Los Morga de Murcia
¿Sabían que hay una disciplina llamada toponomástica que, como su propio nombre indica, resulta de la conjunción entre la toponimia y la onomástica, y cuyo principal objetivo es buscar las raíces toponímicas de los apellidos? Para el caso vasco, el nacionalista Luis de Eleizalde ya se puso a la tarea en la última etapa de su no muy larga vida (murió en 1923 con solo 45 años) y nos dejó esta definición: “Es claro que casi todos nuestros apellidos están contenidos en la toponimia, por cuya razón merece esta rama mayor atención que la onomástica. Aparte de ello, sería verdaderamente interesante investigar el origen de cada apellido en el tiempo y en el espacio, es decir el momento histórico de formación del apellido y el lugar de su aparición, determinando después, en lo posible, su irradiación a otros lugares, sus vicisitudes genealógicas, sus transformaciones y las demás circunstancias —a veces extremadamente curiosas—de su vida y evolución hasta nuestros días.”
Pues bien, nosotros, siguiendo el consejo de este, por otra parte, acérrimo nacionalista vasco (que se apellidaba Breñosa de segundo, un apellido con muy pocos portadores, menos de cien, la mayoría en Madrid y Cantabria, por este orden y alguno en Navarra, pero absolutamente ignorado por un señor para quien lo único que contaba era apellidarse Eleizalde de primero), hemos hecho un simple ejercicio de toponomástica consistente en coger los nombres de todos los municipios vascos y cruzarlos con la lista de apellidos vascos de Euskaltzaindia, ya saben, el Nomenclátor tantas veces citado aquí. Y la verdad es que con ello corroboramos una vez más, después de todos los ejemplos que ya hemos sacado hasta aquí en esta serie, la baja calidad del dichoso Nomenclátor.
En efecto, un primer vistazo bastó para ratificar que sus autores se dejaron bastantes topónimos por el camino, señal evidente de que no tuvieron en cuenta esta cuestión en la elaboración del listado. Ni siquiera se preocuparon de hacer esa simple comprobación, que no requiere de mucho esfuerzo, la verdad. De este modo, podemos decir que de los 110 municipios vizcaínos (ya nos ocuparemos más adelante de las otras dos provincias vascas y de Navarra), quitando los 20 casos en los que el topónimo municipal no tiene correlato apellidístico, en los demás casos, 90 en total, nos encontramos con que 19 de ellos no están recogidos como apellidos por Euskaltzaindia. Y, por otra parte, hacemos constar que de los apellidos procedentes de topónimos que sí están recogidos, muchos de ellos están más presentes fuera del País Vasco y Navarra, es decir, en otras partes de España.
Así, tenemos casos muy significativos de apellidos que no aparecen en el Nomenclátor de apellidos vascos. Para empezar, Guernica no está, y por lo tanto tampoco Gernika, su correlato eusquérico (aprovecho para decir que un lector nacionalista de esta serie me ha demostrado, en referencia al artículo “Guernica/Gernika” de hace unas semanas, que Guernica también se escribía “Gernika” en tiempos de la Guerra Civil y aun antes, de lo cual tomamos nota, como ya se lo he hecho saber en su blog, dándole las gracias por ello, solo faltaba). Que no esté ni Guernica ni Gernika como apellido vasco en el Nomenclátor resulta sorprendente, sobre todo por la carga simbólica de la llamada villa foral. Tampoco están los siguientes apellidos procedentes de municipios, por orden alfabético, y que tienen muchos portadores en algunos casos: Arcentales, Artea, Berriatua, Dima, Gordejuela, Lejona, Lemona, Lemóniz, Lujua, Miravalles, Ondarroa, Pedernales, Portugalete, Santurce, Sopuerta, Trucíos, Villaro y Zalla. Todos estos topónimos vizcaínos en versión y grafía castellana son también apellidos y, como decimos, ninguno de ellos está en el Nomenclátor de apellidos vascos. ¿No les parece increíble? Pues ahí no acaba la cosa. Con estos apellidos en particular, y sumados al resto de apellidos procedentes de topónimos vizcaínos que sí están en el Nomenclátor, si juntamos a todos sus portadores, corroborando la tendencia general que ya conocemos, resulta que están más presentes fuera del País Vasco y Navarra, en el resto de España, hasta llegar casi al doble de portadores respecto de los que sí residen dentro de esas provincias.
Por poner algunos ejemplos significativos. De los que no aparecen en el Nomenclátor, los apellidos Miravalles, Arcentales y Villaro tienen muchos más portadores fuera que dentro del País Vasco. Donde más personas apellidadas Miravalles hay es en Valencia, Asturias y Madrid, por este orden. En cuanto a Arcentales, en el País Vasco ni aparecen, hay algunos en Navarra, pero donde más hay es en Barcelona y Madrid, por este orden. Y Villaro donde más hay también es en Barcelona y luego en Lérida. Y de entre los que sí aparecen en el Nomenclátor, está el apellido Bermeo, muy extendido por toda España, con muy pocos portadores en las provincias vascas y en cambio muchos en Madrid y Murcia, por ejemplo. Y le siguen, por orden alfabético, los apellidos Bolívar, Carranza, Durango, Echevarría, Garay, Gámiz, Gatica, Lezama, Marquina, Morga, Munguía, Orduña, Orozco y Zaldívar: todos ellos son nombres de municipios vascos pero también apellidos, como decimos, y todos ellos están mucho más presentes como apellidos fuera del País Vasco, en el resto de España, que dentro. Basta consultarlos en la base de datos del Instituto Nacional de Estadística para comprobarlo, como hacemos en esta serie habitualmente. Con los apellidos Valmaseda y Vedia, tanto con “v” como con “b” (Balmaseda y Bedia), ocurre lo mismo: están también mucho más extendidos en el resto de España que en su provincia de origen.
Donde más Durangos hay es en Madrid y luego en Toledo. Donde más personas apellidadas Gámiz hay en España es en Granada, seguidos de Barcelona y Córdoba. Donde más Gaticas hay con diferencia es en Cádiz. Donde más Marquinas, en Madrid, Zaragoza, Barcelona y Ciudad Real, por este orden. Donde más Morgas hay con diferencia es en Murcia, seguida de La Rioja. Donde más personas apellidadas Munguía hay, con diferencia, pásmense, es en Las Palmas de Gran Canaria. Los Orduña donde más hay es en Madrid y Valencia. Orozcos hay en todas las provincias españolas. Orozco es uno de los apellidos vascos del Nomenclátor con más portadores, más de 10.000 portadores de primer apellido y otros tantos de segundo; donde más Orozcos hay es en Madrid y Barcelona, seguidas de Málaga, Sevilla y Alicante. También está la variante Orosco, con más de 300 portadores, la mayoría también fuera del País Vasco y Navarra. El apellido Carranza está tan extendido que acabamos antes diciendo las únicas provincias españolas donde no está presente, que son solo dos, Soria y Orense; donde más Carranzas hay es en Madrid, Barcelona y Sevilla. Zaldívar donde más hay es en Madrid, Zaragoza y Cádiz, y el apellido Bolívar donde más aparece con diferencia es en Granada.
Para qué seguir. El único apellido toponímico vizcaíno que tiene muchos portadores, y la mayoría en el País Vasco, es Bilbao, pero de los que hemos citado antes, con ponerle al lado uno solo de ellos, Orozco, ya le gana este en portadores, con lo que se compensa de sobra la influencia numérica de Bilbao. Estamos ante otra prueba más de la presencia de lo vasco en el resto de España que hace imposible entender España sin el País Vasco y el País Vasco sin España. Pero los nacionalistas siguen erre que erre con lo suyo, ignorantes a todo esto, obtusos, ciegos y sordos. Por cierto, es curioso que la grafía propuesta para Bilbao en eusquera sea también Bilbao, en lugar de Bilbo, que es como se escribe Bilbao en eusquera y como aparece en todas las señales de tráfico y demás. ¿Qué pasa aquí, que temieron que ningún nacionalista se atreviera a ponerse Bilbo en lugar de Bilbao como apellido? Qué cosa más rara.
Ni que decir tiene que estos topónimos vizcaínos (y ya veremos lo que ocurre en las otras provincias vascas y en Navarra) han sido sustituidos por otros con la grafía en eusquera o incluso completamente distintos de los vigentes hasta hace unas décadas. Ninguno de esos nuevos tiene ninguna presencia como apellido, como era de suponer. Pensemos por ejemplo en Villaro, que ahora es Areatza, o en Pedernales, que ahora es Sukarrieta, o en Miravalles que le ponen al lado Ugao. Se trata de denominaciones completamente novedosas que ejercen una suerte de corte radical respecto del pasado de esos municipios, al modo en que los revolucionarios franceses hicieron con la historia, denominando de otro modo los meses y partiendo de cero a partir de 1789, como si todo lo anterior fuera abominable. Pero la historia completa de esos municipios vizcaínos, ahora redenominados, está presente con su nombre histórico en forma de apellidos portados por muchos españoles que viven fuera del País Vasco y de Navarra, como hemos visto. Y esa historia verdadera, por mucho que lo intenten los nacionalistas vascos, nunca la podrán borrar.
¿Sabían que hay una disciplina llamada toponomástica que, como su propio nombre indica, resulta de la conjunción entre la toponimia y la onomástica, y cuyo principal objetivo es buscar las raíces toponímicas de los apellidos? Para el caso vasco, el nacionalista Luis de Eleizalde ya se puso a la tarea en la última etapa de su no muy larga vida (murió en 1923 con solo 45 años) y nos dejó esta definición: “Es claro que casi todos nuestros apellidos están contenidos en la toponimia, por cuya razón merece esta rama mayor atención que la onomástica. Aparte de ello, sería verdaderamente interesante investigar el origen de cada apellido en el tiempo y en el espacio, es decir el momento histórico de formación del apellido y el lugar de su aparición, determinando después, en lo posible, su irradiación a otros lugares, sus vicisitudes genealógicas, sus transformaciones y las demás circunstancias —a veces extremadamente curiosas—de su vida y evolución hasta nuestros días.”
Pues bien, nosotros, siguiendo el consejo de este, por otra parte, acérrimo nacionalista vasco (que se apellidaba Breñosa de segundo, un apellido con muy pocos portadores, menos de cien, la mayoría en Madrid y Cantabria, por este orden y alguno en Navarra, pero absolutamente ignorado por un señor para quien lo único que contaba era apellidarse Eleizalde de primero), hemos hecho un simple ejercicio de toponomástica consistente en coger los nombres de todos los municipios vascos y cruzarlos con la lista de apellidos vascos de Euskaltzaindia, ya saben, el Nomenclátor tantas veces citado aquí. Y la verdad es que con ello corroboramos una vez más, después de todos los ejemplos que ya hemos sacado hasta aquí en esta serie, la baja calidad del dichoso Nomenclátor.
En efecto, un primer vistazo bastó para ratificar que sus autores se dejaron bastantes topónimos por el camino, señal evidente de que no tuvieron en cuenta esta cuestión en la elaboración del listado. Ni siquiera se preocuparon de hacer esa simple comprobación, que no requiere de mucho esfuerzo, la verdad. De este modo, podemos decir que de los 110 municipios vizcaínos (ya nos ocuparemos más adelante de las otras dos provincias vascas y de Navarra), quitando los 20 casos en los que el topónimo municipal no tiene correlato apellidístico, en los demás casos, 90 en total, nos encontramos con que 19 de ellos no están recogidos como apellidos por Euskaltzaindia. Y, por otra parte, hacemos constar que de los apellidos procedentes de topónimos que sí están recogidos, muchos de ellos están más presentes fuera del País Vasco y Navarra, es decir, en otras partes de España.
Así, tenemos casos muy significativos de apellidos que no aparecen en el Nomenclátor de apellidos vascos. Para empezar, Guernica no está, y por lo tanto tampoco Gernika, su correlato eusquérico (aprovecho para decir que un lector nacionalista de esta serie me ha demostrado, en referencia al artículo “Guernica/Gernika” de hace unas semanas, que Guernica también se escribía “Gernika” en tiempos de la Guerra Civil y aun antes, de lo cual tomamos nota, como ya se lo he hecho saber en su blog, dándole las gracias por ello, solo faltaba). Que no esté ni Guernica ni Gernika como apellido vasco en el Nomenclátor resulta sorprendente, sobre todo por la carga simbólica de la llamada villa foral. Tampoco están los siguientes apellidos procedentes de municipios, por orden alfabético, y que tienen muchos portadores en algunos casos: Arcentales, Artea, Berriatua, Dima, Gordejuela, Lejona, Lemona, Lemóniz, Lujua, Miravalles, Ondarroa, Pedernales, Portugalete, Santurce, Sopuerta, Trucíos, Villaro y Zalla. Todos estos topónimos vizcaínos en versión y grafía castellana son también apellidos y, como decimos, ninguno de ellos está en el Nomenclátor de apellidos vascos. ¿No les parece increíble? Pues ahí no acaba la cosa. Con estos apellidos en particular, y sumados al resto de apellidos procedentes de topónimos vizcaínos que sí están en el Nomenclátor, si juntamos a todos sus portadores, corroborando la tendencia general que ya conocemos, resulta que están más presentes fuera del País Vasco y Navarra, en el resto de España, hasta llegar casi al doble de portadores respecto de los que sí residen dentro de esas provincias.
Por poner algunos ejemplos significativos. De los que no aparecen en el Nomenclátor, los apellidos Miravalles, Arcentales y Villaro tienen muchos más portadores fuera que dentro del País Vasco. Donde más personas apellidadas Miravalles hay es en Valencia, Asturias y Madrid, por este orden. En cuanto a Arcentales, en el País Vasco ni aparecen, hay algunos en Navarra, pero donde más hay es en Barcelona y Madrid, por este orden. Y Villaro donde más hay también es en Barcelona y luego en Lérida. Y de entre los que sí aparecen en el Nomenclátor, está el apellido Bermeo, muy extendido por toda España, con muy pocos portadores en las provincias vascas y en cambio muchos en Madrid y Murcia, por ejemplo. Y le siguen, por orden alfabético, los apellidos Bolívar, Carranza, Durango, Echevarría, Garay, Gámiz, Gatica, Lezama, Marquina, Morga, Munguía, Orduña, Orozco y Zaldívar: todos ellos son nombres de municipios vascos pero también apellidos, como decimos, y todos ellos están mucho más presentes como apellidos fuera del País Vasco, en el resto de España, que dentro. Basta consultarlos en la base de datos del Instituto Nacional de Estadística para comprobarlo, como hacemos en esta serie habitualmente. Con los apellidos Valmaseda y Vedia, tanto con “v” como con “b” (Balmaseda y Bedia), ocurre lo mismo: están también mucho más extendidos en el resto de España que en su provincia de origen.
Donde más Durangos hay es en Madrid y luego en Toledo. Donde más personas apellidadas Gámiz hay en España es en Granada, seguidos de Barcelona y Córdoba. Donde más Gaticas hay con diferencia es en Cádiz. Donde más Marquinas, en Madrid, Zaragoza, Barcelona y Ciudad Real, por este orden. Donde más Morgas hay con diferencia es en Murcia, seguida de La Rioja. Donde más personas apellidadas Munguía hay, con diferencia, pásmense, es en Las Palmas de Gran Canaria. Los Orduña donde más hay es en Madrid y Valencia. Orozcos hay en todas las provincias españolas. Orozco es uno de los apellidos vascos del Nomenclátor con más portadores, más de 10.000 portadores de primer apellido y otros tantos de segundo; donde más Orozcos hay es en Madrid y Barcelona, seguidas de Málaga, Sevilla y Alicante. También está la variante Orosco, con más de 300 portadores, la mayoría también fuera del País Vasco y Navarra. El apellido Carranza está tan extendido que acabamos antes diciendo las únicas provincias españolas donde no está presente, que son solo dos, Soria y Orense; donde más Carranzas hay es en Madrid, Barcelona y Sevilla. Zaldívar donde más hay es en Madrid, Zaragoza y Cádiz, y el apellido Bolívar donde más aparece con diferencia es en Granada.
Para qué seguir. El único apellido toponímico vizcaíno que tiene muchos portadores, y la mayoría en el País Vasco, es Bilbao, pero de los que hemos citado antes, con ponerle al lado uno solo de ellos, Orozco, ya le gana este en portadores, con lo que se compensa de sobra la influencia numérica de Bilbao. Estamos ante otra prueba más de la presencia de lo vasco en el resto de España que hace imposible entender España sin el País Vasco y el País Vasco sin España. Pero los nacionalistas siguen erre que erre con lo suyo, ignorantes a todo esto, obtusos, ciegos y sordos. Por cierto, es curioso que la grafía propuesta para Bilbao en eusquera sea también Bilbao, en lugar de Bilbo, que es como se escribe Bilbao en eusquera y como aparece en todas las señales de tráfico y demás. ¿Qué pasa aquí, que temieron que ningún nacionalista se atreviera a ponerse Bilbo en lugar de Bilbao como apellido? Qué cosa más rara.
Ni que decir tiene que estos topónimos vizcaínos (y ya veremos lo que ocurre en las otras provincias vascas y en Navarra) han sido sustituidos por otros con la grafía en eusquera o incluso completamente distintos de los vigentes hasta hace unas décadas. Ninguno de esos nuevos tiene ninguna presencia como apellido, como era de suponer. Pensemos por ejemplo en Villaro, que ahora es Areatza, o en Pedernales, que ahora es Sukarrieta, o en Miravalles que le ponen al lado Ugao. Se trata de denominaciones completamente novedosas que ejercen una suerte de corte radical respecto del pasado de esos municipios, al modo en que los revolucionarios franceses hicieron con la historia, denominando de otro modo los meses y partiendo de cero a partir de 1789, como si todo lo anterior fuera abominable. Pero la historia completa de esos municipios vizcaínos, ahora redenominados, está presente con su nombre histórico en forma de apellidos portados por muchos españoles que viven fuera del País Vasco y de Navarra, como hemos visto. Y esa historia verdadera, por mucho que lo intenten los nacionalistas vascos, nunca la podrán borrar.











