OVNIS
![[Img #20094]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/06_2021/5178_ovnis-california.jpg)
El avance publicado por The New York Times sobre el informe preliminar finalmente elaborado por el Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos sobre "los datos e inteligencia de fenómenos aéreos no identificados" recopilados por la Oficina de Inteligencia Naval, el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP) y el FBI, deja una cosa clara: la Marina de los Estados Unidos admite que no tiene superioridad aérea en su propio territorio.
[+] Los suscriptores del Club de Lectores de La Tribuna del País Vasco tendrán acceso exclusivo al informe íntegro elaborado por el Director de Inteligencia de EE.UU. en cuanto éste se haga público a finales de este mes
Los 120 fenómenos aéreos no identificados sucedidos en Estados Unidos solamente en los últimos años, estudiados por el Pentágono, y para los que Defensa USA declara no tener una explicación efectiva, solamente pueden adjudicarse a tres tipos de motivaciones: que las decenas de avistamientos llevados a cabo por el Ejército de EE.UU. sean nuevas armas de guerra secretas probadas por el propio Pentágono; que se trate de armas de espionaje y combate construidas por países enemigos de EE.UU, como Rusia o China, o que se trate de naves y de tecnología alienígena.
En el documento adelantado por The New York Times, y a la espera del análisis completo que se conocerá presumiblemente a finales de este mes de junio, el propio Pentágono niega taxativamente que se traten de vehículos de combate desarrollados por Estados Unidos, y abre la posibilidad a que se trate de sofisticadas tecnologías de combate diseñadas por países enemigos. Pero resulta muy difícil creer que países como China o Rusia hayan dado repentinamente un salto de 100 años en su tecnología militar, y que, además, hayan dispuesto de esas herramientas de combate desde, al menos, comienzos de la década de 2000, lo que representaría un fallo colosal, catastrófico y sin precedentes del desarrollo militar y de la Inteligencia de Estados Unidos, que actualmente, dándose estas circunstancias, tendría que estar sumida en el más intenso pánico. Por otro lado, disponer de esa tecnología tan avanzada desde la década de 2000 implica que China o Rusia habrían comenzado a desarrollarla como muy tarde en la década de los noventa del pasado siglo XX. Dado el estado político y económico de ambos países en aquel momento histórico, y el hecho de que China solo recientemente haya presentado su nuevo avión de combate J-20 (ampliamente considerado como un diseño pobre construido sobre tecnología estadounidense robada), y que el presupuesto militar de Rusia apenas es solamente un 10% del gasto militar estadounidense, resulta muy difícil aceptar esa explicación.
Si los fenómenos aéreos no identificados no son tecnología de origen estadounidense y tampoco parece probable que se traten de tecnología de ataque extranjera, solamente queda otra posibilidad plausible. Como ya señaló el escritor Arthur Conan Doyle, “una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad".
Informaciones relacionadas con este tema
El avance publicado por The New York Times sobre el informe preliminar finalmente elaborado por el Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos sobre "los datos e inteligencia de fenómenos aéreos no identificados" recopilados por la Oficina de Inteligencia Naval, el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP) y el FBI, deja una cosa clara: la Marina de los Estados Unidos admite que no tiene superioridad aérea en su propio territorio.
[+] Los suscriptores del Club de Lectores de La Tribuna del País Vasco tendrán acceso exclusivo al informe íntegro elaborado por el Director de Inteligencia de EE.UU. en cuanto éste se haga público a finales de este mes
Los 120 fenómenos aéreos no identificados sucedidos en Estados Unidos solamente en los últimos años, estudiados por el Pentágono, y para los que Defensa USA declara no tener una explicación efectiva, solamente pueden adjudicarse a tres tipos de motivaciones: que las decenas de avistamientos llevados a cabo por el Ejército de EE.UU. sean nuevas armas de guerra secretas probadas por el propio Pentágono; que se trate de armas de espionaje y combate construidas por países enemigos de EE.UU, como Rusia o China, o que se trate de naves y de tecnología alienígena.
En el documento adelantado por The New York Times, y a la espera del análisis completo que se conocerá presumiblemente a finales de este mes de junio, el propio Pentágono niega taxativamente que se traten de vehículos de combate desarrollados por Estados Unidos, y abre la posibilidad a que se trate de sofisticadas tecnologías de combate diseñadas por países enemigos. Pero resulta muy difícil creer que países como China o Rusia hayan dado repentinamente un salto de 100 años en su tecnología militar, y que, además, hayan dispuesto de esas herramientas de combate desde, al menos, comienzos de la década de 2000, lo que representaría un fallo colosal, catastrófico y sin precedentes del desarrollo militar y de la Inteligencia de Estados Unidos, que actualmente, dándose estas circunstancias, tendría que estar sumida en el más intenso pánico. Por otro lado, disponer de esa tecnología tan avanzada desde la década de 2000 implica que China o Rusia habrían comenzado a desarrollarla como muy tarde en la década de los noventa del pasado siglo XX. Dado el estado político y económico de ambos países en aquel momento histórico, y el hecho de que China solo recientemente haya presentado su nuevo avión de combate J-20 (ampliamente considerado como un diseño pobre construido sobre tecnología estadounidense robada), y que el presupuesto militar de Rusia apenas es solamente un 10% del gasto militar estadounidense, resulta muy difícil aceptar esa explicación.
Si los fenómenos aéreos no identificados no son tecnología de origen estadounidense y tampoco parece probable que se traten de tecnología de ataque extranjera, solamente queda otra posibilidad plausible. Como ya señaló el escritor Arthur Conan Doyle, “una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad".
Informaciones relacionadas con este tema