor de cada uno y el máximo del conjunto y que, sin duda, permitió resolver algunos de los dilemas más importantes que enfrentaron. La imaginación que sirvió para superar límites inimaginables; me refiero a en especial a algunas operaciones en la mente de todos que sin esa creatividad no se hubiesen podido desarrollar.
Este conjunto de características dibuja un panorama espectacular, el de una estructura coherente que ha jugado un papel en la historia sin reivindicarlo, pero un papel de dimensiones gigantescas. No es normal la falta de reconocimiento que ha sufrido esta Unidad, y será misión de los historiadores ubicarla adecuadamente en los libros que se escriban sobre la lucha antiterrorista, pero sus actuaciones han supuesto por lo menos tres cosas:
1.- La actividad del SIGC de Guipúzcoa ha sido determinante en la evolución de la organización terrorista ETA, hasta el extremo que no es posible entender su trayectoria separada de la trayectoria del Servicio. Expresado en otros términos, la evolución de ETA ha estado condicionada por las actividades desarrolladas por el SIGC de Guipúzcoa, que condicionó su operatividad y al hacerlo afectó de manera significativa a su 'modus operandi', impidiendo el desarrollo de ciertos métodos o condicionando otros. En los procesos de obtención de información se utilizaron procedimientos que una vez intuidos por los terroristas supusieron hándicaps eternos y condicionantes absolutos y tensionadores. Para muchos analistas aficionados, contertulios de tres al cuarto y políticos profesionales es difícil entender hasta que punto esas actuaciones condicionaban el estado psicológico del enemigo, impregnándole de unos temores y en algunos casos de unos pánicos que se convirtieron en lastres consolidados. No es posible, por lo tanto, comprender la derrota de ETA sin vincularla a las actuaciones del SIGC de Guipúzcoa.
Ahora que ETA y la Izquierda Abertzale reivindican su papel en la historia y la importancia de sus actuaciones pretéritas, es de justicia reconocer que la verdad es la contraria y que en la derrota de ETA, el SIGC de Guipúzcoa ha jugado un papel fundamental e imprescindible.
2.- Es difícil calibrar la influencia que el trabajo realizado ha supuesto en la modificación de las posturas del Poder Judicial, que quizás ha sido el último poder del Estado en comprender que el Movimiento de Liberación Nacional Vasco existía, que la organización terrorista ETA no era una entidad exclusiva, y que por lo tanto la comisión de delitos se extendía más allá de aquellos que empuñaban las pistolas.
Es indudable que la contribución del SIGC de Guipúzcoa a ello ha sido extraordinaria.
3.- El conjunto del trabajo desarrollado por el SIGC de Guipúzcoa se puede medir de diferentes maneras: horas trabajadas en términos proporcionales (descomunal), eficiencia en el empleo de los medios humanos y materiales (insuperable), eficacia en el cumplimiento de la misión (espectacular), etc. Pero también se puede medir de una manera especial; se puede hacer el esfuerzo intelectual de pensar cuántas vidas ha salvado su actividad en el marco de la lucha antiterrorista, cuántas personas no han muerto porque esas actuaciones permitieron neutralizar a los comandos que ya tenían objetivos perfilados. Esta forma de evaluar al SIGC de Guipúzcoa es especialmente emotiva y causa suficiente para considerarlo como uno de los bastiones de la España del último cuarto de siglo, como uno de los pilares de la democracia emanada de la Constitución de 1978 y como una de las máximas expresiones de sacrificio, lealtad y eficacia.
El Servicio de Información de la Guardia Civil de Guipúzcoa entra en la historia de España por la puerta grande y sin necesidad de ayuda.
Tal día como el de hoy, 24 de febrero, pero del año 1941, hace ya 80 años, la 2ª Sección de Estado Mayor de la Dirección General de la Guardia Civil dicta una instrucción, la cual es remitida a las unidades subordinadas mediante telegrama postal, en la que se especifica la "misión y dependencia del SIGC (Servicio de Información de la Guardia Civil)", siendo considerada esta fecha como la de la creación de la especialidad.El pasado mes de diciembre se cumplieron también sesenta y dos años desde que la facción escindida de las juventudes del PNV -el grupo EGI pro Ekin- decidiese pasar a autodenominarse ETA. También se cumplieron sesenta y un años de la colocación de sus primeras bombas, una en el Gobierno Civil de Vitoria, otra en el diario Alerta de Santander y una tercera en la Comisaría de Policía del bilbaíno barrio de lndauchu...
Veinte años más tarde, al finalizar la década de los setenta, apenas acabada la Transición y sin haber tenido tiempo para consolidar las nacientes instituciones democráticas, éstas se encuentran frente a unos grupos terroristas poderosos que cuentan con miles de simpatizantes, cientos de activistas encuadrados en sus filas y decenas de grupos armados cometiendo atentados. Además, estos grupos tienen a su favor el "santuario" francés, un territorio ubicado a escasos kilómetros del escenario de sus actuaciones en el que pueden adiestrarse, almacenar armas, organizarse, descansar y realizar nuevas captaciones, todo ello a la luz del día, sin sufrir persecución alguna.
El panorama en la lucha antiterrorista se presenta pues, extremadamente desolador y sombrío: la muerte de Franco no había traído la paz, la abolición de la pena de muerte no fue la paz, la legalización de la ikurriña no fue la paz, la amnistía no fue la paz, ni la autonomía fue la paz, las elecciones al Parlamento vasco no fueron la paz, el Estatuto de Guernica no fue la paz, la cooficialidad del euskera no fue la paz, el despliegue de la Ertzaintza no fue la paz, la legalización de Herri Batasuna no fue la paz, las cesiones en Lemóniz no fueron la paz...
Tratando de emular las gloriosas páginas de nuestra historia, la de los defensores de Numancia; la de Don Pelayo en Covadonga y el Cid en Valencia; la de Juan de Austria en Lepanto; la de Palafox en Zaragoza y Castaños en Bailén; la de Martín Cerezo en Baler; la de Benítez en lgueriben, MiIIán Astray en Nador y Franco en Alhucemas; la de Alonso Nart en Sama de Langreo, Aranda en Oviedo, Pinilla en Simancas, Moscardó en el Alcázar y Cortés en el Santuario;... con una extrema penuria de medios, en un marco adverso caracterizado por la falta de adecuación para responder a los retos planteados, con el acoso de la propia acción terrorista que se debía combatir, con las calles del País Vasco levantadas en pie de guerra, bien reclamando la amnistía, bien la alternativa KAS, o protestando contra la presencia de las fuerzas de seguridad y, fundamentalmente, sin una clara y efectiva estrategia política, a principios de los ochenta del pasado siglo, un pequeño y sacrificado grupo de guardias civiles, el Servicio de Información (SIGC) de la 513ª Comandancia -menguado ejército para tamaña empresa-, bajo el mando del entonces comandante Galindo (DEP, mi general), hizo sonar clarines cuyos ecos aún perduran llamando obstinadamente a otros guardias civiles para acudir a la palestra del honor...
Veinte años -casi un niño- también tenía quien esto escribe cuando, en febrero de 1985, con un sueño teológico en la frente, con la ilusión propia de esas tempranas edades en las que la firmeza en las convicciones hacen que se ignoren las demagogias, los pragmatismos y los "talantes", le cupo el inmenso honor de poder formar parte de la Unidad... Desde aquel lejano invierno de 1985, que nos dejó una memorable nevada en San Sebastián, desde aquel invierno decía, ETA e lnchaurrondo, lnchaurrondo y ETA, ETA y el SIGC, han sido y serán siempre como una intermitencia de agua que continuamente golpea, al ritmo de la gota incesante, en todas mis potencias y sentidos, en toda mi alma. Negarlo sería renegar de mis compañeros y amigos, los vivos y los muertos, y renegar de mi mismo...
Recuerdo, todos recordamos, seguro, dolorosamente, los trágicos días de pólvora y dolor; las capillas ardientes en el Gobierno Civil y los funerales en la Sagrada Familia; las infinitas horas de ilusión y fatiga; las vigilancias, los seguimientos, las patrullas y los apostaderos, en la muga o en la autopista; la tensión expectante de los registros y la adrenalina de las detenciones, "Txelis", "Fiti" y "Artapalo"; las insidiosas denuncias por "malos tratos"; los "zulos"' y los "buzones"; los "legales" y los "liberados", "Txili" y "Manu"; las oficinas del quinto piso; las acaloradas reuniones en la Sala de Juntas; los calabozos de Zumalacárregui, los de USE y las dependencias de la Audiencia Nacional en Madrid; las noches de insomnio frente a las monocromáticas pantallas de fósforo verde; la "kale borroka"y los "intereses franceses"; Bayona y Bidart, Rentería y Hernani...
Y enfrente, al otro lado de la trinchera, camuflados y agazapados, entre la indiferente -casi siempre- sociedad civil, los hunos y los otros, los terroristas y los nacionalistas, ETA y sus cómplices...
Porque la principal actividad del SIGC de Guipúzcoa en los últimos cincuenta años ha sido la lucha contra ETA, porque en Guipúzcoa, en la provincia española más castigada por la violencia terrorista, en sus montes; en sus calles, caminos y carreteras; en sus pueblos y ciudades; en sus núcleos urbanos y periurbanos, hubo secuestros, voladuras, sabotajes, asesinatos, goma-2, amonal, granadas, disparos, zulos, buzones, pisos francos y cárceles del pueblo, pólvora y dolor, funerales y capillas ardientes...
Porque en Guipúzcoa la Guardia Civil ha sufrido 270atentados terroristas, cincuenta y nueve de ellos contra sus casas-cuartel, habitadas por los propios guardias y sus familias, atentados que ocasionaron heridas de distinta consideración a ciento sesenta y cuatro guardias civiles y la muerte de cien de ellos...
Las actuaciones antiterroristas de la Guardia Civil de Guipúzcoa y en especial de su SIGC que, sin ninguna duda contribuyeron, de manera decisiva, a la victoria, se sintetizan en 31 enfrentamientos armados logrando abatir a 25 terroristas, 278 comandos o estructuras terroristas desarticuladas y 1.707 terroristas detenidos..., cifras que impresionan por su magnitud y a las que habría que sumar otra que nunca llegará a cuantificarse: ¿cuántas vidas se han salvado, cuántas personas no han muerto porque estas actuaciones permitieron neutralizar los comandos que ya tenían objetivos decididos?
Pero este ochenta aniversario me impide limitarme a rememorar, con mejor o peor acierto, únicamente aquellos recuerdos. También hubo otros, los mejores: los compañeros son los amigos y los amigos, son la Unidad, el Servicio, el SIGC... De vez en cuando, algunas horas del mejor de los compañerismos en alguno de los magníficos restaurantes donostiarras; en las sidrerías; en las "cenas de despedida", pródigas en tertulias, copas de pacharán y cánticos de sobremesa; en las "chuletadas" junto a nuestros hermanos del GAR en Arichulegui; en la Patrona el día del Pilar; en la calle Fuenterrabía -calle Kalea- de lrún, en el "Charles" y en el "Itzuli"; en Inchaurrondo...
Y para finalizar y ante este ochenta aniversario del SIGC, alcemos nuestras copas y brindemos, aunque sea virtualmente, en recuerdo de todas las víctimas del terrorismo, de todos los guardias civiles asesinados, en recuerdo de los cien miembros del Cuerpo asesinados en la Comandancia de Guipúzcoa y en recuerdo especialmente de los nueve compañeros del SIGC (Gregorio Posada Zurrón, Jerónimo Vera García, Manuel López Triviño, Aurelio Salgueiro López, Miguel García Poyo, Aurelio Prieto Prieto, Benjamín Fernández Fernández, Juan Ramón Joya Lago y Ángel Zapatero Antolín).
¡Feliz ochenta aniversario!
* NOTA: Algo se ha escrito sobre el SIGC, y algo también, sobre el SIGC de Guipúzcoa. Hoy, en el día que celebramos el ochenta aniversario de la Unidad, quiero traer aquí un testimonio sobre el SIGC de Guipúzcoa, inédito, una colaboración que en su día, con ocasión de la elaboración de un monográfico sobre el tema, pedí a un amigo, desgraciadamente ya fallecido, David Rentero Corral, Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, analista de estructuras sociales, colaborador de La Tribuna del País Vasco y lo que, a los efectos que nos interesan, más importante, soldado de las COEs, guardia civil y miembro de la 2ª Compañía del GAR -la de Guipúzcoa-.
Al respecto, sobre el SIGC de Guipúzcoa, David textualmente decía:
El Servicio de Información de la Guardia Civil de Guipúzcoa
Hablar del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC) de Guipúzcoa es hablar de una Unidad absolutamente especial, sin precedente ni parangón; una unidad implicada, como ninguna otra, en la lucha contra la organización terrorista ETA y conformada, a lo largo de los últimos cincuenta años, precisamente por esa lucha, generando paradigmas propios, páginas de la historia y leyendas vivas.
Creo que cuatro características son especialmente destacables en esa Unidad. En primer lugar la capacidad de trabajo, una capacidad sostenida en la actividad desarrollada por una serie de personas a las que siempre se les pidió más de lo humanamente razonable, ingentes esfuerzos en muchas ocasiones con alto precio personal y familiar.
No se puede entender la eficacia de sus actividades sin saber que la disponibilidad del personal destinado en el SIGC de Guipúzcoa permitió al conjunto implementar una cantidad de horas trabajadas sencillamente extraordinarias, y en mucho casos, en condiciones extremadamente duras, de peligro, físicas o psicológicas.
La segunda característica destacable es, si cabe, más sorprendente. Los métodos y medios empleados permiten asegurar que su actividad era más propia en muchos aspectos de un Servicio de Inteligencia, que de una unidad policial. Tanto el detalle y la paciencia en la ejecución de las operaciones, como la agresividad constantemente demostrada en la obtención de información inducen a establecer esta comparación; pero sobre todo es la metodología empleada la que hace que su comportamiento como grupo sea tan peculiar.
La tercera, y dentro de la referida peculiaridad, es también un elemento más propio de un Servicio de Inteligencia, me refiero a la importancia que el SIGC de Guipúzcoa le concedió a la elaboración de la información, importancia sustanciada en el personal y medios dedicados, pero sobre todo en la concesión de un papel clave en los procesos de investigación, procesos de investigación que además de ser, en ocasiones diferentes a los habituales en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de España o de otros países del entorno europeo, suponían una auténtica novedad.
La cuarta es la capacidad de utilizar la imaginación como elemento de desarrollo y de innovación, capacidad que es específica de aquellos grupos que enfrentan los problemas con contundencia y con determinación, capacidad que permite obtener lo mejor de cada uno y el máximo del conjunto y que, sin duda, permitió resolver algunos de los dilemas más importantes que enfrentaron. La imaginación que sirvió para superar límites inimaginables; me refiero a en especial a algunas operaciones en la mente de todos que sin esa creatividad no se hubiesen podido desarrollar.
Este conjunto de características dibuja un panorama espectacular, el de una estructura coherente que ha jugado un papel en la historia sin reivindicarlo, pero un papel de dimensiones gigantescas. No es normal la falta de reconocimiento que ha sufrido esta Unidad, y será misión de los historiadores ubicarla adecuadamente en los libros que se escriban sobre la lucha antiterrorista, pero sus actuaciones han supuesto por lo menos tres cosas:
1.- La actividad del SIGC de Guipúzcoa ha sido determinante en la evolución de la organización terrorista ETA, hasta el extremo que no es posible entender su trayectoria separada de la trayectoria del Servicio. Expresado en otros términos, la evolución de ETA ha estado condicionada por las actividades desarrolladas por el SIGC de Guipúzcoa, que condicionó su operatividad y al hacerlo afectó de manera significativa a su 'modus operandi', impidiendo el desarrollo de ciertos métodos o condicionando otros. En los procesos de obtención de información se utilizaron procedimientos que una vez intuidos por los terroristas supusieron hándicaps eternos y condicionantes absolutos y tensionadores. Para muchos analistas aficionados, contertulios de tres al cuarto y políticos profesionales es difícil entender hasta que punto esas actuaciones condicionaban el estado psicológico del enemigo, impregnándole de unos temores y en algunos casos de unos pánicos que se convirtieron en lastres consolidados. No es posible, por lo tanto, comprender la derrota de ETA sin vincularla a las actuaciones del SIGC de Guipúzcoa.
Ahora que ETA y la Izquierda Abertzale reivindican su papel en la historia y la importancia de sus actuaciones pretéritas, es de justicia reconocer que la verdad es la contraria y que en la derrota de ETA, el SIGC de Guipúzcoa ha jugado un papel fundamental e imprescindible.
2.- Es difícil calibrar la influencia que el trabajo realizado ha supuesto en la modificación de las posturas del Poder Judicial, que quizás ha sido el último poder del Estado en comprender que el Movimiento de Liberación Nacional Vasco existía, que la organización terrorista ETA no era una entidad exclusiva, y que por lo tanto la comisión de delitos se extendía más allá de aquellos que empuñaban las pistolas.
Es indudable que la contribución del SIGC de Guipúzcoa a ello ha sido extraordinaria.
3.- El conjunto del trabajo desarrollado por el SIGC de Guipúzcoa se puede medir de diferentes maneras: horas trabajadas en términos proporcionales (descomunal), eficiencia en el empleo de los medios humanos y materiales (insuperable), eficacia en el cumplimiento de la misión (espectacular), etc. Pero también se puede medir de una manera especial; se puede hacer el esfuerzo intelectual de pensar cuántas vidas ha salvado su actividad en el marco de la lucha antiterrorista, cuántas personas no han muerto porque esas actuaciones permitieron neutralizar a los comandos que ya tenían objetivos perfilados. Esta forma de evaluar al SIGC de Guipúzcoa es especialmente emotiva y causa suficiente para considerarlo como uno de los bastiones de la España del último cuarto de siglo, como uno de los pilares de la democracia emanada de la Constitución de 1978 y como una de las máximas expresiones de sacrificio, lealtad y eficacia.
El Servicio de Información de la Guardia Civil de Guipúzcoa entra en la historia de España por la puerta grande y sin necesidad de ayuda.



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